jueves, 24 de septiembre de 2009

DILEMA DE UN VIAJERO. NOVELA DE Victor Arias

El Jabillar, Miércoles de cenizas 1989, Sto. Dgo.
No se desde cuanto estuve en la cama pero estoy con la pesadez que produce el haberse pasado de trabajo o de comida o de bebida o de vagancia… pero también de pensar en el futuro observando que la casa donde vivo es alquilada, no esta aun terminada, el techo es de hojas de zinc, las paredes son de blockes de arenas y de cemento colon. El piso de tierra recoge en los primeros meses del año la frialdad de primavera e invierno. El jabillar es un pequeño barrio donde viven gentes humildes de diferentes partes del país de corazones nobles algunos fríos como el piso de tierra, buscan un lugar en las capitales municipales donde no terminar en los brazos de la muerte sin un pedazo de pan y sin ese lugar donde cuidar a mi familia. A pesar del Jabillar de los cerros, no ser un muladar donde las ratas como reptiles colocan sus huevos… ha sido cuevas donde como los cuarenta ladrones se han encasquillados asaltantes y criminales que huyen de la justicia y de la ley. Pero también han pernotado en las aceras de sus calles individuos compadres de Germán Aristy y de Francis Caamaño.
El Jabillar… está situado al sur de Villa Victoria, al sureste, de Villa Ramón Matías, al norte del río Isabela… y al oeste, de Villa San Lorenzo. Crucé a ver al pequeño que dormía en un pequeño catre de color verde. Tenia los ojos pálidos de tanto estrujárselos no veía los rayos amarillos del sol, sus ojos estaban cegados cubiertos de un negro manto enviado desde las entrañas del imperio para que contaminen los del entorno regional no me quedaba otro camino que no fuera esperar que su Isaac desmontara las pencas de sábilas, como racimos de palmera y cocoteros para extraerles las leches y preparar un zumo para aplicárselos con un parches de lienzo enlutado impidiendo el transitar de los amarillos rayos imperiales del sol. ...
Yo, Gerardo, no comprendía lo que escuché decir de boca de un bocaero, que hablaba con su mujer, cuando supo que habían matado a la estudiante zuleika Morales y habían roto una pierna en la calle Venezuela del ensanche Ozama en la ciudad capital, al señor Santo Pérez Abreu, asistente político del secretario general del Partido Revolucionario Dominicano. Sonreí bastante y lo hice con ganas… cuando escuché que a los comilones de velorios y velaciones de difuntos... en río verde llaman veloneros recordé que en Bajabonico de Trejo de los Vientos inauguraron la undécima logia de los llamados Bocaeros. Pero como eran fechas carnavaleras continué con el oído puesto en las palabras de mi compadre Genaro que entraba a la octava circunvalación de charlas sin pies ni cabeza. Hablando de una tía llamada Juana Trinidad, en un lugar llamado la ensenada de Patio Bojolo,.. El nombre agradó para que su hijo Natanael, al cumplir sus 15 años se bebiera la primera cerveza junto con su madre. Mi compadre ahora decía...-“es cierto que auyama pare calabazas... en tiempo de los padres de mis abuelos parían auyama, las de ahora… las perras paren novillas y las gallinas cucarachas... yo Gerardo, me había fumado tres cigarrillos montecarlo, pero a pesar de saber que en el fondo de lo dicho por Genaro habia un contenido filosófico no aguantaba la risa. Escuché que la mujer del Patanista le dijo- aquí estuvo buscándote esa mujer que vive en el barrio cerca de Gerardo y Juana... esa que se llama Virginia, ella no dijo lo que quería de tí, pero para mí que andaba en malos pasos. Yo si no confío en ella, porque esa bestia parece una… ¡qué se yo!, no se si es a una mula que papá tenía... o si es… a la cara de la perra de mama Pancha, con la que esa fiera se da un trasluz. Gerardo dejó el alero de la casa del patanista y se agarraba la barriga de la fatiga que sentía con tanto reírse al oír los disparates que la señora de su amigo Genaro decía de Virginia. Era cierto que en el barrio todo el mundo creía que Virginia era una bruja intrusa, enredista, maliciosa, fiestera y presumida. Nadie negaba que además fuera traviesa y avariciosa. Pero para ayudar a su marido hacia escabeches de suela de zapatos, Manejaba con mucha facilidad los tejidos de la discordia como manejaba las manos en el lavado de las lozas en la cocina donde con una yuca y un guineo hacia comida para tres o cinco personas. Gerardo tenía los bolsillos repletos de comprobantes de la compraventa... cinco de televisores y ocho de radios e inversores... los calderos de la cocina de su mujer estaban entretenidos en una corta vacaciones, por carencia de quehacer en la faena culinaria. Pero continuaba con un cigarrillo encendido en los labios enmohecidos, le preocupaban las imágenes que dibujaba con el humo que de sus labios salían. Su contextura debilucha con la preocupación de su amigo Genaro... Se mostraba con mayor energía ha sido como una paradoja biológica... el dolor o la preocupación ajena engordaba su caballo... al pensar en las suyas encendió un nuevo montecarlo y comprendía que sus pensamientos andaban fuera de carril. Se lo achacaba al hambre de la abuela, el ayuno de los procreadores de sus padres. Los dolores en la espalda y en el pecho las razones las acercaban a sus abuelos maternos pero su inteligencia a su madre. No era que creyera que su padre fuera un Mandril... pero por la forma como la que hacia referencia lo ubicaba en las proximidades de la animalidad.
