El 3 de septiembre me casé sin mucho esfuerzo entre mariposas y el perfume embriagante de los azahares y flores del cafeto bajo la mirada opalina de la noche, después que Elvira dejara caer varias veces el boligrafo con que firmara el libro de la carta nupcial recibió mis labios en los suyos. Juré amarla desde el primer momento de haberla atisbado en los pasillos escolares, aquella mañana de cantos de pájaros en bosques, entre manantiales y cañadas, la soñaba todas las madrugadas en los influjos de una hermosa luna encima de la transparencia de sus sueños mágicos celestiales , pero no… era la mujer que llevaría cual bacalao a cuesta la alegría y la fuerza de abandonar sus predios, de dejarlos triíllos conductores a la peña donde lavar y refrescar la piel del hombre amado en otro terruño donde lavar las manos. Elvira era la flor que a los 14 meses dejaría en mis brazos el hermoso fruto de las caricias de aquella noche del tres de septiembre, sin luna cargada de promesas de planes y proyecciones. Un niño al que llamaron Kleber en honor a su gran amigo del colegio, oriundo de las limpias arenas de Azua, con los otros nombres de Wladimir, y de Víctor, por el gigante ruso Ilich Ilianovich Wladimir Lenin, en el mío propio. Cuando llegamos no había corriente eléctrica, ni agua, la sombra en los aposentos escondió la vergüenza, se tragó nuestro aliento, el aliento de ambos, nuestros suspiros de plácidas complacencias perduraron por los tiempos. Los vuelos rasantes de las palomas nos despertaron a la 11 y 45 minutos. Para nosotros no existían los temores, ni espantos, nada nos contrariara ni siquiera la falta de corriente eléctrica. Las imágenes del colegio llenaron su estado sicológicos, poblaron toda la existencia. El recuerdo de un paisaje extraño me fortalecía, al lado de mi Ramona Elvia, era un paréntesis, las flores siguieron perfumando, el amargo no se convirtió en azucarado, las abejas ofrecían las mieles de los panales y las aves saciaban el cotidiano volar entre la blancura, de oriente y de occidente. Los mares daban la virginidad a los marineros y el agricultor ciego de sudor hacía el coito eterno con tierra, para llevar luego las crías al mercado. Los ejércitos imperialistas vomitaban muertes y pisaban huesos de muertos de niños y de niñas en las aceras invadidas.
-¿Quién es? ¡Espere un ratito por favor! Ya le abro. Ah es usted, pero entre no se quede ahí. Sí, sí… está en el baño. Buscaba agua para el río. ¡Eso es penoso! Si señora es lastimero Por qué no se sienta, usted señora. -¡Sí, no se preocupe, maestro! Muchas gracias. Se voy a decir. Se lo diré.
-¿Con quién hablas? Preguntó Elvira mientras yo cerraba las puertas. Era tu tía Adela, vino a traer la comida. Se le veía el paraíso pintado en la cara. ¿Por qué sería…? Los que no pudieron ellos ser, les agrada mucho que los suyos puedan. Es una satisfacción de las almas nobles. Los tíos son así, disfrutan de la suerte de los sobrinos si no de sus hijos. Qué esto, quién lo trajo, y aquello. La almohada la trajo Niña la mamá de Margarita y de Gladys, la plancha te la envió la directora de la Escuela. Luego del deguste de la comida, fueron a dormir pero para llegar al sueño escucharon músicas de Lucho, de Leonardo Fabio, de Libertad Lamarque y de Tito Rodríguez. La tarde fue creada para el romance y para la paz, estuvimos felices, en los momentos de éxtasis se nos crece el amor y la espiritualidad y se empequeñece el apetito biológico y material. Se despiertan los sentimientos humanos y se adormecen los carnales de las bestias. Tuve la felicidad enclavada en los huertos de los dos hemisferios cerebrales, pensaba en la armonía existir en las parejas para que las criaturas, sean dueñas de profundas raíces, fortalecedora y establecedora de usos y de las costumbres y de las tradiciones.
La cena en el curiato resultó muy poca con la llegada de Rafael Espinal, hermano del padre Esteban, pero la magia la multiplicó, y cada uno tocó una pequeña ración. Aladino coordinaba los trabajos esa noche, dialogaban. –qué hora es preguntó la hora el cura. Amparo que buscaba datos sobre la vida y obra de Dante y de Balzac, dilo- son la 7:35. Preguntó por Arismendi y se marchó para su oficina privada. Abercio González comenzó a diciéndole a Honorato de Balzac, pero al recibir el olor a piña madura que salía del pellejo de Amparo, respiró absorbió por la boca para purificar el cerebro. Estoy lista dijo ella, cuando vio la llegada de Arismendi. Honoré de Balzac dijo de nuevo Abercio, es francés, nació en 1779, pero falleció en 1850. Novelista. Escribió 97 novelas, espíritu refrescante y poseía claro sentido de la realidad. Dueño de una portentosa imaginación.. Creador de la novela sicológica, precursor de la escuela realista. Su obra descollante es la Comedia Humana, otras son Eugenia Grandet, Lirio del valle y Médico de aldea.
De Dante le diré que es Italiano, 1265, en la ciudad de Florencia, murió en Ravena, en el 1321, amó la poesía social, lejos de la fantasía, la verdadera y científica. La divina comedia es su obra maestra, Alighieri es prolífero. Al entrar Arismendi lo interrumpió. Muchacho por donde andaba no preocupaste. Arismendi se colocó como si pidiera silencio, el índice en los labios, marchó como lo llamaran al reservado de Esteban. Amparo y Abercio continuaron hablando y escribiendo del autor de la Divina Comedia.
– Dinos lo que te ocurrió, pensamos que te habían secuestrado, pero el olor a cerveza, nos entrega la respuesta. Quién lo iba a imaginar de ti ITO. La puerta se abrió y con ella la persona de Antonio y de Enrique Mendoza. A Ito, se le hizo un nudo en la garganta, al ver que había gentes que se preocupaban por su persona. Había perdido el hábito de hablar. Tenía miradas babas, ilusas, de idiotas parecía de tonto. Estaba actuando o los habían drogado. Supimos, dijo el cura, que andaba contigo- Nininga Vásquez, que estuvieron tomando cerveza en la Piedra. Ya Vásquez está en la sala. Rafael Espinal, fue a comprar café y se lo informó. Nininga entró levantando el brazo izquierdo para saludar, vino donde mí y me saludó de abrazo, me preguntó por Elvira. Está bien le respondí. Se sentó en la silla que Rafael había dejado. Estamos inconforme con el comportamiento de Ito señaló el Cura. No nos ha dicho ni dónde anduvieron ni con quien, sólo pide silencio y deja caer la cabeza como un borracho. Estuvimos en una misión muy especial… Me quedé leyendo el rostro de los allí presentes observé que eran tres las veces que el Curarlengo había bostezado, eso no era normal en el, y me pareció que era un mensaje. No pude darme cuenta, continuó diciendo Nininga, de lo que le sucedió al primo Ito, cuando nos separamos el estaba sano, yo no hallo ni pie ni cabeza, para comenzar… de toda forma la información está aquí en este papelito… que sacó del bolsillo de la camisa negra del Curarlengo. El olor a café salía por las escasas rendijas de la cocina, supimos que los carpinteros han trazado un plan para sacar de la ciudad a todo el que se les oponga en el medio… como simple basura en el camino. -“Los echaremos en árganas en la primera crecida de los ríos” habrían dichos los sicarios del caudillo. La lista- continuaba Vásquez- la encabeza el profesor Víctor- Antonio García, el cura Espinal, y los estudiantes Máximo Rodríguez, Fidencio Colón y la persona de quien tiene el gusto de halarles. Otras personas son Negro Arias y Agapito. Chito Felipe y a Pepe José Collado. Al profesor Enrique los colocan para confundir. Pero al profesor Mendoza lo consideran débil. Pero les odian porque es allá donde los constitucionalistas se alojan cuando por aquí llegan.
El cura espinal estaba muy molesto con lo que acababa de escuchar, creyó estar en la mira del jefe de la inquisición y de Godofredo de Bouillon jefe de las primeras cruzadas. Cómo fue que se enteraron. Estuvimos con Heriberto el hijo del Juez Evaristo Hernández, a cambio de unos tragos nos confesó además que el domingo después de echar la los mencionados en el listado que leí, a los disidentes del partido reformistas y fundadores del Mida, también los locales. Amparo creyó que su novio estaba drogado, aumento su sospecha al oír las incoherencias, que decía el borracho o actor. Su voluntad había dicho era de una mujer violada. Bebe como una pluma, azotada por la fuerza incontrolable de un viento que no era viento sino humo… el profesor García entendía, que Ito estaba dislocado, pero que había que seguir oyéndole y me miró, apuntaba lo que Ito decía, ella decía el actor o borracho, no bailaba en cualquier fiesta, no permitía escogerle la escoba con la que barría, no, no, no tuvieron la menor ideas de lo que querían con él y con el padre Cortina, ellos lo mataron y ahora no desean ver a Esteban ni pintura, y se le aparece hasta en la sopa. Antonio se dio cuenta que ahora el pensamiento del Ito se enderezaba, y si eso es así ha estado fingiendo… Esteban, que no fumaba, me llevó otra tacita con café y me dijo, que le diera un cigarrillo premier, estaba comprendiendo que por alguna razón su secretario se había hecho el loco. Ito continuó diciendo: tienen miedo perder el poder, de eso es que hablo, pero nadie se dio cuenta que en la reunión de la finquita, programaron ahorcar al sacerdote, pero después de lo que dijo el 27 de febrero están reevaluando la situación ya que creen que Esteban cono Antonio y Arias, tienen ya, muchos herederos. Pero no pueden decirle a la niñez porque están borracho de la sangre popular se la han bebido, creyéndose superiores, y dioses de caminos y de encrucijadas. Ensucian las norias para que nadie más, que ellos, cojan agua limpia. Amparo se dio cuenta desde que volvió con Abercio que Ito estaba bien que estaba por alguna razón fingiendo, le encendió un cigarrillo. Entonces…riéndose decir- cuando están en éxtasis levantan la bandera colorada la clavan en las puertas de los cafetales pero no pueden reíles a los ancianos ni a la niñez. Lo que pasa, dijo, y se levantó fumando todavía del marlboro, es que el sermón y las palabras del profesor Arias, los han culipandiados están locos, exclamó y comenzó a cantar. Mi perfume tiene gotas de canela, tiene aroma de limón, lleva alma de orquídeas, refleja mis llantos en cadenas de pasión. Eh, ah profesor Arias. Lo que más le ha trabajado a ellos, el trabajo que han estado recogiendo el café para ayudar a los niños pobres. Amparo salió y llevó a Ito a la casa de su madre. Fue Nidia la que preguntó por su hermano a los Amparo le dijo esta borracho.
Elvira extrañaba mi presencia, había recibido algunas visitas, que deseo compartir conmigo. Aquí estuvieron Julio y Maribel, también andaba Ramón y Laurita. Otras que me dijo que estuvieron en mi ausencia fueron Judith y Fátima, y de Ileana la hermanita de la Profesora Luisa Ureña, con ellas andaban Luchín y Raissa. La comida estaba en la mesa. Le di un beso en la boca y ella se sintió otra persona. Algunas de esas visitas trajeron pequeños obsequios. Me dormí en sus brazos mientras me hablaba luego ella siguió oyendo música desde la cama.
*** Capitulo 5. ***
El 10 junio del 1971, fue de sesos días previstos para nosotros recibir la llegada de la criatura que esperábamos con entusiasmo. Kleber Wladimir Víctor, hijos del cariño y de nuestra esperanza y de nuestros primeros sueños adolescentes para octubre tenía tres meses, la gente de la iglesia católica lo entrenaban para que el papel del nacimiento de Jesús, Elvira estaba muy orgullosa porque su primogénito, en la víspera del medio añito, andaba de brazo en brazo de las doncellas de la ciudad. Un día espinal me recibió para oír las palabras súper frías que amigos algunos se las habría dicho. Si a mi hijito le cayera siquiera una pequeña gripe, prepárese para que reciba, una demanda millonaria al curiato, a la sacristía también y lo haría en una corte internacional. A Esteban les parecieron injustas mis palabras porque al niño lo amaban hasta los enemigos nuestros, quienes deseaban vernos lejos del lugar de donde naciera el pequeño. Por eso no comprendía ya que estaba protegido de las acciones negativas y de los mal de ojos. Me quedé viéndole con la limpieza que ofrecen los ojos de almas transparentes. Entonces dije ha sido una broma como se va usted a enojar con su amigo. Oye Víctor, oye Profesor no es fácil comprenderte ahora es cuando comprendo el valor de los intereses. Me parecía que te gustaba ver a tu pequeño haciendo de actor dramático, ja, ja, ja.
Las calles del municipio eran escenarios de patrullajes militares camuflajeados, exhibiendo en la culata del fusil, una fotografía del presidente Balaguer y en el cañón una banderola colorada. Cada engendro que llevaba un fusil al hombro era hijo de la corruptela nacional.
Nidia llevaba a nuestro hijito, la presencia de las fuerzas militares impedía, que la vieja tranquilidad municipal, esa noche, facilitara sosiego al pequeño, heredero del hambre y de la pobreza, que no cesaba de llorar. Cuando supe de la presencia de los militares por labios de Elvia Cabrera Arias, enfermera que atendió el parto de Elvira, prima suya, hermana de Amparo. Las relaciones mías con esa familia eran filiares, abordé el cepillo del cura de Espinal. Simulamos ir para Puerto Plata, entré a la casa busqué un libro, pero todo fue para despedirme de ella y del niño que dormía. Estuvimos en Santiago. Nos paramos en la casa de Pedro Núñez y de Yolanda Binet, Navarrete a quienes informamos de la situación por la que estábamos pasando.
Los nuevos templarios el desasosiego que Elvira estaba viviendo, al ver que yo la dejaba sola, acabando de dar a luz ponía una sombra negra en la almohadita de que ahora era el varoncito de la casa. De toda manera ella que era muy nueva aun sonrió. El Volkswagen ibamos Rafael que manejaba, iba delante con Esteban, Ito, Aladino, Abercio y yo detrás, sólo Pedro y Yolanda sabían para dónde ibamos.
jueves, 22 de octubre de 2009
martes, 20 de octubre de 2009
Frag. de una Noria en el Camino. Novela de Arias
**** Capitulo 3. ****
Eran las cuatro de la tarde. Máximo Rodríguez llegó junto a Juan y a Modesto, sus dos hermanos, el salón estaba repleto de estudiantes y padres de estos. Yo soy Leopoldo, y yo Freddy. Máximo preguntó por las características del subdesarrollo a los que le respondí—son indicadores que conocemos con precisión porque viven dentro de nosotros o con nosotros, el minifundio, el analfabetismo, medios de producción anticuados, mala alimentación, enfermedades sífilis, venéreas. Oye Máximo no son 100 los indicadores del subdesarrollo sino, cientos… así que esas muestras que te he dado te servirán para llegar a las demás. Pero anotas estas otras entonces otros se animaron a escribir: falta de carretera, de agua potable, de luz eléctrica, de escuelas, de clínicas, de medicinas, de aguas potables, y si por casualidad hubiera caminos vecinales, es porque beneficia a algún tutumpote. Bajos jornales, no hay comunicación ninguna oficina del estado para tratar asunto estatal, o comunitario. Me calme y bajé la voz al darme cuenta que era observado por una joven quinceañera, de las que andaban con Máximo y sus hermanos. Cuando ella se dio cuenta que yo también de soslayo la atisbaba, se marchó sin dejar algún rastro.
Yo la hallé hermosa, se lo comunique a Julio Pérez quien dio los toques finales a la reunión hablando de la variedad de café conocida como caturra. Habló de la poda de acodo. Al finalizar… Esteban Espinal me llamó, también a Julio Pérez. Llegamos a la terraza de la casa cural, donde el Curarlengo destapaba una botella de vino de cacao y brindaba entre los concurrentes en donde se hallaba la muchacha arisca, que ahora conversaba con una hermana de ITO, que después supe eran primas.
En el parque estaba la banda de música que dirigía el señor Cosme Jiménez, individuo moreno. Delgado, alto, Parecía un lápiz. Era una lata de tumbar cacao, movía sus hombros y daba a creer que eran dos máquinas a partes como un acto robótico. Interpretaban canciones puerto plateña, del inspirado don Juan Lockward, luego de las interpretadas. Se produjo un receso, los que se movían iban a las barras de Cheché y del señor Quilo Frías, diversión del vecindario urbano. Los enamorados permanecían en las bancas de concreto, paralelo a la glorieta. Maribel llamó a Julio que hablaba con el Chivo, uno de sus trabajadores en los viveros, luego me uní a ellos. Me moví para donde Aurita que estaba sola, me recibió sonriente, noté que lo hacía mas con los ojos de abundantes pestañas, que con los labios que eran agradables.
Me fui al dormitorio y me di cuenta que detrás de mí llegaba a donde Cheché, Ramón hermano de Maribel, a quien aprendí a decirle bacalao, como los demás les decían. Se reía bastante y cuando se trataba de trago era un muchacho realmente alegre, muy hacendoso y muy dado a la travesura infantil.
Altamira en esos días de la primera reelección del doctor Balaguer, era un jardín de liadísimas flores. Una cantera codiciada por traviesos aventureros viajeros y peregrinos fortuitos. Muchos eran Navarretinos, Imbertolinos y aunque escasos luperonenses. Pero la creación de la autopista Navarrete Puerto Plata estaba trayendo, peruanos, colombianos e italiano. Hasta había un portugués que se hizo muy famoso en la región por las cervezas calientes que se bebía con carne acabadita de servir en los mataderos o en las carnicerías. Cuando le parecía iba a la barra de Cheché para poner música en la vellonera y poder exhibir una musculosa espalda sucia de tierra de la que movía en uno de los buldózer que manejaba tenía 45 años. El peruano se casó con una de las muchachas mas atrayente del altar Altamirano cuando pasé por la citada barra ahí estaban otros sirviéndose música tabaco y ron, cuando Bacalao entró colocó en la el aparato de ritmos a Cuco Valois, con el 24 de abril, canción de la revolución. Después escuché canciones románticas de Leo Fabio, de Roberto Carlos y de Nicolás Casimiro. Me acosté, el esa noche no hacia calor, del techo caían gotas de rocío, como lagrimas de un cuerpo que se moría de tristeza al oír la canción “La Soledad”.
El peruano llevó una serenata a la una de la madrugada a su enamorada, la guitarra la tocaba Benjamín Álvarez, la voz de un declamador decía:- si por la ventana miraras ángel mío, los rayos de la luna te iluminaran, como una diosa, y yo al mirarte comprendería, lo que las ramas sentían al oír el vibrar de mi guitarra. Las pencas de las palmas canas que en paralelo subían al cielo, en el entorno del alero de la casa, se dejaban describir por el poeta. Pero el peruano solicitó permiso para decir- la hermosura de la luna era para pintor, me gustaría comprender lo que las ramas del caobo sentían, para pedir autorización a los cafetales y a las montañas para poder referir el majestuoso cuadro de Ángeles viajeros en embarcaciones níveas en cúmulos de nieves y de algodón. ¡Están borrachos! Dijo una voz de dentro de la casa, mientras los plateados dedos y la languidez del astro inspirador, peina las madejas verdes de los pinares de las haciendas de los Vargas en los cerros del barrio la Piedra.
En la posada de Adelaida, conocí a Santo Peña hermano suyo, conversamos de las raíces y de la procedencia, ahí me dijo que era un policía retirado sin pensión, se llamaba Toribio Peña y Peña. Padre de Ana María, que vivía en Santo Domingo, de Ramona Elvira, y de Rafael, al que llamaban Fey, su esposa se llamaba Isabel Vargas Cabrera, hermana de la señora Carmela, madre ésta, del ITO el Curarlengo, vivía en la duarte donde el anciano perro marcaba su territorio, con orine. Quince meses después contraje matrimonio con Ramona Elvira, su hija.
Altamira seguía soñando con tener caminos para los agricultores, ser dueña de un gran cunicular y con una gran autovía que uniera la costa norte con la ciudad de Santiago para la comunicación con mayor rapidez. La compañía de ingeniería hacía los cortes en las lomas el Túnel, entre el Copey y la Piedra. Fue el día de mi compromiso cuando iniciaron los trabajos para construcción del túnel entrada o portal de la provincia. La primera vez que visité la casa del señor Santos Peña y de la señora Isabel Vargas, de apodo SABA, me acompañó el profesor Vidal Reyes. Llegamos a la casa a las 4:35 de un domingo de Ramos, la casa ubicada era un cortijo en la parte nororiental de la carnicería de Víctor Cabrera Arias, de madera con techo de cinc piso de maderas cepilladas, con una cocina unida por un corredor rustico con piso de tierra, donde nos recibieron. Doña Isabel salió cuando nos brindó una hirviente taza de café, muy sabroso, que nos invitó a encender sendos cigarrillo. Le pasé una caja al señor Santos quien se guardó después de gentilmente agradecerlo. Elvira salió de los aposentos que limpiaba, cuando su padre se lo solicitó.
- ¡Si papá, yo lo autoricé!
Estábamos sentados en sillas de guanos, vi que debajo del piso jugaba un pequeño niño, piel color amarillo, ojos verdes parecían dos cocuyos, se llamaba Junior, era hijo de Ana María, quien vivía en la cercanía del palacio Nacional de la policía, en Santo Domingo.
Los días pasaban Ana Peña vivía con un señor al llamaban Pipilio, en la ciudad de Santo Domingo, y Rafael pasaba los días en el camino y en las calles del poblado. Elvira antes de comprometerse en amores conmigo, iba día por día a la escuela, y llegaba a mi curso en horas de receso. Tenían varias semanas de novios pero no se habían encontrado a solas, aun no había cumplido los 16 años. En los estudios no rendía ni el 45 por cientos de su poder mental, porque les hacían faltas los medios, tales como libros cuadernos, recursos personales, que estudiantes de clase media tenían asegurados pero ella era hija de un pobre policía retirado sin el amparo que el Estado, debe proporcionar a los que son y fueron empleados suyos.
Adelaida Peña, me fue a felicitar luego de retirar la bandeja en donde había llevado un plato de mondongo al agrónomo Julio Pérez, ella puso elogios en sus palabras y atributos para su adorada sobrina, además de Adela, el señor Expedito Paulino, que allá desayunaba, también elogió la escogencia hecha por mí como si lo que yo hubiese realizado fuese una actividad comercial. Pero esa muchacha, no pertenece a las pulperías, ni a los velorios, ni a las callejas, es una muchacha recatada… pero el señor Gallardo que bebía café con Expedito dijo que Vira, que era como le decía a su ahijada era una paloma cauta y circunspecta. Ya que al principio me sentaba bien al oír que hablaran de ella, ahora me estaba hartando más que el mangú de plátano con longaniza que me terminaba de comer y me marché dejando a Julio, en la mesa de comedor. Tuve esperanza que los halagos y los elogios no fueran una trampa de los agentes del caudillo, pero cuando a mi mente llegó la imagen de Margarita Alcanzar, entonces disipé las brumas que quiso empañar el camino que me estaba trazando lo que la gente común llamaba destino.
