jueves, 24 de septiembre de 2009

más de Vuelo de Garzas

Justiniano estaba seguro que lo había llamado por asuntos femeninos, en lo que él era graduado con excelencia, experto en ruedos y cinturas, en cuellos y faldas, especializado en los centros los académicos de la cuenca del Bajabonico, primer santuario acuífero en el continente conquistado en el siglo 15. Oiga primo Justiniano dijo sosegado Don Higinio deseo, se encargue de que me llegue el perfil de la muchacha aquella, de la que hablamos en el entierro del primo de Juan de la Paz, amigo Justiniano te conozco que María Liandro, tu mamá. Me gusta y tu lo sabes, beber en jarra limpia, y si el jarro es nuevo mucho mejor. Justiniano era barbero de niño, de inmediato comprendió las propuestas del patrón Higino, por eso sólo dijo: entiendo y expresó luego que a los muertos les echan las últimas libras de tierra al hoyo y los novenarios finalizan jamás de ellos se habla, fíjese indicaba el conteo de los difuntos en accidente… y cuando decía, el cuarenta y cinco, lo mandó a callar… don Higinio conoció para el barranco donde iba el barbero, y que terminaría diciendo que la muerte de Juan Cerón estaba coneja con los compromisos de los latifundistas y terratenientes de la región. Pero Justiniano conocía de los secretos de Higinio, sabia de los intereses soterrados de este por las comadronas de la comarca donde tenía alcance políticos, pero Justo sabía también conocía de poder de doña Martina para impedir las influencias sino maléficas políticas económicas de patrón de las viudas, de los viudos, de los beatos y beatas. Luego de la muerte de Francisca Muñoz, de apodo Pancha, esposa de su primo Llivo Medina, recurrió a los favores de doña Martina, su única esperanza para parar tantas tragedias. Doña Martina de Santos, aprovechando el día de la fiesta invitó a los ahijados para participar en un junta y en un convidatorio, o tornapeón en jueves santos. Según llegaban los llevaban a la enramada de los aparejos. –soy como mi marido aprovecho que están de vagos y me ayuden a preparar los canteros necesarios para cosechar auyama de la no rastreras, ají, molondrones, repollo y tomates, lechugas y algunas otras hortalizas. Los concurridos contaban a su madrina, los secretos para entrar en la casa de don Higinio a laborar sin sufrir algún percance. Hay que santiguarse diecisiete veces y decir alrevés el padre nuestro, arrodillado en el altar de la iglesia san Antonio, en otra el poder se desintegraba, pero todas esas musarañas ocurrían luego de estampar su firma en un libro rojo, hecho en hojas plátano o de rulo cuatro filos, parecen de sedas aquellas hojas, son impermeables no se le pega la pulilla. Hincarse nueve veces en un círculo triangular. Bueno el que no quiere creerlo que no lo crea. Yo lo vi, cuando mi abuelo Ciro, lo hacía. Yo oí que mi tío viejo Fafa lo contaba en la vela de san Roque, donde Castrina comadrona. Para sellar el compromiso de trabajo había que sembrar nueve matas de plátanos de la llamadas hembras, 300, juraban que los primeros nueve racimos serían para el sancocho de la fiesta de San Antonio el 13 de junio.
Los compadres no estuvieron enviaron a los ahijados, tuvieron intereses de hacer una tumbita en el fundo que había sido del señor Delfín en tiempo de Venancio, de su padre y de Marcelina.
