un niño, los labios de los barrancos se tragaron los cuerpos con la pequeña casa las gemelas Camila y Alicamy quedando con la marca del abandono trece años luego la una no sabe de la otra. Cabito que era vecino y novio de Alicamy sabia el paradero de Camila que se habia cambiado el nombre. Javier Onésimo Constant movió la cara en forma de acordeón arrugada por los años, sonrió recordando las vellosidades que las niñas tenían en todo el cuerpo.
-¿Por qué sonríe, dígame usted Javier Onésimo! -Recordaba unas viejas sombras en las huellas profundas del pasado, como se desliza el tiempo. Estamos llegando. Párese ahí en el letrero Pura.
--¡OH, es ahí!- dijo Padilla Franco-
En el fondo de la hacienda Pura. Carmela, Cecilia Camila y Francia hacían limpieza en la remodelada solana azul, antigua casona de la asesinada señora Decena María de los Burros. Carmela y Cecilia limpiaban las paredes y el piso algunos que la hubieran visto subidas encima de las sillas haciendo los movimientos para su limpieza la hubiera confundido con una gran mata de palmera con dos enormes racimos.
Para Silvio era dueña de abundantes propiedades gluteánicas y cuando oían la agarradera de inmediato se ponía a bailar y después salía canturreando canciones afro caribeñas le parecía que se derrengaba cuando pasaba por su lado y le agarraba las pernas… negra venga córteles las uñas a su novio violo apodo que la madre de Silvio cuando del quería un favor. Cecilia era diferente tenia el cuero de las vírgenes de las altas gracias y de las mercedes, habia tarde que se parecía a de los Remedios le amanecía en recolección de hojas y zumos de los montes cogiendo verbena apio, artemisa, árnica bija, menta, sauce, salvia y palo amargo… pero en ocasiones volvía para regresar cargada de higuereta, sábila, penca de tuna y lengua de vaca. Se volvía melancólica cuando no hallaba sen. Los que no la conocían bien hablaban demás según su creencia podía quitarse la bizquera que decían que tenia, pero no era real porque su mirada era angularia y perpendicularia, según los que en verdad la conocen aseguran que esa bizquera sólo ocurre los martes y los viernes. Estos comentarios hacia Francia a Camila mientras guayaban yuca para los panesicos que servirían en la cena de esa tarde. –estoy cansado de oír tantas bobosuras- dijo- lo que es cierto y siempre se ha dicho… manchando con la espina de la calumnia las honras ajenas. A Cecilia cuando era niña- dijo la voz del que hablaba- su padre que era gallero, tenia gallinas de calidad… por descuido de esta, una gallina le pega una espuela por quitarle el maíz que comía, y por el parecido con la virgen de la Altagracia no le daño el ojo. Es de ahí que decían que cojeaba del ojo izquierdo lo muchacho le pegaron la bizca y hay dia que ella se lo cree; ahora- dijo para terminar el que habla desde la sombra- nadie negará que Cecilia es un encanto. Posee fortaleza y rítmia de culebra serpentea como el Bajabonico en sus crecidas. Tampoco negaran lo humana, lo leal, lo sensata y lo espiritual que es.
Sin huellas de altanería, higiénicamente noble, pulcra y sincera. Cuando escuchó que era Javier Onésimo quien llegaba, salió al encuentro para gusto de todos se le veía como una corbata colgando del cuello, como un collar de ámbar de las cosechadas en la cordillera septentrional entre las dos almas habia una pasta gelatinoidal que moldeaban haciendo una compleja mezcolanza geométrica y gerontofilica y efebofilica cual canción del medio dia en el dial de un crepúsculo javielino. Las piernas de Javier y sus hombros se movían como remos de piraguas a pesar de las 8 décadas en su océano amoroso habían cumplidos las horas, ella para las tres y el para las ochos las últimas del mismo dia a los 23 días de agosto nacieron con el mismo signo los mismos antojos y caprichos. Para ella Javier Onésimo era un molino de piedra el mejor moledor de merengues. Cabito que lo vio llegar dejó que Cecilia abriera el buen gusto de abrazos y de besos como degustación de bienvenida. Lo dejó que llegara y le puso el merengue “cualquiera llora”.
Minutos luego llegó donde Lo esperaba Cabito oyendo a “Nonito en la loma” anotó en su libreta – me dijo Nonito que me quería ver, que no le cantara a la mujer de él “el disgusto era obvio comenzaron hacer poesía mirando el rostro de su mujer –fiesta Manón, en Loma de Cabrera le canto a Nonito” es un gran amigo yo lo felicito” el saludo fue efusivo al ritmo del saxo del merengue y de la tambora del hermoso “homenaje a Bolo”
-Esos golpes invitan a un trago- expreso el viejo Javier.
-Es verdad, pero, lo que me entusiasma es su llegada. El merengue seguía su siclo vital lo hacia entre otros versos merengues fiestas- Muchachos – dijo Octavio Acosta que estaba disgustado porque Homenaje a Bolo no le habían grabado” Octavio escribió desde el extranjero, Homenaje a Bolo es lo que yo quiero” oiga Cabo se que los trabajos me esperan pero para que un hombre rinda y haga bien las encomiendas debe estar en sintonía con lo que le gusta. ¿Verdad que es verdad?
- Si es verdad. Si, ya lo creo.
-Como es verdad déjeme decirle de lo armónico de esos merengues, LA SINCRONIZACION Y LA ARMONIA DE esta obra no se encuentra en cualquier rama, tampoco aparece en cualquier pentagrama esta obra traspasa las fronteras antillanas y deseaba compartir mi opinión con personas expertas como ustedes.
En Guananico de los Ranchos el alcalde pedaneo visitado por Camila, escucha la ponencia de lo que halló en el único aposento de la casa que habia alquilado. Luego se encamina con ella al lugar de los acontecimientos, hallando sólo los indicios.
-Se nos adelantó el dueño-expresó Camila- estoy molesta han allanado mi propiedad, de esa manera no se puede vivir. El representante de la ley no dijo nada, se marchó mas callado que un difunto.
En la estancia Pura la noche estaba muy negra, vestía de luto el fluido eléctrico brillaba en su ausencia, era época de apagones semanales…la gente lo llamaba compañía de apagones, o el Fua de Sauri o chichigua apagón.
Cabito encendió las velas de cera de abeja y Francia la humeadora mientras que las camas eran preparadas po Cecilia. Minutos más tarde escuchaban las historietas, muchas eróticas, que el señor Constant, perito en asuntos de velaciones y palos, hacía con dejos aberrantes, pero con mucha elegancia. Javier Constant estaba sentado en la parte occidental de la casona, a la izquierda la baqueta de su machete Collins, en el flanco derecho el vaso de ron jengibrado, en el espaldar de una mecedora nueva moviéndose por la brisa, el sombrero de fibras de plátano ya horadado. Cabito gobernaba la parte oriental, ponía cintas con merengues del monarca y en minoría de la vieja Fefa, y de Francisco Ulloa, de Guandulito, y del cieguito de María de los músicos, Francia agarraba la derecha esperando que cecilia colocara una jarrona de tisana con jengibre amargo que usarían con el ron y la cerveza. El sombrero se movió era una bandera verde y negra así la imaginó Cabito y murmuró en silencio- los colores del movimiento más glorioso del siglo pasado. Fecha inolvidable para los dominicanos el 14 de junio de todos los tiempos.
El continente biológico de Javier era bombardeado por la negrura de la noche, agarró las manos de Cecilia la pasaba como una nota musical por las mejillas, ella padecía de escalofrío eróticos estimuladas por senescales barbas del juvenil amante. Constant fue moviendo los índices hasta la bahía de sus labios semi abiertos como covacha placentera que movía como si fumara, se tragaba las aparentes bocanadas. Provocando en Cecilia una excitación volcánica. Francia y Cabito se entusiasmaron al verlos febril y voluptuosos, henchidos de caricias y sedientos de una jarrada de amor. Las manos de Cabito encendieron el receptor sin dejar de observar la fiebre que sacudía el poder anatómico del señor Constant. Coloco la cinta el merengue la Mecedora para que sirviera de fondo a la voz de Javier Onésimo, que iniciará la ruta de la pornografía cuenterina. Se habia convertido en una rutina esperando la hora de dormir entre las paredes de huronéelas y vericuetos entre montañas cañadas entre vallejuelos y campiñas.
-Le contaré cosas que cuentan que sucedieron a los ojos de vecinos, de esta comunidad, de Estero Profundo, y de Guanábano de Bajabonico de las Cañafístolas, en Trejos de los Vientos, en Guananico de los Ranchos. Otros ocurrieron en los entornos de ciudades y capitales de municipios. - ese hombre tendría que estar endiablado, como decía mi mamá, andaba con el diablo hasta en los genitales, porque alejarse de una mujer por lo fea. Je, je, je. Que fuera habría que ser una criatura a sacada de una cloaca, del vientre de una letrina. A Cecilia le desagradaba que su marido hiciera calificaciones como esas, porque ella tenía un tío que en noche muy oscura se metía a los corrales a relacionarse con las cerdas en celos… Secundino- dijo Javier- en horas de calor, se iba a los charcos, era lo que decía, era una treta para su estrategia. Dejaba a su mujer llegaba al río, y desaparecía al cruzar la chorrera. Se internaba entre matojos y broques. Algunos decian que se reburujaba con saleas y potrancas vírgenes y bestias jorras. Toribio que era su primo, lo encontró castrando a un caballo que según sus caprichos, habia violado a unas de sus hembras clandestinas. Dicen que masturbaba a los animales para vender el semen a una enfermera que lo empleaba como materia prima para la fábrica de una pomada, que según los que la usaban, era eficiente en la limpieza del cutis facial.
