miércoles, 4 de noviembre de 2009

Vuelos de Garzas. novela de Victor Arias.

Emilio como sus otros hermanos, el servicio obligatorio en Altamira, pero los finales episodios los hizo en Imbert con el instructor Demetrio Cedano Suero, que luego casara con la maestra de la escuela, que construyera don Higinio para ella. Como la profesora del Anacahuita vivía en la casa de su tío. Pero Emilio comenzó a salir de noche y sin que nadie se enterara se desaparecía un día estuvo en los manantiales y otro hasta la Gotera, pasó por la Catalina, pero donde más le interesaba fue al Limón.
¿Para dónde andará ese muchacho, Lalo, y contestó de la misma manera, para dónde andará es muchacho martita…? Pero Emilio miraba el vuelo multicolor de las mariposas encima de los montículos donde enterrados a los caídos en la guerrillas del 1963, estuvo en la tumba del último del Limón, para el era la de Jerónimo Escaño estudiante del quinto años de medicina. Y bajó creyéndose héroe por haber llegado a la cumbre de los pomos, pudo ver los montículos de los muertos de hambre y de los muertos por civiles al servicio de la tiranía. Ya en la cercanía en el charco de Piedra se bañó de sea manera despistaba a los familiares, esa era la coartada del siglo. Ayudó arrear el ganado de cabras de la tía Ursula. Se detuvo cuando vio un jovencito de piel blanca, todos se preguntaban la procedencia del forastero que se bañaba con Gratelly sobrino de su madre, Emilio dejó que la cosa se calentara un poco, para intervenir sentado en una de las piedras y esperó. Rafael Polanco Clase, que era el nombre de su tío, escuchaba al blanquito con los ojos más que con los oídos, sentía demasiado dolor que hablaran mal de los negros delante de su sobrino, y de otros Pequeños inocentes. –oye muchacho, no se de dónde ha salido, ni que pata puso ese huevo, se que por tu cabello y por el color de tus ojos y de la piel te cree europeo y por consecuencia superior. A quién crees que vas a sorprender ni asustar con mojiguetas y fanfarrias del siglo xiv y del xv. Yo no cambio este color de canela y de caoba de lujo por harina de trigo gorgojeteada, por papas jojotas o por “tayotas” lívidas insípidas e incoloras, no amigo en la piel del negro hay melado y dulces azúcares hay brillo y mucha energía sostenedora de calores de soles de aguaceros y de neblinas también amigo de tormenta. El blanquito se marchaba pero al sentirse herido, tronó desde las alturas de su hamaca aristocrática, pensaba como una palma caruta. Oiga señor es que no ha oído decir que cuando un blanco corre… los negros se desgaritan, ese es el dicho. Va desgaritado como un negro y corría como blanco. Sí- dijo el descendiente de Delfo Massokú- los blancos en su correría se llevaron nuestra sangre, molieron los brazos y trituraron la cabeza, la memoria y la gloria… se robaron la fuerza de trabajo con los medios de producción y quisieron el pensamiento, pero paisano no se han podido llevar ni se llevaran, el orgullo latino indocaribe, indoamericano, ni el carácter mandingas ni la palabra, ni el corazón. Cuando Emilio volvió a la casa, su padre rezando el santo rosario en la ermita, se puso a cenar en lo que terminaban los padres, después refirió a sus padres la actitud de Gratelly con el fantasma de los blancos. Don Eulalio rió más que un niño premiado. Decir que Rafael Gratelly amaba la fuerza de la tierra sería muy riesgoso, malabárico, decir que sus manos ordeñaban las mieles de la batata y de otros frutos de las que se daban hasta debajo de las piedras… en el brinco, el riesgo sería como el primero. La umbrosidad de la comarca lo llevó a adquirir una pequeña estancia, que vendió luego al señor Rogelio Peregrín alia Cachón.
¿Dónde están mis antepasados? Los desollaron los blancos, Patria se asustó con la repuesta de su madre Ursula. Ahí están las raíces, en los cadillares y en los bejucales, entre las bayahondas, en las hamacas de cabuyas, en cueros de los tambores, en los tambores de cueros, ahí están los bohíos de tierras soleadas, en los nidos de las chozas de bambúes, en los saxofones de higüeros y de calabazas. Ya no te pueden decirte burro, negro o pobre.