30 de mayo de 1961, día de la libertad 3 años después de la muerte de Patria su sobrina los primeros en ocupar asientos fueron Polito aquel que no le llevó los peces…, José Gil, José Barba, Gustabiño, Cabito Suero Y El “Vale Cao”, los hijos del señor “Come Huevos”, y “los de Comadrita” los de “Matuto”, los de Isabelita Polanco, los de Estebanía, y Enemencio y Despradel acompañados de los suyos correspondientes. Cuando los ahijados se marcharon, Eulalio dejó el santuario y llamó a la esposa para decirle a media voz estoy seguro que hiciste esas juntas con los hijos de tus compadres para sacar la congestión que te atosigas y así romper las tentaciones en que has estado en los últimos años. Primero 1958, muerte de tu sobrina Patricia, 1959, muerte de Faleriano Vásquez y mi encerramiento, la dolorosa pérdida del brazo de Santico Mieses, 1963, la muerte de la democracia, el golpe de Estado al señor Bosch, matanza de la Manacla, y del Limón, muerte de Manolo y de 14 catorce acompañante. Es muy doloroso ver caer al gran árbol familiar, hojas por hojas, pedazo a pedazo, sin poder hacer nada, ahora la muerte de su hermana Ursula, pienso que es buena tu observación pero nuevos árboles crecerán, se profundizan, con la misma fuerza del huracán Zenón, pero Eulalio, nunca es podido ocultar mis emociones mis emociones cuando he tenido que huir he huido y cuando ha sido de reír he reído, a veces he llorado sin conocer la o las causas, no puedo esconder mis lágrimas, me siento mucho mejor, pienso que has sido tú, con el bálsamo de tus energías espirituales y de tu entusiasmo, con la savia dulce de tu alegría, la que me has curado. Sí, aclaró de nuevo y, dejó la cama colonial de caoba, abrió las ventanas, el aire le encintó la cara, se la cubrió de rosada emoción, principio de vida, el aire es un Dios, de los tantos que en la naturaleza abundan para aliviar las penas de los engendros de las energías negativas que como perros lambiones pululan las callejas y triíllos rurales. No estuve en centro escolar, aprendí con Elsa María, la maestra a respetar la naturaleza.
Cinco de mayo de 1964, han ocurridos hechos, que ningunos podemos controlar en cambio nos afectan en las relaciones de cada individualidad, en los linderos extra e intra familiar. Quién te dijo a ti que fuera la maestra Morales, cuando Elsa María llegó a la escuela hacía ya mucho que Delfín y Marcelina te habían educado… eres una buena alumna, aprende con particular seguridad, si no que me digan cuántos médicos de América han intervenido para darle salida al mundo a 2300 vidas o como tú que ha pateado a 3300 parientes, coterráneos, paisanos pobres como nosotros, eh, eh, eh… ya lo hemos repetido sin que ninguno hayan muertos, tampoco a las madres, que lo contradigan los enemigos de las Parterías rurales. El señor Santo dejó el asiento y continuó hablando con expresiones de triunfador. Y como si Martina se lo ordenara con el pensamiento vino con un jarro de café como una cachimba humeando. Le entregó una jarra a ella, y arrastró los dedos entre los de ella dejándola excitada para siempre. Cuidado con los cielos de la boca, je, je, cuidado con los paladares, jo, jo, ju… rió como un dorsukú.