El primero de junio se extravió luego de haber cenado. Julia que así se llamaba su mujer, lo siguió mordiéndoles los calcañales. Se detuvo en tres ocasiones, orinaba, en cada curva parecía un perro marcando el territorio. Pero Julia no entendió por qué orinaba como los cerdos. En uno de los pestañeos de la perseguidora, se le perdió. Cabito volteó la cinta para recordar a su amiga Zemira de la Cruz, el día que el asesino de Nicolasio Santos, se le escapó a los policías, tan pronto como pisó las aguas del arroyo Santiago, en Trejos de los Vientos. No escuchó la historia que Javier contaba del marido de Julia. Pensaba en la tacita de café con nuez mocada y que Zemira le dijo - siéntale para que escuché la historia completa. Javier Onésimo continuaba… sí, Julia al ver que su marido se agachaba, al estar vestida de negro se fue acercando y al ver que con quien hablaba era y daba caricia una cerda que por el aspecto era una marrana. Se quitó la camisa blanca, poniéndose una oscura, se puso de rodillas comenzó a poner las manos en el lomo del cuadrúpedo, en las orejas, en el hocico y cuando las caricias llegaron a la barriga, la virgen extendió las extremidades. Para asegurarse de que era cierto lo que no comprendía se deslizó un poco más… cerró los ojos regresó creyendo que su marido era simplemente un cuatrero.
Zemira hablaba con Cabito sobre el asunto iniciado con la tacita de café y nuez mocada, por aquellas imágenes no degustó, no permitieron escuchar a Javier.-Oye Cabito- había referido de la Cruz, líder del club de mujeres fetichistas aficionada al voyeurismo y otras aberraciones… soy entrenadoras en esa logia, de animales, domesticándolos para dominar su sexo. Quizá buscando excitación con la sola presencia femenina.
Cecilia amaba a Javier le pidió que cambiara de asunto… por poesía o por décimas o tonadas rurales, o que se pusiera a bailar los merengues que del radio salían. Francia quitaba los botones de la camisa de su pareja comenzando de inmediato a manosear el valle del pecho blanco donde como dos colinas, los cerros en acecho estaban las manos de ella desgranando las sensaciones de Cabito, al compás del merengue Cañabrava. Minutos después las parejas se aposentaban estimuladas por los eróticos cuentos de Onésimo o por los recuerdos como los de Cabito, en Trejo de los Vientos, cambia esos cuentos por los versos de Pellerano Castro. Tenía razón de querer oír o bailar, estaba sazonada pensaba Javier. Hacían el amor en la espesura de la bruma, refugiados en el valle de sus estadios juveniles y salpicaduras de los charcos de una adolescencia, tal vez impura. Que cambiara de los aberrantes episodios por versos bajos los meandros emocionales comenzó un estadio gangoso y decía, m, n, Negro Cruz y Toño Colón allá en Pueblo Nuevo, y en Jaibón la tartamudez se rompió entonces dejo, con rapidez, vida y salud trabajo, gusto y alegría. Como el radio, cantaba- por causa de un mango… que yo me comí, ella decía- el tuvo una hembra, se tuvo al morir, por causa de un mango que yo me comí. Enterraba las emociones en un montón de palabras carcomidas que se convertían en pasiones hiperbólicas entonces le volvía la ganguera, extrajo una frase por las greñas -¿Qué se puede hacer con una tajada de aguacate? Como hacen los borrachos luego de un rato, manifestó- claro que se, claro que… se puede usar como carnada. Cabito se echó a reír, los otros hicieron lo mismo, en la sombra de su incomodidad porque el ron con cerveza y jengibre habia embriagado hasta al radio, testigo del intercambio de sólidas caricias amorosas llenas de cargas pasionales. Las notas eran músculos excitados en las habitaciones como abuelas haciendo tonadas infantiles, moviendo cunas y hamacas en los aleros de una infancia muy lejana. Eran tonos gentiles pasaban las espaldas en arroyuelos de tibias aguas, en modulación de frecuencias para que gerninaren los sentimientos traducidos en mostazas y en ajonjolíes en un vivero de franca senectud.
Cabito dejó la habitación fue a la cocina, como todo lo encontró ordenado apagó las bombillas, cambió la cinta por la que tenía a Norcita, agua de tu fuente, a la lisa y me da un Jonrón. En el encanto de las caricias magistrales, Javier Onésimo Constant, viajaba en nubecillas de perlas níveas buscando el placenteril éxtasis para la amada juvenil que lo abrazaba cuando sonaban los versos de agua de tu fuente. Aceleró el velocímetro y sus piernas fueron remos compaginados con la salida del acordeón y le pareció que Cecilia, entraba al cuerpo de un tercer orgasmo. La voz del Monarca visitaba a Cabito diciendo- tanto que yo anduve y no la encontraba una mujer buena que sufre callada. Cuando Francia oía que el acordeón aclaraba las notas que en la literatura decía, oye negra linda te voy hacer ver, que agua de tu fuente yo quiero beber. Extendía las piernas morenas chocolates y se desperezaba agarrándole energía de las tonalidades musicales para entrar al recinto corpóreo del ídolo y amante.
En los altares están los santos y en las habitaciones los amantes así hablaba López Ramia viendo las caderas de Carmela, ponía los índices en los labios rojos de ella y las pulsaciones de su corazón se hacían más nobles. El rostro tomaba mayor delicadeza encaramaba las piernas en la cintura. Ahora el radio provocó buscar refugio en las axilas de su marido. El acordeón descomponía la negritud de la habitación disipando las franjas negras que había impuesto el régimen de Sauri apagón. Horas después Silvio permanecía erecto alargado, parecía un muñeco de madera, en el pecho crecían arrogantes altaneras hebras blancas, mechones de cabellos canos. Pero pensaba en los obreros y en las trabajadoras de los muelles de los arrozales y de los cañaverales. En los cafetales de las cordilleras, pensaba en los fabricadores y venduteros, reventones de carbones, en las fregonas y en las planchadoras. Dejó su pensamiento primero en los rastrillos de sembradores de maní, puso ruta para Valverde entró a los platanales de Guayubín y de Pepillo Salcedo, acariciaba las moradas manzanas de guineo y produciendo orgasmos en cadenas en un cerrar y abrir de ojos produciéndose las hermosas cosechas. El sudor resbalaba por las piernas de las matas excitadas llegando a la cosecha. Las panaderías eran embarazos y embrujos solidarios en antagónicas simbiosis de la corrientes de antaño a lo útil y nuevo. El sudor bañaba la espalda abriendo repentinamente los parpados, dándose cuenta de la oscura habitación. Rezó por los obreros y las trabajadoras de los centrales azucareros, experimentó escalofrío por los bueyes y las garrochas. Recordó la frase “Yllí allá bombé” deseó ser compositor, para a Carmela decir, que sus caricias era pétalos de rosas silvestres núbiles, movibles entre vísceras de un acordeón. Pero cerró los ojos nueva vez, mentalmente repetía, los santos en los altares y en los aposentos los amantes, rezó un mantrás a los hijos de los pescadores y por los hijos de soldados, con el brazo derecho buscó el cuello de Carmela uso las manos en la nuca, pero ella la cambió buscó los labios que encontró ardientes como brazas bebió en na jarra de servir placer. Absorbiendo los licores de sabor a mandarinas. Carmela lo consideró un amante perfecto quedándose dormida en el cuerpo de este por largo rato. Quien se habia soñado con sus riñones después de haber bebido el remedio que según muchos era un trago para cuadrúpedos, no para humanos. Camila lo había dicho - señor Silvio beba usted el jugo de limón con yema de huevo, pero debe cumplir con el proceso, dura de 3 a 5 dias. Limpie bien el vaso que debe ser de cristal, transparente… exprima 6 limones coloque el jugo en el vaso luego de lavar el huevo de gallina, lo deja ahogándose por los dias que dijimos ya, hasta que el ácido del limón haya destruido el cascarón proceda usted a beberlo. Hágalo en largos tragos, si lo que habia era una infección de esas no sufrirás jamás en esas circunstancia. Como se habia curado dormía placidamente pero esa noche soñaba que jugaba el gallo canelo hijo de faisán y de gallina haitiana. Camila no entendió por qué la cama se movía tanto, encendió la lámpara y para su sorpresa vio moviendose los brazos y las piernas de Silvio, además emitía términos galimáticos que ella no entendía. “Vamos gallos” Gallos de clase, esos son alborotos,” Carmela llamaba a Silvio que al parecer suyo, tenía una pesadilla endemoniada. Cuando despertó contó a Carmela que jugaba gallos en la gallera de Juana Méndez. Cierto. Aun escucho cuando decías- pica y corta… ¡agárralo! Agárralo por el pico, dale por los ojos. Hubo un momento que callaste, luego de tomar agua, soñaste de nuevo… si pica y corta por qué no lo mata, ¡Vamos gallo de calidad! ¡Ese es un gallo de hombre” Dale golpes de bolsón, ahógalo, que eres hijo del padrote… cuando dijiste túmbalo por la cabeza por los muslos o por las alas, por la pechuga, te reíste irónica con salvajismo, luego dijiste ¡cójanlo que está muerto! Ahí Silvio- dijo- Carmela, despertaste diciendo que los riñones te dolían nueva vez los riñones. Pero Carmela, dijo Silvio asombrado… nunca he ido a una gallera, me sorprendo que en mi boca aparezcan voces de gallera, algo malo está por acontecer, si es que no ha sucedido ya, algo pasará me parece que esa pelea de gallo, es una advertencia de los que me han cuidado siempre. En Arroyo Resabio, los gritos de la parentela de Nery llegaban de la Llanada a la Descubierta, pasando por los cafetales de Palmar Grande lugares retirados de la residencia de los padres de la difunta asesinada por Neurita quien cumplía 35 años en la prisión de San Felipe.