Patria como nieta de Marcelina y de Delfín tuvo profunda sensibilidad por los medios por donde crecieron sus raíces y fue a los Almácigos, estuvo en Patas de Vaca y en el Pino pueblos de Santiago Rodríguez, buscaba el sudor de sus bisabuelos y el resuello de sus tíos abuelos. Buscaba los antojos de los padres de Delfo Massokú y los resguardos de los tataras… pero ahora era la mujer del único hijo de doña Feliciana Bonilla pero para satisfacer los apetitos personales se interesaba por la familia que de ella había llegado. Lo hacia decorosamente repleta de dignificacion. Se sentía ser libre que llevaba conciencia y eso le daba derecho de actuar sin que osase alguien ultrajarle mucho menos obligarla. Merecemos ser libre para sonreír al realizar cosas que purifiquen el honor de la familia y de la Patria. El honor de la nacionalidad, es un juego de mulas indomables y con honradez hago una coronilla de respeto a los antepasados como el caso de La Mea, y de Vicente Ogé. No soporto la palabra cadena ni para apellido.
La veo a legre mamá que hermoso es saludarla viéndola reír, dijo Edita que llegaba del río Bajabonico, con un cántaro de agua para llenar la tinaja. Pero, si no es riendo que estoy, simple cosas tuyas expresó calculando las palabras, estaba pensando en mama Marcelina, tu bisabuela, me sonreía de un cuento suyo. Pero vieja, por qué te queda con ese manjar sabiendo que nos pertenece a todos sus descendientes ascendientes. Demasiado quizá haya oído hablar de ellas pero no tengo nada en concreto que pueda imaginar, espero que me complazca mamá Patria, hágame siquiera una. Deja que llegue la noche que el contar cuento de día es de mal agüero, al que lo hace les crecen los dedos y se les tuercen como el rabo de una burra en celos. Y no hay n este universo cosa más fea que una mujer con los dedos culipandiados o arrepentidos. Después de bromear con su hija, y cuando Cándido abandonó la casa con la energía necesaria, inició la primera jornada de contada de historias y reseñas, de canciones y adivinanzas. Pero Patria comenzó hablando que su abuela Marcelina expresaba frases como esta para enseñar a los nietos a ablandar la lengua- “por el río abajo iba una tarabita muy tarabinculada, aquel que tarabinculó muy buen tarabinculador sería” los hijos, sobrinas y sobrinos preferían los cuentos de Marcelina y la de Delfín. La pesada máquina de la vida, pisoteó siempre la de los hombres para convertirla en dinero, dijo Silvia Henríquez, maestra de la escuela de Emergencia de la comunidad.
La fe era una fuerza que llevaba mi abuela entre sus bolsas la convertía en un ser semidivino, era para ella, una revelación que fortalecía sus conocimientos de la realidad, en las causas primeras y en el orden natural en virtud de las causas supremas y últimas, rayando con la revelación. Las hijas no entendían ese chorizo de palabras moscatas añejas cerca de la borrachera y creyeron que su madre estaba hablando de ese tema que ellas no comprendían para adormecerla y no tener que contar los cuentos prometidos. Cándido llegó para llevarse el martillo y su regla plegadiza, dijo “la ciencia que tenia doña Marcela, le servían para experimentar reglas, las normas y las leyes… esa vieja era científica, sacudía las cosas como el agricultor a la semillas, empleaba la fe, la llevaba como una corona en sus sienes y como cosecha la creía… era la combinación de sabiduría y de fe y era por eso que la vieja mantuvo, unida en tiempos difíciles, a toda su familia y a los del entorno y en muchos casos de los contornos. Mama Marcela establecía reglamentaciones, hábitos y normas para mejorar los caracteres, los modales temperamentales y simplemente de racionalizacion. Su meta era la cosecha para la mayoría, para el bien social para el bien final. Ella contaba y medía todo, de esa manera conocía las reglamentaciones del cosmo, era como si volara un vuelo equilibrado, parejo, y a veces perpendicular. La profesora que era puntual en sus visitas acababa de sentarse en la sala donde escuchaban a Patria hacer reflexiones que ella misma no comprendía el valor sicosociológico que esas horizontalizaban. También Martina y Ursula había llegado par tomar café con Candido y la maestra Morales. A Candido no le gustaba la manera petulante de saludar de algunos maestros había dicho ¡Buenas tardes concurrencia! ¡Buenas tardes respondieron!