Carmela Vargas tía de Elvira esperó que pasara para la escuela para felicitarla y para que le informara de la salud de Negro, su hermano mayor, que estaba enfermo. Eran las 9 y no pasaba la hija de su hermana, se lavó las manos y se secó con la toalla de cocina, continuó preparando el almuerzo. Sí. Llamó a Juan, uno de sus hijos, para que se acercara a los vecinos y conociera la razón que impidió la asistencia de Vira a la escuela.
Pasaron dos semanas sin que fuera a recibir las clases, pero por vía de Máximo Rodríguez, me enteraba de ella y de sus padres, también de Negro, padre de Cheo, marido de Anaida, hermana de Amparo y de Víctor Cabrera, el dueño de la carnicería del Jamo.
Carmela estaba en los cierto, Negro Vargas, había enfermado, de todos, éste era el mayor, pero de las mujeres, la mayor era Isabel. Los que Vivian en la pequeña estancia con empalizadas que los delimitaba eran Negro y Polín, Isabel y Dolores de apodo Lola. Las dos menores eran Carmela, que dijimos vivía en la Calle Hna, Mirabal casi frente al viejo play de pelota, y Fellita, residente en el barrio libertad en Santiago y viajaba a Puerto Rico.
Cuando entré a mi habitaron hallé encima de la Eneida un telegrama donde me invitaba en compañía de Antonio García al congreso… lo demás estaba en clave, que el mismo Prof. García no conocía. Antonio, Enrique Mendoza, y el profesor Rafael Peña y nosotros estábamos enterados de los movimientos que se estaban dando en el mundo y especial en nuestros entornos caribe y antillano. Pero Antonio sabía que ese telegrama era un espejo empañado… que la verdadera invitación era para la casa del fenecido combatiente agricultor, Mario Baldera, muerto a palo por los sicarios del régimen y del imperio en el Hospital San Vicente… yo sabía que la “Ligas Agrarias Socialcristianas” era una huronéela una trampa nos recibió la señora Rosa Mercedes Paredes García, identificada como pariente del Prof. Antonio García. Había mucha gente con camisa negra, era 29 de noviembre 1969. El sexto mes de haberlo matado. Pero cuando llegamos del referido congreso pudimos hablar de Camboya, del Congo, y de Argelia, a un grupo de estudiantes que dirigían Máximo Rodríguez, Fidencio Colón y el hermano de Antonio García. Muchachos que pertenecían a cinco círculos que como focos eran linternas que prendían en contra de los abusos que desgreñaban las odiosas acciones de los que mataron a Mario Baldera el 29 de Junio. Pero las lámparas mayores la manejaban Ramito Montan, en la Anacahuita, individuo de baja estatura pero ojos transparentes como el melado, sembrador de la semilla del respeto. Sus acciones se internaban como raudo vendaval por los ventanales de los bohíos de pozo Prieto y de Hervidor. En las viviendas del Agua Larga y de los Manantiales.
El padre Espinal recibió esa tarde a dos distinguidos Seminaristas, para los sicarios, eran dos peligrosos terroristas, individuos capaces de hacer doblar las campanas de Emest Hemingway, uno era Antonio Aladino Torres, y el otro Abercio González, el primero de Santiago Rodríguez y el… de Luperón.
Luisa y Maritza se preparaban para los ensayos de la poesía coreada la profesora Socorro Montan era estricta y no llegaba a negociar con sus obligaciones, pero permitió que en los ensayos los participantes estuvieran de colores, o sea sin uniformes. Pero muchos creímos que la señora de Canahuate, se inclinaba para la oposición.
Buenas tarde ITO, dije, pregunté por Esteban, y me senté un momento hasta que el Curarlengo se motivara a responderme. Me dijo que estaba en la terraza y me moví hacia allí,
Eran las cuatro de la tarde. Máximo Rodríguez llegó junto a Juan y a Modesto, sus dos hermanos, el salón estaba repleto de estudiantes y padres de estos. Yo soy Leopoldo, y yo Freddy. Máximo preguntó por las características del subdesarrollo a los que le respondí—son indicadores que conocemos con precisión porque viven dentro de nosotros o con nosotros, el minifundio, el analfabetismo, medios de producción anticuados, mala alimentación, enfermedades sífilis, venéreas. Oye Máximo no son 100 los indicadores del subdesarrollo sino, cientos… así que esas muestras que te he dado te servirán para llegar a las demás. Pero anotas estas otras entonces otros se animaron a escribir: falta de carretera, de agua potable, de luz eléctrica, de escuelas, de clínicas, de medicinas, de aguas potables, y si por casualidad hubiera caminos vecinales, es porque beneficia a algún tutumpote. Bajos jornales, no hay comunicación ninguna oficina del estado para tratar asunto estatal, o comunitario. Me calme y bajé la voz al darme cuenta que era observado por una joven quinceañera, de las que andaban con Máximo y sus hermanos. Cuando ella se dio cuenta que yo también de soslayo la atisbaba, se marchó sin dejar algún rastro.
Yo la hallé hermosa, se lo comunique a Julio Pérez quien dio los toques finales a la reunión hablando de la variedad de café conocida como caturra. Habló de la poda de acodo. Al finalizar… Esteban Espinal me llamó, también a Julio Pérez. Llegamos a la terraza de la casa cural, donde el Curarlengo destapaba una botella de vino de cacao y brindaba entre los concurrentes en donde se hallaba la muchacha arisca, que ahora conversaba con una hermana de ITO, que después supe eran primas.
En el parque estaba la banda de música que dirigía el señor Cosme Jiménez, individuo moreno. Delgado, alto, Parecía un lápiz. Era una lata de tumbar cacao, movía sus hombros y daba a creer que eran dos máquinas a partes como un acto robótico. Interpretaban canciones puerto plateña, del inspirado don Juan Lockward, luego de las interpretadas. Se produjo un receso, los que se movían iban a las barras de Cheché y del señor Quilo Frías, diversión del vecindario urbano. Los enamorados permanecían en las bancas de concreto, paralelo a la glorieta. Maribel llamó a Julio que hablaba con el Chivo, uno de sus trabajadores en los viveros, luego me uní a ellos. Me moví para donde Aurita que estaba sola, me recibió sonriente, noté que lo hacía mas con los ojos de abundantes pestañas, que con los labios que eran agradables.
Me fui al dormitorio y me di cuenta que detrás de mí llegaba a donde Cheché, Ramón hermano de Maribel, a quien aprendí a decirle bacalao, como los demás les decían. Se reía bastante y cuando se trataba de trago era un muchacho realmente alegre, muy hacendoso y muy dado a la travesura infantil.
Altamira en esos días de la primera reelección del doctor Balaguer, era un jardín de liadísimas flores. Una cantera codiciada por traviesos aventureros viajeros y peregrinos fortuitos. Muchos eran Navarretinos, Imbertolinos y aunque escasos luperonenses. Pero la creación de la autopista Navarrete Puerto Plata estaba trayendo, peruanos, colombianos e italiano. Hasta había un portugués que se hizo muy famoso en la región por las cervezas calientes que se bebía con carne acabadita de servir en los mataderos o en las carnicerías. Cuando le parecía iba a la barra de Cheché para poner música en la vellonera y poder exhibir una musculosa espalda sucia de tierra de la que movía en uno de los buldózer que manejaba tenía 45 años. El peruano se casó con una de las muchachas mas atrayente del altar Altamirano cuando pasé por la citada barra ahí estaban otros sirviéndose música tabaco y ron, cuando Bacalao entró colocó en la el aparato de ritmos a Cuco Valois, con el 24 de abril, canción de la revolución. Después escuché canciones románticas de Leo Fabio, de Roberto Carlos y de Nicolás Casimiro. Me acosté, el esa noche no hacia calor, del techo caían gotas de rocío, como lagrimas de un cuerpo que se moría de tristeza al oír la canción “La Soledad”.
El peruano llevó una serenata a la una de la madrugada a su enamorada, la guitarra la tocaba Benjamín Álvarez, la voz de un declamador decía:- si por la ventana miraras ángel mío, los rayos de la luna te iluminaran, como una diosa, y yo al mirarte comprendería, lo que las ramas sentían al oír el vibrar de mi guitarra. Las pencas de las palmas canas que en paralelo subían al cielo, en el entorno del alero de la casa, se dejaban describir por el poeta. Pero el peruano solicitó permiso para decir- la hermosura de la luna era para pintor, me gustaría comprender lo que las ramas del caobo sentían, para pedir autorización a los cafetales y a las montañas para poder referir el majestuoso cuadro de Ángeles viajeros en embarcaciones níveas en cúmulos de nieves y de algodón. ¡Están borrachos! Dijo una voz de dentro de la casa, mientras los plateados dedos y la languidez del astro inspirador, peina las madejas verdes de los pinares de las haciendas de los Vargas en los cerros del barrio la Piedra.
En la posada de Adelaida, conocí a Santo Peña hermano suyo, conversamos de las raíces y de la procedencia, ahí me dijo que era un policía retirado sin pensión, se llamaba Toribio Peña y Peña. Padre de Ana María, que vivía en Santo Domingo, de Ramona Elvira, y de Rafael, al que llamaban Fey, su esposa se llamaba Isabel Vargas Cabrera, hermana de la señora Carmela, madre ésta, del ITO el Curarlengo, vivía en la duarte donde el anciano perro marcaba su territorio, con orine. Quince meses después contraje matrimonio con Ramona Elvira, su hija.
Altamira seguía soñando con tener caminos para los agricultores, ser dueña de un gran cunicular y con una gran autovía que uniera la costa norte con la ciudad de Santiago para la comunicación con mayor rapidez. La compañía de ingeniería hacía los cortes en las lomas el Túnel, entre el Copey y la Piedra. Fue el día de mi compromiso cuando iniciaron los trabajos para construcción del túnel entrada o portal de la provincia. La primera vez que visité la casa del señor Santos Peña y de la señora Isabel Vargas, de apodo SABA, me acompañó el profesor Vidal Reyes. Llegamos a la casa a las 4:35 de un domingo de Ramos, la casa ubicada era un cortijo en la parte nororiental de la carnicería de Víctor Cabrera Arias, de madera con techo de cinc piso de maderas cepilladas, con una cocina unida por un corredor rustico con piso de tierra, donde nos recibieron. Doña Isabel salió cuando nos brindó una hirviente taza de café, muy sabroso, que nos invitó a encender sendos cigarrillo. Le pasé una caja al señor Santos quien se guardó después de gentilmente agradecerlo. Elvira salió de los aposentos que limpiaba, cuando su padre se lo solicitó.
- ¡Si papá, yo lo autoricé!
Estábamos sentados en sillas de guanos, vi que debajo del piso jugaba un pequeño niño, piel color amarillo, ojos verdes parecían dos cocuyos, se llamaba Junior, era hijo de Ana María, quien vivía en la cercanía del palacio Nacional de la policía, en Santo Domingo.
Los días pasaban Ana Peña vivía con un señor al llamaban Pipilio, en la ciudad de Santo Domingo, y Rafael pasaba los días en el camino y en las calles del poblado. Elvira antes de comprometerse en amores conmigo, iba día por día a la escuela, y llegaba a mi curso en horas de receso. Tenían varias semanas de novios pero no se habían encontrado a solas, aun no había cumplido los 16 años. En los estudios no rendía ni el 45 por cientos de su poder mental, porque les hacían faltas los medios, tales como libros cuadernos, recursos personales, que estudiantes de clase media tenían asegurados pero ella era hija de un pobre policía retirado sin el amparo que el Estado, debe proporcionar a los que son y fueron empleados suyos.
Adelaida Peña, me fue a felicitar luego de retirar la bandeja en donde había llevado un plato de mondongo al agrónomo Julio Pérez, ella puso elogios en sus palabras y atributos para su adorada sobrina, además de Adela, el señor Expedito Paulino, que allá desayunaba, también elogió la escogencia hecha por mí como si lo que yo hubiese realizado fuese una actividad comercial. Pero esa muchacha, no pertenece a las pulperías, ni a los velorios, ni a las callejas, es una muchacha recatada… pero el señor Gallardo que bebía café con Expedito dijo que Vira, que era como le decía a su ahijada era una paloma cauta y circunspecta. Ya que al principio me sentaba bien al oír que hablaran de ella, ahora me estaba hartando más que el mangú de plátano con longaniza que me terminaba de comer y me marché dejando a Julio, en la mesa de comedor. Tuve esperanza que los halagos y los elogios no fueran una trampa de los agentes del caudillo, pero cuando a mi mente llegó la imagen de Margarita Alcanzar, entonces disipé las brumas que quiso empañar el camino que me estaba trazando lo que la gente común llamaba destino.
Carmela Vargas tía de Elvira esperó que pasara para la escuela para felicitarla y para que le informara de la salud de Negro, su hermano mayor, que estaba enfermo. Eran las 9 y no pasaba la hija de su hermana, se lavó las manos y se secó con la toalla de cocina, continuó preparando el almuerzo. Sí. Llamó a Juan, uno de sus hijos, para que se acercara a los vecinos y conociera la razón que impidió la asistencia de Vira a la escuela.
Pasaron dos semanas sin que fuera a recibir las clases, pero por vía de Máximo Rodríguez, me enteraba de ella y de sus padres, también de Negro, padre de Cheo, marido de Anaida, hermana de Amparo y de Víctor Cabrera, el dueño de la carnicería del Jamo.
Carmela estaba en los cierto, Negro Vargas, había enfermado, de todos, éste era el mayor, pero de las mujeres, la mayor era Isabel. Los que Vivian en la pequeña estancia con empalizadas que los delimitaba eran Negro y Polín, Isabel y Dolores de apodo Lola. Las dos menores eran Carmela, que dijimos vivía en la Calle Hna, Mirabal casi frente al viejo play de pelota, y Fellita, residente en el barrio libertad en Santiago y viajaba a Puerto Rico.
Cuando entré a mi habitaron hallé encima de la Eneida un telegrama donde me invitaba en compañía de Antonio García al congreso… lo demás estaba en clave, que el mismo Prof. García no conocía. Antonio, Enrique Mendoza, y el profesor Rafael Peña y nosotros estábamos enterados de los movimientos que se estaban dando en el mundo y especial en nuestros entornos caribe y antillano. Pero Antonio sabía que ese telegrama era un espejo empañado… que la verdadera invitación era para la casa del fenecido combatiente agricultor, Mario Baldera, muerto a palo por los sicarios del régimen y del imperio en el Hospital San Vicente… yo sabía que la “Ligas Agrarias Socialcristianas” era una huronéela una trampa nos recibió la señora Rosa Mercedes Paredes García, identificada como pariente del Prof. Antonio García. Había mucha gente con camisa negra, era 29 de noviembre 1969. El sexto mes de haberlo matado. Pero cuando llegamos del referido congreso pudimos hablar de Camboya, del Congo, y de Argelia, a un grupo de estudiantes que dirigían Máximo Rodríguez, Fidencio Colón y el hermano de Antonio García. Muchachos que pertenecían a cinco círculos que como focos eran linternas que prendían en contra de los abusos que desgreñaban las odiosas acciones de los que mataron a Mario Baldera el 29 de Junio. Pero las lámparas mayores la manejaban Ramito Montan, en la Anacahuita, individuo de baja estatura pero ojos transparentes como el melado, sembrador de la semilla del respeto. Sus acciones se internaban como raudo vendaval por los ventanales de los bohíos de pozo Prieto y de Hervidor. En las viviendas del Agua Larga y de los Manantiales.
El padre Espinal recibió esa tarde a dos distinguidos Seminaristas, para los sicarios, eran dos peligrosos terroristas, individuos capaces de hacer doblar las campanas de Emest Hemingway, uno era Antonio Aladino Torres, y el otro Abercio González, el primero de Santiago Rodríguez y el… de Luperón.
Luisa y Maritza se preparaban para los ensayos de la poesía coreada la profesora Socorro Montan era estricta y no llegaba a negociar con sus obligaciones, pero permitió que en los ensayos los participantes estuvieran de colores, o sea sin uniformes. Pero muchos creímos que la señora de Canahuate, se inclinaba para la oposición.
Buenas tarde ITO, dije, pregunté por Esteban, y me senté un momento hasta que el Curarlengo se motivara a responderme. Me dijo que estaba en la terraza y me moví hacia allí,
lunes, 19 de octubre de 2009
FRAGMENTO DE UNA NORIA EN EL CAMINO
A los oídos de los amigos del caudillo llegó la noticia de que nosotros entregábamos útiles personales y escolares a los estudiantes, se volvieron paranoico y me veían en todas las cosas que hacían o en las que dejaban de hacer - Esa actitud de el es muy peligrosa dijo el Juez de paz que actuaba como los jueces de la inquisición. Nos perjudica, bastante es poca cosa, nos desfavorece si permitimos que continúe se ganará a la sociedad de padres y amigos… a los vecinos y hasta gente nuestra los respaldaran. Hay que andar rápido esos revolucionarios son como la verdolaga.
En la tarde del sábado Antonio García me invitó para la Catalina fuimos a dar con una reunión a la casa de Máximo Rodríguez allí nos enteramos de los planes que se urdían en contra de jóvenes de la oposición donde estaba yo y Antonio García encabezando la lista. Máximo dijo han planificado matar al profesor, o echarlo de la comunidad, lo acusaran de comunista, de persona peligrosa para la juventud, han reunido no se qué cosa, preparan una tramoya, para justificar la expulsión del pueblo al profesor García, y la de sacerdote Espinal. Al profesor Mendoza, lo mencionan para desviar la atención, para confundir mejor dicho. También pusieron en la lista el nombre de Agapito, el mío, el Darío Cabrera y de Gisely el de Aníbal, el nombre de Negro Arias, y de Pepe… pero estoy seguro que a ellos lo que le importa son Al Prof. Víctor Arias, Antonio García y a el cura Espinal.
El cura Esteban cuando llegó de Baitoa de la casa de su madre, se entera de los planes Malsanos, del juez de paz, señor Carlos Evaristo Hernández, se movió para mi residencia y la del Prof. García, refundieron las opiniones y los criterios. Ese juez habia sentenciado vistiendo la toga negra pero con los pies descalzos, o sea en chancletas, y con una bufanda colorada, la muerte civil de nosotros tres.
Una de las frases que el juez repetía en las fiestas a que este acudía era, -al enemigo no se le alimenta el apetito se le despierta y nos destruye. Fueron puntos y palancas donde pudo uno y otros apoyarse y en el entorno Altamirano. Entró por el portal de la conciencia de los más preclaros. La llegada mía coincidió con la llegada del Padre Espinal y con la ida del cura Cortina, muerto en un accidente automovilístico en la autopista. Mis amistades sabían que yo me iba para los cafetales con Julio Pérez, o con Antonio García y Enrique Mendoza. Allí oía las charlas que los pequeños agricultores recibían. Aprendí con ellos, a preparar viveros y a hacer podas, de esa forma se desarrolla en mi el amor por sentir de la pobreza, de luchar para romper la esclavitud económica en que nos han metidos los burgueses capitalistas de los predios de los países del llamado tercer mundo. En esos viajes conocía Pedro Mora a Lucilo Veras, maestros en la zona cafetaleras.
Las comunidades rurales de Altamira en cada paraje una tenía células para la revolución y días tras días, el contacto con los campesinos sin tierra, o jornalero busca comidas, busca ropas, se hacía mayor y confiable. Lo que sucedía en los pomos ocurría en los Manantiales, en Hervidor y en La Anacahuita. Pero debía acontecer en los Patos en Paraíso, en Oviedo, en Peñón, y debía ocurrir por igual en Hato Mayor en la Berrenda o en quita espuela, en villa lobo o en patas de vaca y los Almácigos.
Las movilizaciones regionales eran un éxito, los contactos, políticos religiosos, y didácticos que esas células, dirigidas por maestros empíricos en su mayoría, en las parroquias, de los parajes y secciones y manzanas suburbanas y rurales estuvieron inspiradas en el pensamiento de Boschista y Hostosiano. Alumnos de esos días, que abrazaron la lucha como a un cuerpo al que amaban y protegían con su vida en caso de necesidad fueron: Rafael Nininga Vásquez, Máximo Rodríguez. Máximo Vargas, un hermano de Antonio García, Calixto Veras, Negro Arias, José Collado Henríquez, de apodo Pepe, los mellizos, Fidencio Colón. Muy antes de mi llegada y de la del cura Espinal al poblado, ya en muchas ocasiones habían ido al cuartel de la policía, acusados de conspiración los Mellizos, el profesor Ramito Montan, ambos dirigentes del 14 de junio siendo púberos. La familia veras era la verdadera noria en varias jornadas concluyentes en las recogidas de cafetos en los cafetales. En ocasiones la residencia del señor Efraín Moya, fue almacén donde guardábamos las energías de las llamadas conspiraciones inspiradas en las féculas del Limón y de la Manacla de la cordillera central. Toda esta acciones que en principios encabezaron los profesores García, Mendoza, y entre otros Chito Moya y Marcos Antonio Veras, fueron conocidas por gentes de señor Donaciano Vargas. Entonces atacaban a Esteban y a mi persona,
domingo, 18 de octubre de 2009
más de la Novela una NORIA EN EL CAMINO
El 26 de enero de 1970, asistí a la residencia del señor Donaciano Vargas Rojas, fui invitado por el viejo caudillo, era costumbre suya invitar a los forasteros que según sus opiniones venían a atrapar los puestos, que el se dignaba proteger y guardar ya que correspondían a sus ciudadanos. –Óigame maestro- me llamó la señora de Vargas, a que partido pertenece usted, no lo hemos visto, en ningunas de las reuniones hechas por mi marido. Por mi madre que me sorprendí, por la forma que esta mujer me hablaba sin ningún tipo de precaución, y en los términos políticos que lo hizo. De toda manera le manifesté no puede verme usted ya que tampoco asiste a las reuniones que convoca el mío. Es costumbre mía, aprendida de mis padres, no asistir a las iglesias donde el cura cantaba la misa en lengas no hablada por mí, como tampoco iba a fiesta, donde los músicos cantaban bachatas que no sabía bailar. ¿Qué le sucede señora? la veo molesta, si por mi respuesta ha sido, disculpas miles le ruego, acepte usted. Al darme cuenta que al caudillo no le satisfizo mi actitud de buen grado pedí excusas nueva vez.