En los arbustos de aquellos parajes tres años después el dolor padre, abuelos, madre, hermanos tíos y primos, aún pernota como si el tiempo lo hiciera mayor. Ay hija, ay hijita, quien iba a pensarlo, quién lo diría decía entre murmuraciones y congoja la madre, los músculos, los gestos, la mirada, emitían escenas de la tragedia como una gigante pesadilla y pantalla humana mostradora de momentos de rezos y de velaciones. La cara de Marcelino Polanco dejaba deslizar arroyuelos lagrimales, hacia el cuerpo como valle de fertilización permitiendo la germinación de frondosos e ingratos recuerdos dolorosos y salvajes. Encendió un cigarro fumaba desganado secó las mejilla recordando que su mujer le había dicho que le llevaba algo de beber. -Qué me trajiste, qué es eso. ----Es café acabadito de colar, bébetelo te calentará el cuerpo. Te resucitará el entusiasmo. Cuando retiró el cigarro aurora, bostezó. Es café negro. Enmendó la esposa de Marcelino. En suegro anciano, se acercaba y ella se marchó. ¡Marcelo!, dijo en voz potente, el viejo, si me lo permite… le diré lo que aconteció en la prisión de la provincia. Claro, papá, hable. Diga todo lo que sea, hágalo en confianza, pierda cuidado, usted. --Pues, ese muchacho, que mató a tu hija… lo bajaron de una viga de la fortaleza donde según se iba ahorcar. ¡Cómo! -Según, continuaba el viejo, supo… no se por qué vía, que era hijo tuyo… y como consecuencia de una infeliz conclusión, a la mujer que había dado muerta, su mujer, era sencillamente su hermana. Cosa que no soportó y quiso matarse además. Dicen que fue un policía que lo impidió. Los parientes del muchacho afirman, explicaba el abuelo, que son cosas tuyas para desmoralizarlo cuentan que lo conseguiste porque el muchacho lleva varios dias hospitalizado. -¡Hijo mío, hijo de quién, UNP de dónde nace esa idea papá. ¡Eso me contaron para que te lo dijera!, recibió una carta anónima. El señor Marcelino dejó al padre con la boca abierta y se dirigió al aposento de su esposa que rezaba a su difunta hija. - ¡Oiga Marcela! Oiga lo que le preguntaré, lo haré con nobleza y buena fe. -Por casualidad Chela, nombre que el decía, cuando trataba con ella asunto de grandes envergaduras. ¿Alguna vez me ha traicionado, me ha sido infiel? … las palabras del marido mordieron las vísceras de la esposa como una bomba de Hiroshima explotando en medio de la situación de angustia y de desesperación, desde aquella fatídica tarde, que hoy celebraban el tercer cabo de año. Para Marcela, por unos segundos, fue como si la hubiesen picoteado, como a su hija, con las palabras del señor Marcelino. Recuperó el equilibrio de sus emociones, entonces dijo; por qué… por qué ahora, por qué mientras hacemos oraciones por el sagrado recuerdo de nuestra hija, sale con pregunta tan indigna y tan infame. -usted lo sabe, no tengo motivo para envolverle nada, no puedo mentir, tampoco crear embrollo dentro de mí porque de ser así podría estreñirme. Podría ahogarme al callar. Fue el abuelo, usted lo vió llegar quien me informó que Neurita está interno en el hospital de la prisión, por tercera vez quiso matarse. La carta decía que Nery y el eran hermanos. Ahora, escuche usted Lino, estoy como las auyamas, con el filo de las navajas entre pecho y espalda. Como la sangre mía es invisible no sospecha siquiera mi malestar. Están ahí tiñen el piso de nuestra existencia, las paredes de nuestro aposento. Pintan las uñas de mis manos de mis descalzos pies. Según ella hablaba, Marcelino sigilosamente, se acercaba a ella. Las palabras que han puesto en tu boca, son espinas que hincan los cuadriles de nuestra alianza. He sido y seguiré siendo leal, como el primer dia ese es mi mejor capricho amar con lealtad, esa es mi gran riqueza, ser fiel a las cosas y personas que amo y seguiré amando esa es mi riqueza, me hace tierna y feliz. Marcelo la tocó con las manos de jornaleros, se secó la cara, le ofreció la suya y entonces ambos espíritus continuaron amándose.
Nazario Cruz, de apodo Celso Mocén, llegó a la enramada de Leocadio Pérez, a las 4 de la tarde, era 21 de enero término de las viejas cabañuelas, el cielo nos miraba en tu misericordia. Habría una noche de radiante luna lechosa. Celso miraba los nimbos viajantes y recordó la muerte de Alicio Sandoval. Cuando escuchó a Virgilio Pérez, al referirse a los vientos alisios que soplan de norte a sur. Para él esos cerros de las nubes blancas, eran círculos que tropezaban en las copas de los árboles en las altas montañas. Escuchó una melodía de una paloma salvaje abriéndole el entusiasmo de tomar y le pidió con las notas de su acordeón -“yo quiero un traguito” escuchándose con la claridad como una evocación, salida desde las vísceras de un vientre, o del paladar humano sin embargo era del estómago de su aparato musical.
En la madrugada comenzó a lloviznar en la enramada cubierta con pencas de palmas y de cocos, gozosas salpicaba las medias de los bailadores y hasta de los músicos. Nazario haciendo música al compás de la suavidad de la lluvia fresca y cantarina.
Los bailadores bajaban el calor de los ritmos, con la llovizna, producían periódicamente voceríos como “Fiesta ahora y mañana, luego seguimos a caballos” ¡sancocho de pavo! Celso Mocén, antiguo director de los cuatro botones, amaba los merengues de Ñico Lora, cuando un borracho apagó la lámpara, interpretaba el merengue Bajabonico, luego a Chicha Sharo, al regresar de llevar la música a la cantina, un individuo de muy débil contextura física, vociferaba a todo pulmón-“ Aquí no hay hombre” tiraba las palabras como leños a un atibe en los centrales azucareros, “ aquí no hay hombre” repitió docenas de veces. Rafael, era el tamborero, hacía el merengue bocabajo, “la tinajita” el individuo al acercarse a Rafael dijo nueva vez, la frase, que mucho al tamborero le estaba molestando…, “aquí no hay hombre…” lo repitió casi rozando los oídos del tamborero. Lo hizo con mayor energía y máximo entusiasmo. Mezquita cantaba… “yo tenía una tinajita, era de barro y se rompió, como me hago sin mi tinaja… cómo me compongo yo”. Rafael Cruz golpeaba el cuero del tambor con sed y agresividad, estaba molesto con los berridos fanfarronéales y aguafiestas… hizo un gesto como si desvolviera confianza a alguien y… cuando apagaron las luces, el individuo de poco tamaño dijo otra vez… “aquí no hay hombre” Cruz levantó los brazos, el merengue quedó gravibajo por la ausencia del tamborero, los bajó y entonces se escuchó una voz desde dentro del instrumento caprino que decía- “A hora si hay hombre”. Los guardianes que garantizaban la salud del baile les acompañaron a la concurrencia que no dejaban de reír con las ocurrencias del borracho. Lo sacaron y la corrida del 21 de enero seguía igual que en Loma de Cabrera, en la Barra de Nonito.
Pura sentada en la habitación de las fotografías, pensaba en los libros que necesitaba, para recolectar el perfil de Ercilia Pepín, de Julia de Burgos ambas mujeres antiimperialistas, humanistas, nacionalistas dominicana y puertorriqueña. Los intercostales de Pura, se llenaban con la energía de la poetisa Burgos, le agradaba el Neorrican. Asimilaba que la maestra y periodista de línea hostosiana enfrenta las tiranías Somocista y trujillista. Encendió el radio que le regalara el marido de su madre, pero se quedó dormida escuchando el merengue las 7 pasadas, distraía en anca del caballo de Morfeo. Las pasadas de Tatico les parecían escuchar la introducción de las 7 partidas de Alfonso el Sabio.