Lo hicieron en caracol, sirvieron el café, el humo del cachimbo, de los cigarros y de los cigarrillos, contaminaba la habitación. No puedo concebir, dijo la maestra, que haya científicos que no tengan fe profunda. La ciencia sin religión es gamba, patidifusa y la religión si ciencia es bizca, tuerta y un poco más que ciega. Recuerdo que algo así lo había referido Albert Einstein, creador de la teoría de la relatividad. La estudiosa continuó en búsqueda entre papeles y lienzo y al hallarlo limpió las gafas. Los científicos utilizaran los laboratorios para el estudio de las causas últimas, de las fuerzas espirituales de la oración que aún no conocemos. Doña Patria agradeció la presencia física de la tía, y de la Maestra. La religión “es para mi un avión, un pájaro de dos alas si fallare una, el pájaro se viene al precipicio” se caería. Una fuerza científica se aleja de los humildes pero la ciencia fábrica para el mundo entero penicilinas y brebajes rurales. En el dormitorio recordaba el rostro de su madre y de su tía a quien encontraba mejorada cada día más. Anduvo encima del lomo de su imaginación navegando por los cañaverales de Muñoz, Puerto Plata, las espigas blancas de la Cohimbatora, veía también la paila de cangrejos, que aprendió a cocinar y a comer. Y recordó la carita de su primogénito y la cara de su bendecida madre. ¡Qué buena es Mamá! Pensó. Siempre lavándose las manos, limpiando la casa, poniendo el biberón en agua hervida ¡Caramba! Vio que sus lágrimas caían para refrescar el alma, sin faltarle la pureza necesitaba lavar los retortijos en los recodos de su sentimientos. Durmió hasta la seis y seis, Cándido iba almorzar ese día y los guandules estaban en la batea sin desgranar, a él, le agradaban con yuca, cocinados con cocos secos. Por eso, me levanté, si no hubiese hecho, del día una noche interminable. Escuchando canciones de Cuco Sánchez, de Toña la negra, y de Libertad Lamarque, muy de moda en esos días. San Antonio en el altar de la Iglesia miró a Candido, cuando dejó de hacer la puerta de la sacristía para irse a almorzar, los silbidos que el patrón de los solterones, y de las beatas les entraban por un oído para salirle de inmediato por el otro, quería que le prendieran las velas que una de las nietas de Santa Parra le había llevado, la Paica de apodo chicha, tía de señor Manolo Sención Bonilla, pero quien sin razón quizá fue San Juan el dormilón, por haber hallado a don Juan el Sabio, durmiendo en hora de labores… y sintió envidia por no quedarse y ayudarle con el sueño. San Pedro era diferente recibe flores y a veces oraciones que ni les agradan ni les interesan. Y si supieran que ni les importa tal vez no le volvieran a llevarle ese tipo de serenata, dicen los exegetas, analistas de la vida de santos, que ese turpen era un icono de la oligarquía y actuaba como tal, un aristócrata. Pero a San Pedro lo que más le mortifica son los divorciados. La verdad es comentó doña Martina, nietas, nietos, sobrinas y sobrinos… estaban a su lado poniéndoles las manos en las rodillas protegidas con el lienzo de Macario que Lalo le había regalado cuando cumplió los 36 años. Pero en verdad que ahora cumplía ochenta… la verdad es que no me gusta junio tiene demasiado días parranderos, es el mes de los Santos beodos, los presentes rieron hartos de ganas, es junio el mes de la corrupción, para sacarle brillo a las hebillas y estrujar los pantalones. Los bellaquerinos siempre como el Boy scout listos con su camisa y sus zapatos limpios, la soltera prendían velas san Antonio, pero al santo le gustaban las velas a colores. Las solteras o los solterones, compraron velones negros y amarillos y les llevaron dalias blancas al altar y san Juan por su lado recibía collares de cálices y de corolas de flores de mangos y de azucenas. De parte de la fiesta de los dormilones el 24 de junio, Patria la madre de Ediburga, y de Lalita asistió el 1 de ese mes a la fiesta de san Antonio en la casa de su abuela dona Feliciana Bonilla, realizaron varios bautizos y el patrón de los solterones con su traje marrón miraba a los sobrinos de Martina Clase, los aguaceros eran en junio escasos. Las nubes esa tarde 29 eran plomizas, los solteros estaban esperando caer la lluvia para bañarse en los primeros goterones ante de coger para la fiesta de San Pedro, el aristócrata