Gerardo cumplía los 23 años y era padre de Mariel y de Natanael... su mujer se llamaba Juana, cuatro años menor que él. Juana tiene los cabellos largos y del color del ópalo. Sus ojos pardos se adecuan a lo delicado de su piel canela clara... dueña de un carácter muy sosegado, muy tranquilo como su mirada de altar. Con acentos rural al conversar y en gestos familiares peculiar en las madres de amazonas. En sus acciones Juana expele un manjar de humildad que como una sábana de paz abrigaba la presencia de Gerardo cuando llegaba del taller de electrónica donde hacia reparaciones a radios y televisores y que por apagones de la corporación eléctrica prepara y compone inversores o plantas secas... hasta de 12 kilos. Juana le sirvió el almuerzo, que en contraste con la preparación de Gerardo no era más que un cuadro de dolor y de muerte lo que en la mesa se veía. Era una bandera de abuso lo que volaba encima de la mesa. La casa donde vivian con Mariela y con Natanael era pequeña pero el cuidado de limpieza reflejaba las manos de la madre. Era un locrio de picapica y un pedazo de pan de agua. Ni lo miró siquiera por estar pensando en lo dicho por la mujer de Genaro sobre Virginia. Juana lo vio sonreír pero no se molestó en averiguar los motivos, ella conocía que el convertía en risas los juicios y las ideas cuando lograba ensamblar en una baquelita utópica algún proyecto. El hambre que habia sentido en el laboratorio... la envió para el taller, que no era otra cosa que, un pequeño cuarto de cemento, donde una mesa y un soldador cautín, un pedazo de segueta, una caja de solderin y un pequeño probador, actuaban como especimenes probatorios. Eran los perros de Pavlov. -¿No vas a comer, Gera? Preguntó Juana. El la miró con los ojos lascivos, encendió un montecarlo y se puso a dibujar un plano, luego de subir los dos pies en la butaca, donde acuclillado agregaba elementos al detector de humo que pretendía fabricar. Era experto en fabricar amplifica de subir los dos pies en la butaca, donde acuclillado agregaba elementos al detector de humo que pretendía fabricar. Era experto en fabricar amplificadores de sonidos hasta en un pedacito de cartón piedra o en láminas delgadas que pudiera traspasar con una aguja de coser zapatos...laboraba en la “Distribuidora Corripio”, tienda de electrodomésticos en Santo Domingo, Ensamblando chasis de amplificadores de televisores y VHS. Destapó la loza del almuerzo, cuando vio que era un locrio de sardinas comió dos cucharadas de concón y bebió del jugo de limón que Juana además le había servido. Pensó en el patanista hizo una mueca de disgusto al recordar la vecina Virginia… a quien señalaron chismosa, caliesa, caliententapies. Antes de llamar a Juana pensó en Andreina Eloisa su Tara abuela que la recuerda casi siempre cuando algo bueno le ocurrirá.
-¿Y Mariela?- preguntó Gerardo. A lo que Juana respondió -Está donde Elvira... juega con su hija Yumidla.
Gerardo tenía varios días que no sabia del señor Isaac, asistente suyo por varios años tampoco de Polanquito pero creyó que podía verlos en la “Compraventa Salín” y se dirigió hacia la calle Francisco Caamaño Deñó. Allí estaban comiendo chochuecas y frituras de yuca y carnes de cerdo. Genaro sentado en una mesa de tablas de pino, vio que se acercaba... con un llavero entre los dedos moviéndolo como las aspas de un molino eólico. Isaac permaneció hablando con Stalin (de la mala situación económica que estaba pasando el pueblo pobre, de la República Dominicana) hasta que vio que Gerardo llegaba sonriente como era su costumbre. -¿Qué tal Gerardo? Preguntó Genaro al verlo.