Francia en la estancia Pura, se preguntaba, qué hacemos en esta finca por qué no nos marchamos, si hemos terminado, qué estamos esperando, en estos predios. Así meditaba Francia, tenía los brazos en la nuca, sustituía la almohada. En la sala el acordeón arrancaba notas inolvidables, olvidadas en la memoria histórica de una nación no confirmada. Una nación huérfana de unidad de criterio. Una nación que humilla a sus héroes que abandona a su suerte de un historiador mentiroso. Cabito escucha las notas del Monarca, reúne energías y limpias imágenes tiránicas que impiden la entrada al escenario, para escuchar los romances y recibir las caricias si fueran besos de rosas marchitas con labios núbiles, les parecían premios de una larga jornada de lucha por la mejoría de los y las excluidas, desheredados y desheredas de los bienes del planeta. Francia lo suponía, sin conocer las diabluras de los tiranos y de la tiranía. Se llegó a preguntar en múltiples ocasiones por qué no existe un universo para los humildes para los pobres donde los blancos no sean los dueños. Por qué no construimos varios universos donde la verdad y el sol salgan para todos, donde las obreras y trabajadores sean dueñas y dueños de las tortas y de los hornos. Un universo con escuelas de montañas y de hondonadas con carreteras limpias de traficantes, un universo de cielo y de jardines con nubes transparentes de faldiqueras puras con naranjales y cachirulas arrozales entornados de fincas aguacateras, en vez de azucareras.
Cuando despertó Pura escribió del asesinado general Bencosme en los primeros pasajes de la tiranía, en una hoja sucia del almanaque Bristol, la sangre de este dulce oficial dominicano, se convirtió en árbol de almácigo allí en la montaña, traducida en pico de carpintero allá en la sierra, pero cuando las aguas de los arroyos crecen, luego de horas de lluvia, los pomos que recogen los muchachos son los ojos del general Cipriano, que por los caminos se cuantifican corren río a bajo lavando las injusticias, cosecha del tirano. Desde hoy escribió Pura… bautizo el pico el Mogote con el nombre de General Cipriano Bencosme Compré. Lo declaro héroe nacional y todos los ayuntamientos de provincia Moca guardaran el 30 de noviembre dia del fusilamiento, como fecha de duelo provincial y municipal. Cuando escribió sobre el general Desiderio, llamaron en la puerta, se levanto y al abrirla fue sorprendida agradablemente con la presencia del señor Dámaso Josefino Mercado, que entregó un sobre Manila conteniendo fotos que ella le habia solicitado. -pase señor Mercado.
La saludó con la sonrisa de un caballero y agradeció que lo invitara a sentarse. Estaba cansado, no caminaba a pie desde hacia mucho tiempo. ¡Por favor siéntese en la mecedora de guano blanco, era la de mi padre. Llamó a la asistente de cocina. Amparo le sirvió dos tazas de café amargo.
¿Dónde a conoció a mi padre, señor?
- Bueno joven, a su padre lo conocían los núcleos de la revolución clandestina, era un viajante instructor itinerante. Era compañero de los desaparecidos Guido Gil y Henry Segarra Santos. Cuando su padre venía de visita al central Amistad, después de reunirse con los dirigentes iba a mi casa, allí conversaba conmigo y mi esposa. Era en mi baño donde se cambiaba de vestido. Era compadre de Tomás Diloné, y amigo del Capitán Silverio Sención, ex combatiente constitucionalista. Asistente del coronel Fernández Domínguez. La última vez que pernotó conmigo y con mi familia en las vísperas a la tragedia ocurrida en la manacla. En esa ocasión hablamos de la tragedia de Palma Sola.
Minutos más tarde, ella entró al cuarto de las fotografías donde colocó en medio de la del comandante Castro y la del coronel Caamaño. De repente salió huyendo como si fuera a evitar la consumación de un crimen. Corrió, corrió, corrió hasta que dio alcance al Fotógrafo Mercado. Dispense usted, don, pero lo he alcanzado porque quiero que me consiga la foto de los generales Cipriano Bencosme, Olegario Tenares, Demetrio Rodríguez y Desiderio Arias. Me gustaría tener la del general Carlos Daniel.
La fiesta en la estancia Pura ocurrió el sábado trece de junio, en escenario hubo tres conjuntos de música típica desde las once de la mañana domingo catorce. Ese mismo dia Silvio inauguraba la hacienda que habia adquirido en estero profundo, antiguo cortijo de María Decena Silverio, asesinada para quitarle un racimito de guineo. Ahora se llamaba Estancia Pura en honra a su primera esposa, convertida en una intachable profesora, adscrita al colegio Normal primario en Licey provincia Santiago de los Caballeros.
Era el mes de las guerrillas, del (1J4), movimiento revolucionario 14 de junio, las que por Maimón de las lomas llegaron, por Constanza de las Hortensias y por Estero Hondo de los baños. Ese dia fiesta la del 1959, Cabito investigó mucho, entre los tres acordeonistas y no halló un solo verso en los merengues que hablara de aquella gesta, tan importante en la nuestra historia contemporánea, ni una estrofa, ni una oración, aludiera la invasión del 1J4 ni una oración en melodía para iniciar la corrida. Sin embargo, cuando a los hermanos Cruz les correspondió su primer turno lo imprimieron como el merengue Desiderio Arias. La vieja Fefa se inauguró con el merengue Cabo Millo, pero Francisco Ulloa, interpretó a Enrique Blanco, continuó con la barra Mary. Esa fiesta permanecerá en la mente de la gente de Estero profundo por largo tiempo quizá por generaciones. Cabito estaba muy alegre, se divertía viendo llegar a los invitados, la mayoría con algo negro y verde en la camisa. Cuando en la concurrencia alguien deseo saber sobre los dos colores, se rió y se limitó decir son los colores de la bandera del dia de mañana.
La enramada de cemento blanco aluminio confortable y muy amplia, construida de este a oeste con buenas maderas traídas de “Fundación de los Bosques”, comunidad de pequeños conucos, infra minifundios. En la tarde el moribundo sol entraba al salón hasta la silla donde se hallaba Cabito, que se deleitaba viendo los movimientos de un joven con largos cabellos terminando en un pico de gorra de pelotero, que aunque raro vestía de verde y de negro, zapatos blancos y medias rojas. Puso mayor empeño cuando le vio hablar con Francia Paulino. Cabito en la mirada del muchacho una intensa petición. Llamó a Paulino y le preguntó por lo que deseaba el joven, al enterarse que lo que quería era declamar unos tontos versos que según habia escrito con lágrimas de sus ojos cuando se enterara del fusilamiento de Caamaño. Dije que puede, pero que espere que los “Hermanos Cruz” terminen de completar su set… Dámaso tocaba su creación el “Diente de oro” composición aún inédita, pero el 1978, pudo grabar produciendo resquemores envidia, intento de robote la autoría. Al finalizar el líder de los “Hermanos Cruz” Claudio, nombre del muchacho subió al entarimado y después de saludar entre frías miradas señaló.- ¡Señores con el permiso de su preciado anfitrión y de vuestra atención pido excusas para expresar algunas palabras con alas y vuelos de poesía que pido a Dios acepten luego de valorar.
-¿De dónde salió ese presumido?
Claudio permaneció 15 minutos hablando de esta manera:- soy un pájaro sin rumbo y sin nido, durmiendo en ramas ajenas volando a veces en humareda por cielo, he sido mango lechoso, unas manos de guineos maduros. Posible que no lo sepa que de batata haya sido un pedazo, como de rulo o de auyama. Aun llevo alhucemas en el ombligo posible lleve en los dedos niguas. Bebí leche de otros senos: de burras, de cabras, de vacas y presumo que también de yegua. Si bebí leche blanca… no lo se, no lo puedo recordar porque las pobres ubres, de las madres pobres, la leche es negra y es amarga. Eso creen los padres del becerro, los abuelos del semental burgués y oligarca… dueño de los grandes pastizales latifunderos. Pero soy una mariposa de doradas alas, las del cercano valle, con ansias al parir miradas de dibujos describiendo el hambre de las madres en un mapa de dolor, contando la historia con muchas con muchas bocas en una tartamuda capitalista tarde, pero como mariposa sollozante, crisálida en primavera encima del cadáver del guerrillero de junio, noviembre y de diciembre. Del coronel, de qué abril…. Sonó el acordeón de la Marimba del noroeste anunciaba su entrada y arrancó con el merengue el Cabo Millo. Soldado que ingresó al ejército en el 1877. Remigio Zaya defensor de las líneas y proyectos jimenistas, exiliado y en prisión demostraba lealtad a sus principios por los años 1903, pero… dijo Claudio, a quien le preguntó quien era el tal cabo Millo. Era para el 1905, prisionero y exiliado durante el gobierno de Bordas, luego lo mataron a traición en 1909 en Azua, su lugar de origen tierra que amó como un patriota. Cuando finalizaba la doctora seráfica de la música folclórica lo hizo con “Fiesta y serrucho” y “Fiesta san José” Claudio subió al entarimado, esta vez fue recibido con aplausos siendo grato para él el saludo. Permaneció sólo 12 minutos dándole pasos al Baby del acordeón. Lo mataron porque cruzó al otro lado, sin ensuciar su sangre. Ni de oro putrefacto, ni de… lo mataron por no tener llevar el grial de los ambiciosos corruptos en las faldiqueras ensangrentadas, por no tener una vaina del cuchillo cromático enrojecido con la hemoglobina popular, hambriento de amor, de comida y libertad. Pero detrás de una roca se menea una bandera con labios rosados con pétalos humanos que agarran el aire contaminado. Pero no todo se ha perdido. La bandera de la manacla es verde y negra. De los campesinos y de los trabajadores, la banderas de las estudiantes y de los estudiantes.