-Ven siéntale a mi lado -dijo ella, tenemos que poner en blanco muchas cosas que desde hace mucho vienen mortificándome, me muerden la paciencia. Y si no la hablo contigo Lalo puede que se me pudran dentro, no quiero ser partera de criaturas irreales, y menos que me encamino para el banco de pensiones…
-Jo, jo, je, je, se rió desde su sillón don Eulalio con ardorosa energía y emoción expresó, tu si es verdad sabe decir las cosas, reía con la garganta y los dientes parecía que las palabras eran granos de maíz molidos, salían ecualizadas al reírse, ji, Ju, ja,jo huuuuh, el humor corría esa tarde por las patas de la cama de caoba colonial. Su rostro se veía iluminado, sabía reír entonces ella se aproximó a donde se hallaba aún sonriendo. Ya en el dormitorio comprobó que en la ventana había olor a cerdo, a pocilga húmeda. Vio que sonsoneaba el trasero, dando perspectivas de un cochino alegre sería que oyó a los esposos reír. De quién será se preguntó, viene de lejos, sonrió al recibir el jarro repleto de café como una humeadora, esta vez. Cuando le contó a Eulalio lo que vio por la ventana cayó en la cama arrodillada, el escalofrío humedeció la sábana de la cama, la habitación se perfumó con un flujo escatológico como salido de los sepulcros de las boñigas infernales. De dónde habrá salido se preguntó, no creo que haya venido del vecindario. Desde la mocheta de la ventana Eulalio dijo son verdad, qué me iba decir vieja, observó. En la oficina de… don Higinio hay un libro rojo donde anotan a los solicitantes de empleos y que al juramentarse como jornaleros suyos el pedacito donde queda estampado el nombre del aspirante… se destiñe, ¿lo sabía Lalo? Haciendo honra a la verdad, nunca había escuchado algo tan fantasioso. Lo que he advertido en verdad es, que desde la inauguración del camposanto, con el entierro de Justo García, han sucedido muchos casos extraños nadie conoce a cierta fe por qué existen tantas coincidencias. La muerte en accidente en los hogares, de la mayoría de los parajes, de los dos municipios donde Higinio tiene intereses, han sido trabajadores de las hacienda de la Compañía doble H, de eso puedo hablar. Hasta la octava generación han sido afectados y yo se lo confirmaría al mismo dios, dijo sereno Eulalio Santos, sin intención que no sea la de eliminar las brumas, y sostener las honras ajenas, mi pensamiento como las manos tuyas, es noble y limpio, Lalo garraspeló, luego tosió movía la cabeza se fijaba que su mujer estrenaba un nuevo perfil con un nuevo peinado, que producía contraste positivos con la blusa blanca que su madre le regalara el día de su boda, la falda verde hacia juego con los zapatos de igual color bajando el tono chocolate de su piel caoba, así le encantaba verla. ¡Qué bueno, qué bueno, que te curaste! Y el tono le pareció a ella en La, a ella le gustaba oírle hablar de los sucesos de los entornos de los Guanábanos, de Trejo de los Vientos, de los Llanos de Pérez, de las Aromas y de los Bonilla. Morones y Silverio. Así mismo de los pueblos rurales, que son las ruedas, las baterías y maquinaria que enrumban el progreso a los dos territorios. Martina se sintió halagada con su actitud, tomándole del brazo y del talle como cuando fueron novios. Su espalda se erizó su corazón se movió mas rápido que de costumbre, envió mayor cantidad de sangre al cerebro, y como mujer se creyó una adolescente, la energía de su Marido la cambia a la juventud, la llena de lozanía, lista para amar y ser amada.
En la estancia de los Henríquez Bonilla, era diferente, la llegada de los hijos de Paria y de Cándido, era como si un caño del Bajabonico hubiera decidido entrar por la mansión para llenar las vasijas dejadas por los que se habian casado o marchado a otros lares como había sido el caso de Chanito, hijo mayor de la señora Gloria y Candido, o de Aquino y Rigoberto que se habían casado en ese año. Higinio dio calor a doña Feliciana, no podía esperar otra cosa de El, ha sido siempre, muy padre hasta con los hijos de otros, pensó pero continuó el rezo, de los salmos 123, 93, y 91 los leía antes de la siesta, entendió que parecería de neófita, si no comprendía que el árbol el poder familiar, las aves eran los huérfanos, los granos los alimentos. Continuó razonando y rezando, ella era así, calculadora y pragmática, también el señor Higinio