del santoral nadie lo negaba. Los bellaquerinos supieron lo que en los entornos de las haciendas del señor Higinio Henríquez. En menos de cinco segundos apareció el anciano Ciro Justo Álvarez Valdez, conocedor de los secretos de lo recodos en los potreros, en los corrales de la Llanadas, en las demás propiedades. Debajo de la ropa de ese senescal había una piel sensible, la de un diplomático atento, realista y juicioso, lo mismo que capaz. Parecía que ejercía funciones de rey en la comarca y por eso manifestó –“en las velaciones, en los juegos de pelotas, en la gallera… cuentan que los buscadores de leña los martes 13 en cualquiera de las estancia de don Higinio se arriesgaban a ser condenado y sufrir álgidas y negras pesadillas, sin estar durmiendo. En algunas de esas fincas tenían breñas y covachines muy emparentadas con funerarias y huronéelas donde dormían en un saco de pista el miedo y el temor personalizado. La minoría desdeñaba hablar del asunto, pero aparece un valiente un atrevido…llegaban los buscadores de frutas, he huevos de gallinas reales, de guineas y de leña bien seca, el jueves luego del día de ceniza, Hungríita, hijo de Matutillo dijo hallaron un nido fantasmal que creyéndole de ratas lo golpearon con las mochas varios planazos y ni siquiera se movió, lo golpearon de nuevo con garrotes y con machetes. ¡Señores, señores! El árbol de donde pendía el referido nido fantasmal, se sacudió como cuando un muchacho que termina de orinar recibe un escalofrío singular, de la intensidad de un Tsunami, con la potencia de un huracán. Los muchachos dijeron que para encontrar el camino necesitaron tres días y tres horas, y que de ese fantasma salieron horrorosos murciélagos que se ocultaron en los árboles cuando oscurecía.- lo que allí vi primo hermano, era del tamaño de un ganso. Enemencino Polanco había dicho algo del mismo asunto, dijo que eran trucos de los terratenientes para alejar las invasiones, a los cuatreros y a otros malandrines según sus propias palabras. Deograciano, hijo de Despradel… presenció en carne propia, se rascaba la cabeza y no contradijo a su tío Enemencino, recordó a Faleriano Vásquez.
En la casa de doña Martina pasaban el tiempo celebrando el cumpleaños de ésta, Irene Rosario, hija biológica del señor Gabinito Silverio, hermano de Higinio Henríquez, pero de crianza del señor Guira, cuartero del central amistad, entró al patio de la casa de su padre Gabinito y vio que su hermano Meto, ordeñaba una vaca que tenia una ubre de ocho tetas, los contadores contaron, que de cada teta sacaban 23 botellas de leche, pero nadie lo creía, je, je, esa noche era 24 de septiembre, día de las Mercedes, patrona de Imbert, Patria contaba la Historia de doña Marcelina Clase a sus hijos e hijas. -Ella era una mujer maravillosa, solo que cuando contaba perdía la secuencia y se involucraba en varios asuntos después de lo de la vaca fenómeno, contaba que Guillermino Rosario, luego de morirse su mujer, permanece rezando 136 padre nuestro y 390 ave María encima de la misma piedra antes de irse a dormir, dicen que el hace el amor con su fantasma. Un día dijo Patria-cuando yo nací, creo que ya había muerto, pero mi tía Martina y mamá me contaron de ella… tengo la certeza de que era dulce en el trato familiar, imagino que no se mordía la lengua para expresar la verdad, cuando era requerida, había creado su propia hacienda de experiencia, nunca aprestó las ajenas. Amarró andullos y planchó las camisas y los pantalones de sus hijos y de sus hermanos y de su marido sin acostillarse a comadres ni a compadres… nadie, ni a algo. Esa es nuestra gran herencia, lo decía a carcajadas cuadriculadas, se la dejaré a nietos y bisnietos. Quiero que Ursula y Martina, les confiaré la transmisión de inmediato a los brotes que generen, esparzan el contenido por la sabana de los Clase y su compañía. La experiencia- decía y reía- es pura abuela de los triunfos y pienso que también de los fracasos porque aunque no lo decimos, incuso acumulamos experiencias malignas. No se dónde ni cuando lo aprendí, lo que se que es un hermoso tesoro. Ah deseo expresarles que no olviden estas otras que no se el día ni la hora que la escuché. Lo dije ya en el caso anterior, “el orden es el principio de la libertad” es una zapata para no aceptarle a nadie los amarres, los o las