-¿Por qué sonríe, dígame usted Javier Onésimo! -Recordaba unas viejas sombras en las huellas profundas del pasado, como se desliza el tiempo. Estamos llegando. Párese ahí en el letrero Pura.
--¡OH, es ahí!- dijo Padilla Franco-
En el fondo de la hacienda Pura. Carmela, Cecilia Camila y Francia hacían limpieza en la remodelada solana azul, antigua casona de la asesinada señora Decena María de los Burros. Carmela y Cecilia limpiaban las paredes y el piso algunos que la hubieran visto subidas encima de las sillas haciendo los movimientos para su limpieza la hubiera confundido con una gran mata de palmera con dos enormes racimos.
Para Silvio era dueña de abundantes propiedades gluteánicas y cuando oían la agarradera de inmediato se ponía a bailar y después salía canturreando canciones afro caribeñas le parecía que se derrengaba cuando pasaba por su lado y le agarraba las pernas… negra venga córteles las uñas a su novio violo apodo que la madre de Silvio cuando del quería un favor. Cecilia era diferente tenia el cuero de las vírgenes de las altas gracias y de las mercedes, habia tarde que se parecía a de los Remedios le amanecía en recolección de hojas y zumos de los montes cogiendo verbena apio, artemisa, árnica bija, menta, sauce, salvia y palo amargo… pero en ocasiones volvía para regresar cargada de higuereta, sábila, penca de tuna y lengua de vaca. Se volvía melancólica cuando no hallaba sen. Los que no la conocían bien hablaban demás según su creencia podía quitarse la bizquera que decían que tenia, pero no era real porque su mirada era angularia y perpendicularia, según los que en verdad la conocen aseguran que esa bizquera sólo ocurre los martes y los viernes. Estos comentarios hacia Francia a Camila mientras guayaban yuca para los panesicos que servirían en la cena de esa tarde. –estoy cansado de oír tantas bobosuras- dijo- lo que es cierto y siempre se ha dicho… manchando con la espina de la calumnia las honras ajenas. A Cecilia cuando era niña- dijo la voz del que hablaba- su padre que era gallero, tenia gallinas de calidad… por descuido de esta, una gallina le pega una espuela por quitarle el maíz que comía, y por el parecido con la virgen de la Altagracia no le daño el ojo. Es de ahí que decían que cojeaba del ojo izquierdo lo muchacho le pegaron la bizca y hay dia que ella se lo cree; ahora- dijo para terminar el que habla desde la sombra- nadie negará que Cecilia es un encanto. Posee fortaleza y rítmia de culebra serpentea como el Bajabonico en sus crecidas. Tampoco negaran lo humana, lo leal, lo sensata y lo espiritual que es.
Sin huellas de altanería, higiénicamente noble, pulcra y sincera. Cuando escuchó que era Javier Onésimo quien llegaba, salió al encuentro para gusto de todos se le veía como una corbata colgando del cuello, como un collar de ámbar de las cosechadas en la cordillera septentrional entre las dos almas habia una pasta gelatinoidal que moldeaban haciendo una compleja mezcolanza geométrica y gerontofilica y efebofilica cual canción del medio dia en el dial de un crepúsculo javielino. Las piernas de Javier y sus hombros se movían como remos de piraguas a pesar de las 8 décadas en su océano amoroso habían cumplidos las horas, ella para las tres y el para las ochos las últimas del mismo dia a los 23 días de agosto nacieron con el mismo signo los mismos antojos y caprichos. Para ella Javier Onésimo era un molino de piedra el mejor moledor de merengues. Cabito que lo vio llegar dejó que Cecilia abriera el buen gusto de abrazos y de besos como degustación de bienvenida. Lo dejó que llegara y le puso el merengue “cualquiera llora”.
Minutos luego llegó donde Lo esperaba Cabito oyendo a “Nonito en la loma” anotó en su libreta – me dijo Nonito que me quería ver, que no le cantara a la mujer de él “el disgusto era obvio comenzaron hacer poesía mirando el rostro de su mujer –fiesta Manón, en Loma de Cabrera le canto a Nonito” es un gran amigo yo lo felicito” el saludo fue efusivo al ritmo del saxo del merengue y de la tambora del hermoso “homenaje a Bolo”
-Esos golpes invitan a un trago- expreso el viejo Javier.
-Es verdad, pero, lo que me entusiasma es su llegada. El merengue seguía su siclo vital lo hacia entre otros versos merengues fiestas- Muchachos – dijo Octavio Acosta que estaba disgustado porque Homenaje a Bolo no le habían grabado” Octavio escribió desde el extranjero, Homenaje a Bolo es lo que yo quiero” oiga Cabo se que los trabajos me esperan pero para que un hombre rinda y haga bien las encomiendas debe estar en sintonía con lo que le gusta. ¿Verdad que es verdad?
- Si es verdad. Si, ya lo creo.
-Como es verdad déjeme decirle de lo armónico de esos merengues, LA SINCRONIZACION Y LA ARMONIA DE esta obra no se encuentra en cualquier rama, tampoco aparece en cualquier pentagrama esta obra traspasa las fronteras antillanas y deseaba compartir mi opinión con personas expertas como ustedes.
En Guananico de los Ranchos el alcalde pedaneo visitado por Camila, escucha la ponencia de lo que halló en el único aposento de la casa que habia alquilado. Luego se encamina con ella al lugar de los acontecimientos, hallando sólo los indicios.
-Se nos adelantó el dueño-expresó Camila- estoy molesta han allanado mi propiedad, de esa manera no se puede vivir. El representante de la ley no dijo nada, se marchó mas callado que un difunto.
En la estancia Pura la noche estaba muy negra, vestía de luto el fluido eléctrico brillaba en su ausencia, era época de apagones semanales…la gente lo llamaba compañía de apagones, o el Fua de Sauri o chichigua apagón.
Cabito encendió las velas de cera de abeja y Francia la humeadora mientras que las camas eran preparadas po Cecilia. Minutos más tarde escuchaban las historietas, muchas eróticas, que el señor Constant, perito en asuntos de velaciones y palos, hacía con dejos aberrantes, pero con mucha elegancia. Javier Constant estaba sentado en la parte occidental de la casona, a la izquierda la baqueta de su machete Collins, en el flanco derecho el vaso de ron jengibrado, en el espaldar de una mecedora nueva moviéndose por la brisa, el sombrero de fibras de plátano ya horadado. Cabito gobernaba la parte oriental, ponía cintas con merengues del monarca y en minoría de la vieja Fefa, y de Francisco Ulloa, de Guandulito, y del cieguito de María de los músicos, Francia agarraba la derecha esperando que cecilia colocara una jarrona de tisana con jengibre amargo que usarían con el ron y la cerveza. El sombrero se movió era una bandera verde y negra así la imaginó Cabito y murmuró en silencio- los colores del movimiento más glorioso del siglo pasado. Fecha inolvidable para los dominicanos el 14 de junio de todos los tiempos.
El continente biológico de Javier era bombardeado por la negrura de la noche, agarró las manos de Cecilia la pasaba como una nota musical por las mejillas, ella padecía de escalofrío eróticos estimuladas por senescales barbas del juvenil amante. Constant fue moviendo los índices hasta la bahía de sus labios semi abiertos como covacha placentera que movía como si fumara, se tragaba las aparentes bocanadas. Provocando en Cecilia una excitación volcánica. Francia y Cabito se entusiasmaron al verlos febril y voluptuosos, henchidos de caricias y sedientos de una jarrada de amor. Las manos de Cabito encendieron el receptor sin dejar de observar la fiebre que sacudía el poder anatómico del señor Constant. Coloco la cinta el merengue la Mecedora para que sirviera de fondo a la voz de Javier Onésimo, que iniciará la ruta de la pornografía cuenterina. Se habia convertido en una rutina esperando la hora de dormir entre las paredes de huronéelas y vericuetos entre montañas cañadas entre vallejuelos y campiñas.
-Le contaré cosas que cuentan que sucedieron a los ojos de vecinos, de esta comunidad, de Estero Profundo, y de Guanábano de Bajabonico de las Cañafístolas, en Trejos de los Vientos, en Guananico de los Ranchos. Otros ocurrieron en los entornos de ciudades y capitales de municipios. - ese hombre tendría que estar endiablado, como decía mi mamá, andaba con el diablo hasta en los genitales, porque alejarse de una mujer por lo fea. Je, je, je. Que fuera habría que ser una criatura a sacada de una cloaca, del vientre de una letrina. A Cecilia le desagradaba que su marido hiciera calificaciones como esas, porque ella tenía un tío que en noche muy oscura se metía a los corrales a relacionarse con las cerdas en celos… Secundino- dijo Javier- en horas de calor, se iba a los charcos, era lo que decía, era una treta para su estrategia. Dejaba a su mujer llegaba al río, y desaparecía al cruzar la chorrera. Se internaba entre matojos y broques. Algunos decian que se reburujaba con saleas y potrancas vírgenes y bestias jorras. Toribio que era su primo, lo encontró castrando a un caballo que según sus caprichos, habia violado a unas de sus hembras clandestinas. Dicen que masturbaba a los animales para vender el semen a una enfermera que lo empleaba como materia prima para la fábrica de una pomada, que según los que la usaban, era eficiente en la limpieza del cutis facial.