-¿Qué tal Bambolla? respondió mientras se dirigía a saludar al marido de Virginia que lo había llamado, a la sombra de la jabilla. Yo le decía bambolla pero no sabia por qué le decían así fue el poeta que me dijo que bambolla -significaba vejiga, ampolla, burbujas, cosa insignificante, de poco valor y fofa. Deje de llamarle de esa manera en público, no porque se sintiera mal, no. El tampoco conocía que significaba gordinflón que por ese motivo que de niño llevaba el apodo en la espalda como el burro o el carbonero el saco de carbón al lomo. También significa fastuosidad e ilusión-
La escuela Otilia Peláez abrió su puerta ese jueves con cánticos y acordes juveniles cuando en la compraventa una señora discutía encachorrada con Stalin Oliviere dueño del establecimiento de empeño por considerar que la habían estafado. Los rayos de un sol que nunca ha salido para todos, entraban por la persiana de la dirección del centro docente y refractaba el rostro de la señora que discutía con Stalin y eso la encabronaba más. Stalin que nunca ha sido un explotador devolvió a la señora el dinero que ella exigía. Los niños del centro escolar cantaban un himno a la bandera- baja, baja bandera querida que flotaste… en la calle Francisco Alberto Caamaño otros cantaban a luchar soldados valiente que empezó la revolución… ¡platanero, platanero! ¡Botelleros…! ¡Compro colchones viejos! La mañana se fue diluyendo con el paso de la muleta del tiempo que pisaba los entornos de los gramales de los barrios del Jabillar de cerros de los Ángeles. La señora entró a la escuela y entregó a sus dos hijos los útiles que le habían exigido para el examen completivo que esa mañana recibían. Esperó que el profesor Daniel Javier Moreno hablara de la pobreza a los alumnos de octavos grado para entrar. La pobreza, han hablado por siglos todos los humanistas con amor por la gente- decía Isaac cuando Gerardo dejaba al marido de Virginia. Ha sido tema para muchos debates por décadas durantes varios veranos y máxime inviernos. --El papa Juan XXII, desde Aviñón, se enfrentó a los minoritas por la manera de entender la pobreza evangélica. Para colmo de desdichas, continuaba Isaac -que era un creyente polifacético y se sabia de memoria citas kilométricas de encuentros ecuménicos y simposio y concilios-- “estalló a la sazón de nuevo, con impensada violencia, la lucha entre a Iglesia y el Imperio. Los principales representantes de la oposición, así eclesiástica como política, contra el Pontificado, se agruparon en seguida en torno del rey alemán Luis de Baviera, ofreciéndole su auxilio contra Juan XXII. Como representantes de la oposición eclesiástica, aparecieron los popularísimos é influyentes Minoritas, que precisamente entonces andaban enredados con Juan XXII en una acaloradísima contienda. El propio objeto de dicha controversia era la discrepancia que mediaba entre ellos y el Papa, respecto al modo de entender el concepto de la pobreza evangélica; la gran popularidad de la Orden la hacía un adversario en alto grado temible, y los Minoritas, extremadamente irritados contra el Papa, llegaron á ejercer grande influencia en Luis de Baviera. Este influjo se mostró claramente en la apelación decretada por Luis en Sachsenhausen, junto á Francfort, en 1324. En este notable documento se opone contra Juan XXII «que á sí mismo se da el nombre de Papa», entre otras duras acusaciones, hasta la misma de herejía. Juan –se dice lleva su audacia hasta levantarse contra Cristo, contra la Santísima Virgen, contra el Colegio de los Apóstoles, y contra la doctrina, atestiguada por la vida de ellos, de la perfecta pobreza, antorcha de nuestra fe. Después de una extensa y apasionada declaración dogmática sobre la pobreza de Cristo, y de un cúmulo de reproches, sigue finalmente la propia apelación á un concilio universal, á un futuro Papa legítimo, á la Santa Madre Iglesia, á la Silla Apostólica y, generalmente” todos los presentes en la compraventa de Stalin, creían que Isaac estaba recitando un poema dramático o, que recibía las ideas por vías telepáticas- parece que alguien le está soplando, los contenidos psíquicos. Para Gerardo fue un placer haber encontrado a sus amigos, tratando un asunto de esa envergadura. Los felicitó y continuó oyendo, al señor Isaac…, pero de paso recordaba que su tatarabuelo era pariente de Gabriel Ogando Trinidad, un guerrillero que ayudó al movimiento “Los Carpinteros”. “La Riqueza de las naciones (nombre abreviado por el que es conocida esta obra), como dice el mismo título, es sobre todo un libro acerca del progreso económico y las políticas que pueden fomentar o frenar este desarrollo-- continuaba el señor Isaac que ahora citaba al economista Adam Smith. -“Desde el punto de vista pragmático, es un alegato contra las políticas proteccionistas de los mercantilistas, y una defensa del librecambio. Al criticar las denominadas falsas doctrinas de la economía política, Smith tuvo que analizar el funcionamiento del sistema de libre empresa” En una economía de libre mercado con mercados competitivos, cada individuo, de los muchos que participan en el mercado, tiene una influencia nula sobre los precios; todos los individuos tienen que aceptar los precios del mercado y sólo podrán variar la cantidad intercambiada a esos precios; no obstante, la fijación de los precios se logra por la interacción de todos los agentes que operan en el mercado. La ‘mano invisible’ del mercado, como le gustaba decir a Smith, asegura que la sociedad saldrá beneficiada a pesar de lo que quieran los individuos; la mano invisible es capaz de transformar los vicios privados (como el egoísmo) en ventajas sociales (la maximización de la producción). Pero esto sólo se verifica si los mercados competitivos disponen de un marco legal e institucional adecuado, una condición que Smith analizó en profundidad pero que las generaciones siguientes olvidaron. En esta gran obra sobre la riqueza y pobreza de las naciones, Smith exponía una teoría simple del valor (o de

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