desordenadas es esclava, de los vientos interesados, de los azotes del vecino. ¡Pero caramba! Queda siempre algo, muchas veces tan importante como lo primero. Oye, los pobres tienen, tenemos, hambres desde que los sentimientos del deseo, no permita que sean esclavos hasta el día de su muerte. Era bello escucharle hablar de su experiencia, dijo Patria ya con sueño, era bueno para energizar el carácter y enderezaba a los patizambos. La bisabuela suya vivió en los Higos de Jicomé cerca del pico El Murazo, Teresa hermana de Andrea lo comentaba de vez en cuando, de esa, se contaba que sufría de una enfermedad muy rara, que no podía tocar cosas secas porque las quemaba con el calor de sus manos, algunas las encendía sin soplarlas, dicen que poseía poder atómicos, en las puntas de los dedos, que sólo poseen los seres bendecidos, por la naturaleza de ultra esencia emanada del centro del suelo la última galaxia descubierta. Pero mamá, cómo podía tía Teresa y la bisabuela saber esas cosas- dijo Rabel que se había inscrito en la universidad, y además es cierto que ocurren esas cosas pero el salir diciendo la procedencia es como decir que vienen del cielo. ¡Dígame usted! Pero hijo, los viejos aprendemos de la naturaleza mediante la observación, experimentamos de inmediato, luego muchacho, con el pasar de las cojas piernas del tiempo comprobamos, como no leemos los libros no nos descuidamos y leemos en las páginas invisibles de las cosas… así hablaba doña Marcelina, como un deseo que para que Ursula y Martina hicieran. Quería que sus experiencias fueran difundidas aunque fuera entre los suyos. Fíjate Rabel, señaló Patria, que tu tía Abuela Martina, pudo ser la mejor maestra de medicina, pero la naturaleza no quiso que ella naciera donde hubiera escuela donde pudiera aprender y ¿dónde le toca vivir? ¡Ah muchacho! donde los médicos que aprendieron las teorías y los procedimientos clínicos, no iban a ir. Así ese pueblo excluido, la tuvo a ella, y en otros, a otras… y yo pregunto ¡qué es Martina Clase de Santos? Una humanista que ha incursionado en lo más profundo de la vida y el arte del nacer. ¿Quién es- volvió a preguntarse Patria- mamá Martina? Una gran mujer madre de hijos no biológicos, parteriza, amante de la esencia humana. Es flor exquisita del jardín de la humanidad, dejó de amamantar los suyos para dar de mamar a los ajenos. Así era Ella, trocaba las necesidades, por los dolores de otros fue luz dentro de sus aposentos y fue farol en los ajenos. Cómo se siente Tía Martina, le dije un día a lo que me respondió, me creo que bien sobrina, era a la única persona que le decía sobrina porque le decía hija a su madre Marcelina, me siento como más complacida de todas las madres, tengo muchos años he visto morir al primero de mis hijos y tampoco de los ajenos ayudé a nacer, es fácil morir pero difícil nacer, pero estas manos no han dado muerte… no han cruzado las sendas cenagosas, no han salpicado los ruedos de mis vestidos ni los ajenos, no han sido ni serán puñales ensangrentados pero si rosas perfumadas, generosas y risueñas, generadoras de sentimientos profundos, tocaron los alegres campanarios llevando esperanzas blancas y moradas, en los aleros de las casas donde muchas veces faltaba el pan, han recorrido lomas y valles en especial en la correa verde del Bajabonico, lo sabe el mundo entero y eso sin lucrarme ni con una menta. Para el 1917, años de puertas entornadas y muchas abiertas; tenían esas 37 años, escuchaban los sueños de mis vecinos, escucharon los quejidos y los llantos de la muerte, dentro de las alcayatas de la cocina encima del planchadero, pero me senté los bordes de la cama donde juré matar la muerte, mis manos mataron la muerte ayudando a nacer, ayudando a parir, esas no vieron morir. Pero vieron bostezar los niños al nacer, al mirar la primera lámpara del alba, nacen hambriento con el nacimiento y buscan la leche resguardada en el ceno de la madre. Manuel Sención, hijo de doña Mercedes y de José de Niño Sención, que llegaba de la Universidad señalo –las manos de mama Martha, son manos jornaleras, sembradoras de perfúmes y de alegres rosas por eso mama Martha es una Jardinera, frondas han repollado en su entorno, es amante de la zona rural, escribió con sus dedos de sus manos, elegías proletarias, llevando aliento y consuelo a los hogares