La casa donde vivían era limpia, espaciosa, como la del tutumpote que era, en las paredes exhibía fotos del presidente de la república, la de los padres de la patria, cerca de la puerta que llevaba al dormitorio principal de la vivienda, estaba la suya y de la primera esposa madre de sus hijos. Luego en l fondo se veían alejados, el licenciado Luis y Yayo… ambos abogados. Dos butacas y un gran sofá casi juntos por el poco uso, estaban frente al comedor. La mesa de éste, era de seis sillas de ébano verde, se ufanaba de haber sido de la guardia de Món, de Jiménez y de Horacio y Trujillo. En esa mesa sólo se servía alimentos para mostrar, no para consumir, propio de la gerontocracia aristócrata, de todos los tiempos. Pero para el día de mi invitación, sobre el fino mantel había cerdo horneado y cerdo a caballo en escabeche dorado en vino de vinagre de tamarindo azucarado. Ensalada de ajíes cachuchas en vinagre de piña y cereza, una olla de fina porcelana sostenía mangos manjosé, tablitas, y creo que huevitos de chivo. La paloma asada, la ensalada verde estaban en otra pequeña mesa de rueda, muy cerca del caudillo anfitrión. Había entre muchas chicharras alimenticias, estaba el cazabe, guineos, rulos y yuca hervida. ¿Qué le sirvo maestro? La señora era un asta de bandera, arrogante, altanera y soberbia. Buscaba mi tendón débil, pero era imposible hallar lo que no ha existido nunca. Ella pensaba que yo dejaría si tenía, todo el orgullo, en la mesa del comedor, con actitudes glotoneas, voluptuosas y gulosas. Pero nunca he sido un cliente de la lujuria. Nunca a un hijo de mis padres abochornarían por usar lo que no nos corresponde emplear y para el caso de comida menos.
¿Le agrada el cerdo, la paloma o el conejo? Preguntó la señora de Vargas.
Sin alebrecarme, ni emocionarme más de lo que un Arias, se puede emocionar, pero por ser mandinga, mis piernas se agitaban y en casos no pocos, los axones de mi espalda, se tensaban como la guitarra de don Juan Lockuard, pero sin delatarme. Le dije- si es que es placentero, para usted, señora, servirme con una hoja grande de lechuga y el pichirrí de la paloma está bien apreciada señora. Con eso tengo yo. Los pobres nunca comemos muchos cuando estamos lejos de los nuestro. Estaré más que complacido, satisfecho. El caudillo escuchaba el diálogo que la esposa sostenía conmigo, hubo casos que subió los dos hombros, y movió los dedos de ambas manos. Su rostro estaba a la expectativa, a veces de agresión. Esa comida, maestro, manifestó el sabueso… es escogida para usted, dándole la bienvenida a este pueblo señor maestro, usando la política de buena vecindad, pruébese el guiso de cerdo o el de conejo.
-No, en mi forma de ser, no existe, no hay vínculos que me permitan transitar triíllos por donde no hay más que una salida. No vamos donde no estamos acostumbrado ir. Pero señor, mis padres, me enseñaron a agradecer, por lo que les agradezco a usted y a su amada esposa, la gentileza que pusieron, en mi persona… lo que como un honor recibo el haber compartido en tan honorable hogar. Siento, que me han distinguido y eso debo agradecer. Y me inclino a sus pies… a los de ambos. Estoy muy complacido… siento el no haberle complacido. El anciano comprendió que no llegaría a ser amigo de mi persona, oí que le murmuró a la señora: si para comer es tan bronco… imagínate más complicado será para cumplir encargo. Lo vi de soslayo masticar el aire luego le llegaba un bostezo que rechazó. Este muchacho- dijo a su mujer que intentó servirse- es diferente, es de otra cosecha. Tiene objetivos y planes y proyectos. Las vainas se parecen pero no todas guardan lo mismo. Ni comió ni bebió, es otro tipo de individuo. Los hombres de planes son casos imposibles de cambiar. Se produjo un silencio de luto, la señora abandonó en comedor yo observaba al caudillo, que masticaba el aire como los acostumbrado a masticar gomas dulces, a pesar de eso estaba atento a las acciones de ese viejo sabueso. Sin que lo esperara el me preguntó por mis planes y más invitó nueva vez a tomar a la salud del presidente de la república. Le respondí que eran bastantes mis proyectos, el principal es conseguir que los niños sepan quienes son los verdaderos enemigos de sus padres, que sepan distinguir a los explotadores de sus abuelos y ahora de sus padres que aprendan a establecer diferencias de los amigos y de los enemigos que puedan darse cuenta que el que es amigo de su enemigo es enemigo suyo… que el que es amigo de su amigo, amigo suyo es. Je, je, je, je pero señor Vargas el gran enemigo de todos es la ignorancia, es la falta de conocimiento, el analfabetismo, el engaño, la traición. Hemos sido seleccionados para desterrar esos males, en un gran porcentaje de su querido San José de Altamira. Somos una especie de antivirus, flechadores, como decían a los que en mi niñez fumigaban las casa por orden de las oficinas de la Malaria. Combatimos la mentira y a los mentirosos, al engaño y a los timadores, es por eso señor Vargas que a los maestros como Antonio García, y como a nosotros la clase que se beneficia de la ignorancia del pueblo, nos desprecia y emplea todo el dinero del mundo en caso de tenerlo a su alcance para alejarnos del servicio… y pagan para que a nosotros no se nos pague un salario que si quiera podamos comer con libertad. Antonio García y yo somos la muestra, así de simple… así de sencillo. Nosotros odiamos las maniobras maquiavélicas, la sumisión. Mis proyectos y planes, vuelvo y le digo don Chano, tocarán los actos terroríferos y corruptos que pienso que también usted, ha estado en contra, por enanizador de la dignidad del hombre y de la mujer quienes han sido victimas por siglos. Debemos construir un puente entre la luz y la sombra. Para limpiar las malezas de esas veredas heredadas, cadillares, las breñas y furnias impidiendo la penetración de la luz de la conciencia, para la eliminación total de esa sombra monstruosa llamada ignorancia. Estuvimos sentado dos horas en la galería, cuando el bebía ron yo tomaba agua. La luna irradiaba desde la loma La Prieta, trapazaban con dificultad las copas salvajes del bosque, que a esa hora de prima noche, era azulado tirando a cenizo. Se nos presentaba como una torta de cazabe redonda pero amarilla. Disfrutemos de la hermosura de la noche, que en esta calle San José, son Únicas. Saludó al señor Expedito Paulino, que le levantó un brazo y yo saludé al señor Papote Rivera, padre de la señorita Maribel y Gladis la primera lo dijimos ya era la novia del encargado del programa de café y cacao en la zona, Julio Pérez y la segunda maestra junto conmigo en la escuela Primaria Enrique Chamberlaint. Miré las bellas piernas de la señora, y recordé las de la profesora Socorro Collado, de la escuela normal. Estuvo sentada en la cómoda en el extremo oeste de la galería, pero no pude conocer las intensiones suyas porque una gigante sombra se interpuso al cruzar la mas grande gata que humanos hayan visto. Las descruzó cuando conocía de los cruce de la felina. Después de unos cuantos brindis, me ausenté, pero al retirarme encendí un premier 100 y se lo entregué al caudillo, al que dejé fumando. -¡Hasta pronto, maestro! Inhaló un poco de humo claroso y tosió cuando ya yo estaba en la casa de la profesora Socorro Montan, la directora. Semana más tarde estando con los profesores en receso de la mañana, le conté lo sucedido en la residencia del caudillo, quienes me aconsejaron cuidarme de las enredaderas que pudiera hallar, en mis pasos a partir de la fecha. Cada uno, me dijo algo interesante, Vidal Reyes, hermano de doña Olga Reyes, quien fuera maestra en la escuelita de mi vecindario, -¡cuídate, Yuyo! Apodo que el y nosotros intercambiábamos, que ese individuo no perdona ni a sus nietos. Antonio García se rió bastante después dijo- Prof., no se deje coaccionar por la bestia, que usted la conoce, eso es lo que a ellas les falta. Alguien que lo ridiculice. Está bien, que esa bestia muerde y patea, máxime cuando alguien no se dejó patear. Fue Maritza Ureña la que dijo- ¡cuídate, cuídate! también del Juez. Los lugares que visitábamos eran chequeados como si estuvieran persiguiendo a un puerco con la fiebre porcina, o una gallina con la peste. Cuando entraba al comedor de Adelaida, sentía que me chequeaban, cuando iba a los bares donde Aquilino Frías, o donde Cheché Álvarez. Mis primeros amigos fueron Amparo, Lina, Antonio García, Vidal Reyes, Aníbal Álvarez, Esteban Espinal. Además de Máximo Rodríguez, Fidencio Colón, Negro Arias, José Collado, Nininga Vásquez, Alma Mendoza, Luisa Ureña, Aurita y Luchín, Maribel, Ramón, Miguel y Martza Canahuate, Ángel, Rafael el hermano de Wilfrido…y cientos de personas queridas que de algunas formas fueron afectadas por ser mi amiga.
La casa donde vivían era limpia, espaciosa, como la del tutumpote que era, en las paredes exhibía fotos del presidente de la república, la de los padres de la patria, cerca de la puerta que llevaba al dormitorio principal de la vivienda, estaba la suya y de la primera esposa madre de sus hijos. Luego en l fondo se veían alejados, el licenciado Luis y Yayo… ambos abogados. Dos butacas y un gran sofá casi juntos por el poco uso, estaban frente al comedor. La mesa de éste, era de seis sillas de ébano verde, se ufanaba de haber sido de la guardia de Món, de Jiménez y de Horacio y Trujillo. En esa mesa sólo se servía alimentos para mostrar, no para consumir, propio de la gerontocracia aristócrata, de todos los tiempos. Pero para el día de mi invitación, sobre el fino mantel había cerdo horneado y cerdo a caballo en escabeche dorado en vino de vinagre de tamarindo azucarado. Ensalada de ajíes cachuchas en vinagre de piña y cereza, una olla de fina porcelana sostenía mangos manjosé, tablitas, y creo que huevitos de chivo. La paloma asada, la ensalada verde estaban en otra pequeña mesa de rueda, muy cerca del caudillo anfitrión. Había entre muchas chicharras alimenticias, estaba el cazabe, guineos, rulos y yuca hervida. ¿Qué le sirvo maestro? La señora era un asta de bandera, arrogante, altanera y soberbia. Buscaba mi tendón débil, pero era imposible hallar lo que no ha existido nunca. Ella pensaba que yo dejaría si tenía, todo el orgullo, en la mesa del comedor, con actitudes glotoneas, voluptuosas y gulosas. Pero nunca he sido un cliente de la lujuria. Nunca a un hijo de mis padres abochornarían por usar lo que no nos corresponde emplear y para el caso de comida menos.
¿Le agrada el cerdo, la paloma o el conejo? Preguntó la señora de Vargas.
Sin alebrecarme, ni emocionarme más de lo que un Arias, se puede emocionar, pero por ser mandinga, mis piernas se agitaban y en casos no pocos, los axones de mi espalda, se tensaban como la guitarra de don Juan Lockuard, pero sin delatarme. Le dije- si es que es placentero, para usted, señora, servirme con una hoja grande de lechuga y el pichirrí de la paloma está bien apreciada señora. Con eso tengo yo. Los pobres nunca comemos muchos cuando estamos lejos de los nuestro. Estaré más que complacido, satisfecho. El caudillo escuchaba el diálogo que la esposa sostenía conmigo, hubo casos que subió los dos hombros, y movió los dedos de ambas manos. Su rostro estaba a la expectativa, a veces de agresión. Esa comida, maestro, manifestó el sabueso… es escogida para usted, dándole la bienvenida a este pueblo señor maestro, usando la política de buena vecindad, pruébese el guiso de cerdo o el de conejo.
-No, en mi forma de ser, no existe, no hay vínculos que me permitan transitar triíllos por donde no hay más que una salida. No vamos donde no estamos acostumbrado ir. Pero señor, mis padres, me enseñaron a agradecer, por lo que les agradezco a usted y a su amada esposa, la gentileza que pusieron, en mi persona… lo que como un honor recibo el haber compartido en tan honorable hogar. Siento, que me han distinguido y eso debo agradecer. Y me inclino a sus pies… a los de ambos. Estoy muy complacido… siento el no haberle complacido. El anciano comprendió que no llegaría a ser amigo de mi persona, oí que le murmuró a la señora: si para comer es tan bronco… imagínate más complicado será para cumplir encargo. Lo vi de soslayo masticar el aire luego le llegaba un bostezo que rechazó. Este muchacho- dijo a su mujer que intentó servirse- es diferente, es de otra cosecha. Tiene objetivos y planes y proyectos. Las vainas se parecen pero no todas guardan lo mismo. Ni comió ni bebió, es otro tipo de individuo. Los hombres de planes son casos imposibles de cambiar. Se produjo un silencio de luto, la señora abandonó en comedor yo observaba al caudillo, que masticaba el aire como los acostumbrado a masticar gomas dulces, a pesar de eso estaba atento a las acciones de ese viejo sabueso. Sin que lo esperara el me preguntó por mis planes y más invitó nueva vez a tomar a la salud del presidente de la república. Le respondí que eran bastantes mis proyectos, el principal es conseguir que los niños sepan quienes son los verdaderos enemigos de sus padres, que sepan distinguir a los explotadores de sus abuelos y ahora de sus padres que aprendan a establecer diferencias de los amigos y de los enemigos que puedan darse cuenta que el que es amigo de su enemigo es enemigo suyo… que el que es amigo de su amigo, amigo suyo es. Je, je, je, je pero señor Vargas el gran enemigo de todos es la ignorancia, es la falta de conocimiento, el analfabetismo, el engaño, la traición. Hemos sido seleccionados para desterrar esos males, en un gran porcentaje de su querido San José de Altamira. Somos una especie de antivirus, flechadores, como decían a los que en mi niñez fumigaban las casa por orden de las oficinas de la Malaria. Combatimos la mentira y a los mentirosos, al engaño y a los timadores, es por eso señor Vargas que a los maestros como Antonio García, y como a nosotros la clase que se beneficia de la ignorancia del pueblo, nos desprecia y emplea todo el dinero del mundo en caso de tenerlo a su alcance para alejarnos del servicio… y pagan para que a nosotros no se nos pague un salario que si quiera podamos comer con libertad. Antonio García y yo somos la muestra, así de simple… así de sencillo. Nosotros odiamos las maniobras maquiavélicas, la sumisión. Mis proyectos y planes, vuelvo y le digo don Chano, tocarán los actos terroríferos y corruptos que pienso que también usted, ha estado en contra, por enanizador de la dignidad del hombre y de la mujer quienes han sido victimas por siglos. Debemos construir un puente entre la luz y la sombra. Para limpiar las malezas de esas veredas heredadas, cadillares, las breñas y furnias impidiendo la penetración de la luz de la conciencia, para la eliminación total de esa sombra monstruosa llamada ignorancia. Estuvimos sentado dos horas en la galería, cuando el bebía ron yo tomaba agua. La luna irradiaba desde la loma La Prieta, trapazaban con dificultad las copas salvajes del bosque, que a esa hora de prima noche, era azulado tirando a cenizo. Se nos presentaba como una torta de cazabe redonda pero amarilla. Disfrutemos de la hermosura de la noche, que en esta calle San José, son Únicas. Saludó al señor Expedito Paulino, que le levantó un brazo y yo saludé al señor Papote Rivera, padre de la señorita Maribel y Gladis la primera lo dijimos ya era la novia del encargado del programa de café y cacao en la zona, Julio Pérez y la segunda maestra junto conmigo en la escuela Primaria Enrique Chamberlaint. Miré las bellas piernas de la señora, y recordé las de la profesora Socorro Collado, de la escuela normal. Estuvo sentada en la cómoda en el extremo oeste de la galería, pero no pude conocer las intensiones suyas porque una gigante sombra se interpuso al cruzar la mas grande gata que humanos hayan visto. Las descruzó cuando conocía de los cruce de la felina. Después de unos cuantos brindis, me ausenté, pero al retirarme encendí un premier 100 y se lo entregué al caudillo, al que dejé fumando. -¡Hasta pronto, maestro! Inhaló un poco de humo claroso y tosió cuando ya yo estaba en la casa de la profesora Socorro Montan, la directora. Semana más tarde estando con los profesores en receso de la mañana, le conté lo sucedido en la residencia del caudillo, quienes me aconsejaron cuidarme de las enredaderas que pudiera hallar, en mis pasos a partir de la fecha. Cada uno, me dijo algo interesante, Vidal Reyes, hermano de doña Olga Reyes, quien fuera maestra en la escuelita de mi vecindario, -¡cuídate, Yuyo! Apodo que el y nosotros intercambiábamos, que ese individuo no perdona ni a sus nietos. Antonio García se rió bastante después dijo- Prof., no se deje coaccionar por la bestia, que usted la conoce, eso es lo que a ellas les falta. Alguien que lo ridiculice. Está bien, que esa bestia muerde y patea, máxime cuando alguien no se dejó patear. Fue Maritza Ureña la que dijo- ¡cuídate, cuídate! también del Juez. Los lugares que visitábamos eran chequeados como si estuvieran persiguiendo a un puerco con la fiebre porcina, o una gallina con la peste. Cuando entraba al comedor de Adelaida, sentía que me chequeaban, cuando iba a los bares donde Aquilino Frías, o donde Cheché Álvarez. Mis primeros amigos fueron Amparo, Lina, Antonio García, Vidal Reyes, Aníbal Álvarez, Esteban Espinal. Además de Máximo Rodríguez, Fidencio Colón, Negro Arias, José Collado, Nininga Vásquez, Alma Mendoza, Luisa Ureña, Aurita y Luchín, Maribel, Ramón, Miguel y Martza Canahuate, Ángel, Rafael el hermano de Wilfrido…y cientos de personas queridas que de algunas formas fueron afectadas por ser mi amiga.
sábado, 17 de octubre de 2009
FRAG. de la Novela Transfuguero de la Tarde, del Prof. Victor Arias
Palomina dejó un papelito a Cacheo que andaba ofreciendo las conferencias en las logias que hemos referidos llevó una caja de fósforos y una botella con agua bendita para rociar las cruces que era costumbre de su abuela para la semana de los finados. Pero no pudo llegar porque se detuvo mirando a unos individuos que jugando dados terminaron de riñas porque uno se había comido los dados suyos. Palomina se sentó en la piedra más grande del camino y pernotó en ella como si hubiese estado en un lujoso sillón del mejor de los restaurantes de lujos de la costa puertoplateña. Los veía que entraban y sacaban cosas de los bolsillos que según sus caprichos eran semillas de cajuil. Por ese palo pasó la tarde y con la sombra de la noche se marchó. Estaba soñolienta alguna cosa que no supo qué, se posesionó en su corazón. Imaginó una energía sin anatomía, ingrávida, se sacudió la cabeza porque entendió que iba hacia las líneas de los disparates, de toda manera el peso encima suyo continuaba, fue cuando uno de los jugadores de dados, se tragó las piezas de huesos, al escuchar el gemido casi aúllo felino que había dado como represalia para estabilizar las emociones y así soportar la carga de la energía sin anatomía. Palomina llegó a jimiquear, sollozaba en las piedras contemplaba las cruces, pero era lunes, estaba en los brazos de una cruz ajena, pisó muy fuerte en un sepulcro y le pareció que algunas cosas se movían debajo y el escalofrío llegó con el deseo de orinar y lo hizo sobre unas matas de dieguito, flores muy pequeñas de la familia de la verdolaga. Volvió y jimiqueó encima de un pedazo de madera que se humedecía por la benevolencia de las lágrimas que calidas caían en el suelo provocando resucitación de rosas y lirios calas rojos y mamey encima del viejo sepulcro donde suponía que era donde yacía su madre Freslinda.
Palomina, se había levantado de su cama el día 11 de septiembre y perdió el rumbo llegó al cementerio donde estaba su querida difunta madre sepulta. Cacheo que andaba en sus conferencias regresó el día 16, y advirtiendo la falta de energía de su mujer inició un nuevo capítulo para darle fin a su novena novela.
Hizo unas cuantas estrofas, en versos libres, sobre la vida del bufón de la fiestas el día del matrimonio de las sobrinas Anginia y Piñalda, escribió dos espinelas a pies forzados de la vida del compadre de Fresa la madre de Palomina, aquel que aseguró ver a Cacheo y a ella llevando sendos niños recién nacidos, en sus brazos, en la costa amarilla de Barahona en Villa Paraíso.
--Yo los vi en los brazos acomodados y gemelos eran—había dicho el pescador de esperabel. ¡Y como mentira era! Lo empleó como pie forzado. Continuó escribiendo prefería comentar la vida de los pérfidos esposos de sus sobrinas, Méntor y Falsilio, se salía del riel de la concentración por la ausencia de Palomina. Unos minutos después cuando casi oscurecía, sintió el perfume de gardenias y rosas de corolas mustias, entrando por los ventanales, luego las manos de Paloma caían en sus hombros como si fuera el avecilla de plumaje inmáculo llegaba cargada de ramilletes con hojas de sabanas y aroma de montañas. La vio con ternura y fingió no echar de menos su ausencia, mas, ese olor a cuerpo desnudo sensible y limpio y casto y noble y erótico lo sacudió como a un lienzo de papel de estraza, fragante aun pueril. La excitación se convirtió en un icono sagrado y subió al altar de flores carnales de sensuales corolas.
Guardó las flores, guardó las ramas, y guardo el secreto como su madre llegó al escritorio de ébano verde, y comenzó a contar a su amado Cacheo, concluyendo que había sufrido mucho en el camino hacia el cementerio , dijo que lloró como nunca y que con sus lágrimas germinaban de la tierras matitas de juncos rosados. Le contó lo del jugador que se comió los dados. Notó el enojo como la excitación de Cacheo en las cejas y en los pómulos tainos y caribes pasó las manos entre la nuca rozándoles los labios semi abiertos, y entonces ella recibió las energías del banquito de madera y las de la peña de los enamorados en los chacos de los anones.
Las manos acariciaron la espalda se movían haciendo un túnel por debajo de la camisa, sin saltos ni desvíos buscando el placer que llegó, motivando el engarce de un divino y dulce beso. Cacheo escribió en las líneas de sus labios las últimas oraciones de letras en cálices, en líneas y azules palabras en las anchas páginas carnosas de sus labios ya de mujer parturienta. Llenando párrafo por párrafo el dorso de su cuerpo en supino circunvalando las piernas y recovecos anatómicos cayendo las puntuaciones y significados en unas trenzas hedonísticas madre o causa de consuelo como charcos de placeres saciando la sed de amarse en sosiego sin correas de caprichos ni carteras de prejuicios, hasta el enlace que provoca cansancio y sueño.