lo era, así lo entendía, lo era, lo hemos señalado en múltiples ocasiones. Dando muestras de amor por los familiares de su esposa cuando se casaron no tenían compromisos con otras familias ningunos de los dos lo negaban antes aunque en los árboles plantados por Cándido se anidaba la confianza con la flor de la comprensión, la responsabilidad, negar que sombríos nubarrones azotaban los ramajes de algunas de esa siembra sería un conocimiento de las perogrulladas más transparentes que se cocinaba en horno alguno era una muestra fue el descenso del padre sembrador de la señalada familia. El 24 de diciembre, año de compromiso con los hematófagos, que no se sacian de beber en las venas del corazón del pueblo. Cándido bebió de las aguas del santuario acuífero, y la corriente lo asfixió. Higinio se arrodilló en los duros bancos de la iglesia sanantonina, oraba los misterios escondidos, san Bartolo y san Antonio se asuntaron al ver que caían dos granos de lágrimas llenas de brillo quizá fuera por la luz de los ojos redondos del Patrón de los divorciados de los beatos y de los viudos… una voz muy baja dijo, mientras muchos, me consuela saberlo, en la capital de la república, dejaron caer sus sangre, aquí dejamos caer las lágrimas encima de nuestros muertos, en otro tipo de guerra. Los hijos de Patria estaban marcados perdieron la madre y obtuvieron la abuela, la atención de la Paterna, perdió a la materna, la pérdida del padre, quizá para ser protegido por el padrastro y la abuela, perdía al hijastro y ganaba a los nietos de la esposa. En los predios Bellacolitanos la muerte del padre, de los hijos de Patria, estaban atentos, los jugadores de barajas y de gallos, de dominó, y de lotería iban en las mañanas de los domingos, al patio de la carnicería de Gabino Silverio a escuchar la lotería, en el radio de 4 pilas. Otros aficionados a las contadas de cuentos y anécdotas se apiñaban en la enramada, en la sombra gigantesca de la jabilla milenaria, más cerca del río que de la casa del hermano de Higinio Henríquez Silverio, era hora de competencia para ese día narraban pequeñas historias reales, en la correa del estrecho verde valle del Bajabonico. Negro Sosa, invitado para participación estaba ahí con su cachucha limpia color amarilla, era aguilucho.
Mi historia es algo real- manifestó, Negro Sosa, quien mira a todos los lados y se agarra la cachucha, con el pico hacia atrás—yo venía, esa tarde, del ingenio día de san Pedro, 29 de Junio tenía urgencia por llegar para asistir a la fiesta donde don Benito García, me arremangaba los pantalones en los pasos de Félix Sención y no he dado el primer paso cuando oí los ensordecedores disparos de fusiles Máuser, se escucharon gritos unidos a los disparos que se acercaban opté por sentarme en un tabuquito de ahí lo oía con mayor claridad, me sorprendí viendo al señor Angelito Sención que corría con un grupo de cinco soldados entraron a la propiedad de caña plantilla, del señor Félix Sención Cabrera, corrían detrás de un Barbudo guerrillero, que según los que ocultaban la realidad de los hechos, había matados a tres soldados de la tiranía, al guerrillero se la trancó el arma y se entregó a los persecutores levantaba un pañuelo blanco como prueba de rendición, y no se detuvieron, pude ver que los guardia se quedaron duros como estatuas de piedras, el guerrillero hombre de una fortaleza física lo embrujó. Fue cuando Angelito Sención llegó con el señor Florencio Trejo, para quitar el maleficio que el barbudo había echado a los civiles y tres soldados convertidos en rocas húmedas. Entonces sin muchas preocupaciones, dijo- ahora lo pueden apresar. Luego de acribillarlos como a un guayo, el tal Angelito Pichardo Sención, veterano del ejército de los primeros 20 años de tiranía, le bandeó la barriga al muerto, con una bayoneta de reglamento de uno de los soldados petrificados que aún temblaba y secaba la humedad que tenía en el ruedo de sus pantalones… el soldado violado tenía en sus intestinos varios pedacitos de mangos verdes, un señor muy joven aun le cortó la mandíbula para sacarle un molar de oro y un colmillo de plata muy blanca. Continuaron con las anécdotas y pequeñas narraciones como la muerte de la hija de Miguel Bonilla, sobrina de Feliciana Bonilla, en el central amistad, en esos meses se habían mudado al central