de paja pero construidos con amor y bendiciones, por haber cultivado en 66 años, cigotos y embriones espirituales, mariposas en las marañas y en las sierras, entre caminos y peñas de tarde en albas, entre círculos hambrientos y enfermos, entre las guerras de guerrillas sobre las contra guerrillas. De aguaceros y de matanza de gentes cazando gentes verde olivo, a la Teresa de Calcuta le dieron el Nóbel de la paz, a doña Martina Clase de Santos, por qué se lo negaron, siendo sus manos las primeras que trajeron, en el mundo occidental, 3122 criaturas, niñas y niños, envueltos en la túnica de Jesús, con la piel de pobre y las sienes cuadradas, circulares humanas… 3122 energías sin forces ahí, encima del polvo de su luna, de su estrella de su.., de la tierra. En los gramales bellaquerinos, en conucos de esperanza que limpiaban el barro de los prejuicios. Lavando la miseria del pasado, abriendo los portales donde los lirios crecen y los guayabales florecen, mientras mueren los abuelos buscando el becerro dorado de las páginas santas, ahí están friendo chicharrones, en el sudor de su piel adolorida cortada con el filo de las hojas de los cañaverales de ingratos colonos, los nietos de Martinas la proponen para mártir. ¿Y qué…? ¡Para qué! ¡Ella es el manantial de agua cristalina, que había soñado donde bañar las piernas vírgenes del pueblo! La proponen, los nietos, como Senadora, para fabricar las normas y leyes de protección a las mujeres explotadas, las hijas ultrajadas, luego de la muerte del tirano en 1961, los Quisqueyanos entraron a una nueva órbita del universo nacional, y sancionaron para presidente de la republica al más honrado y democrático de los presidentes de indoamérica y del caribe.
Doña Martina reía de felicidad, el día de la madre, cuando sus hijos unieron los centavos para comprarle un radio y pudiera escuchar los discursos del nuevo presidente, lo que no cruzó por la “loca de la casa” de la comadrona, que ese radio que le había dado felicidad, que la hizo reír oyendo los discurso del partero de la democracia en el país, ahora sirvió para llevarle las malas noticias del golpes de Estado. Ese mismo aparato dos años después hablaba por los hechos heroicos de abril primaveral, recordaba la invasión de Luperon, y la de los Barbudos de 59, se enteraba de los sucesos de la guerra, pero también de los crímenes de las Manaclas y de los jóvenes puertoplateños que cayeron en Los Pomos y El Limón. Martina igual que Eulalio, tuvo su perfil misterioso, los que la intimidaron del lado de la política cuentan que a partir del 28 de noviembre del 1963, permanecía encerrada ese día por más de una hora… para oblacionar a los caídos en aquellas cordilleras nacionales junto al líder guerrilleros Manuel Aurelio Tavárez Justo. A decir de la señora Fica Santos, sobrina de Lalo. Eran una yunta, todos los años, la pasaban ese día recordando hasta por los apodos los nombres de esos mártires dominicanos… escuchaban los nombres Chon y de Cachón, de Hierba, pero a Jerónimo Escaño lo mencionaban más que a los demás y lo hacían con sumo empeño y entusiasmo. También a Arcenio Escaño. Se creyó que tuvo atracción por la política, pero lo que en verdad amaba era a la justicia, amaba al profesor Bosch, y por Tavarez Justo, escuchaba las noticias aprendió nombres de lugares, comentaba en la enramada a sus amigos nietos de los Frentes Jiménez Moya, llegó a equivocarse cambiándoles las lomas, de las bases, de las Manaclas, del Mauricio Báez en Michez, de la Berrenda,
Del Ventura Simó, dime Eulalio ¿dónde queda? Eulalio se movió en el espaldar de la silla, tragó saliva con humo para decir- la loma donde estaba ese oficial de los alzados, se llama La Norma, en san José de Ocoa. Del Francisco del Rosario Sánchez, es de loma Bahoruco Y en Enriquillo. La gente comentaba que ese encerramiento era por el eterno descanso de las almas de Juancito y de Nena hermana de Lalo, eran floristas y cultivadores de hortalizas muertos por manos negras, para quitarle los centavos que ella y su marido llevaban de la venta de rosas y de jacintos, flores y de hortaliza. Somos amigos de Lalo tenemos los mismos apellidos, somos parientes y arientes, pero hermanos no somos. Sus hermanos son la difunta Nena, Francisca, Rita, Guinche, Alfredo, Presbiterio, y Anselmo Santos. Así hablaba Presvipá.