Luego de un descanso, recordó Cacheo, las palabras del trampa Plumón, cuando recolectando firma lo visitó en hora del almuerzo, --“son para el partido de los excluidos” recordó no le mereció confianza, lo creí un timador un embustero. Tránsfuga Arcoíris plumón, ¡Caramba! Pero, ¡por qué será que casi siempre me doy cuenta de que las cosas no son como son cuando otras, otros ya lo saben! ¡ “Hay cosas que parecen ser y no son y hay que son y no parecen ser” ese es un dicho muy viejo, sólo sirve para abochornarme.—¡No muchacho, no! No piense de esa manera, no se aleje usted tanto del camino, que el es uno aunque tenga apariencia de lobo es oveja, La huellas están en las narices, ¡“Arcoíris”! multicolores… falta de uniformidad, Trampa como apodo lo significa todo… lo creí un baboso pero para sus fines, no lo era, estuve dormido, si muchacho, estuve dormido, hasta ahora es lo que le digo que me doy cuenta de la realidad cuando otros las han regurgitado.
En verdad Cacheo estuvo agotado en las reflexiones y de repente se durmió, quedando atrapado en los dedos de la tarde calurosa, que lo apretaba y no se pudo dar cuenta cuando llegaron de la iglesia Palomina y Fresa, después despertó diciendo –es cierto para los objetivos de Arcoíris Plumón era su realidad. Los míos y los suyos no andan por las mismas vías. Los caminos suyos no son los míos. Lo que es dulce para Trampa es amargo o insípido para los de mi escuela.
Aunque distantes por el asunto, no comprendí la ida de Freslinda donde el cura aquella tarde de calor, no comprendí de que debía ella arrepentirse. Se creyó culpable, había pecado, al no poder decirle a su hija quien era su padre.
--¡Pero hija de mis entrañas no recuerdo algo, de esa tarde negra, de vientos, truenos y relámpagos tan rojizo como las heridas que llegan a mi mente en los cuerpos mojados que sin convocar los veos bañarse en las aceras de las anchas calles. A veces me llegan reflectores vagos de unas manos fuertes que quitan de mis piernas las medias que llevaba. Todo se vuelve hilachones como telarañas donde veo mis sienes prisioneras y de esas veo volar mariposas entre pajas y desperdicios de virutas en un viejo taller de ebanistería. Salen y se quedan junto a unos pies de barros en portales cerrados marcados con cruces hechas con la sangre de los cuerpos que se bañaban en las aceras de las anchas calles. Pienso que era domingo o quizá sábado por el canto del número de lotería hecho con
Apuro por los pregoneros. El hecho es, Paloma mía, que meses después dentro de mi, como en una huerta crecía la vida, me duele mucho no poder darte, lo que como criatura debí tenerte: a tu padre, regalo tal vez del cielo… porque a pesar de eso, el desconocido, lo que me dio fue la vida… ¡la vida tuya! No tuve como tú, hermanos, tampoco padre conocí, es una cadena que debemos romper. Luego supe que murió en territorio ajeno persiguiendo a un delincuente de la tiranía. Debemos serruchar y cortar con la fuerza de la fraternidad y del amor, haremos lo nuestro en la nueva sociedad recompuesta, reconquistada. ¡La sociedad de nuestros padres aborígenes!
--Si recordar es eso… eso fue lo que mi madre llena de dolor me contó.
--Oye vida mía, lo que supe. Supe que eres hija de un diplomático gringo, eso nunca me había atrevido a contarte por temor a romper tu tranquilidad porque me parece que nada de esas cosas son positivas tratarlas, si no es para terminar con esas. Otra mentira que dicen es que eres hija de Arcoíris Plumón el hermano Transfuguero, pero todo eso es cuento… porque de eso estamos sobranceros, entonces escribió en las hojas donde había dibujado los labios húmedos de Palomina, estamos cerca de la mentira y tan lejos de Dios, tan lejos del cielo y tan cerca del infierno, eran frases que mi padre Yuca decía. Escribió e hizo saber que no sabía quien era el autor porque su padre nunca lo dijo, “los Mexicanos tan cerca de los Yanquis y tan lejos de Dios”
Mientras Palomina hacia algo para cenar él leía a Marcel Proust autor de la novela “Por el camino de Swann” en la página 122.
Pensaba en su difunta esposa y llegó por sexagésima vez que era una mujer de condiciones en término reales superior al promedio normal del entorno y de los contornos poseía dones de humildad que sólo en las razas primitivas, eran halladas. Guardó el Camino de Swann, lo puso en el escritorio y se dispuso a preparar los seminarios que estudiantes del T V centro de Los Llanos de Pérez les habían solicitado, sin embargo no tenía ni lapiceros ni papel, todo lo había agotado, tampoco le quedaba dinero para comprar ni un lápiz de carbón. La pobreza es una barranca que impide el avance de las piernas honradas, y las suyas eran de esas, a él le sobraban recursos intelectuales suficientes para poner el panel siempre a su favor, y vivir en cualquier sociedad con respeto y con dignidad.
Los odontólogos, los médicos, por poner las manos encima del área que habían visualizado, cobran y los pacientes pagan las consultas, en esta sociedad de consumo, mientras que en esta misma, los maestros de piernas y juicios como la conciencia de Cacheo, el hambre podría estrangularlos, porque si no lo muerde con los caninos e incisos de una realidad capitalista, para los enamorados del saber humanístico: su realidad. La alternativa de Cacheo, luego de unas horas de haber descansado reflexionaba sobre las palabras del Tránsfuga Arcoíris Plumón el día de la recolección de firmas para el partido de los excluidos. Nunca le mereció confianza, lo creyó un timador, embustero, tránsfuga. ¡Caramba! Pero por qué será que lo repito llegó a preguntarse y comprendió que no era malo si se sabía repetir.
La cocina de Palomina no tenía nariz era insípida la longaniza suya era como el agua, hasta incolora, los arenques también, hasta esa prima noche que llevó la pulsera que había sido de su abuela, porque Cacheo se salio de la camisa de fuerza de su estropeo y dejó el sueño en la cama tendido como un pendejo y fue a la búsqueda de un aguacate que tenía madurando en una caja. El olor era azucarado y mantecoso, la boca de los vecinos se les hizo agua. Hasta el gas de la estufa, reverberaba y merengueaba para cocer mejor el manjar de aquella noche de apertura como la bautizaría en la mesa en algunas horas Cacheo.
Pensaba en la confección de los seminarios de la independencia nacional, y del perfil del Francisco del Rosario Sánchez, padre de la patria burguesa y capitalista o como le llamaba Cacheo seudo democrática. Lo vi. Sonreír a los estudiantes al requerirle alguna ayuda con temas con dificultad para localización pero de suma importancia para la formación integral del estudiante de secundaria. Cuando el tema no le parecía de utilidad formativo decía — ¡cuántos elementalismos! Casi no se le escuchaban las palabras. ¡Todo eso es basura! Los maestros—pensaba Cacheo-- no explican, sólo mandan a buscar sin saber para donde, lo envían a las batallas sin armamentos sin plan y sin entrenamientos como malos comandantes. Actúan lejos de lo que es la vieja, la actual y didáctica del futuro. Muchos enganchados a ser maestro… copian simplemente copian las cosas malas del que fue su mal entrenador y como cadena se creen súper, se creen gigantes, porque desde su enanismo se erigen con zancos de maderas carcomidas y al chocar con las olas del mar de la realidad cotidiana o mejor la de fin de año escolar caen destruidos y para colmo que algunos ni se dan cuenta que han caído. No se dan cuenta que cuando los vellos del antebrazo del alumno huele a llama y humo el suyo hiede a zumo y a humareda. ¡Je, je a las batallas sin armaraje, sin avitualla ni logística sin planificación son sacados del escenario docente para enviarlo a la muerte. Hablo de los que desconocen que antes de toda investigación hay que seguir un proceso, un camino bien limpio, conocido para evitar los escollos y no caer en los recodos y recovecos que los envía al precipicio. Estudiantes con poca instrucción y formación cósmica, es como el soldado que va a las batallas con poca instrucción y orientación militar.
Cacheo tenía hambre Palomita freía berenjena que rellenaba con virutas de lechugas y palmito con el ajo y la pimienta era insoportable el olor y la boca se le hacía agua como los perros de Ivan Patrovich Pavlov. Las buenas intenciones se convirtieron en realidad había comida en los platos y la mesa del novelista que según los del entorno no prendía vuelo. Había oído en boca de Caobo Calvo “el mal comido no piensa…” Porque el maestro no cobra consultas como el barbero y el odontólogo, como el manicura y como el sacerdote, que por limpiar una uña el primero y bautizar o por celebración obtiene dividendo el segundo; sólo el maestro pasa hambre cuando el Estado no le protege. Todo lo otro es monte y culebra. Pero aunque no sepamos quién alguien nos escogió la profesión. Pero el estaba listo y confesado.-- obligarnos ¡no!
Había dicho.
Quizá ¡si! Por una fuerza inverosímil con misiles de cabeza inteligente ¿Inteligente?
¿Cuáles son las raíces de la libertad, no, no… de la lealtad y del adulterio? Estará cerca de la mesa del comedor? Pienso que muy cerca y del pupitre escolar. Esta cerquita…
--¿Sabía tu Cacheo, que cuando hay un mal gobierno las matas de frutas paren más que las otras. Que abundan las avispas y las moscas son enormes. Que cuando se acerca una hambruna crecen las epidemias y las alimañas y los piojos? ¿Sabía que si el gobierno no cambia las hortalizas se convierten en insectos, en batracios y en reptiles ofidiosos… la miseria el hambre las enfermedades, convocan para convertirse en puntero por el territorio.
-- Pienso que esa es una atinada observación muy real-- como decía mi padre Yucano -- “la escasez de alimentos es abundancia de moscas, de lagartos, de mosquitos y de saltamontes.
--¡Eso es de ahí! Ni chinchín menos, ni chinchín más.
Palomina vio que por las mejillas de su marido desfilaban dos lágrimas como dos cadetes del parque independencia, como dos de la puerta de Conde… ¡si señor! Ella se desprendió del asiento y con la agilidad de un canino de un felino la libó sin contrapelo y las halló amargas y frías. Al conocer la situación por la que estaba pasando Cacheo, no preguntó por las dolencias, porque las creyó grandes y cuando los ríos están fuera de madre es mejor esperar que… el la miró y se entrelazaron en un equilibrado abrazo mental y moral más que orgánico. Cacheo caminaba sobre arenas calientes pero no se desbordaba luego de desprenderse estampó sobre los dos pequeños carnosos labios un suave e ingenuo beso sensual más que sexual… ¿un beso filial más que qué? Estuvo al tris de repetírselo. Y surgió una retahíla de nubes blancas… de luces tenues que fueron despejando las encrucijadas, y disiparon los entornos familiares. Eran felices y así estaba confeccionado su mundo, su realidad no había para ellos algo que mayor importancia tuviera que amarse y convocaban un escenario de jornadas de trabajos con amor compartido. La comprensión entre ambos eran amarras que empleaban como timoneles de su revolución socialista que comandaban sin enojar a nadie porque el transfuguismo en su universo no cabía. Cabía el respeto que brindaba, el que se cosecha del amor comprendido y compartido entre fidelidad sin temores ni prejuicios. Cabían las fiestas donde se sirven botellas de virtudes y solidaridad usaban la misma llave en la misma cerradura de algunas dudas que en el día ocurrieren que no sosegaren los dolores y que las luces disipasen las negruras de su pobreza.
A pesar de todo tenían haberes limpios y castos en los términos éticos y morales y sociales obtenidos con trabajo y esfuerzos de los dos. La casa estaba ahí de tres aposentos cerrados, usaban dos, uno para oficina y el otro para dormir el tercero se abría cuando un pariente o cualquiera los convertía en huésped; la habían recibido de los antepasados una sala comedor-cocina planchaduría y lavandería. Pintada de azul cielo y los aposentos de azul añilado. El techo de madera y de zinc y de cemento frío el piso color amarillo oro, los muebles tenían trescientos cincuenta años desde la adolescencia de la tatarabuela de Palomina. Al lado una nevera ejecutiva paralela a una tinaja Cúa tricentenaria querida porque mantenía el agua en eterna frescura Cacheo prefería la suya a la del refrigerador.
De la habitación donde escribía salía la energía de la permanencia en fotografías de grandes genios del hacer humano, especialmente en la literatura y el saber universal. Pero la oblaciones principales iban para Gabriela Mistral, Juana de Ibarboreaux, Alfonsina Storni, Rosa Luxemburgo, Goethe, Shakespeare, Cervantes, Gabriel García Márquez, Ernesto Guevara, EL “Che” el Doctor Fidel Castro junto a Lenín y a Marx … y más allá la de Manolo las de las heroínas de ojo de agua. En un pequeño rincón como si fuera un museo a parte, a bajo luz los perfiles, hecho en hilo de cabuya, de Máximo Gómez, de Desiderio Arias, Demetrio Rodríguez, de Cipriano Bencosme, y de Virgilio Martínez Reyna más abajo la de Caamaño Deñó, de Fernández Domínguez, la de Lora Fernández Peña Taveras. Cacheo era dueño de una colección de las fotografías de El doctor Peña Gómez, en todo lo largo desde su vida de aparecido en los patios de Mao hasta camino al sepulcro.
--¡Ven! –Dijo- Palomina vamos a cenar.
--¿Qué vamos a cenar? No respondió y con la ternura de los nueve años cuando se quedó en la tumba común en el cementerio... Lo llenó de cariño insobornable e inolvidable echó su brazo zurdo en el cuello deslizándosele, como una suave culebrita sabanera. Estando sentado y al finalizar los seminarios de orientación de la universidad O & M; entendió que debía acudir a los movimientos de su amada y entrar por el portal que ella le estaba abriendo iba a grapar los papeles y dejó caer la grapadora la suavidad de la piel de su amada le quitaba su voluntad, ella había absorbido su poder de mando como otras veces sus labios no se movían sino absorbían la pesadez del trabajo y lo liberaba de la sumernage en que estuvo las 7 horas anteriores, era un beso desnudo, de carne que empleaba las comisuras simplemente como puente para cruzar en esa manifestación de pobreza, ella lo hacía rico enviándole su alma y entraban unidos bajo el embrujo corporal más que eso eran vibraciones de un universo cargado de lirismo, surrealista sin altivez encendía el corazón orondo pasional y emotivo y musical, brotado de un jardín paradisíaco sin prejuicios, sin frustraciones sin aflicciones sin anhelos, ni sueños sin satisfacer.
--¿Qué hay de cena en la mesa?
--Ya estamos en la mesa, ese es tu manjar, no existe mejor banquete que el que se alcanza sin prejuicios ni tapujos, pero colmado de espontáneos deseos de hacer feliz a la pareja.¿ Acaso no ha visto a los lagartos cuando se aman, no los has visto tomarse sin religión? ¡El amor de los potreros el de los corrales el de los mares y de los océanos! El tuyo y el mío es el de los cielos es el muy real pero más que eso, Cacheo, es un amor honesto. La mesa soy yo soy tu mantel tu servilleta, y soy tu servicio. Dos lonjillas de cebollas revueltas en virutas de albúminas de huevos esperaron en medio de dos panes hasta que volvieron por un pellizco estomacal. -La verdad que el hambre se quita cuando el espíritu está satisfecho, cuando hacemos algunas cosas bien para todos. Mi conversación es un cruce de ideas en bejucales en alas de luciernagas en noches claras.
Durmieron y a partir de que vendiera la alhaja que tenía guardada, permanecieron comiendo de esos dineros hasta que los estudiantes universitarios y secundarios acudieron a llevar algunas cosas de comer como paga por los seminarios que Cacheo le había hecho ya que no cobraba… los recibió por entender que era una especie de cambalache entre maestro y estudiante. La despensa se había llenado con honestidad. Iluminados dejaban los paquetes fundas, encima del escritorio de ébano verde, llenos de bienes alimenticios que guardaban de buenas ganas.
En la casa de Palmaro las reuniones continuaban igual que el primer día. La muerte de Jabonildo, la de Joaquín y de Segundo, ni la prisión de Manguito y de Vergelio han hecho cambiar a la familia Ortega del Prado. El vibrar de sus emociones hacía tremolar las zapatas de los perseguidores que no eran otros que los bisnietos de Bala, y los ahijados de los cocuyos de Constanza.
El agrónomo Florencio fue cancelado y golpeado Almacildo por no aceptar burla de los caprichos de esbirros de los seguidores de los nuevos millonarios, que decían que los nombres de los hijos de Palmaro “eran nombres de burros y loros del bosques…”
--¡Pero bueno! Dijo Campeche, es que nosotros debemos felicitar a nuestro abuelo por que inició dándonos nombres con contenido social, con concepto humano de este mundo real en vivo y en blanco y a todo color no nombres extraídos de almanaques ni comprados en el extranjero sin pizcas de significado… vacío muchas veces carentes de asimilación.
Ya en la tranquilidad del hogar en el borde de la meditación recordó que entre los nombres de los seminarios que no habían retirado estaba el de un estudiante con nombres como los de su familia y dejo la cama para comprobar si era cierto lo que estaba sospechando. Efectivamente el primero de los cinco seminarios se vislumbraba el nombre de Pimientino Ortega Arias estudiante de 4to. Semestre de Pedagogía general de la Universidad Rafael Chaljub Mejía, en la provincia María Trinidad Sánchez, cuando lo vio en su planta le preguntó ¿Cómo se llama su abuelo, joven? La respuesta fue la que esperaba y para su complacencia, era bisnieto de Yucano Toribio, su padre.
--¿Por qué maestro?
-- No es por nada dañino, sino que es usted mi sobrino nieto, soy tío de su padre. Su abuelo es mi hermano.
--Artemisa freía once libras de batata para le cena, Palmaro celebraba el dia de los tubérculos y a lo que les echo manos fue a esas libras de convolvulácea, sabía -que era el alimento más completo de la huerta nacional Para los Del Prado era el día de la Batata… la comían con guandules, cocinado con coco y muchas mostazas y muchos berros y bastante cilantro, del llamado culantro. Florencio interrumpió la charla para probar el guiso que su madre le llevara para obtener su aprobación.
--¡Está bien mamá, sabe a encanto! --dijo el hijo mirándola como cuando era un púber—y continuó hablando de los hechos de Palma Sola y de los Mellizos liboristas. Del laborismo dijo—es una religión, es una creencia sureña, en algunos parajes de San Juan de la Maguana. Liborio era un anciano vicioso mujeriego, bebedor. Continuó hablando del progreso. Del físico y del moral del ético y del espiritual. No importa el avance del caballo… hay que establecer la velocidad y duración de sus emociones. También de las habilidades del montador.
--¡No eso no es verdad!—gritaba Palmaro que entraba discutiendo con un cliente suyo que alegaba asunto de historia que empuercaba la imagen histórica del país. ¿De dónde sacó esa barrabasada, quién lo diría?
--De donde no está ahí en las cañadas y en los zanjones de la historia.
--¡No Muchacho…! ¡No es verdad! Ferrand, dispuso el avance de las tropas francesas hacia el territorio nacional hasta Hincha pero fue el 6 de enero, día de los santos Reyes, pero fue en 1805… no el 9 de -diciembre del 1804, esa es la verdad,-- dijo y fue cuando acabó de entrar al salón donde aún Florencio saboreaba la batata con guandules…
--¿Qué tal hijo?
--¡Está todo en orden viejo!
--¿Pero no me va a negar que Ferrand ya en el territorio no mataba a los haitianos especialmente a los padres de los niños y jovenzuelos que apresaban para venderlos como esclavos?
--Claro que no te voy a negar si esa actitud enfureció a Dessalines y ordenó ocupar el territorio de la parte este por dos flanco… sin embargo se vio obligado a regresar porque el parque bélico con que contaba era insuficiente para enfrentarse con las tropas napoleónicas. Claro que lo que dice ahora, compay, es un rayo de luz. El cliente satisfecho le pagó la deuda que restaba de la caja dental que Palmaro le estaba entregando para que se la midiera.
--¡Qué bien, que bien le queda!, ahora a usted le luce decir la Historia como le cuadre…, Je, je! Ambos rieron y Palmaro fue al comedor donde la familia lo esperaba para bendecir los alimentos en el día de los tubérculos que en la familia de su esposa había sido una vieja tradición.
Ya en el servicio, en el almuerzo, Florencio le preguntó a su padre por qué no le explicó sobre las columnas de Petión y de Cristobal y los problemas ocurridos en Santiago que resistían el avance por la ciudad. Y Palmaro le dijo que a él, y era cierto que discutía hasta en el templo de Bahaullah para dejar limpio el entorno de la humana verdad, pero lo que buscaba era que el individuo, no le pidiera más rebaja… - ¡ja ,ja,ja; ja ja ja, ja¡ rieron hasta que se agotaron, a pesar que Artemia le recordaba la digestión.
Cacheo esa mañana tenía 20 pesos con 34 centavos lo había obtenido por los trabajos de teatro para promover la presentación de tres jornadas del taller literario a favor de la literatura socialista celebrados en la pérgola de su residencia, como asistieron más personas de las previstas los centavos no alcanzaron para la picadera y buena agua fresca.
En una de las mesas Caobo y los hijos de Palmaro presentes en la jornada literaria habla de la vida de los tránsfugas que les sobra de todos mientras que a ellos, les faltaba para comprar siquiera agua y no morirse de sed. --¿Cuándo se curará esta ciudad, señores?
--¿Cómo dice usted?
--Dije que… ¿cuándo se curará este país? Los pilotillos están carcomidos, la materia básica se la han llevado los comejenes para sus almacenes, corrompen con las huellas las piedras y las rocas al pasar. Queman las huertas, derrumban las zapatas de la dominicanidad. Hemos perdido el poder de engendro de hijos sanos y puros, que nos den nietos más sanos aún.
--¡Cortaron el fluido! Ha vuelto la oscuridad. Casualmente cuando los exponentes leían las conclusiones…
--Nosotros decía-- Anonaldo creemos que nuestra empresa debe ampliar sus alas ancharlas hacia otros horizontes y es por eso que consideramos que a partir del próximo año escolar las escuelas nuestras producirán los víveres que estas consumirán producirán los cuadernos y lápices que utilizarían. Los estudiantes serán actores y Protagonistas en cada acto de producción como lo son en el acto de consumo. La sala aplaudió por cinco minutos y los participantes se pararon de los asientos.
Los dineros-- continuaba Anonaldo—los obtendremos con los grupos socialistas de la vecindad regional y de las secretarías de agricultura, de industria y comercio y de Fomento industrial. La secretaría de educación de nuestra organización instalará fábricas regionales de butacas, neveras bebederos de pizarras y talleres… En el centro del territorio nacional habrá fábricas de zapatos escolares que donaremos a los niños pobres hijos de trabajadores.