amistad buscando nuevos horizontes, el matador, dijo Campeón –era su novio quien dejó el puesto llevado por las energía diabólicas de los celos y con el primer disparo se llevó la puerta de salida de la casa, con el segundo, lo pegó en la puerta de entrada, y un tercero lo colocó en las sienes de la mujer que decía amaba con locura. Parecería, dijo Severino, hijo de doña Dolorita Henríquez, hermana de Higinio, que las alas del mismísimo diablo se movían, de alguna manera los que se mueren en un diámetro de 15 kilómetros cuadrados, están ligados de alguna forma al correo de la comunicación Henríquez Bonilla. O al de Martina o de Eulalio. Escupió rasgó un palito de fósforo permaneció por gran espacio fumando las horas dispusieron de los minutos para los cuentos de sustos y de dolor, para los concurrentes todo era realidad. Que conste—dijo negro-- que había agotado el turno de Guanábano, yo lo vi colgado de una ramita de aguacate, se llamaba Juanito Silverio, primo del marido de Patria la hija de Ursula. Estas cadenas de muertes horrorosas, de escenas dolientes casi interminables corrían encima de las erizadas pieles ríspidas achicharronadas de los cañeros. El miedo rugía como un toro encelado pero hasta el lo sufría por estar ante la puerta del infierno donde los cuerpos accidentados, desde el central Montellano y amistad, en temporada de zafra y de reparación, estableceríamos que las deudas bajo en manto de la usura no le estaban llegando a san Ambrosio. Pero a ellos lo que le interesaba era ver su burra parida de trillizos, no le importaba que muriera a madre. Tampoco le importaba el rabo lo que le interesaba era la gurrupéela. Le entregaban uno al santo de las misas negras. No le importaba la burra coja o Cinquera, para pesarle a los dueños de las cosechas nuevas de pasiones, el porcentaje que por compromiso le pertenecía. Los sanambrosianos conocen el tamaño de su deuda, tienen los originales por eso mueren en la zafra haitanos, soldados en la frontera, dominicanos en las fiestas, en los juegos de azar y en las caravanas es por eso que huelen a sangre las galleras, por eso los galleros son hijos o padres de gemelos, espuelas, guanteras son aliados de don san Ambrioso y de san Liborio.
Los tertulianos volvieron a traer más aguardientes, estaban borrachos- recuerdo- advirtió Wenceslao, quera melindroso, pero miedo también, que llevaban 22 botellas de “Palo viejo”, de rones y ginebras con agua de coco y no finalizaban con los cuentos reales y con los armados con babas de borrachos mentirosos pero celebrados con bastantes entusiasmos y muchas. Emilio Clase estaba en el centro del grupo, abandonó el escenario, para acompañar a su madre al Hervidor para partear a la mujer del maestro Marioldo Hiraldino, regresaron en la madrugada Lugo de un parto feliz de gemelos. Los hilos de la circunstancia manejaron la vida de la madre a su antojo-murmuró Sixtica, la hija de Isabelita Polanco, nadie la igualaba y muchos años necesitara la naturaleza para superarla, Juana Machelina, dijo y salió a escupir… pero regresó de inmediato al ver, según sus caprichos, una sombra que le hablaba con ademanes de zombis, entró a la sala con la lengua en las manos… unos fueron a comprobar lo dicho por Juana Machelina, y lo que hallaron fue al señor Guira sentado encima de una piedra, era su terapia espiritual esperar el sueño fumando en las noches sin luna… pero Evangelina Henríquez, sentada en el centro de la concurrencia, tomó la palabra, pero se la entregó a Juan Ñeñita, en quien confiaba, para que terminara con la lista de los ahorcados. Juan Eñe, manifestó- todas las matas de Cabirma se secaron, explicó que había un puente en ese extraño árbol y los ahorcados, ya van más de 50, (el señor Eñe, se bebió otro trago de ginebra con toronja, limpió su garganta, besó los labios de su boca, con sus besos, encontró la atención de todos) en la misma entrada de la propiedad. Fernando Mora se colgó de la mata de Cabirma, que su hermano Pelelo, tenía para aserrarla y hacer una puerta. Lo peor era que la lengua era tan larga que le pasaba de la correa. Evangelina escupió por la sensación que produjeron las malas imágenes del narrador. Los que estuvieron escuchando la lotería se habían ido, lo que no se quedaron fisgoneando alrededor, y escuchar el juego de pelota y los cuentos.