El primero de junio se extravió luego de haber cenado. Julia que así se llamaba su mujer, lo siguió mordiéndoles los calcañales. Se detuvo en tres ocasiones, orinaba, en cada curva parecía un perro marcando el territorio. Pero Julia no entendió por qué orinaba como los cerdos. En uno de los pestañeos de la perseguidora, se le perdió. Cabito volteó la cinta para recordar a su amiga Zemira de la Cruz, el día que el asesino de Nicolasio Santos, se le escapó a los policías, tan pronto como pisó las aguas del arroyo Santiago, en Trejos de los Vientos. No escuchó la historia que Javier contaba del marido de Julia. Pensaba en la tacita de café con nuez mocada y que Zemira le dijo - siéntale para que escuché la historia completa. Javier Onésimo continuaba… sí, Julia al ver que su marido se agachaba, al estar vestida de negro se fue acercando y al ver que con quien hablaba era y daba caricia una cerda que por el aspecto era una marrana. Se quitó la camisa blanca, poniéndose una oscura, se puso de rodillas comenzó a poner las manos en el lomo del cuadrúpedo, en las orejas, en el hocico y cuando las caricias llegaron a la barriga, la virgen extendió las extremidades. Para asegurarse de que era cierto lo que no comprendía se deslizó un poco más… cerró los ojos regresó creyendo que su marido era simplemente un cuatrero.
Zemira hablaba con Cabito sobre el asunto iniciado con la tacita de café y nuez mocada, por aquellas imágenes no degustó, no permitieron escuchar a Javier.-Oye Cabito- había referido de la Cruz, líder del club de mujeres fetichistas aficionada al voyeurismo y otras aberraciones… soy entrenadoras en esa logia, de animales, domesticándolos para dominar su sexo. Quizá buscando excitación con la sola presencia femenina.
Cecilia amaba a Javier le pidió que cambiara de asunto… por poesía o por décimas o tonadas rurales, o que se pusiera a bailar los merengues que del radio salían. Francia quitaba los botones de la camisa de su pareja comenzando de inmediato a manosear el valle del pecho blanco donde como dos colinas, los cerros en acecho estaban las manos de ella desgranando las sensaciones de Cabito, al compás del merengue Cañabrava. Minutos después las parejas se aposentaban estimuladas por los eróticos cuentos de Onésimo o por los recuerdos como los de Cabito, en Trejo de los Vientos, cambia esos cuentos por los versos de Pellerano Castro. Tenía razón de querer oír o bailar, estaba sazonada pensaba Javier. Hacían el amor en la espesura de la bruma, refugiados en el valle de sus estadios juveniles y salpicaduras de los charcos de una adolescencia, tal vez impura. Que cambiara de los aberrantes episodios por versos bajos los meandros emocionales comenzó un estadio gangoso y decía, m, n, Negro Cruz y Toño Colón allá en Pueblo Nuevo, y en Jaibón la tartamudez se rompió entonces dejo, con rapidez, vida y salud trabajo, gusto y alegría. Como el radio, cantaba- por causa de un mango… que yo me comí, ella decía- el tuvo una hembra, se tuvo al morir, por causa de un mango que yo me comí. Enterraba las emociones en un montón de palabras carcomidas que se convertían en pasiones hiperbólicas entonces le volvía la ganguera, extrajo una frase por las greñas -¿Qué se puede hacer con una tajada de aguacate? Como hacen los borrachos luego de un rato, manifestó- claro que se, claro que… se puede usar como carnada. Cabito se echó a reír, los otros hicieron lo mismo, en la sombra de su incomodidad porque el ron con cerveza y jengibre habia embriagado hasta al radio, testigo del intercambio de sólidas caricias amorosas llenas de cargas pasionales. Las notas eran músculos excitados en las habitaciones como abuelas haciendo tonadas infantiles, moviendo cunas y hamacas en los aleros de una infancia muy lejana. Eran tonos gentiles pasaban las espaldas en arroyuelos de tibias aguas, en modulación de frecuencias para que gerninaren los sentimientos traducidos en mostazas y en ajonjolíes en un vivero de franca senectud.
Cabito dejó la habitación fue a la cocina, como todo lo encontró ordenado apagó las bombillas, cambió la cinta por la que tenía a Norcita, agua de tu fuente, a la lisa y me da un Jonrón. En el encanto de las caricias magistrales, Javier Onésimo Constant, viajaba en nubecillas de perlas níveas buscando el placenteril éxtasis para la amada juvenil que lo abrazaba cuando sonaban los versos de agua de tu fuente. Aceleró el velocímetro y sus piernas fueron remos compaginados con la salida del acordeón y le pareció que Cecilia, entraba al cuerpo de un tercer orgasmo. La voz del Monarca visitaba a Cabito diciendo- tanto que yo anduve y no la encontraba una mujer buena que sufre callada. Cuando Francia oía que el acordeón aclaraba las notas que en la literatura decía, oye negra linda te voy hacer ver, que agua de tu fuente yo quiero beber. Extendía las piernas morenas chocolates y se desperezaba agarrándole energía de las tonalidades musicales para entrar al recinto corpóreo del ídolo y amante.
En los altares están los santos y en las habitaciones los amantes así hablaba López Ramia viendo las caderas de Carmela, ponía los índices en los labios rojos de ella y las pulsaciones de su corazón se hacían más nobles. El rostro tomaba mayor delicadeza encaramaba las piernas en la cintura. Ahora el radio provocó buscar refugio en las axilas de su marido. El acordeón descomponía la negritud de la habitación disipando las franjas negras que había impuesto el régimen de Sauri apagón. Horas después Silvio permanecía erecto alargado, parecía un muñeco de madera, en el pecho crecían arrogantes altaneras hebras blancas, mechones de cabellos canos. Pero pensaba en los obreros y en las trabajadoras de los muelles de los arrozales y de los cañaverales. En los cafetales de las cordilleras, pensaba en los fabricadores y venduteros, reventones de carbones, en las fregonas y en las planchadoras. Dejó su pensamiento primero en los rastrillos de sembradores de maní, puso ruta para Valverde entró a los platanales de Guayubín y de Pepillo Salcedo, acariciaba las moradas manzanas de guineo y produciendo orgasmos en cadenas en un cerrar y abrir de ojos produciéndose las hermosas cosechas. El sudor resbalaba por las piernas de las matas excitadas llegando a la cosecha. Las panaderías eran embarazos y embrujos solidarios en antagónicas simbiosis de la corrientes de antaño a lo útil y nuevo. El sudor bañaba la espalda abriendo repentinamente los parpados, dándose cuenta de la oscura habitación. Rezó por los obreros y las trabajadoras de los centrales azucareros, experimentó escalofrío por los bueyes y las garrochas. Recordó la frase “Yllí allá bombé” deseó ser compositor, para a Carmela decir, que sus caricias era pétalos de rosas silvestres núbiles, movibles entre vísceras de un acordeón. Pero cerró los ojos nueva vez, mentalmente repetía, los santos en los altares y en los aposentos los amantes, rezó un mantrás a los hijos de los pescadores y por los hijos de soldados, con el brazo derecho buscó el cuello de Carmela uso las manos en la nuca, pero ella la cambió buscó los labios que encontró ardientes como brazas bebió en na jarra de servir placer. Absorbiendo los licores de sabor a mandarinas. Carmela lo consideró un amante perfecto quedándose dormida en el cuerpo de este por largo rato. Quien se habia soñado con sus riñones después de haber bebido el remedio que según muchos era un trago para cuadrúpedos, no para humanos. Camila lo había dicho - señor Silvio beba usted el jugo de limón con yema de huevo, pero debe cumplir con el proceso, dura de 3 a 5 dias. Limpie bien el vaso que debe ser de cristal, transparente… exprima 6 limones coloque el jugo en el vaso luego de lavar el huevo de gallina, lo deja ahogándose por los dias que dijimos ya, hasta que el ácido del limón haya destruido el cascarón proceda usted a beberlo. Hágalo en largos tragos, si lo que habia era una infección de esas no sufrirás jamás en esas circunstancia. Como se habia curado dormía placidamente pero esa noche soñaba que jugaba el gallo canelo hijo de faisán y de gallina haitiana. Camila no entendió por qué la cama se movía tanto, encendió la lámpara y para su sorpresa vio moviendose los brazos y las piernas de Silvio, además emitía términos galimáticos que ella no entendía. “Vamos gallos” Gallos de clase, esos son alborotos,” Carmela llamaba a Silvio que al parecer suyo, tenía una pesadilla endemoniada. Cuando despertó contó a Carmela que jugaba gallos en la gallera de Juana Méndez. Cierto. Aun escucho cuando decías- pica y corta… ¡agárralo! Agárralo por el pico, dale por los ojos. Hubo un momento que callaste, luego de tomar agua, soñaste de nuevo… si pica y corta por qué no lo mata, ¡Vamos gallo de calidad! ¡Ese es un gallo de hombre” Dale golpes de bolsón, ahógalo, que eres hijo del padrote… cuando dijiste túmbalo por la cabeza por los muslos o por las alas, por la pechuga, te reíste irónica con salvajismo, luego dijiste ¡cójanlo que está muerto! Ahí Silvio- dijo- Carmela, despertaste diciendo que los riñones te dolían nueva vez los riñones. Pero Carmela, dijo Silvio asombrado… nunca he ido a una gallera, me sorprendo que en mi boca aparezcan voces de gallera, algo malo está por acontecer, si es que no ha sucedido ya, algo pasará me parece que esa pelea de gallo, es una advertencia de los que me han cuidado siempre. En Arroyo Resabio, los gritos de la parentela de Nery llegaban de la Llanada a la Descubierta, pasando por los cafetales de Palmar Grande lugares retirados de la residencia de los padres de la difunta asesinada por Neurita quien cumplía 35 años en la prisión de San Felipe.