Lo más interesante es que en todo el territorio nacional haremos como hacían nuestros primitivos. Haremos convites, juntas, tornapeónes, iniciaremos el primero de enero, día de año nuevo, sembraremos tres millones de matas de maíz en terreno del consejo estatal del azúcar. El día de reyes sembraremos diez millones de naranjos de las conocidas en todo el territorio nacional como babor, el día de ceniza sembraremos seiscientas mil matitas de auyama no rastrera. Los aplausos eran constantes… y se prolongaron más cuando Cacheo anunciaba que su esposa Palomina iba a ser madre de un par de gemelos o sea cuatrillizos como los racimos de los 10 millones de cepas que sembrarían en toda la propiedades de CEA. De los centrales Montellano y Amistad.
FIN
Palomina, se había levantado de su cama el día 11 de septiembre y perdió el rumbo llegó al cementerio donde estaba su querida difunta madre sepulta. Cacheo que andaba en sus conferencias regresó el día 16, y advirtiendo la falta de energía de su mujer inició un nuevo capítulo para darle fin a su novena novela.
Hizo unas cuantas estrofas, en versos libres, sobre la vida del bufón de la fiestas el día del matrimonio de las sobrinas Anginia y Piñalda, escribió dos espinelas a pies forzados de la vida del compadre de Fresa la madre de Palomina, aquel que aseguró ver a Cacheo y a ella llevando sendos niños recién nacidos, en sus brazos, en la costa amarilla de Barahona en Villa Paraíso.
--Yo los vi en los brazos acomodados y gemelos eran—había dicho el pescador de esperabel. ¡Y como mentira era! Lo empleó como pie forzado. Continuó escribiendo prefería comentar la vida de los pérfidos esposos de sus sobrinas, Méntor y Falsilio, se salía del riel de la concentración por la ausencia de Palomina. Unos minutos después cuando casi oscurecía, sintió el perfume de gardenias y rosas de corolas mustias, entrando por los ventanales, luego las manos de Paloma caían en sus hombros como si fuera el avecilla de plumaje inmáculo llegaba cargada de ramilletes con hojas de sabanas y aroma de montañas. La vio con ternura y fingió no echar de menos su ausencia, mas, ese olor a cuerpo desnudo sensible y limpio y casto y noble y erótico lo sacudió como a un lienzo de papel de estraza, fragante aun pueril. La excitación se convirtió en un icono sagrado y subió al altar de flores carnales de sensuales corolas.
Guardó las flores, guardó las ramas, y guardo el secreto como su madre llegó al escritorio de ébano verde, y comenzó a contar a su amado Cacheo, concluyendo que había sufrido mucho en el camino hacia el cementerio , dijo que lloró como nunca y que con sus lágrimas germinaban de la tierras matitas de juncos rosados. Le contó lo del jugador que se comió los dados. Notó el enojo como la excitación de Cacheo en las cejas y en los pómulos tainos y caribes pasó las manos entre la nuca rozándoles los labios semi abiertos, y entonces ella recibió las energías del banquito de madera y las de la peña de los enamorados en los chacos de los anones.
Las manos acariciaron la espalda se movían haciendo un túnel por debajo de la camisa, sin saltos ni desvíos buscando el placer que llegó, motivando el engarce de un divino y dulce beso. Cacheo escribió en las líneas de sus labios las últimas oraciones de letras en cálices, en líneas y azules palabras en las anchas páginas carnosas de sus labios ya de mujer parturienta. Llenando párrafo por párrafo el dorso de su cuerpo en supino circunvalando las piernas y recovecos anatómicos cayendo las puntuaciones y significados en unas trenzas hedonísticas madre o causa de consuelo como charcos de placeres saciando la sed de amarse en sosiego sin correas de caprichos ni carteras de prejuicios, hasta el enlace que provoca cansancio y sueño.
Luego de un descanso, recordó Cacheo, las palabras del trampa Plumón, cuando recolectando firma lo visitó en hora del almuerzo, --“son para el partido de los excluidos” recordó no le mereció confianza, lo creí un timador un embustero. Tránsfuga Arcoíris plumón, ¡Caramba! Pero, ¡por qué será que casi siempre me doy cuenta de que las cosas no son como son cuando otras, otros ya lo saben! ¡ “Hay cosas que parecen ser y no son y hay que son y no parecen ser” ese es un dicho muy viejo, sólo sirve para abochornarme.—¡No muchacho, no! No piense de esa manera, no se aleje usted tanto del camino, que el es uno aunque tenga apariencia de lobo es oveja, La huellas están en las narices, ¡“Arcoíris”! multicolores… falta de uniformidad, Trampa como apodo lo significa todo… lo creí un baboso pero para sus fines, no lo era, estuve dormido, si muchacho, estuve dormido, hasta ahora es lo que le digo que me doy cuenta de la realidad cuando otros las han regurgitado.
En verdad Cacheo estuvo agotado en las reflexiones y de repente se durmió, quedando atrapado en los dedos de la tarde calurosa, que lo apretaba y no se pudo dar cuenta cuando llegaron de la iglesia Palomina y Fresa, después despertó diciendo –es cierto para los objetivos de Arcoíris Plumón era su realidad. Los míos y los suyos no andan por las mismas vías. Los caminos suyos no son los míos. Lo que es dulce para Trampa es amargo o insípido para los de mi escuela.
Aunque distantes por el asunto, no comprendí la ida de Freslinda donde el cura aquella tarde de calor, no comprendí de que debía ella arrepentirse. Se creyó culpable, había pecado, al no poder decirle a su hija quien era su padre.
--¡Pero hija de mis entrañas no recuerdo algo, de esa tarde negra, de vientos, truenos y relámpagos tan rojizo como las heridas que llegan a mi mente en los cuerpos mojados que sin convocar los veos bañarse en las aceras de las anchas calles. A veces me llegan reflectores vagos de unas manos fuertes que quitan de mis piernas las medias que llevaba. Todo se vuelve hilachones como telarañas donde veo mis sienes prisioneras y de esas veo volar mariposas entre pajas y desperdicios de virutas en un viejo taller de ebanistería. Salen y se quedan junto a unos pies de barros en portales cerrados marcados con cruces hechas con la sangre de los cuerpos que se bañaban en las aceras de las anchas calles. Pienso que era domingo o quizá sábado por el canto del número de lotería hecho con
Apuro por los pregoneros. El hecho es, Paloma mía, que meses después dentro de mi, como en una huerta crecía la vida, me duele mucho no poder darte, lo que como criatura debí tenerte: a tu padre, regalo tal vez del cielo… porque a pesar de eso, el desconocido, lo que me dio fue la vida… ¡la vida tuya! No tuve como tú, hermanos, tampoco padre conocí, es una cadena que debemos romper. Luego supe que murió en territorio ajeno persiguiendo a un delincuente de la tiranía. Debemos serruchar y cortar con la fuerza de la fraternidad y del amor, haremos lo nuestro en la nueva sociedad recompuesta, reconquistada. ¡La sociedad de nuestros padres aborígenes!
--Si recordar es eso… eso fue lo que mi madre llena de dolor me contó.
--Oye vida mía, lo que supe. Supe que eres hija de un diplomático gringo, eso nunca me había atrevido a contarte por temor a romper tu tranquilidad porque me parece que nada de esas cosas son positivas tratarlas, si no es para terminar con esas. Otra mentira que dicen es que eres hija de Arcoíris Plumón el hermano Transfuguero, pero todo eso es cuento… porque de eso estamos sobranceros, entonces escribió en las hojas donde había dibujado los labios húmedos de Palomina, estamos cerca de la mentira y tan lejos de Dios, tan lejos del cielo y tan cerca del infierno, eran frases que mi padre Yuca decía. Escribió e hizo saber que no sabía quien era el autor porque su padre nunca lo dijo, “los Mexicanos tan cerca de los Yanquis y tan lejos de Dios”
Mientras Palomina hacia algo para cenar él leía a Marcel Proust autor de la novela “Por el camino de Swann” en la página 122.
Pensaba en su difunta esposa y llegó por sexagésima vez que era una mujer de condiciones en término reales superior al promedio normal del entorno y de los contornos poseía dones de humildad que sólo en las razas primitivas, eran halladas. Guardó el Camino de Swann, lo puso en el escritorio y se dispuso a preparar los seminarios que estudiantes del T V centro de Los Llanos de Pérez les habían solicitado, sin embargo no tenía ni lapiceros ni papel, todo lo había agotado, tampoco le quedaba dinero para comprar ni un lápiz de carbón. La pobreza es una barranca que impide el avance de las piernas honradas, y las suyas eran de esas, a él le sobraban recursos intelectuales suficientes para poner el panel siempre a su favor, y vivir en cualquier sociedad con respeto y con dignidad.
Los odontólogos, los médicos, por poner las manos encima del área que habían visualizado, cobran y los pacientes pagan las consultas, en esta sociedad de consumo, mientras que en esta misma, los maestros de piernas y juicios como la conciencia de Cacheo, el hambre podría estrangularlos, porque si no lo muerde con los caninos e incisos de una realidad capitalista, para los enamorados del saber humanístico: su realidad. La alternativa de Cacheo, luego de unas horas de haber descansado reflexionaba sobre las palabras del Tránsfuga Arcoíris Plumón el día de la recolección de firmas para el partido de los excluidos. Nunca le mereció confianza, lo creyó un timador, embustero, tránsfuga. ¡Caramba! Pero por qué será que lo repito llegó a preguntarse y comprendió que no era malo si se sabía repetir.
La cocina de Palomina no tenía nariz era insípida la longaniza suya era como el agua, hasta incolora, los arenques también, hasta esa prima noche que llevó la pulsera que había sido de su abuela, porque Cacheo se salio de la camisa de fuerza de su estropeo y dejó el sueño en la cama tendido como un pendejo y fue a la búsqueda de un aguacate que tenía madurando en una caja. El olor era azucarado y mantecoso, la boca de los vecinos se les hizo agua. Hasta el gas de la estufa, reverberaba y merengueaba para cocer mejor el manjar de aquella noche de apertura como la bautizaría en la mesa en algunas horas Cacheo.
Pensaba en la confección de los seminarios de la independencia nacional, y del perfil del Francisco del Rosario Sánchez, padre de la patria burguesa y capitalista o como le llamaba Cacheo seudo democrática. Lo vi. Sonreír a los estudiantes al requerirle alguna ayuda con temas con dificultad para localización pero de suma importancia para la formación integral del estudiante de secundaria. Cuando el tema no le parecía de utilidad formativo decía — ¡cuántos elementalismos! Casi no se le escuchaban las palabras. ¡Todo eso es basura! Los maestros—pensaba Cacheo-- no explican, sólo mandan a buscar sin saber para donde, lo envían a las batallas sin armamentos sin plan y sin entrenamientos como malos comandantes. Actúan lejos de lo que es la vieja, la actual y didáctica del futuro. Muchos enganchados a ser maestro… copian simplemente copian las cosas malas del que fue su mal entrenador y como cadena se creen súper, se creen gigantes, porque desde su enanismo se erigen con zancos de maderas carcomidas y al chocar con las olas del mar de la realidad cotidiana o mejor la de fin de año escolar caen destruidos y para colmo que algunos ni se dan cuenta que han caído. No se dan cuenta que cuando los vellos del antebrazo del alumno huele a llama y humo el suyo hiede a zumo y a humareda. ¡Je, je a las batallas sin armaraje, sin avitualla ni logística sin planificación son sacados del escenario docente para enviarlo a la muerte. Hablo de los que desconocen que antes de toda investigación hay que seguir un proceso, un camino bien limpio, conocido para evitar los escollos y no caer en los recodos y recovecos que los envía al precipicio. Estudiantes con poca instrucción y formación cósmica, es como el soldado que va a las batallas con poca instrucción y orientación militar.
Cacheo tenía hambre Palomita freía berenjena que rellenaba con virutas de lechugas y palmito con el ajo y la pimienta era insoportable el olor y la boca se le hacía agua como los perros de Ivan Patrovich Pavlov. Las buenas intenciones se convirtieron en realidad había comida en los platos y la mesa del novelista que según los del entorno no prendía vuelo. Había oído en boca de Caobo Calvo “el mal comido no piensa…” Porque el maestro no cobra consultas como el barbero y el odontólogo, como el manicura y como el sacerdote, que por limpiar una uña el primero y bautizar o por celebración obtiene dividendo el segundo; sólo el maestro pasa hambre cuando el Estado no le protege. Todo lo otro es monte y culebra. Pero aunque no sepamos quién alguien nos escogió la profesión. Pero el estaba listo y confesado.-- obligarnos ¡no!
Había dicho.
Quizá ¡si! Por una fuerza inverosímil con misiles de cabeza inteligente ¿Inteligente?
¿Cuáles son las raíces de la libertad, no, no… de la lealtad y del adulterio? Estará cerca de la mesa del comedor? Pienso que muy cerca y del pupitre escolar. Esta cerquita…
--¿Sabía tu Cacheo, que cuando hay un mal gobierno las matas de frutas paren más que las otras. Que abundan las avispas y las moscas son enormes. Que cuando se acerca una hambruna crecen las epidemias y las alimañas y los piojos? ¿Sabía que si el gobierno no cambia las hortalizas se convierten en insectos, en batracios y en reptiles ofidiosos… la miseria el hambre las enfermedades, convocan para convertirse en puntero por el territorio.
-- Pienso que esa es una atinada observación muy real-- como decía mi padre Yucano -- “la escasez de alimentos es abundancia de moscas, de lagartos, de mosquitos y de saltamontes.
--¡Eso es de ahí! Ni chinchín menos, ni chinchín más.
Palomina vio que por las mejillas de su marido desfilaban dos lágrimas como dos cadetes del parque independencia, como dos de la puerta de Conde… ¡si señor! Ella se desprendió del asiento y con la agilidad de un canino de un felino la libó sin contrapelo y las halló amargas y frías. Al conocer la situación por la que estaba pasando Cacheo, no preguntó por las dolencias, porque las creyó grandes y cuando los ríos están fuera de madre es mejor esperar que… el la miró y se entrelazaron en un equilibrado abrazo mental y moral más que orgánico. Cacheo caminaba sobre arenas calientes pero no se desbordaba luego de desprenderse estampó sobre los dos pequeños carnosos labios un suave e ingenuo beso sensual más que sexual… ¿un beso filial más que qué? Estuvo al tris de repetírselo. Y surgió una retahíla de nubes blancas… de luces tenues que fueron despejando las encrucijadas, y disiparon los entornos familiares. Eran felices y así estaba confeccionado su mundo, su realidad no había para ellos algo que mayor importancia tuviera que amarse y convocaban un escenario de jornadas de trabajos con amor compartido. La comprensión entre ambos eran amarras que empleaban como timoneles de su revolución socialista que comandaban sin enojar a nadie porque el transfuguismo en su universo no cabía. Cabía el respeto que brindaba, el que se cosecha del amor comprendido y compartido entre fidelidad sin temores ni prejuicios. Cabían las fiestas donde se sirven botellas de virtudes y solidaridad usaban la misma llave en la misma cerradura de algunas dudas que en el día ocurrieren que no sosegaren los dolores y que las luces disipasen las negruras de su pobreza.
A pesar de todo tenían haberes limpios y castos en los términos éticos y morales y sociales obtenidos con trabajo y esfuerzos de los dos. La casa estaba ahí de tres aposentos cerrados, usaban dos, uno para oficina y el otro para dormir el tercero se abría cuando un pariente o cualquiera los convertía en huésped; la habían recibido de los antepasados una sala comedor-cocina planchaduría y lavandería. Pintada de azul cielo y los aposentos de azul añilado. El techo de madera y de zinc y de cemento frío el piso color amarillo oro, los muebles tenían trescientos cincuenta años desde la adolescencia de la tatarabuela de Palomina. Al lado una nevera ejecutiva paralela a una tinaja Cúa tricentenaria querida porque mantenía el agua en eterna frescura Cacheo prefería la suya a la del refrigerador.
De la habitación donde escribía salía la energía de la permanencia en fotografías de grandes genios del hacer humano, especialmente en la literatura y el saber universal. Pero la oblaciones principales iban para Gabriela Mistral, Juana de Ibarboreaux, Alfonsina Storni, Rosa Luxemburgo, Goethe, Shakespeare, Cervantes, Gabriel García Márquez, Ernesto Guevara, EL “Che” el Doctor Fidel Castro junto a Lenín y a Marx … y más allá la de Manolo las de las heroínas de ojo de agua. En un pequeño rincón como si fuera un museo a parte, a bajo luz los perfiles, hecho en hilo de cabuya, de Máximo Gómez, de Desiderio Arias, Demetrio Rodríguez, de Cipriano Bencosme, y de Virgilio Martínez Reyna más abajo la de Caamaño Deñó, de Fernández Domínguez, la de Lora Fernández Peña Taveras. Cacheo era dueño de una colección de las fotografías de El doctor Peña Gómez, en todo lo largo desde su vida de aparecido en los patios de Mao hasta camino al sepulcro.
--¡Ven! –Dijo- Palomina vamos a cenar.
--¿Qué vamos a cenar? No respondió y con la ternura de los nueve años cuando se quedó en la tumba común en el cementerio... Lo llenó de cariño insobornable e inolvidable echó su brazo zurdo en el cuello deslizándosele, como una suave culebrita sabanera. Estando sentado y al finalizar los seminarios de orientación de la universidad O & M; entendió que debía acudir a los movimientos de su amada y entrar por el portal que ella le estaba abriendo iba a grapar los papeles y dejó caer la grapadora la suavidad de la piel de su amada le quitaba su voluntad, ella había absorbido su poder de mando como otras veces sus labios no se movían sino absorbían la pesadez del trabajo y lo liberaba de la sumernage en que estuvo las 7 horas anteriores, era un beso desnudo, de carne que empleaba las comisuras simplemente como puente para cruzar en esa manifestación de pobreza, ella lo hacía rico enviándole su alma y entraban unidos bajo el embrujo corporal más que eso eran vibraciones de un universo cargado de lirismo, surrealista sin altivez encendía el corazón orondo pasional y emotivo y musical, brotado de un jardín paradisíaco sin prejuicios, sin frustraciones sin aflicciones sin anhelos, ni sueños sin satisfacer.
--¿Qué hay de cena en la mesa?
--Ya estamos en la mesa, ese es tu manjar, no existe mejor banquete que el que se alcanza sin prejuicios ni tapujos, pero colmado de espontáneos deseos de hacer feliz a la pareja.¿ Acaso no ha visto a los lagartos cuando se aman, no los has visto tomarse sin religión? ¡El amor de los potreros el de los corrales el de los mares y de los océanos! El tuyo y el mío es el de los cielos es el muy real pero más que eso, Cacheo, es un amor honesto. La mesa soy yo soy tu mantel tu servilleta, y soy tu servicio. Dos lonjillas de cebollas revueltas en virutas de albúminas de huevos esperaron en medio de dos panes hasta que volvieron por un pellizco estomacal. -La verdad que el hambre se quita cuando el espíritu está satisfecho, cuando hacemos algunas cosas bien para todos. Mi conversación es un cruce de ideas en bejucales en alas de luciernagas en noches claras.
Durmieron y a partir de que vendiera la alhaja que tenía guardada, permanecieron comiendo de esos dineros hasta que los estudiantes universitarios y secundarios acudieron a llevar algunas cosas de comer como paga por los seminarios que Cacheo le había hecho ya que no cobraba… los recibió por entender que era una especie de cambalache entre maestro y estudiante. La despensa se había llenado con honestidad. Iluminados dejaban los paquetes fundas, encima del escritorio de ébano verde, llenos de bienes alimenticios que guardaban de buenas ganas.
En la casa de Palmaro las reuniones continuaban igual que el primer día. La muerte de Jabonildo, la de Joaquín y de Segundo, ni la prisión de Manguito y de Vergelio han hecho cambiar a la familia Ortega del Prado. El vibrar de sus emociones hacía tremolar las zapatas de los perseguidores que no eran otros que los bisnietos de Bala, y los ahijados de los cocuyos de Constanza.
El agrónomo Florencio fue cancelado y golpeado Almacildo por no aceptar burla de los caprichos de esbirros de los seguidores de los nuevos millonarios, que decían que los nombres de los hijos de Palmaro “eran nombres de burros y loros del bosques…”
--¡Pero bueno! Dijo Campeche, es que nosotros debemos felicitar a nuestro abuelo por que inició dándonos nombres con contenido social, con concepto humano de este mundo real en vivo y en blanco y a todo color no nombres extraídos de almanaques ni comprados en el extranjero sin pizcas de significado… vacío muchas veces carentes de asimilación.
Ya en la tranquilidad del hogar en el borde de la meditación recordó que entre los nombres de los seminarios que no habían retirado estaba el de un estudiante con nombres como los de su familia y dejo la cama para comprobar si era cierto lo que estaba sospechando. Efectivamente el primero de los cinco seminarios se vislumbraba el nombre de Pimientino Ortega Arias estudiante de 4to. Semestre de Pedagogía general de la Universidad Rafael Chaljub Mejía, en la provincia María Trinidad Sánchez, cuando lo vio en su planta le preguntó ¿Cómo se llama su abuelo, joven? La respuesta fue la que esperaba y para su complacencia, era bisnieto de Yucano Toribio, su padre.
--¿Por qué maestro?
-- No es por nada dañino, sino que es usted mi sobrino nieto, soy tío de su padre. Su abuelo es mi hermano.
--Artemisa freía once libras de batata para le cena, Palmaro celebraba el dia de los tubérculos y a lo que les echo manos fue a esas libras de convolvulácea, sabía -que era el alimento más completo de la huerta nacional Para los Del Prado era el día de la Batata… la comían con guandules, cocinado con coco y muchas mostazas y muchos berros y bastante cilantro, del llamado culantro. Florencio interrumpió la charla para probar el guiso que su madre le llevara para obtener su aprobación.
--¡Está bien mamá, sabe a encanto! --dijo el hijo mirándola como cuando era un púber—y continuó hablando de los hechos de Palma Sola y de los Mellizos liboristas. Del laborismo dijo—es una religión, es una creencia sureña, en algunos parajes de San Juan de la Maguana. Liborio era un anciano vicioso mujeriego, bebedor. Continuó hablando del progreso. Del físico y del moral del ético y del espiritual. No importa el avance del caballo… hay que establecer la velocidad y duración de sus emociones. También de las habilidades del montador.
--¡No eso no es verdad!—gritaba Palmaro que entraba discutiendo con un cliente suyo que alegaba asunto de historia que empuercaba la imagen histórica del país. ¿De dónde sacó esa barrabasada, quién lo diría?
--De donde no está ahí en las cañadas y en los zanjones de la historia.
--¡No Muchacho…! ¡No es verdad! Ferrand, dispuso el avance de las tropas francesas hacia el territorio nacional hasta Hincha pero fue el 6 de enero, día de los santos Reyes, pero fue en 1805… no el 9 de -diciembre del 1804, esa es la verdad,-- dijo y fue cuando acabó de entrar al salón donde aún Florencio saboreaba la batata con guandules…
--¿Qué tal hijo?
--¡Está todo en orden viejo!