La luna había salido, era una ponchera llena de aguacates, a su lado luces menudas, se esparcían en los valles, del sideral túnel. Los hoyos de las palmeras, se veía a distancia, no había sombras. Las viviendas alejadas una de la otra, era una serpiente fantasmal. Era en la madrugada, los gallos entonaban el viejo concierto al compás de las brisas estivaleras. A esa hora gritaban los cerdos en las pocilgas, en los corrales las vacas daban largos bramidos, a esa hora llegaron Emilio y doña Martina, mientras Lalo colaba el café, en la cocina usado la jícaras del coco como combustible, la leña se había mojado. –Parece un día de lluvia-enmendaba Eulalio cuando pasaba el café a los recién llegados, toma Emilio tómatelo en la botella así aprenderás a masticarlo, también tú Martita, es un ponche lo hice sin molinillo en cambio le agregué amor pienso que el sabor se esfumó. Las nubes fueron empequeñendose se ocultaban en los matorrales del cielo para formar una cortina negra, para llegar al baile de Nereo, no les importaba llegar tarde, era territorio de latinos la puntualidad era escasa. Don Eulalio lo invitó a que durmieran dos horas siquiera, mientras el fuera al conuco, para cortar las yaguas, para tapar goteras en la cocina y la enramada donde guardaba la leña. Bellaco era una larga correa verde en el estrecho pantalón del valle del Bajabonico, con grandes ojales en la camisa de verdes esperanzas, llevando cuellos sin máculas en las celosas manos de sus primeros habitantes. Las hondonadas, cosquillas de sus lomas, empadronaban en sus senos al heroico guerrillero, que vio bajar en parihuela de los Pomos y de los Montes de la Descubierta, el agua de los manantiales y de sus norias levantaron la sangre de sus hijos valientes, antes de entrar al curso de viejo río, centurión, estandarte sagrado, del descubrimiento del imperio español. 32, Quizá más, eran las viviendas en el camino acuífero, los pies descoloridos, las manos callosas, los ojos endurecidos, al divino” tesoro” que los ancestros habían legado. En Chile los mineros, aquí los en Bellaco, los cafeteros, los cañeros y maniceros… hijos del matorral, en cualquier momento hay un día para descansar, en Bajabonico hay varios días para amar, sembrando bajo de los bejucos, cocinando anhelos, amasando sueños, se ama ayudando a dar a luz, a parir a la cerda o cercando las flores, a la madre que acababa de parir. ¡Caramba! Expresó Eulalio cuando procedente del conuco llegaba a la casa, de la mente no borraba las gratas imágenes de su hijo y de su mujer. Se detuvo en el umbral de la cocina donde ella le estaba esperando. Hay que comprar azúcar refinada.