En los arbustos de aquellos parajes tres años después el dolor padre, abuelos, madre, hermanos tíos y primos, aún pernota como si el tiempo lo hiciera mayor. Ay hija, ay hijita, quien iba a pensarlo, quién lo diría decía entre murmuraciones y congoja la madre, los músculos, los gestos, la mirada, emitían escenas de la tragedia como una gigante pesadilla y pantalla humana mostradora de momentos de rezos y de velaciones. La cara de Marcelino Polanco dejaba deslizar arroyuelos lagrimales, hacia el cuerpo como valle de fertilización permitiendo la germinación de frondosos e ingratos recuerdos dolorosos y salvajes. Encendió un cigarro fumaba desganado secó las mejilla recordando que su mujer le había dicho que le llevaba algo de beber. -Qué me trajiste, qué es eso. ----Es café acabadito de colar, bébetelo te calentará el cuerpo. Te resucitará el entusiasmo. Cuando retiró el cigarro aurora, bostezó. Es café negro. Enmendó la esposa de Marcelino. En suegro anciano, se acercaba y ella se marchó. ¡Marcelo!, dijo en voz potente, el viejo, si me lo permite… le diré lo que aconteció en la prisión de la provincia. Claro, papá, hable. Diga todo lo que sea, hágalo en confianza, pierda cuidado, usted. --Pues, ese muchacho, que mató a tu hija… lo bajaron de una viga de la fortaleza donde según se iba ahorcar. ¡Cómo! -Según, continuaba el viejo, supo… no se por qué vía, que era hijo tuyo… y como consecuencia de una infeliz conclusión, a la mujer que había dado muerta, su mujer, era sencillamente su hermana. Cosa que no soportó y quiso matarse además. Dicen que fue un policía que lo impidió. Los parientes del muchacho afirman, explicaba el abuelo, que son cosas tuyas para desmoralizarlo cuentan que lo conseguiste porque el muchacho lleva varios dias hospitalizado. -¡Hijo mío, hijo de quién, UNP de dónde nace esa idea papá. ¡Eso me contaron para que te lo dijera!, recibió una carta anónima. El señor Marcelino dejó al padre con la boca abierta y se dirigió al aposento de su esposa que rezaba a su difunta hija. - ¡Oiga Marcela! Oiga lo que le preguntaré, lo haré con nobleza y buena fe. -Por casualidad Chela, nombre que el decía, cuando trataba con ella asunto de grandes envergaduras. ¿Alguna vez me ha traicionado, me ha sido infiel? … las palabras del marido mordieron las vísceras de la esposa como una bomba de Hiroshima explotando en medio de la situación de angustia y de desesperación, desde aquella fatídica tarde, que hoy celebraban el tercer cabo de año. Para Marcela, por unos segundos, fue como si la hubiesen picoteado, como a su hija, con las palabras del señor Marcelino. Recuperó el equilibrio de sus emociones, entonces dijo; por qué… por qué ahora, por qué mientras hacemos oraciones por el sagrado recuerdo de nuestra hija, sale con pregunta tan indigna y tan infame. -usted lo sabe, no tengo motivo para envolverle nada, no puedo mentir, tampoco crear embrollo dentro de mí porque de ser así podría estreñirme. Podría ahogarme al callar. Fue el abuelo, usted lo vió llegar quien me informó que Neurita está interno en el hospital de la prisión, por tercera vez quiso matarse. La carta decía que Nery y el eran hermanos. Ahora, escuche usted Lino, estoy como las auyamas, con el filo de las navajas entre pecho y espalda. Como la sangre mía es invisible no sospecha siquiera mi malestar. Están ahí tiñen el piso de nuestra existencia, las paredes de nuestro aposento. Pintan las uñas de mis manos de mis descalzos pies. Según ella hablaba, Marcelino sigilosamente, se acercaba a ella. Las palabras que han puesto en tu boca, son espinas que hincan los cuadriles de nuestra alianza. He sido y seguiré siendo leal, como el primer dia ese es mi mejor capricho amar con lealtad, esa es mi gran riqueza, ser fiel a las cosas y personas que amo y seguiré amando esa es mi riqueza, me hace tierna y feliz. Marcelo la tocó con las manos de jornaleros, se secó la cara, le ofreció la suya y entonces ambos espíritus continuaron amándose.
Nazario Cruz, de apodo Celso Mocén, llegó a la enramada de Leocadio Pérez, a las 4 de la tarde, era 21 de enero término de las viejas cabañuelas, el cielo nos miraba en tu misericordia. Habría una noche de radiante luna lechosa. Celso miraba los nimbos viajantes y recordó la muerte de Alicio Sandoval. Cuando escuchó a Virgilio Pérez, al referirse a los vientos alisios que soplan de norte a sur. Para él esos cerros de las nubes blancas, eran círculos que tropezaban en las copas de los árboles en las altas montañas. Escuchó una melodía de una paloma salvaje abriéndole el entusiasmo de tomar y le pidió con las notas de su acordeón -“yo quiero un traguito” escuchándose con la claridad como una evocación, salida desde las vísceras de un vientre, o del paladar humano sin embargo era del estómago de su aparato musical.
En la madrugada comenzó a lloviznar en la enramada cubierta con pencas de palmas y de cocos, gozosas salpicaba las medias de los bailadores y hasta de los músicos. Nazario haciendo música al compás de la suavidad de la lluvia fresca y cantarina.
Los bailadores bajaban el calor de los ritmos, con la llovizna, producían periódicamente voceríos como “Fiesta ahora y mañana, luego seguimos a caballos” ¡sancocho de pavo! Celso Mocén, antiguo director de los cuatro botones, amaba los merengues de Ñico Lora, cuando un borracho apagó la lámpara, interpretaba el merengue Bajabonico, luego a Chicha Sharo, al regresar de llevar la música a la cantina, un individuo de muy débil contextura física, vociferaba a todo pulmón-“ Aquí no hay hombre” tiraba las palabras como leños a un atibe en los centrales azucareros, “ aquí no hay hombre” repitió docenas de veces. Rafael, era el tamborero, hacía el merengue bocabajo, “la tinajita” el individuo al acercarse a Rafael dijo nueva vez, la frase, que mucho al tamborero le estaba molestando…, “aquí no hay hombre…” lo repitió casi rozando los oídos del tamborero. Lo hizo con mayor energía y máximo entusiasmo. Mezquita cantaba… “yo tenía una tinajita, era de barro y se rompió, como me hago sin mi tinaja… cómo me compongo yo”. Rafael Cruz golpeaba el cuero del tambor con sed y agresividad, estaba molesto con los berridos fanfarronéales y aguafiestas… hizo un gesto como si desvolviera confianza a alguien y… cuando apagaron las luces, el individuo de poco tamaño dijo otra vez… “aquí no hay hombre” Cruz levantó los brazos, el merengue quedó gravibajo por la ausencia del tamborero, los bajó y entonces se escuchó una voz desde dentro del instrumento caprino que decía- “A hora si hay hombre”. Los guardianes que garantizaban la salud del baile les acompañaron a la concurrencia que no dejaban de reír con las ocurrencias del borracho. Lo sacaron y la corrida del 21 de enero seguía igual que en Loma de Cabrera, en la Barra de Nonito.
Pura sentada en la habitación de las fotografías, pensaba en los libros que necesitaba, para recolectar el perfil de Ercilia Pepín, de Julia de Burgos ambas mujeres antiimperialistas, humanistas, nacionalistas dominicana y puertorriqueña. Los intercostales de Pura, se llenaban con la energía de la poetisa Burgos, le agradaba el Neorrican. Asimilaba que la maestra y periodista de línea hostosiana enfrenta las tiranías Somocista y trujillista. Encendió el radio que le regalara el marido de su madre, pero se quedó dormida escuchando el merengue las 7 pasadas, distraía en anca del caballo de Morfeo. Las pasadas de Tatico les parecían escuchar la introducción de las 7 partidas de Alfonso el Sabio.