--¿Pero no me va a negar que Ferrand ya en el territorio no mataba a los haitianos especialmente a los padres de los niños y jovenzuelos que apresaban para venderlos como esclavos?
--Claro que no te voy a negar si esa actitud enfureció a Dessalines y ordenó ocupar el territorio de la parte este por dos flanco… sin embargo se vio obligado a regresar porque el parque bélico con que contaba era insuficiente para enfrentarse con las tropas napoleónicas. Claro que lo que dice ahora, compay, es un rayo de luz. El cliente satisfecho le pagó la deuda que restaba de la caja dental que Palmaro le estaba entregando para que se la midiera.
--¡Qué bien, que bien le queda!, ahora a usted le luce decir la Historia como le cuadre…, Je, je! Ambos rieron y Palmaro fue al comedor donde la familia lo esperaba para bendecir los alimentos en el día de los tubérculos que en la familia de su esposa había sido una vieja tradición.
Ya en el servicio, en el almuerzo, Florencio le preguntó a su padre por qué no le explicó sobre las columnas de Petión y de Cristobal y los problemas ocurridos en Santiago que resistían el avance por la ciudad. Y Palmaro le dijo que a él, y era cierto que discutía hasta en el templo de Bahaullah para dejar limpio el entorno de la humana verdad, pero lo que buscaba era que el individuo, no le pidiera más rebaja… - ¡ja ,ja,ja; ja ja ja, ja¡ rieron hasta que se agotaron, a pesar que Artemia le recordaba la digestión.
Cacheo esa mañana tenía 20 pesos con 34 centavos lo había obtenido por los trabajos de teatro para promover la presentación de tres jornadas del taller literario a favor de la literatura socialista celebrados en la pérgola de su residencia, como asistieron más personas de las previstas los centavos no alcanzaron para la picadera y buena agua fresca.
En una de las mesas Caobo y los hijos de Palmaro presentes en la jornada literaria habla de la vida de los tránsfugas que les sobra de todos mientras que a ellos, les faltaba para comprar siquiera agua y no morirse de sed. --¿Cuándo se curará esta ciudad, señores?
--¿Cómo dice usted?
--Dije que… ¿cuándo se curará este país? Los pilotillos están carcomidos, la materia básica se la han llevado los comejenes para sus almacenes, corrompen con las huellas las piedras y las rocas al pasar. Queman las huertas, derrumban las zapatas de la dominicanidad. Hemos perdido el poder de engendro de hijos sanos y puros, que nos den nietos más sanos aún.
--¡Cortaron el fluido! Ha vuelto la oscuridad. Casualmente cuando los exponentes leían las conclusiones…
--Nosotros decía-- Anonaldo creemos que nuestra empresa debe ampliar sus alas ancharlas hacia otros horizontes y es por eso que consideramos que a partir del próximo año escolar las escuelas nuestras producirán los víveres que estas consumirán producirán los cuadernos y lápices que utilizarían. Los estudiantes serán actores y Protagonistas en cada acto de producción como lo son en el acto de consumo. La sala aplaudió por cinco minutos y los participantes se pararon de los asientos.
Los dineros-- continuaba Anonaldo—los obtendremos con los grupos socialistas de la vecindad regional y de las secretarías de agricultura, de industria y comercio y de Fomento industrial. La secretaría de educación de nuestra organización instalará fábricas regionales de butacas, neveras bebederos de pizarras y talleres… En el centro del territorio nacional habrá fábricas de zapatos escolares que donaremos a los niños pobres hijos de trabajadores.
Lo más interesante es que en todo el territorio nacional haremos como hacían nuestros primitivos. Haremos convites, juntas, tornapeónes, iniciaremos el primero de enero, día de año nuevo, sembraremos tres millones de matas de maíz en terreno del consejo estatal del azúcar. El día de reyes sembraremos diez millones de naranjos de las conocidas en todo el territorio nacional como babor, el día de ceniza sembraremos seiscientas mil matitas de auyama no rastrera. Los aplausos eran constantes… y se prolongaron más cuando Cacheo anunciaba que su esposa Palomina iba a ser madre de un par de gemelos o sea cuatrillizos como los racimos de los 10 millones de cepas que sembrarían en toda la propiedades de CEA. De los centrales Montellano y Amistad.
FIN
FRAGMENTO DE UNA NORIA EN EL CAMINO
Doña Daniela Arias fue al dormitorio de su hijo y puso la carta, procedente de la Vega, encima de la toalla que estaba en el espaldar de la cama. Al despertar sonrió en forma cuadrada al ver las letras de Margarita Almánzar a la que le llamaba Margarita Dalia. Con leer ese nombre se energizaba y aliviaba sus condenas. Parecía que un tornado de buena energía le activaba sus pulmones, dándole el contenido inmortal. Sonrió a su madre, agradeció lo de la carta, luego de beber café y de recibir las bendiciones, marchó para la oficina de educación en la provincia. Tenía comprimido el pecho, era la sexta vez que entraba en una oficina de Estado buscando el nombramiento que como egresado de una escuela de internos, le correspondía… eso decían para maximizar el interés por la escuela y sólo hallaba el tradicional letrero, “No Hay Vacante”, molestoso para los desocupados. En la oficina había poca gente, parecía un día feriado, la secretaria de servicio informó que el señor director regional estaba por llegar. Desalojé el espacio que en la oficina ocupaba y marché a la primera planta para en la paletera esperar al señor Oficial de la educación, comiendo menta o bebiendo frío, frío y mitigar un poco el calor. En la referida paletera estaba la señorita Daisy Ulloa, quien había sido su maestra en segundo teórico, mientras impartía la biología de ese grado en el Liceo Enrique Emmanuel Ashton de la comunidad imbertolina. También fui compañero suyo en el aula de redacción y estilo, bajo la regencia del yertísimo maestro Alberto Malagón. En la universidad Autónoma de Santo Domingo.
-¡Hola profesora!
-¿Qué tal Arias? ¿Qué haces por aquí?
-¡yo busco empleo maestra!
-También yo.
Mientras conversamos ascendió al patio de la dirección regional de Educación un carro rojo, se desmontaron el señor Primitivo Trinidad, director regional de Educación y el joven Diego Gómez, guardián del Liceo. E. E. Ashton y estudiaba periodismo. Era reportero en los medios radiales de la región y en los escritos de Santiago y de Santo Domingo. La maestra ingresó a la oficina y conversó con el director, yo me quedé con el reportero, me había dicho que espera que nos fuéramos para Altamira, donde me dejarían puesto en la Escuela Enrique Chamberlain, donde requerían de un maestro, que tenían 22 días estaban en huelga,. Que yo era la solución. Así mismo ocurrió.
Mi situación fue mejorando desde el punto de vista económico y emocional, pues podía ayudar a mi familia, en los primeros años de labores como maestro en Altamira. En lo social el diámetro de relaciones se extendía. Comía en donde la señora Adelaida, vivía en un pequeño cuarto que me alquiló la señora Herminia Hernández, conocida en mi comunidad, y especial en mi casa porque doña Milita, como era ella conocida, había sido maestra durante varios años en la escuela de Bajabonico Arriba.
Primitivo Trinidad, director Regional de educación, pertenecía a la cúpula del Partido de Gobierno, en la comunidad de Nagua, de donde era oriundo. Sin embargo manejaba los asuntos educativos, en Puerto Plata, donde era visto por los jefes políticos de su partido, como a un intruso. Cuanto en las escuelas principales de territorio, se producía una vacante, se lo nombraban sobre su cabeza. Le permitían recomendar sólo cuando les convenía. Fue por eso que le permitieron que me nombrara en Altamira. Donde en apariencia el pueblo estaba en arma. Pero por encima de todo el mundo el partido impuso a Rigoberto Sibilia, sacado de academia militar, para imponerlo como director de Liceo Enrique Emmanuel Ashton, en Imbert. También le impusieron a la profesora Ulloa, con la que no tenía controversia, en las aulas del referido centro escolar secundario.
La comunidad de Altamira recibió con agrado mi nombramiento, para impartir las clases en el 5to y en el 6to grados, levantaron la huelga que llevaba 23 días. Margarita allá en Ranchito de la Vega, recibía la carta de contestación que yo le enviaba informándole de mi nombramiento. La madre cuestionó, la pureza de nuestra amistad. Sin embargo Margarita se fue a leer mi carta al dormitorio como en tiempo del internado. Olía el sobre que contenía la carta mía, de esa forma recordaba el rostro mío. Me imaginaba debajo de las verdes sombras del laurel. Ella continuaba la lectura de la carta: “he sido nombrado con dos tanda en la escuela de Altamira, me agradó recibir informe de ti, lo que llenó de mucha energía mi existencia pública. Mi mamá, que no deja de mencionarte, me dijo” si esa carta que lees, es de Margarita, de esta semana no pasarán sin que te nombren”
La escuela, decía en la carta, es muy vieja en sus paredes abundan las marcas de los años y la prisa de las manos del viento. Abundan los letreros en las paredes. De sus grietas, en el techo ventilan, el cenit, las puertas, en muchos casos, están sucias y en el suelo. Hay un anexo en construcción para alojar los grados que en el ayuntamiento mal funcionan. Pero el personal docente y administrativo es agradablemente aceptable, los que funcionan como docentes de la intermedia, son doña Eugenia Bodden, Antonio García, Enrique Mendoza, y Rafael Peña, son gentes buenas, se consideran mundo aparte, de los de la primaria. Los de sexto y quinto colaboran el uno con el otro. La competencia en esta Escuela se siente y beneficiosa para los estudiante. La dirección recae en la persona de la señora Socorro Montan, esposa del dirigente reformista Choel Canhuate, diputado por Puerto Plata, es una mujer muy cultivada ama la gente, porque ama la lectura. Fuma a cada instante, es de baja estatura, de piel rosada, casi amarilla. Sus cabellos muy olorosos, casi siempre están sueltos, en el portal trabaja un dirigente reformista de nombre Domingo Frías, parece inofensivo, es de mediana estatura, moreno. El sereno siempre cuenta sueños que tuvo en la noche, parece que no se da cuenta… , para no cansarte, Margot, te diré que me he encontrado con personas que se me parecen a otras, eso no es extraño, verdad que si, que no es extraño…, Luisa Ureña, imparte clase en sexto grado, en horas del alba, como yo a pesar de ser morena y tener los cabellos negros también hace cosa que pienso de inmediato en ti, y miro sus ojos que son grandes, hermosos, cloros amarillos, hablan, no como son los tuyos. Mide 5 pies y algunas pulgadas, es dulce. Adriano Vidal Reyes, Maritza Ureña, y yo formamos el cuarteto de los de primaria. Sólo Vidal y yo, somos maestros normales. Ah, y Antonio García, que imparte las matemáticas de la intermedia.
De los estudiantes no hay nada mejor, son de todos tipos, ahí en la escuela, está la manera de comportamiento del Altamirano, hay blancos y morenos… también hay rencorosos, y pesimistas. Muchos son exhibicionistas, pero hay socialistas como los Mellizos y Máximo Rodríguez, pero extra escolares. Fuera de las aulas la gente es buena eso parece. Me refiero a la población de clase popular, la media te observa con cuidado, hace anotaciones… me llevo bien con el camarlengo y el cura, de la ortodoxia católica, son de pensamientos comunitarios. El cura es de Baitoa, de nombre Esteban Espinal, y el secretario se llama Arismendi -ITO- Cabrera Vargas siempre están acompañados por muchachas que encabeza, Mamy Frías, Amparo Cabrera Arias, Aurita Bontempo etc, los varones que me visitan y que con gratitud recibo son a Máximo Vargas, Manuel Reinoso, Máximo Rodríguez y su hermano Juan. A Fidencio Colón y a un primo suyo de nombre Emilio.
Ciro Lapaix, natural de San Juan de la Maguana, en el sur de la república, continuó los estudios universitarios y al siguiente mes de haber finalizado los de la escuela Normal. Estando en el campus universitario nos encontramos en el paraninfo de Humanidades donde acudiríamos ambos sin saberlo, a la misma aula y con los mismos propósitos. La Universidad Autónoma de santo Domingo, realizaba el primer curso intensivo de varano para maestro o para estudiantes de pedagogía. Duramos 6 meses, los días de vida del curso, intercambiando opiniones y noticias de las ocurridas especial de la guerra de Vietnam, las consecuencias de los bombarderos. Nunca supe el domicilio de Lapaix, no me lo dijo, no se lo pregunté. Nosotros residíamos en la casa de la señora Hilaria Sandoval, madre de Ramón, De Fredy, de Grecia y tía de Rubén Darío Sandoval, asesinado, este último, en la Cancha, del Club Héctor J. Díaz, por tropas del gobierno Balaguerista. Doña Hilaria de apodo Niña, vivía en la calle Enrique Dunant, no 12 del ensanche la Fe. Cerca de la escuela Fidel Ferrer, desee laborar nombrado por la secretaría de educación por conocer la población educativa, aunque no como la palma de mis manos pero había dado clase en sustitución por enfermedad, de un maestro amigo de Ramón Sandoval. Cuando Lapaix tuvo necesidad de alguna cosa iba a la casa de la familia Sandoval a buscarme. Doña Niña conocía la familia de mía, hasta se consideraban como parientes…ella y papá crecieron en los mismos predios del Bajabonico y de Arroyo Capitán. Por esa razón y otras que no vienen al caso explicar vivía en su casa como en una embajada de un país hermano. Era para mí como para Chichí Tamayo, una Noria en mitad de un camino polvoriento. Hacia la universidad o hacia la trinchera. Ella tuvo siempre una sábana para arropar a los amigos de sus hijos y de la única hija. Nunca faltó la tajada de aguacate, o de mango, o el pedazo de guineo para poner en la comida que nos servía como lo hizo con sus tres nobles hijos.
-Vittor, decía doña Niña- te busca Lapaix, está en la galería, dile que pase. La señora Sandoval comía algo de merienda a las tres o tres y media de la tarde. O frutas o comía dulces jalaos o de maní, que ella o Grecia fabricaba. La llegué ver comer naranjas en hollejos, que desmenuzaba con la delicadeza de su porte de mujer elegante. Yo me iba con Ciro Lapaix, a la bomba de la Máximo Gómez, frente al cementerio, donde departíamos mientras, tomándonos un jugo de frutas o un refresco country club con hielo picado.
¡Caramba Arias, me decía Ciro Lapaix- no has sabido tú, de Ángela Guzmán? La recuerdo, por su piel de café, y por la voz de ruiseñor, ponía tanta melodía, que el arrullo de una paloma parecía.
-Claro que la recuerdo, quien puede olvidar aunque el tiempo se vaya, a sujeto como ella, su nombre era Andrea, tenía un novio de nombre Chicho, era agrónomo, cojeaba de la pierna derecha. Llegué a creer que se interesó por ti, Kleber Soriano y yo, creímos que tú, volverías al colegio por ella,
-Recuerda que te dije, haberla visto el laurel, con el profesor Contreras, pues, era con su Chicho que estaba. Fue desde entonces que me desinteresé de ella. Además supe por José Enrique García, el poeta, que ese individuo tenía solvencia conducta económica. Me reí con la construcción conducta económica, por hallarla impropia. Pero bueno, así es, así es… continuó encendió un cigarrillo de los largos llamados premier 100, al que encontró perfumado, pero demasiado largo.
El recreo había finalizado, los profesores Ureña Martínez, Mendoza y Peña se deleitaron con mi historia. Mañana continuaremos, dijo Adriano Vidal, está bien dije y agarré la silla donde estuve sentado. La desconfianza en que reciben a un extraño, se fue disipando con mi integración a las actividades de la comunidad. No iba a la misa, pero iba al secretariado cural, era amigo del sacerdote Espinal y del camarlengo. A quienes las autoridades gubernamentales y del partido colorado odiaban a verlo morir.
Yo comía en la fonda de doña Adelaida Peña, recibía las tres comidas por un peso diario que pagaba los 27 o los 28 de cada mes. Fue allí donde conocí Julio Pérez Lambertus, agrónomo encargado del proyecto café y cacao de la secretaría de agricultura de la zona, correspondiente a la dirección regional de San Francisco de Macorís, que dirigía el Agrónomo Juan Pablo Duarte García. Julio Pérez era alto, delgado, usaba botas tejanas, y de la correa colgaba un cuchillo de campaña o vaqueros. Usaba camisas a rayas o a cuadrito muy pequeños, y un hermoso sombrero de alas anchas. Julio era muy vulnerable entre las faldas de las muchachas altamiranas, las de su coloquio farandulero… las de más alto perfil eran Aurita, Luchín Bontempo, y Maribel Rivera González, quien era su novia. No bailaba y cuando lo hacía era para complacer a Maribel con la melodía delicada de algún bolero de Lucho Gatica, de Tito Rodríguez o de Leonardo Fabio. Otras admiradoras y eran de su Garden Club, Primavera, Niniviana Alma, Sonia… Maribel era del Garden club, quizá la más débil, la menos arrogantes, quizá la que menos expelía su perfume erótico por prudencia… fue con ella y con Aurita, con quien más pronto me enfrasqué compartía amistad y cariño llegué a emitir mis sueños y quizá escucharon algunos de mis anhelos sociales.
A las ocho de todas las noches me la pasaba leyendo obras como Conceptos elementales del materialismo histórico de Martha Harnecker, leía el tomo uno de Karl Marx, el proceso de producción, el proceso global de la producción capitalista. También de Marx. Esa noche leía a Engracia y Antoñita, tocaron con suavidad la puerta, ni me moví, pero al continuar con cierta periodicidad, abrí, era una alumna vecina, enviada según ella, por sus padres para informarme que estaban a mis órdenes, para los casos urgentes que se me pudieran presentar. Agua fría para tomar o para aseo de emergencia. Lo vi bien y lo agradecí, Sonia, que era el nombre, de la hermosa alumna, hija de Bernabé Santos, se quedó conversando de cosa nimias, luego de un rato vino su otra hermana y novia del Camarlengo, a buscarla. La noche era calurosa, el cielo estaba como un vivero de estrellas florecidas, no había luna pero los reflujos de las estrellas disipaban los caminos.
Era 19 de diciembre del año 1969, ya yo había cobrado los meses de octubre y de noviembre, eran mis primeras vacaciones como empleado del Estado, parecía que todo iba sobre rueda, me divertí conversando con Lina Moya, con Aníbal Álvarez y con Filgia Amparo Cabrera, quien recordaba que era enamorada o novia de Antonio Morrobel estudiante del Enrique Emmanuel Ashton, natural de Luperón. Moya y Arias realizaban licencia por embarazo en la escuela y Álvarez tenía una escuela comercial en la calle San José al lado de la residencia de la señora Eugenia Bodden y de la policía, tanto Lina como Filgia, realizaron el último curso de secundaria en mi municipio, y fue donde las conocí. Meses mas tarde pasé a laborar en la escuela de comercio de Aníbal Álvarez, para impartir clase de redacción y de corrección en horas vesperales, lo mismo ocurrió en el liceo Luperón, que fundó el profesor Aníbal, con la colaboración nuestra y especial del joven Cándido Silverio, en el liceo entregaba clase de lengua española, de teoría literaria, de literatura española y de historia de la literatura dominicana. Andábamos con el bacalao a cuesta. De ahí se aleja Cándido estimulado por el joven José Augusto Ventura, y fundan el liceo en la comunidad de Palmar grande, que inician con los dos primeros grados. Al alejarse del centro el señor Cándido no repartimos las materias y acepto impartir materias, en una actitud que propia de la corrupción en que nos desenvolvíamos, de las ciencias naturales y sociales. Seguíamos con el bacalao en la espalda.
Altamira estaba acostado en un catre de montaña, en el mismo vientre verde de la cordillera septentrional, aunque había agua eran dos pequeñas arroyuelas, que se escondían en verano, como un reptil en escasas arenas húmedas, oscurecía muy temprano. Las casas de maderas y muy escasas de cemento facilitaban un ambiente, para mi, un ambiente de solemnidad y de tristeza, y de augustísimo misterio. Los cabritos brincaban hacían piruetas en las calles del coco, no muchos perros marcaban con orine su territorio, como en esas fincas grupos de personas humildes marcan solares que luego los burgueses mandan desalojar. Un sabueso, ya muy marcado por la pesada máquina del tiempo, mira para el lado de la derecha, atisbando para ver que no lo miraban los menos viejos, orinaba cautelosamente las paredes de la casa de doña Carmela Vargas, madre del Curarlengo, es decir el secretario de la casa cural. Esta vez lo hizo con libertad, por que los otros fueron correteados por don Antonio Cabrera, esposo de Carmela. Un poco más allá pero en la calle san José, estaban jugando decenas de niños menos que púberos, cuatro de ellos lloraban porque un tal José Luis les había roto las suyas, tan solo porque eran papeles del color blanco… y en esos días de inicio de la década del 70, el color blanco en el Pueblo de Wilfrido Vargas, era prohibido el uso hasta en los juego infantiles. Por el color que use te conoceréis, decían los reformistas. Me acerqué a una de las niñas y la respuesta que tuve fue- “cuando nuestras chichiguas son hechas con papeles blancos Juan Luis, amigo del Juez y de la policía viene y nos las rompe” le dije que era peligroso estar en las aceras a esa hora de la noche cuando se asoma un temporal.
Doña Daniela en el cortijo de los Arias, se hallaba muy alegre, porque me estaba yendo bien en el trabajo, enviaba las ropas limpias con Fidencio Colón, alumno que yo enviaba con las sucias. Colon relataba a mi hermana mayor los sucesos que terminaron con la vida del cura Cortina --Esa muerte fue muy extraña, dijo Colon desgranando poco a poco la información, la comunidad vivió la tragedia, como la de un hijo suyo, ya la gente lo están mistificando. Fíjese maestra, cuentan que el padre se comunica con su antigua feligresía, con tres toques de campanas. Doña Daniela, al tiempo que le servía una taza de chocolate con leche, sonrió. La maestra quería más detalles y Fidencio le dijo- cuando nosotros le preguntamos al profesor sobre lo que creía- El nos dijo que eran, simple charlatanería, de necios mentirosos y de los que piensan así. Doña Socorro Montan, en la reunión decía a los subalternos no piensen ustedes que porque sea yo, la esposa de un dirigente del partido en el gobierno, voy a cerrar mis ojos ante la realidad. No, yo no soy hipócrita. Lo que esta bien, bien está, pero lo que anda mal anda mal. Se que las clases son deficientes no sólo por las carencias de voluntad personal sino por la falta de recursos de los que administramos. No hay mapas, borradores tenemos que comprar la tiza, puertas y persianas en el suelo. Goteras en el techo, niños y niñas sentadas en piedras por falta de butacas… de esa manera no avanza nada. Falta de todo, empezando por el cariño a los y las estudiantes.
Hasta luego expresó colón que se devolvió para decirle a mi hermana, la maestra. —el profesor Arias nos explicó que para ocurrir un fenómeno, era de necesidad de una fuerza superior al fenómeno. Es así- exclamó mi hermana y bajo el brazo que usaba para saludar al joven estudiante que cogió los paquetes y se marchó.