- Yo traje, está en el macuto, sácala se quedó mirándola, concluyó que aún estaba joven. Somos millonarios, dijo alegremente, pero no lo entendieron, a el no le importaba, cuántos partos hiciste Martita, dicen que lleva 3511, póngalo a diez pesos, hechos a domicilio son 35,110 y quién va a los Uveros a las 10 de la noche y retorna a las 5 de la mañana por nada, como tú, ni la comadre Gelo, tampoco la Nóbel de María Teresa de Calcuta… si la comadre Gelo lo hace como tú por nada. Ella, la única, Martina Clase, la mujer de Lalo Santos, el que se queda solo, con la espalda fría, desnuda, esperando, su regreso, sin poner ni hacer cara de musarañas ni disgustos, cogiendo frío en vez de molestia y mortificaciones, en vez de piques, con eso canto y grito que somos y si no, pues, debimos ser millonarios. Por eso Higinio quiso tener…a todas las comadronas de su lado como empleada. Se detuvo en sus reflexiones, sintió los energéticos movimientos del marido, qué te atormenta muchacho, le preguntó, nada respondió de inmediato. Ese don Higinio era un genio, en la correa verde del Bajabonico, ya ni doña Feliciana lo paraba, los hombres inteligentes tienen generalmente una mujer superior, fíjense muchas veces, que no es común aunque hoy seamos más pobres que cuando nos conocimos. Es ahora que te comprendo, por qué decías que éramos millonarios y es cuando me doy cuenta por lo que te llamaban Lalo el loco, lo sabía, sabía que ninguna razón tenían, ni para herirte ni para ofenderte. No podían poseer ápices de juicios razonables, la locura es una fuente de energía que brota de otra carente de energía racional, sin contenidos valorativos, ni religioso si quiera. Eso hace ser diferente, a los que reúnen esa condición de clase, muy humana como humanizante, humanizadora. Lalo escuchaba a Martina, con precisión pero pensaba en los vuelos de garzas y de blancas palomas para ir a sus pasos a encontrar la paz que le intentaron quitar, y manifestó cuando la última paloma se asentó en el cogollito de la verde palmera, los que nos llaman así son intolerantes, prejuiciosos, incapaces de echar al exterior esas fuerzas que poseen los individuos como tú Matina, y yo. Había subido el tono- cuántos tienen una mujer que en la noche, tarde o, en la madrugadas de fríos y de lluvia abandonan su espalda para ir a servirle al prójimo, yo la tengo, y se esperar… no se moleste, porque lo repita… eso no me hace ser loco, o es ser hombre, responda usted por mi. Eso es ser humano, venir con las manos vacías, y el corazón lleno de bostezos es ser loco, muchos no lo comprenderán nunca. Los bostezos no faltaran, el corazón estará repleto de gladiolos y mirtos aromas espirituales, los que tienen esa energía aunque duerman en los gallineros, en las escatológicas rosas del padrote, convertirán los huevos en petróleo, en perlas o en trozos de verdes esmeraldas fortalecedoras de voluntades energizantes.
En términos contables no somos pero en morales nos sobran, pudimos serlo y ni ella ni nosotros lo lamentamos, construimos nuestras vías, de nuestro camino, hicimos el puente que quisimos cruzar. Vimos los vuelos que deseamos ver, desde los aleros de las viviendas de la realidad que fabricamos. Muchas veces Martina y nosotros soñamos volar sobre las mierdas de los que no abochornaban llamándonos desquiciados sólo por haber dejado de cortar caña en el cañaverar. En mis últimos 30 años de producción donde laboré, había más hormigas y alacranes que en Santiago gentes, ella agotó el espacio de espera, con su espalda esperando la mía, para que le diera los de comprar los azúcares y las sales, permanecí 28 años pidiendo el centavo que algunos no querían, que dejaban en el mostrador, no extorsioné, no amigo. Diga la diferencia si las hay, entre el que pide y el que solicita grandes préstamos en un banco de Estado, o al santo Ambrosio, Ah que las diferencias son varias y altas. Tú ves… te lo dijes, es mejor que ir al banco. Tengo esa misma cantidad de tiempo llevo celebrando la fiesta del patrón de los incrédulos, Santo Tomás, recibiendo halagos y alegría, empujones y pellizcos… recibiendo disparos, pedruscos y hasta zapatos viejos en la