Silvio en su clásica hamaca observaba una caravana de nubes que al cielo le servía de autovía para recorrer en sus recuerdos, unas retahílas de acontecimientos del pasado reciente y lejano. Fumaba extrayendo el último juguito de la petunia que cosechaba en su cantera. Cuando Cabito hizo presencia en la enramada Silvio estaba en los barrancos de la desesperanza. No hallaba salida a sus múltiples complicaciones que como una bejuquera se le enredaban en sus sienes.
Pensaba hacer una gran comilona el 28 de abril fecha de su nacimiento, donde estuvieran la mayoría de sus viejas amistades, no tenía la menor idea del tipo de menú que serviría. Llamó a su amigo de cabecera, a quien comunicó buscando su opinión – pienso --dijo el amigo—que bueno sería recibirlos en un fiesta allá en la ensenada en la estancia de plátanos y maíz. La idea de su amigo zafó un poco la correa del embarazo en que se hallaba Silvio. Llegó el 28 de abril del 1970, cinco años después de la invasión imperialista del siglo pasado, fecha de su nacimiento. A partir de esa afrenta…Nacional dejó Silvio de sentir deseo por las celebraciones festivas, había sido la fecha más hermosa de todas las del universo – ahora es la más lúgubre y la más fea. Cuando sus amigos lo interrogaban nunca respondía. Se cargaba de tristeza y comenzaba hablar de Don Francisco, Ñico, Lora y concluía con Tatico Henríquez, las lágrimas lavaban sus mejillas y terminaba secándolas en calurosas risas terapéuticas.
Francisco Lora, le contaba a su amigo, nació en Navarrete en el siglo 19, le decían Ñico, 18 75, pero casi pernotó un siglo, fíjese que murió en 1971. Fue el más notable compositor de finca merenguil. Siendo empírico fue considerado un virtuoso del acordeón es autor de una cadena títulos. —Dígame algunos de esos títulos compadres.
--¡Anja!… se los iba a decir de toda manera. Apúntelos si les interesa compadre. Ahí les van los que me lleguen al momento:
“Las fines del mundo”,”San Francisco”, “San Antonio”, “Santa Rosa de Lima” “Estrella de la mañana” “Por ti me aparté de dios” esos no son ni la cuarta parte de su cosecha—dijo Silvio en voz alta.
Los merengues de Ñico que más estimulaban a que Silvio se cambiara de remúa, eran: “mataron una salea”, escrita en 1914, en telegrama de Pedro Pepín, y Desiderio Arias, La muerte de Lilis, cuando mataron a Món, y el cometa Halley, se detuvo cuando recordó los hombres no lloran, no lo dijo porque el si lloraba especialmente después de la fuga de su mujer Pura quien según el se había marchado con un periodista imperialista, seguidor de los signos salpicados en sangre. También de ella dejó de hablar cuando sus amigos los cuestionaban. Don Ñico enriqueció en pentagrama musical típico con su fecunda cosecha originales, es un banco de hermosas canciones sociales, cargadas de sentimientos nacionalistas donde él protesta y cuenta y reseña con sencillez nítida los abusos y travesuras de los traidores y sirvientes del capitalismo troglodita impúdico y salvaje, cometidas contra la nacionalidad. “Enrique Blanco” “Bajabonico” eran canciones como “cuando Cuta murió” que cantaba la madre de Silvio cuando en la cena o el almuerzo no hacía falta la tocineta o un filete de buen pescado.
Pura era su mujer, lo había abandonado por un mercenario de la comunicación al servicio de los imperialistas, dijimos que eso los colocaba al borde del barranco cuando recordaba la imagen del forastero que le robó su estabilidad emocional y erótica, pinchaba el cielo raso de la vivienda, con los plomos de su revolver Enriquillo cañón corto, su abuelo quemó la cobija de la vivienda de su mujer, al enterarse de la muerte del dictador Lilis, su padre
jueves, 24 de septiembre de 2009
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