Tres meses más tarde Julio Pérez y yo nos mudamos a una casa frente a la puerta del cementerio de la pequeña ciudad, en la calle Hermanas Mirabal Reyes, de dos dormitorios y de una amplia sala comedor, sanitario retrete, vivíamos más cómodos. Podíamos recibir limpiamente visitas y familiares.
Se me llegó a criticar porque me acostaba muy temprano, pero ahora como laboro en el Liceo me acuesto sobre las doce, ahora comentan que lo hago demasiado tarde. Voy al cine y a los restáuranes y hasta las barras de Cheché y de Agliberto Raposo. Ahora conozco donde hay tierra firme y donde movediza. Ahora declamo versos, y bailo en un estilo diferente a los Altamiranos que según apreciación nuestra se sienten ser más santiagueros, que puertopateños. Trato por no dejarme caer por la escalera que mis enemigos quieren verme rodar. Así soy, discípulo de Hostos y de Bosch. Pienso que por eso me persiguen. Muchas veces recuerdo las tertulias de las ventanas de los lagartos, la imagen de Margarita Almanzar, me arranca de lo profundo de mis recuerdos y lo llevó a mi dormitorio y por el embriaguez mi fantasía me empuja al éxtasis. Alcanzando un sueño restaurador de energías. La sueño, como mi amada esposa, con sus verdes ojos esmeraldas, embarazada de un valioso niño al que los amigos del Curarlengo del padre Cortina recitan para pasárselo a María la madre del hijo despierto secando las lágrimas de Dalia Margarita. Pensaba a veces lo escribía, vendrá a casarse aunque sea con nombre cambiado, la recibiré como a ella aunque sean ambarinos sus ojos y no esmeraldinos los besaré por la humildad de su pequeño cuerpo y la sencillez de sus labios, llamarán mi nombre y dentro de mi pondrán su pequeña cabeza de noche sin luna. En la puerta de mi corazón tocará y le abriré en una tarde dicembrina, de octubre o septembrina y se alojará en mí si contratiempo. Podrá para siempre dormir. Miré de nuevo las dos montañas que gemelas unidas parecían, en el espinazo del parque. Era un viejo obrero cansado con la azada al hombro zurdo, de llevar el saco de maní a cuesta como burro con las rodillas peladas, en las piernas de la cordillera.
Desperté, y de la mesita, la dama de las camelias cogí, sonreí para cambiarlo por Barsié, allí dejé las Cosas Añejas y Cañas y Bueyes. Abrí la página 17 y lo que pensé fue que en todo en diámetro de poblado y de su perímetro urbano no había centro de prácticas sexuales, que en el Jamo había una carnicería, una panadería y almacenes para la compra y venta de frutas y frutos como café y cacao. En la carretera Navarrete puerto plata, la bomba de gasolina daba la bienvenida, a los que venían del sur. Al norte del pueblo crecía con fuerza loma damajagua, al oeste las Piedras, en su centro localizábamos en correo postal, la casa cural, la iglesia, el cuartel para policía, entre la pequeña calle San José y la hermanas Mirabal Reyes localizábamos las residencias de Donaciano Vargas, antiguo y actual caudillo Balaguerista, la de Juaninín Vargas, ex sindico Municipal, la de Carlos Hernández, Juez de paz, y la del señor Gallardo, munícipe ejemplar y la de Socorro Montan directora de la escuela Enrique Chamberlain.
Se levanta como un gigante caído acostado, por la carga de los años, llevaba en los hombros el dolor de la pisada de los caminantes… Miré los libros en la mesita y saqué el dedo de la página 17, pero al parpadeo vi el cementerio en las rodillas del caído pueblo cuatri-centenario. En el pie derecho, en la uña del dedo meñique, viejita y desteñida como una cueva de barro impuro bostezando deja ver la escuela Chamberlain. En el pie izquierdo, de los dedos de mayor grosor, como una mula de arena levantando las orejas, el edificio que antes fuera, el partido dominicano, ahora alojan la salud pública Allá en la cabeza, al lado del edificio del ayuntamiento, que la gente de la ciudad le llamaba, el palomar, por el parecido con las casitas de las palomas, avecillas de plumajes níveos, estaba la clínica del doctor Mendoza, prestigioso galeno, que daba servicios a los débiles y a los olvidados. –lo trajeron de Nebraska una copia de las viejas edificaciones tejanas del 1600.
-¡Hola profesora!
-¿Qué tal Arias? ¿Qué haces por aquí?
-¡yo busco empleo maestra!
-También yo.
Mientras conversamos ascendió al patio de la dirección regional de Educación un carro rojo, se desmontaron el señor Primitivo Trinidad, director regional de Educación y el joven Diego Gómez, guardián del Liceo. E. E. Ashton y estudiaba periodismo. Era reportero en los medios radiales de la región y en los escritos de Santiago y de Santo Domingo. La maestra ingresó a la oficina y conversó con el director, yo me quedé con el reportero, me había dicho que espera que nos fuéramos para Altamira, donde me dejarían puesto en la Escuela Enrique Chamberlain, donde requerían de un maestro, que tenían 22 días estaban en huelga,. Que yo era la solución. Así mismo ocurrió.
Mi situación fue mejorando desde el punto de vista económico y emocional, pues podía ayudar a mi familia, en los primeros años de labores como maestro en Altamira. En lo social el diámetro de relaciones se extendía. Comía en donde la señora Adelaida, vivía en un pequeño cuarto que me alquiló la señora Herminia Hernández, conocida en mi comunidad, y especial en mi casa porque doña Milita, como era ella conocida, había sido maestra durante varios años en la escuela de Bajabonico Arriba.
Primitivo Trinidad, director Regional de educación, pertenecía a la cúpula del Partido de Gobierno, en la comunidad de Nagua, de donde era oriundo. Sin embargo manejaba los asuntos educativos, en Puerto Plata, donde era visto por los jefes políticos de su partido, como a un intruso. Cuanto en las escuelas principales de territorio, se producía una vacante, se lo nombraban sobre su cabeza. Le permitían recomendar sólo cuando les convenía. Fue por eso que le permitieron que me nombrara en Altamira. Donde en apariencia el pueblo estaba en arma. Pero por encima de todo el mundo el partido impuso a Rigoberto Sibilia, sacado de academia militar, para imponerlo como director de Liceo Enrique Emmanuel Ashton, en Imbert. También le impusieron a la profesora Ulloa, con la que no tenía controversia, en las aulas del referido centro escolar secundario.
La comunidad de Altamira recibió con agrado mi nombramiento, para impartir las clases en el 5to y en el 6to grados, levantaron la huelga que llevaba 23 días. Margarita allá en Ranchito de la Vega, recibía la carta de contestación que yo le enviaba informándole de mi nombramiento. La madre cuestionó, la pureza de nuestra amistad. Sin embargo Margarita se fue a leer mi carta al dormitorio como en tiempo del internado. Olía el sobre que contenía la carta mía, de esa forma recordaba el rostro mío. Me imaginaba debajo de las verdes sombras del laurel. Ella continuaba la lectura de la carta: “he sido nombrado con dos tanda en la escuela de Altamira, me agradó recibir informe de ti, lo que llenó de mucha energía mi existencia pública. Mi mamá, que no deja de mencionarte, me dijo” si esa carta que lees, es de Margarita, de esta semana no pasarán sin que te nombren”
La escuela, decía en la carta, es muy vieja en sus paredes abundan las marcas de los años y la prisa de las manos del viento. Abundan los letreros en las paredes. De sus grietas, en el techo ventilan, el cenit, las puertas, en muchos casos, están sucias y en el suelo. Hay un anexo en construcción para alojar los grados que en el ayuntamiento mal funcionan. Pero el personal docente y administrativo es agradablemente aceptable, los que funcionan como docentes de la intermedia, son doña Eugenia Bodden, Antonio García, Enrique Mendoza, y Rafael Peña, son gentes buenas, se consideran mundo aparte, de los de la primaria. Los de sexto y quinto colaboran el uno con el otro. La competencia en esta Escuela se siente y beneficiosa para los estudiante. La dirección recae en la persona de la señora Socorro Montan, esposa del dirigente reformista Choel Canhuate, diputado por Puerto Plata, es una mujer muy cultivada ama la gente, porque ama la lectura. Fuma a cada instante, es de baja estatura, de piel rosada, casi amarilla. Sus cabellos muy olorosos, casi siempre están sueltos, en el portal trabaja un dirigente reformista de nombre Domingo Frías, parece inofensivo, es de mediana estatura, moreno. El sereno siempre cuenta sueños que tuvo en la noche, parece que no se da cuenta… , para no cansarte, Margot, te diré que me he encontrado con personas que se me parecen a otras, eso no es extraño, verdad que si, que no es extraño…, Luisa Ureña, imparte clase en sexto grado, en horas del alba, como yo a pesar de ser morena y tener los cabellos negros también hace cosa que pienso de inmediato en ti, y miro sus ojos que son grandes, hermosos, cloros amarillos, hablan, no como son los tuyos. Mide 5 pies y algunas pulgadas, es dulce. Adriano Vidal Reyes, Maritza Ureña, y yo formamos el cuarteto de los de primaria. Sólo Vidal y yo, somos maestros normales. Ah, y Antonio García, que imparte las matemáticas de la intermedia.
De los estudiantes no hay nada mejor, son de todos tipos, ahí en la escuela, está la manera de comportamiento del Altamirano, hay blancos y morenos… también hay rencorosos, y pesimistas. Muchos son exhibicionistas, pero hay socialistas como los Mellizos y Máximo Rodríguez, pero extra escolares. Fuera de las aulas la gente es buena eso parece. Me refiero a la población de clase popular, la media te observa con cuidado, hace anotaciones… me llevo bien con el camarlengo y el cura, de la ortodoxia católica, son de pensamientos comunitarios. El cura es de Baitoa, de nombre Esteban Espinal, y el secretario se llama Arismendi -ITO- Cabrera Vargas siempre están acompañados por muchachas que encabeza, Mamy Frías, Amparo Cabrera Arias, Aurita Bontempo etc, los varones que me visitan y que con gratitud recibo son a Máximo Vargas, Manuel Reinoso, Máximo Rodríguez y su hermano Juan. A Fidencio Colón y a un primo suyo de nombre Emilio.
Ciro Lapaix, natural de San Juan de la Maguana, en el sur de la república, continuó los estudios universitarios y al siguiente mes de haber finalizado los de la escuela Normal. Estando en el campus universitario nos encontramos en el paraninfo de Humanidades donde acudiríamos ambos sin saberlo, a la misma aula y con los mismos propósitos. La Universidad Autónoma de santo Domingo, realizaba el primer curso intensivo de varano para maestro o para estudiantes de pedagogía. Duramos 6 meses, los días de vida del curso, intercambiando opiniones y noticias de las ocurridas especial de la guerra de Vietnam, las consecuencias de los bombarderos. Nunca supe el domicilio de Lapaix, no me lo dijo, no se lo pregunté. Nosotros residíamos en la casa de la señora Hilaria Sandoval, madre de Ramón, De Fredy, de Grecia y tía de Rubén Darío Sandoval, asesinado, este último, en la Cancha, del Club Héctor J. Díaz, por tropas del gobierno Balaguerista. Doña Hilaria de apodo Niña, vivía en la calle Enrique Dunant, no 12 del ensanche la Fe. Cerca de la escuela Fidel Ferrer, desee laborar nombrado por la secretaría de educación por conocer la población educativa, aunque no como la palma de mis manos pero había dado clase en sustitución por enfermedad, de un maestro amigo de Ramón Sandoval. Cuando Lapaix tuvo necesidad de alguna cosa iba a la casa de la familia Sandoval a buscarme. Doña Niña conocía la familia de mía, hasta se consideraban como parientes…ella y papá crecieron en los mismos predios del Bajabonico y de Arroyo Capitán. Por esa razón y otras que no vienen al caso explicar vivía en su casa como en una embajada de un país hermano. Era para mí como para Chichí Tamayo, una Noria en mitad de un camino polvoriento. Hacia la universidad o hacia la trinchera. Ella tuvo siempre una sábana para arropar a los amigos de sus hijos y de la única hija. Nunca faltó la tajada de aguacate, o de mango, o el pedazo de guineo para poner en la comida que nos servía como lo hizo con sus tres nobles hijos.
-Vittor, decía doña Niña- te busca Lapaix, está en la galería, dile que pase. La señora Sandoval comía algo de merienda a las tres o tres y media de la tarde. O frutas o comía dulces jalaos o de maní, que ella o Grecia fabricaba. La llegué ver comer naranjas en hollejos, que desmenuzaba con la delicadeza de su porte de mujer elegante. Yo me iba con Ciro Lapaix, a la bomba de la Máximo Gómez, frente al cementerio, donde departíamos mientras, tomándonos un jugo de frutas o un refresco country club con hielo picado.
¡Caramba Arias, me decía Ciro Lapaix- no has sabido tú, de Ángela Guzmán? La recuerdo, por su piel de café, y por la voz de ruiseñor, ponía tanta melodía, que el arrullo de una paloma parecía.
-Claro que la recuerdo, quien puede olvidar aunque el tiempo se vaya, a sujeto como ella, su nombre era Andrea, tenía un novio de nombre Chicho, era agrónomo, cojeaba de la pierna derecha. Llegué a creer que se interesó por ti, Kleber Soriano y yo, creímos que tú, volverías al colegio por ella,
-Recuerda que te dije, haberla visto el laurel, con el profesor Contreras, pues, era con su Chicho que estaba. Fue desde entonces que me desinteresé de ella. Además supe por José Enrique García, el poeta, que ese individuo tenía solvencia conducta económica. Me reí con la construcción conducta económica, por hallarla impropia. Pero bueno, así es, así es… continuó encendió un cigarrillo de los largos llamados premier 100, al que encontró perfumado, pero demasiado largo.
El recreo había finalizado, los profesores Ureña Martínez, Mendoza y Peña se deleitaron con mi historia. Mañana continuaremos, dijo Adriano Vidal, está bien dije y agarré la silla donde estuve sentado. La desconfianza en que reciben a un extraño, se fue disipando con mi integración a las actividades de la comunidad. No iba a la misa, pero iba al secretariado cural, era amigo del sacerdote Espinal y del camarlengo. A quienes las autoridades gubernamentales y del partido colorado odiaban a verlo morir.
Yo comía en la fonda de doña Adelaida Peña, recibía las tres comidas por un peso diario que pagaba los 27 o los 28 de cada mes. Fue allí donde conocí Julio Pérez Lambertus, agrónomo encargado del proyecto café y cacao de la secretaría de agricultura de la zona, correspondiente a la dirección regional de San Francisco de Macorís, que dirigía el Agrónomo Juan Pablo Duarte García. Julio Pérez era alto, delgado, usaba botas tejanas, y de la correa colgaba un cuchillo de campaña o vaqueros. Usaba camisas a rayas o a cuadrito muy pequeños, y un hermoso sombrero de alas anchas. Julio era muy vulnerable entre las faldas de las muchachas altamiranas, las de su coloquio farandulero… las de más alto perfil eran Aurita, Luchín Bontempo, y Maribel Rivera González, quien era su novia. No bailaba y cuando lo hacía era para complacer a Maribel con la melodía delicada de algún bolero de Lucho Gatica, de Tito Rodríguez o de Leonardo Fabio. Otras admiradoras y eran de su Garden Club, Primavera, Niniviana Alma, Sonia… Maribel era del Garden club, quizá la más débil, la menos arrogantes, quizá la que menos expelía su perfume erótico por prudencia… fue con ella y con Aurita, con quien más pronto me enfrasqué compartía amistad y cariño llegué a emitir mis sueños y quizá escucharon algunos de mis anhelos sociales.
A las ocho de todas las noches me la pasaba leyendo obras como Conceptos elementales del materialismo histórico de Martha Harnecker, leía el tomo uno de Karl Marx, el proceso de producción, el proceso global de la producción capitalista. También de Marx. Esa noche leía a Engracia y Antoñita, tocaron con suavidad la puerta, ni me moví, pero al continuar con cierta periodicidad, abrí, era una alumna vecina, enviada según ella, por sus padres para informarme que estaban a mis órdenes, para los casos urgentes que se me pudieran presentar. Agua fría para tomar o para aseo de emergencia. Lo vi bien y lo agradecí, Sonia, que era el nombre, de la hermosa alumna, hija de Bernabé Santos, se quedó conversando de cosa nimias, luego de un rato vino su otra hermana y novia del Camarlengo, a buscarla. La noche era calurosa, el cielo estaba como un vivero de estrellas florecidas, no había luna pero los reflujos de las estrellas disipaban los caminos.
Era 19 de diciembre del año 1969, ya yo había cobrado los meses de octubre y de noviembre, eran mis primeras vacaciones como empleado del Estado, parecía que todo iba sobre rueda, me divertí conversando con Lina Moya, con Aníbal Álvarez y con Filgia Amparo Cabrera, quien recordaba que era enamorada o novia de Antonio Morrobel estudiante del Enrique Emmanuel Ashton, natural de Luperón. Moya y Arias realizaban licencia por embarazo en la escuela y Álvarez tenía una escuela comercial en la calle San José al lado de la residencia de la señora Eugenia Bodden y de la policía, tanto Lina como Filgia, realizaron el último curso de secundaria en mi municipio, y fue donde las conocí. Meses mas tarde pasé a laborar en la escuela de comercio de Aníbal Álvarez, para impartir clase de redacción y de corrección en horas vesperales, lo mismo ocurrió en el liceo Luperón, que fundó el profesor Aníbal, con la colaboración nuestra y especial del joven Cándido Silverio, en el liceo entregaba clase de lengua española, de teoría literaria, de literatura española y de historia de la literatura dominicana. Andábamos con el bacalao a cuesta. De ahí se aleja Cándido estimulado por el joven José Augusto Ventura, y fundan el liceo en la comunidad de Palmar grande, que inician con los dos primeros grados. Al alejarse del centro el señor Cándido no repartimos las materias y acepto impartir materias, en una actitud que propia de la corrupción en que nos desenvolvíamos, de las ciencias naturales y sociales. Seguíamos con el bacalao en la espalda.
Altamira estaba acostado en un catre de montaña, en el mismo vientre verde de la cordillera septentrional, aunque había agua eran dos pequeñas arroyuelas, que se escondían en verano, como un reptil en escasas arenas húmedas, oscurecía muy temprano. Las casas de maderas y muy escasas de cemento facilitaban un ambiente, para mi, un ambiente de solemnidad y de tristeza, y de augustísimo misterio. Los cabritos brincaban hacían piruetas en las calles del coco, no muchos perros marcaban con orine su territorio, como en esas fincas grupos de personas humildes marcan solares que luego los burgueses mandan desalojar. Un sabueso, ya muy marcado por la pesada máquina del tiempo, mira para el lado de la derecha, atisbando para ver que no lo miraban los menos viejos, orinaba cautelosamente las paredes de la casa de doña Carmela Vargas, madre del Curarlengo, es decir el secretario de la casa cural. Esta vez lo hizo con libertad, por que los otros fueron correteados por don Antonio Cabrera, esposo de Carmela. Un poco más allá pero en la calle san José, estaban jugando decenas de niños menos que púberos, cuatro de ellos lloraban porque un tal José Luis les había roto las suyas, tan solo porque eran papeles del color blanco… y en esos días de inicio de la década del 70, el color blanco en el Pueblo de Wilfrido Vargas, era prohibido el uso hasta en los juego infantiles. Por el color que use te conoceréis, decían los reformistas. Me acerqué a una de las niñas y la respuesta que tuve fue- “cuando nuestras chichiguas son hechas con papeles blancos Juan Luis, amigo del Juez y de la policía viene y nos las rompe” le dije que era peligroso estar en las aceras a esa hora de la noche cuando se asoma un temporal.
Doña Daniela en el cortijo de los Arias, se hallaba muy alegre, porque me estaba yendo bien en el trabajo, enviaba las ropas limpias con Fidencio Colón, alumno que yo enviaba con las sucias. Colon relataba a mi hermana mayor los sucesos que terminaron con la vida del cura Cortina --Esa muerte fue muy extraña, dijo Colon desgranando poco a poco la información, la comunidad vivió la tragedia, como la de un hijo suyo, ya la gente lo están mistificando. Fíjese maestra, cuentan que el padre se comunica con su antigua feligresía, con tres toques de campanas. Doña Daniela, al tiempo que le servía una taza de chocolate con leche, sonrió. La maestra quería más detalles y Fidencio le dijo- cuando nosotros le preguntamos al profesor sobre lo que creía- El nos dijo que eran, simple charlatanería, de necios mentirosos y de los que piensan así. Doña Socorro Montan, en la reunión decía a los subalternos no piensen ustedes que porque sea yo, la esposa de un dirigente del partido en el gobierno, voy a cerrar mis ojos ante la realidad. No, yo no soy hipócrita. Lo que esta bien, bien está, pero lo que anda mal anda mal. Se que las clases son deficientes no sólo por las carencias de voluntad personal sino por la falta de recursos de los que administramos. No hay mapas, borradores tenemos que comprar la tiza, puertas y persianas en el suelo. Goteras en el techo, niños y niñas sentadas en piedras por falta de butacas… de esa manera no avanza nada. Falta de todo, empezando por el cariño a los y las estudiantes.
Hasta luego expresó colón que se devolvió para decirle a mi hermana, la maestra. —el profesor Arias nos explicó que para ocurrir un fenómeno, era de necesidad de una fuerza superior al fenómeno. Es así- exclamó mi hermana y bajo el brazo que usaba para saludar al joven estudiante que cogió los paquetes y se marchó.
Tres meses más tarde Julio Pérez y yo nos mudamos a una casa frente a la puerta del cementerio de la pequeña ciudad, en la calle Hermanas Mirabal Reyes, de dos dormitorios y de una amplia sala comedor, sanitario retrete, vivíamos más cómodos. Podíamos recibir limpiamente visitas y familiares.