Francia en la estancia Pura, se preguntaba, qué hacemos en esta finca por qué no nos marchamos, si hemos terminado, qué estamos esperando, en estos predios. Así meditaba Francia, tenía los brazos en la nuca, sustituía la almohada. En la sala el acordeón arrancaba notas inolvidables, olvidadas en la memoria histórica de una nación no confirmada. Una nación huérfana de unidad de criterio. Una nación que humilla a sus héroes que abandona a su suerte de un historiador mentiroso. Cabito escucha las notas del Monarca, reúne energías y limpias imágenes tiránicas que impiden la entrada al escenario, para escuchar los romances y recibir las caricias si fueran besos de rosas marchitas con labios núbiles, les parecían premios de una larga jornada de lucha por la mejoría de los y las excluidas, desheredados y desheredas de los bienes del planeta. Francia lo suponía, sin conocer las diabluras de los tiranos y de la tiranía. Se llegó a preguntar en múltiples ocasiones por qué no existe un universo para los humildes para los pobres donde los blancos no sean los dueños. Por qué no construimos varios universos donde la verdad y el sol salgan para todos, donde las obreras y trabajadores sean dueñas y dueños de las tortas y de los hornos. Un universo con escuelas de montañas y de hondonadas con carreteras limpias de traficantes, un universo de cielo y de jardines con nubes transparentes de faldiqueras puras con naranjales y cachirulas arrozales entornados de fincas aguacateras, en vez de azucareras.
Cuando despertó Pura escribió del asesinado general Bencosme en los primeros pasajes de la tiranía, en una hoja sucia del almanaque Bristol, la sangre de este dulce oficial dominicano, se convirtió en árbol de almácigo allí en la montaña, traducida en pico de carpintero allá en la sierra, pero cuando las aguas de los arroyos crecen, luego de horas de lluvia, los pomos que recogen los muchachos son los ojos del general Cipriano, que por los caminos se cuantifican corren río a bajo lavando las injusticias, cosecha del tirano. Desde hoy escribió Pura… bautizo el pico el Mogote con el nombre de General Cipriano Bencosme Compré. Lo declaro héroe nacional y todos los ayuntamientos de provincia Moca guardaran el 30 de noviembre dia del fusilamiento, como fecha de duelo provincial y municipal. Cuando escribió sobre el general Desiderio, llamaron en la puerta, se levanto y al abrirla fue sorprendida agradablemente con la presencia del señor Dámaso Josefino Mercado, que entregó un sobre Manila conteniendo fotos que ella le habia solicitado. -pase señor Mercado.
La saludó con la sonrisa de un caballero y agradeció que lo invitara a sentarse. Estaba cansado, no caminaba a pie desde hacia mucho tiempo. ¡Por favor siéntese en la mecedora de guano blanco, era la de mi padre. Llamó a la asistente de cocina. Amparo le sirvió dos tazas de café amargo.
¿Dónde a conoció a mi padre, señor?
- Bueno joven, a su padre lo conocían los núcleos de la revolución clandestina, era un viajante instructor itinerante. Era compañero de los desaparecidos Guido Gil y Henry Segarra Santos. Cuando su padre venía de visita al central Amistad, después de reunirse con los dirigentes iba a mi casa, allí conversaba conmigo y mi esposa. Era en mi baño donde se cambiaba de vestido. Era compadre de Tomás Diloné, y amigo del Capitán Silverio Sención, ex combatiente constitucionalista. Asistente del coronel Fernández Domínguez. La última vez que pernotó conmigo y con mi familia en las vísperas a la tragedia ocurrida en la manacla. En esa ocasión hablamos de la tragedia de Palma Sola.
Minutos más tarde, ella entró al cuarto de las fotografías donde colocó en medio de la del comandante Castro y la del coronel Caamaño. De repente salió huyendo como si fuera a evitar la consumación de un crimen. Corrió, corrió, corrió hasta que dio alcance al Fotógrafo Mercado. Dispense usted, don, pero lo he alcanzado porque quiero que me consiga la foto de los generales Cipriano Bencosme, Olegario Tenares, Demetrio Rodríguez y Desiderio Arias. Me gustaría tener la del general Carlos Daniel.
La fiesta en la estancia Pura ocurrió el sábado trece de junio, en escenario hubo tres conjuntos de música típica desde las once de la mañana domingo catorce. Ese mismo dia Silvio inauguraba la hacienda que habia adquirido en estero profundo, antiguo cortijo de María Decena Silverio, asesinada para quitarle un racimito de guineo. Ahora se llamaba Estancia Pura en honra a su primera esposa, convertida en una intachable profesora, adscrita al colegio Normal primario en Licey provincia Santiago de los Caballeros.
Era el mes de las guerrillas, del (1J4), movimiento revolucionario 14 de junio, las que por Maimón de las lomas llegaron, por Constanza de las Hortensias y por Estero Hondo de los baños. Ese dia fiesta la del 1959, Cabito investigó mucho, entre los tres acordeonistas y no halló un solo verso en los merengues que hablara de aquella gesta, tan importante en la nuestra historia contemporánea, ni una estrofa, ni una oración, aludiera la invasión del 1J4 ni una oración en melodía para iniciar la corrida. Sin embargo, cuando a los hermanos Cruz les correspondió su primer turno lo imprimieron como el merengue Desiderio Arias. La vieja Fefa se inauguró con el merengue Cabo Millo, pero Francisco Ulloa, interpretó a Enrique Blanco, continuó con la barra Mary. Esa fiesta permanecerá en la mente de la gente de Estero profundo por largo tiempo quizá por generaciones. Cabito estaba muy alegre, se divertía viendo llegar a los invitados, la mayoría con algo negro y verde en la camisa. Cuando en la concurrencia alguien deseo saber sobre los dos colores, se rió y se limitó decir son los colores de la bandera del dia de mañana.
La enramada de cemento blanco aluminio confortable y muy amplia, construida de este a oeste con buenas maderas traídas de “Fundación de los Bosques”, comunidad de pequeños conucos, infra minifundios. En la tarde el moribundo sol entraba al salón hasta la silla donde se hallaba Cabito, que se deleitaba viendo los movimientos de un joven con largos cabellos terminando en un pico de gorra de pelotero, que aunque raro vestía de verde y de negro, zapatos blancos y medias rojas. Puso mayor empeño cuando le vio hablar con Francia Paulino. Cabito en la mirada del muchacho una intensa petición. Llamó a Paulino y le preguntó por lo que deseaba el joven, al enterarse que lo que quería era declamar unos tontos versos que según habia escrito con lágrimas de sus ojos cuando se enterara del fusilamiento de Caamaño. Dije que puede, pero que espere que los “Hermanos Cruz” terminen de completar su set… Dámaso tocaba su creación el “Diente de oro” composición aún inédita, pero el 1978, pudo grabar produciendo resquemores envidia, intento de robote la autoría. Al finalizar el líder de los “Hermanos Cruz” Claudio, nombre del muchacho subió al entarimado y después de saludar entre frías miradas señaló.- ¡Señores con el permiso de su preciado anfitrión y de vuestra atención pido excusas para expresar algunas palabras con alas y vuelos de poesía que pido a Dios acepten luego de valorar.
-¿De dónde salió ese presumido?
Claudio permaneció 15 minutos hablando de esta manera:- soy un pájaro sin rumbo y sin nido, durmiendo en ramas ajenas volando a veces en humareda por cielo, he sido mango lechoso, unas manos de guineos maduros. Posible que no lo sepa que de batata haya sido un pedazo, como de rulo o de auyama. Aun llevo alhucemas en el ombligo posible lleve en los dedos niguas. Bebí leche de otros senos: de burras, de cabras, de vacas y presumo que también de yegua. Si bebí leche blanca… no lo se, no lo puedo recordar porque las pobres ubres, de las madres pobres, la leche es negra y es amarga. Eso creen los padres del becerro, los abuelos del semental burgués y oligarca… dueño de los grandes pastizales latifunderos. Pero soy una mariposa de doradas alas, las del cercano valle, con ansias al parir miradas de dibujos describiendo el hambre de las madres en un mapa de dolor, contando la historia con muchas con muchas bocas en una tartamuda capitalista tarde, pero como mariposa sollozante, crisálida en primavera encima del cadáver del guerrillero de junio, noviembre y de diciembre. Del coronel, de qué abril…. Sonó el acordeón de la Marimba del noroeste anunciaba su entrada y arrancó con el merengue el Cabo Millo. Soldado que ingresó al ejército en el 1877. Remigio Zaya defensor de las líneas y proyectos jimenistas, exiliado y en prisión demostraba lealtad a sus principios por los años 1903, pero… dijo Claudio, a quien le preguntó quien era el tal cabo Millo. Era para el 1905, prisionero y exiliado durante el gobierno de Bordas, luego lo mataron a traición en 1909 en Azua, su lugar de origen tierra que amó como un patriota. Cuando finalizaba la doctora seráfica de la música folclórica lo hizo con “Fiesta y serrucho” y “Fiesta san José” Claudio subió al entarimado, esta vez fue recibido con aplausos siendo grato para él el saludo. Permaneció sólo 12 minutos dándole pasos al Baby del acordeón. Lo mataron porque cruzó al otro lado, sin ensuciar su sangre. Ni de oro putrefacto, ni de… lo mataron por no tener llevar el grial de los ambiciosos corruptos en las faldiqueras ensangrentadas, por no tener una vaina del cuchillo cromático enrojecido con la hemoglobina popular, hambriento de amor, de comida y libertad. Pero detrás de una roca se menea una bandera con labios rosados con pétalos humanos que agarran el aire contaminado. Pero no todo se ha perdido. La bandera de la manacla es verde y negra. De los campesinos y de los trabajadores, la banderas de las estudiantes y de los estudiantes.
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