cara y la espalda. Algunos partieron mi cabeza, mis hijos e hijas no se enteraron para evitarle la vergüenza, no quise que interfirieran aun de ser padre y madres. Los manjares del cielo se engullen con las manos, eran para mi los hijos e hijas, manjar celestiales, se saborean aunque piquen o amarguen, y ni primos ni padrinos y mucho menos vecinos deben de saberlos. Nunca quisieron verme en el cañaveral de la mendiguez s uno o una me saludaba en el camino con dolor de mi esencia le decía quién es usted, no le conozco, no lo he visto nunca ellos eran manjar de los cielos, vivían y compartieron con los que decían que Eulalio estaba loco, pero nunca me molesté, siempre estuve triste, son actitudes diferentes. Demetrio fue el primero en darse cuenta de que eran un trabajo, encarnaba un personaje donde se me prohibía actuar alejado del guión, luego todo se marchó por las ruedas. Las muchachas me querían y así lo daban a conocer, para soportar que llamaran loco a su padre, eso me hacía egoísta, me llenaba de energía triste, peleaban en la escuela, en los caminos, en los lavaderos, en la iglesia… dejaron de ir a esos lugares para no pelearse con parientes y amigos y amigas aprendieron menos que los otros. Los profesores hablaban a favor, pero cuando el pueblo se convierte en masa, no comprende más que lo propuesto, no hay quien pueda variarlo. El tiempo pudo, se curó la locura… o nunca estuvo loco. Hice 28 velaciones todas con muchas comidas, en cada corrida gastamos Martina y yo 3230 pesos, si lo multiplicamos por las 28 ocasiones el arrojo está claro…será igual a las reglas aritméticas, dinero de los del 1942 hasta el 1976, los azares de las circunstancias, abrieron los portales de los jardines misteriosos de la vida de la familia Santos Clase, y de los hermanos de sendas familias. La sombra de los trágicos, mordió las piernas de la sombra de Nena, hermana del señor Lalo si destruir las bisagras de los mencionados patrones, o portales, pasos de esa misma sombra confabulada con los meandros del santuario acuífero de la región ahogó al padre de las 24 criaturas, 6 de esas eran sobrinas políticas del sirviente de Santo Tomás don Eulalio Santos, Lalo.

Los dolientes aullos de la sirena de central amistad eran la señal de la entrada al tiempo muerto, con el cambio de estación, de invierno a primavera, tres meses de espera, para los residentes en la larga correa verde del Bajabonico, que manos caritativas trajeran del largo pantalón pasándola por los ojalillos hasta la vuelta de la molienda. Don Higinio era dueño de mas tierra que todas la del central amistad, la estancia San Antonio, con alrededor de 600 tareas, estaba sembrada de caña de la variedad llamada “Fajarda” con enorme garantía en su duración de retoño y en bonanza en el pesaje de la tonelada. A los cortadores le gustaba cortar la caña de la finca del patrón de los beatos y beatas…, ni hormiga ni yerba que molestara a los picadores de la gramínea, era un jardín, si le parece cierto ponga la flor que pueda su poder imaginar, era un vergel de hermosas piezas azucaradas. Esa era la gran fuente de empleo que la tiranía tenia para la parte oeste de la provincia. La parte sur del municipio Imbert, ponía el 45 % de los trabajadores y el resto la zona urbana y un 3 los “Senciones” lugar de las hermosas Damajagua, lugar hoy para veraneo de nativos y extranjeros viajantes, otros tanto ofrece Bajabonico arriba del municipio Altamira… lo demás manos esporádicas, de la parte norsureste de Cabirma y Cabía, en el corte y tiro de la caña de azúcar.





El sector urbano del municipio Imbert copaba los puestos de oficina. Los imbertolitanos se creyeron los dueños del ingenio amistad. De los ahijados de Martina, había cortadores en su mayoría, Maximino Rosario, Guira, el que dormía horas enteras encima de la piedra del camino, y su hijo Putin era cuartero y entre los carreteros estaban el señor Cabo Suero, Capao, aquel que huyó del difunto Faleriano Vásquez; Hipólito Crisóstomo, el que debió entregar de la pesca a doña Martina. Había un tronquero senescal, eso mismo ocurría en Los Guanábanos.

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