Se me llegó a criticar porque me acostaba muy temprano, pero ahora como laboro en el Liceo me acuesto sobre las doce, ahora comentan que lo hago demasiado tarde. Voy al cine y a los restáuranes y hasta las barras de Cheché y de Agliberto Raposo. Ahora conozco donde hay tierra firme y donde movediza. Ahora declamo versos, y bailo en un estilo diferente a los Altamiranos que según apreciación nuestra se sienten ser más santiagueros, que puertopateños. Trato por no dejarme caer por la escalera que mis enemigos quieren verme rodar. Así soy, discípulo de Hostos y de Bosch. Pienso que por eso me persiguen. Muchas veces recuerdo las tertulias de las ventanas de los lagartos, la imagen de Margarita Almanzar, me arranca de lo profundo de mis recuerdos y lo llevó a mi dormitorio y por el embriaguez mi fantasía me empuja al éxtasis. Alcanzando un sueño restaurador de energías. La sueño, como mi amada esposa, con sus verdes ojos esmeraldas, embarazada de un valioso niño al que los amigos del Curarlengo del padre Cortina recitan para pasárselo a María la madre del hijo despierto secando las lágrimas de Dalia Margarita. Pensaba a veces lo escribía, vendrá a casarse aunque sea con nombre cambiado, la recibiré como a ella aunque sean ambarinos sus ojos y no esmeraldinos los besaré por la humildad de su pequeño cuerpo y la sencillez de sus labios, llamarán mi nombre y dentro de mi pondrán su pequeña cabeza de noche sin luna. En la puerta de mi corazón tocará y le abriré en una tarde dicembrina, de octubre o septembrina y se alojará en mí si contratiempo. Podrá para siempre dormir. Miré de nuevo las dos montañas que gemelas unidas parecían, en el espinazo del parque. Era un viejo obrero cansado con la azada al hombro zurdo, de llevar el saco de maní a cuesta como burro con las rodillas peladas, en las piernas de la cordillera.
Desperté, y de la mesita, la dama de las camelias cogí, sonreí para cambiarlo por Barsié, allí dejé las Cosas Añejas y Cañas y Bueyes. Abrí la página 17 y lo que pensé fue que en todo en diámetro de poblado y de su perímetro urbano no había centro de prácticas sexuales, que en el Jamo había una carnicería, una panadería y almacenes para la compra y venta de frutas y frutos como café y cacao. En la carretera Navarrete puerto plata, la bomba de gasolina daba la bienvenida, a los que venían del sur. Al norte del pueblo crecía con fuerza loma damajagua, al oeste las Piedras, en su centro localizábamos en correo postal, la casa cural, la iglesia, el cuartel para policía, entre la pequeña calle San José y la hermanas Mirabal Reyes localizábamos las residencias de Donaciano Vargas, antiguo y actual caudillo Balaguerista, la de Juaninín Vargas, ex sindico Municipal, la de Carlos Hernández, Juez de paz, y la del señor Gallardo, munícipe ejemplar y la de Socorro Montan directora de la escuela Enrique Chamberlain.
Se levanta como un gigante caído acostado, por la carga de los años, llevaba en los hombros el dolor de la pisada de los caminantes… Miré los libros en la mesita y saqué el dedo de la página 17, pero al parpadeo vi el cementerio en las rodillas del caído pueblo cuatri-centenario. En el pie derecho, en la uña del dedo meñique, viejita y desteñida como una cueva de barro impuro bostezando deja ver la escuela Chamberlain. En el pie izquierdo, de los dedos de mayor grosor, como una mula de arena levantando las orejas, el edificio que antes fuera, el partido dominicano, ahora alojan la salud pública Allá en la cabeza, al lado del edificio del ayuntamiento, que la gente de la ciudad le llamaba, el palomar, por el parecido con las casitas de las palomas, avecillas de plumajes níveos, estaba la clínica del doctor Mendoza, prestigioso galeno, que daba servicios a los débiles y a los olvidados. –lo trajeron de Nebraska una copia de las viejas edificaciones tejanas del 1600.
lunes, 12 de octubre de 2009
frag de la Ventana de los Lagartos, de Victor Arias
novela de 478 paginas.
Capitulo 28
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Cuando Otilio despertó eran las 4 de la madrugada, estuvo en los sanitarios y la letrina, cosas de sonámbulo, y luego permaneció algún rato en el taller. Se podría decir que era un hombre desesperado, pero el no lo aceptaba, pero en cuestiones manuales se sentía con bastante confianza. Al encender la sierra eléctrica pensó que despertaría al internado y hasta al seminario y volvió y sin mucho razonamiento se acostó de nuevo el silencio era sepulcral ni los avechuchos se escuchaban, algunos cantos de gallos anunciaban la llegada del alba.
Abrazó con la mirada los objetos del taller sintió la presencia creciendo entre los espacios de la persianas y la puerta donde habia estado. Sufrió ansiedad de regurgitar, estaba en el ataud, en un ataud de papel de estraza… se durmió abrazando el cuerpo de su madre doña Pancha, las costillas bailaban al compás de un frío intentó llamar a Arias y a Soriano, pero no lo hizo. Despertó a las ocho. Lo dejaron dormir.
Ulerio fue el primero en despertar, pensó en la pequeña rubiana, la de los ojos verdes estuvo en los aleros del taller, en una funda amarilla halló un cocuyo de extravagante tamaño lo guardó en una botella para mostrarlo en las noches negras. Cristito que era dueño de amplia fe, dijo que algo muy grande ocurriría. Ulerio desplazó las teñidas imágenes del coleóptero por las voluptuosas de Clavely, hizo pantallas en el foco de su corazón con intenciones románticas por los juramentos que habia hecho a favor del amor perenne por Yokasta, mientras existiera sol en el cosmo. En el dormitorio el olor moribundo de rosas y de claveles impregnaba los vestidos y las cosas de los estudiantes. El olor a candelabros y a cirios encendidos y apagados, fue que despertó a Otilio, se levantó con una toalla roja en la cabeza. Se lavó la cara, tomo café, se integró como uno de los mosqueteros, a Kleber y a Arias en los trabajos de limpieza, formando el trío. Ciro los veía desde el dormitorio del aljibe llamó a Demester y se los mostró haciendo faenas que a ningunos de los tres les correspondía. En verdad señaló Demester, no tienen hiel para el trabajo.
En hora de la clase de lengua española Cristino tuvo su mejor dia de su vida cósmica, estando en el pizarrón separó en sílabas las palabras nosotros, vosotros, arzobispo, inhibido, inherentes y cinco más de la misma familia. Públicamente no habia saboreado el primer triunfo que lo llevó a creerse campeón. Desde ahí visitaba la cancha como actor como el primer beso, como la primera caricia, como el primer sueño hecho realidad. El profesor Candelier y la profesora Collado lo habían programado así buscaban manera para fortalecer la voluntad, reforzaba el carácter de Cristino, con una buena actitud positiva por sobre los demás compañeros a los fines de abrir la ventana del triunfo en los venideros días. Los mas creyentes, en el dormitorio de los lagartos, pensaron que el habia violado la voluntad de la señorita collado con regalos de flores y halagos y elogios que tal vez ella habia deseado en los dias de su primera juventud, cuando fuera estudiante en el colegio San José en la novia del Atlántico. Los incrédulos señalaban que era un cariño socrático empleado por la maestra mejorando el comportamiento del alumno y en él en lo particular. Encarnación comentaba la actitud de aparente cuadrangular, dado por Cristino, es un tipo multifacético cepilla bien los zapatos y los colmillos, pero es tramposo. Peina hasta los bigotes y se sabe rasurar pero escucha detrás de las puertas ajenas, se limpia bien los oídos y las uñas como el que más. Este es un individuo que no conoce ni el Enriquillo de Galván. En mas de una oportunidad, hizo fraude, y ni de esa manera pasó las matemáticas, es burlón irónico y sádico. Contradice la balanza de sus dientes perlinos. José Cristino, dijo Pedro, que no era costumbre opinar, para calificar a nadie, es un individuo afortunado. Hace cosas tan alejadas de lo moralmente normal, todo el mundo se lo aplaude. Pedro refutó Ulerio, póngame un objeto más real, más concreto, más racional que emocional. De esa manera podría convencerme. Eso será muy bien, dijo, Núñez afectuosamente se introdujo las manos a las faldiqueras le especificaré pero cuando a usted le coge hay que cambiarle las primeras letras al Padre nuestro.
-Eso que dice, me gusta, Pedro. Desde ahora estaré pendiente de todas sus opiniones, sin embargo parecería que le gustaría cambiar de temas. Pedro continuó con el juicio de Cristino Matos. Pues sí, ese es un peligroso y buen especín. Tengo en creer que lo cuida y lo protegen. Dígame qué es ahí lo, en esa construcción. Bueno Jorge, lo ahí, es un complemento directo. Lo escuché decir, “en una funda tengo un cocuyo que ilumina y cuida mis pasos” lo dijo en los dias que llegamos al colegio, anoche no pude dormir por los aletazos de sago daba el coleóptero entre su cama y la nuestra, ahora, qué dice usted a eso. Hay que considerarlo como un afortunado, es fantasioso no para educar es cierto Pedro dijo Ulerio, usted posee toda las razones. José Enrique uno de los estudiantes en la aplicación de métodos más fáciles, en el desarrollo de las facultades individuales asegurando que era una mínima porción del poder de fantasía de Matos. Le contaré lo que me contó un dia. Era martes 26 de enero, dia del padre de la patria, no llegó a tiempo a la escuela, para decir el juramento de los Trinitarios, corra que en el saloncito le esperan, huyó como un hurón mirando para la retaguardia, después flotaba, lo empujaban sostenidos por el cuello de la camisa. Hizo del padre de la patria. Lo realizó con éxito, de vuelta al hogar, encima de borriquito celebrando su gran triunfo recibía coronas, trofeos, joyas se las entregaban muchachas desnudas, el burro se espantó con el vuelo de una gallareta que desde la Maguana Oviedito habia salido, cayó entre espinas y hojas mojadas con orinas de reses permaneció casi media hora inconsciente, recogía los pedazos de un sueño pueril. El saleo estornudaba cinco veces por segundo, el veía rotas las canastas de su imaginación se levantó del suelo sacudiéndose el polvo quijoterino como una caricatura encinta pariendo en camas dolorosas y tiernas travesuras. Puso jáquima y barbiquejos al salir caminó por trillos en las cañadas de aquellos cañaverales, rumbo Al Peñón del sur de Barahona. Lo llevaba de mano, el no cabía en el aparejo iba en medio de un pan grande, era un emparedado gigante, y era Cristino, la salchicha luego su respiración se confundía con la de Sánchez, y de Mella. No comprendo, dijo Ulerio, confundido quizá, si es una metáfora carece de belleza, y si otra cosa fuera… la imagen es cadavérica. Pero Jorge- dijo Pedro, Matos hace creer que es Duarte, cuando controla el animal, no habia ningún problema. Luego de haber llegado en el lomo del patojo los espíritu, y de Mella, tuvo que caminar a pié y ceder el puesto al padre de la patria. Jorge movió la cabeza de izquierda a derecha, dibujó la cruz de la redención donde crucificar a Matos y Matos. Otro dia me dijo haber tenido contacto con el espíritu de Damián Smith dijo que ha tenido enormes temores, le ocurrió algo parecido a los patricios, y las basuras para el trofeos, en el burro. Dijo que saliendo de Paraíso para el colegio, me dirigía en un carro Agustín, el chofer se detuvo, para recoger, a una mujer que iría para Santo Domingo se quedó en Barahona, éramos 4 pasajeros, al pasar por el cuartel de policía, sólo bajamos Eladio nombre del chofer, y yo,. Dónde estan los otros dos pasajeros. Preguntó más de una vez sin recibir respuestas, al seguir la travesía, halló dos pesos en los asientos del automóvil, se lo entregó al conductor que lo miraba por el retrovisor. No se dieron cuenta cuando la pasajera se desmontó. Bueno amigo, habia dicho Cristino, un poco más tarde volvimos a detenernos para recoger nuevos pasajeros, en los que se hallaba la señora la que de inmediato refirió que se le habían quedado los dos pesos, en los asientos traseros. Quién los tiene. Miré la cara de Darío, el chofer, quien me guiñó un ojo. El hecho es que me trajeron hasta la puerta del colegio sin pagar un centavo en lo que puse los bultos en la grama ya el Austin se habia esfumado. -eso no tiene nada de extraordinario, nada es relevante, en la mente de ningún gaznápiro sucede todos los días dijo José Enrique García. Finalmente dijo Cristino, “esa mujer era un zombi blanco” los que estábamos allí nos reímos luego nos fuimos a los nuestros.
José Enrique, Pedro Núñez y Jorge Ulerio celebraban el triunfo de las Aguilas Cibaeñas, en la sombras de los almácigos, era un pretexto para tratar otros asuntos. En el horizonte habia un cielo transparente cosechas de nubes níveas viajeras, almacenadotas a distancias, los correos infantiles José, siendo muy romántico, las describíamos como un coro de muchachas, en blancas embarcaciones algodoneras cansadas de cantarle al viento, es un rosario, es un tesoro espiritual visto sólo por talentos, e ingenios soñadores de estetas de glorias y de encantos. De qué hablas dijo Ulerio. Me entusiasmo al ver ese remanso y sosiego, sin intención de digerir tal honradez y tal belleza de tan expedito panorama. Respirarlo tan sólo produce un orgásmico placer tan intenso com un océano de blancas palomas y de rosas rajas donde el descanso tiene una sempiterna hamaca para adormecer a los dueños de la muerte, de la guerra. José Enrique deseaba conversar de la felicidad negada a los negros y pobres por siglos, excluidos por el clásico capital y de siempre. Pero, qué es la felicidad, para usted la felicidad José Enrique. Exclamó Ulerio. A lo que contestó, es una mercancía de lujo, negada a los pobres, muchos pierden la vida buscándola. Pienso dijo Núñez, que hay dos grados de felicidad, mi experiencia la ve como una escalera rodeada de bejucos y frondas produciendo frescura para los que sienten calor… ahí hay un grado de felicidad, el manantial que como todo lo que el satisfaga la sed en la latitud, lugar y tiempo, es ahí otra manifestación de Felicidad, aunque me complazco en enmendarme como dije al principio simplemente es o son graduaciones, ahora comprendo que es mucho mas que eso. Es un estado anímico de satisfacción. Ulerio en su pensamiento llevaba decirle a J. Enrique que se habia enamorado de la rubiana vecina del colegio y quiso decirle que en pocos segundo habia sido feliz con ella, pero que al descubrir que era la novia del hermano suyo la felicidad se habia trastocado en amargura. La felicidad es un objeto transitorio, según el análisis de Núñez, pasajero muchas veces empero he extraído que es la satisfacción de un acto vital, es un gusto, es la degustación extensa e intensa fuerte y vehemente pero prudente que en las actuaciones experimentamos del diario vivir. Nunca voy a creer, agregó Ulerio, que esta sea simplemente dicha y suerte, como algunos la han calificado. No le diré nada más de la rubiana. No, no Jorge, esa muchacha es gemela de la novia mía. Y vive en New York. Estoy enterado de que se llama Milkeya. Así es, los tres amigos se marcharon, se bañaron estuvieron en la cancha allí estaba el prof. Bruno haciendo calentamiento para bañarse. Fue interrumpido por el vehículo anunciador de la película Enrique Blanco, el guerrillero solitario. El blanco de España y la piedra pome tenía a Otilio ensimismado metido en sus obligaciones. Ordenaba las hebillas colocándolas en las bolsas correspondientes a las tonalidades en blanco y negros. Perseveranda y Griselda se reunieron con Arias y Luis Ernesto escucharon las opiniones sobre el tema folclórico. Dunia Maria y Maria Dionisia oyeron a Griselda decir en la reunión en un camerino algo oculto Dalia Margarita fue enterada de lo ocurrido aunque no del contenido de lo tratado Margarita hizo un gesto de rechazo que a Dunia le pareció intolerable marchó a su cama a leer el “Libro de la Joven” desde la cama observó a las compañeras que de soslayo veían por las hojas de aluminio de las persiana para ver cuando Constantino Victor llevara el latón de agua a la prof. Mamina, los dedos de la mano izquierda de Dalia Margarita entregaron al rostro de Arias un manojo de flujo energético acariciador. En horas de la tarde volvieron al mismo lugar alojándose en el mismo camerino. Otros alumnos compartían los estratégicos puestos del salón de actos. Mejía y Arias hablaban de los intríngulis y particularidades folclóricas del dominicano en todas las manifestaciones. Maria D. entendía que entre las cuatro estudiantes, existía un nejo de intereses lejos de ser simplemente escolar. Sabía que no se reunían para estudiar sino para compartir otro tipo de emociones descomunales. Una razón que le daba a entender la situación de esa manera no era otra, que no fuera que eran de diferentes grados de escolaridad. Dalia M. se encogió de hombros al saberlo. Lo había analizado por la misma vertiente. Según Dalia M. eso era fácil de saberlo. Los otros grupos formaban una medio Luna, la mayoría era del tercer año. Estudiaban los contenidos, enviados por la profesora Thelma, entregados en sobres manilas por Humberto Morrobel.
En una pequeña mesa sostenida por bloques de cemento, estaban las libretas de Perseveranda y los codos de Luis Ernesto. Arias acodado en la puerta veía desde allí a las muchachas y mujeres que iban al lavadero, columbró luego, a Melba Pérez y a Dalia M. recogiendo flores silvestres y semillas de cardo santo Este cardo tiene flores compuestas de color púrpura muy decorativas, pero las hojas y ramas espinosas le dan aspecto de mala hierba. Es una especie común en terrenos baldíos. Pertenecen dijo Melba Pérez, a la familia de las compuestas, el lanudo es una especie y otras el cardo cundidor, el cardo erizo, el mariano. La alcachofa borriquera el cardo estrellado y el más común en nuestras sabanas es el cardo santo, Cnicus benedictus. Miraba a Kleber acercándose, se iba a levantar para enterarse de lo que deseaba, pero Griselda fue hacia él y se contuvo. Josefa Camilo Amarante, se agregó al grupo y Kleber optó por quedarse. Luis Ernesto llamó a Perseveranda para pedirle la introducción de los temas ya que era la promotora y dueña. Los demás apoyaron a Mejía. es muy sencillo y trivial quizá, seria bueno comentar con ustedes dos, fue Griselda la que me lo sugirió. Buscando la opinión de consenso. El tema es la música típica como materia socioeconómica y cultural étnica me estoy refiriendo a la folclórica. Griselda habló de preparar un documento como marco de referencia y señaló que los mexicanos hacen largos metrajes con el tema de una sencilla canción. Desde el uso de las modas, gradualidad del habla regional y del modo de manifestarse en el baile y los temas de los cambios sociales de su historia. La forma de vestir los estilos, de una generación, de sus generaciones y el punto de vista político. Es lo que deberíamos hacer nosotros con nuestra finca de usos, tradiciones y culturas. México es un pueblo de múltiples arraigos con lo folclórico nacional y nativo o su étnia. Lo que dijo Encarnación lo escuché y me simpatizaba en todo. Debería iniciarse con un señor vestido de cañero pantalones fuerte azul remendados, sin poder diferencial el original un cinturón de pencas como correa, o de guano o de yagua. Chancletas en los pies de suela de gomas de camión, un cuchillo de hojas anchas y en la cabeza un sombrero de cana al estilo mambí. Cuando abramos las cortinas en carretero dice Arre picaflor. Arre colorete, arre. Detrás irían varias carretas llenas de cañas recién cortadas esas carretas entran por la puerta de la Misericordia o por la del Conde. Llego se escuchan los gallos cantando como en la madrugadas y en la aurora oiríamos ladridos de perros y relinchos y rebuznos. Como si lejos oscureciera un fondo musical con el merengue cañabrava en voces típicas, ¿comprenden? Luego para finalizar lo que parecería un acto de… los hombres bostezan y van al comedor de doña Sea, a desayunar, en un batey llamado, La Grúa, en Saballo en el central Amistad, en Bajabonico de los Cañafístoles. Con yuca blanca o amarilla, huevos revolteados, espaguetis con guineos o plátano, mangú de estos con trompitas de cerdo o con Yuca negra y mondongo acabadito de sacar de una paila humeante. Con picante de vinagre de naranjas comunes o de babor escuchando los merengues Compadre Pedro Juan y las muchachas de Juan Gómez. A partir de nuevas compasiones, eso pienso dijo Arias. Josefa Camilo lo consideró como un sueño. El que no sueña con semillas no cosecha, respondió L. Ernesto que pensaba en Maria D. limpió los espejuelos entonces dijo que estaba fuera de nuestro alcance económico y de los controles sociales dijo que en el aula podíamos hacer lo que las circunstancias permitan. Podemos de cada centro un escenario empleando el teatro escolar, montando obras de la cosechas nuestras con los vernáculos temas e intereses, donde participen los lugareños llevando cantos, décimas, chuines de las regiones. Bueno sería que nuestra secretaria de Estado, hiciera de este tema un asunto curricular. Así, como el deporte, tenga planes y programas y proyectos a todos los plazos. Para los superficiales, y les parezca ridiculez nuestro folclor es nuestra fuente petrolífera es nuestra olla de oro negro. Fortalecería el turismo. Después de circunloquios Arias dijo que debíamos requerir las opiniones de personas como el prof. Candelier, estoy seguro que si lo motivamos se interesa en pocas horas, tendríamos un perito con nosotros. Estuvieron afines y se marcharon. Los demás grupo hacia rato que se habían ido del salón.
Allí vienen manifestó M. Dionisia, creo que le fue bien esta vez por sus caras lo confirmaré. Dalia M. meditó largo rato, no sabia cómo tratar a la Maria D. que tenia cerca de ella. La veía diferente a la que conoció en las noches de convivencias y en los meses del primer año de internada. Ahora toma los asuntos ajenos más que los suyos. Algo se habia roto dentro de ella. Ahora tiene cosechas nuevas manifestaciones conductuales desconocidos en ella o por mí “veo que te preocupas por los asuntos de otros más que por los tuyos” eres sensibles al dolor de tus semejantes, ahora enciendes primero las lámparas del vecino… qué te ha ocurrido amiga. Por qué no me cuenta… parecía estar en un corralito no comprendía por qué la tuteaba, era la primera vez, estaba segura que no era intromisión sino solidaridad, era preocupación por los asuntos de ambas.
Estoy enamorada y no lo sabia, no veo que se me escape de mis manos, consumía esas reflexiones para sí, mientras veía, por el mosquitero para las persianas. Anjá eso es lo que piensas de mí, pensó. Según usted estoy cruzando la frontera las líneas de su vida. Su integridad personal su privacidad, eh, eh amiga. Cree que apago tu sol. Meto sombras en tu vida. No ponderaré si estoy metiendo sal en tu café y dejando de regar mis flores, pero refresco la ajena es eso lo que cree. Quería enterarte de lo que hacia Arias y las muchachas. Pienso que lo hiciste, dice Dalia M- por la presencia de Mejía. Por qué tiene que ser como dice usted.
-Ahora luce celosas y aburrida.
-No pude contenerme.
-Pues no se de que estás hablándome.
-Ponga atención y se dará cuenta. Le contaré. Lo sabe, no soy egocéntrica, ni entrometida, sino preocupada por lo bueno y por las cosas bellas. Soy una persona respetuosa, es cierto que sacrifico mis intereses por los de los demás aunque, muchos no lo agradezcan. No podia ver al lado de Mejía a Perseveranda, como una argolla me iba ahogando lo malo amiga que aún no estoy clara en la razones de mi comportamiento. Sólo tengo débiles indicadores.-
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