El sufrió la muerte de nuestra hermana, Martina por igual. Dijo Presbiterio Santos, le decían Presvipá, sabía de todos, tenía buen trato para todo el vivo, preparaba el bebedizo con zumo de la raíces de anamú, le ponía sen y menta. Le añadía ajo y sábila. Con eso curaba la sífilis, la gonorrea en particular, era un nagual de primera, los gallos suyos siempre ganaban.
Doña Martina llegó a asistir a la vela de los Santos Inocentes, que ese extraño individuo hacía. En la madrugada subía por las pencas de los cocos, haciendo de monos, sin temor al vacío y a la gravitación universal de los cuerpos. En esa misma velación y en otras colmaban de fantasía el lugar, los escenarios haciendo más atractiva y llamativos os actos y las asistencias. A la propia Martina, que era su cuñada, con la imaginación, creándole a su alrededor auras propias de seres desconfigurados, decían que era un toral, que era un zombi adquirida en Juana Méndez para que la fiesta de Santo Tomás fuera la más concurrida, mucho más que San Antonio… esa no era la verdad. La fantasía popular con ella no había sido justa, ya que doña Martina estaba por encimas de ese limo hediondo y muy fangoso. Fue la autora de las letras de varias canciones infantiles, como el piojito y la pulguilla, y de la gallinita culieca, cantada en Méjico y en Venezuela como suyas. Composiciones hermosísima hechas para endulzar a los niños y niñas de las aromas y de Guanábanos, sin embargo en Bellaco recibió premios, halagos y elogios de la profesora Elsa María Morales y del profesor Montan… En los partos realizados esa mujer era la mano del corazón de Jesús, ponía en cada parto un acto de belleza, ponía poesía y la llevaba al conuco, ponía el dulzor mandingas; figúrate que, que hacía soneto de pies forzados. ¡Es fácil! Un hijo de Bolito Kao, experto improvisador de décimas, comentó de nuevo, -eso es lo que decimos. A Martina deberían entregarle un Nóbel, a muchos de lo han regalado sin haber hecho absolutamente algo por la gente, como élla, que en su mente… tiene un letrero en la frente, que dice “Primero la gente” todo el mundo sabe, que muchos premios lo compran o lo adquieren enseñando las rodillas y otros por que las llevan peladas de tanto ponerlas en el suelo orinado.
Juano Ñeña que tenía un tizón en la mano derecha dijo- nadie desconoce que las manos de mama Martha fabrica los alimentos, que cada dedo era dueño de un menú, con Maíz hacía 198 platos, con sabor diferente, con el plátano, je, je, hacía más de 186, a uno le decía platicena, hecho con virutas puesta al sol, hacía manisico de arroz, del rulo cuadrilongo o cuatrifilo hacia, un manjar con mostaza y Aniceto. Los versos de mama Martha eran esquejes de yuca siete mesinas, que con mover las catibías como si los recitara, se convertían en exquisitas empanadas, las hábanas de batatas eran pareados, unidos a tortillas de quesos blancos y amarillos rellenos de culantro con perejil y pizcas de jengibre… al recitarles esos versos a la parturienta en niño salía bostezando y con deseo de abrir los brazos a la realidad Bellaquerina… te recuerdo que Bellaco es el pequeño arroyo donde Martina encontró a Hipólito Crizóstomo, quien le ayudó con el saco y ella está esperando la guabina que le prometió llevar de regreso… jo, joc, jijiji! Ese manjar de día o en la noche, al amparo de las lámparas de aceite de higuereta, los versos… eran capullos de hermosas rosas rojas acompañadas de tijeras de amores con las que cortaba los puentes cordones de afectos entre la parturienta y la partera y las criaturas. Los asistentes a la vela de Santa Tomaína, de los Brincos y de los Saltaderos, dejaron de hablar de doña Martina para dar inicio a la siembra y cosechas de plenas, zumbadoras… tumbadoras y palos. Los que en la falda del altar amantando las tetas a las adivinanzas comían mentas de frutas, manís tostados panesicos.
Para la muerte de Patria Peña Polanco, los compadres suyos les decían trepé, el sol huyó de varias nubes luctuosas, que se encaminaban a la residencia mortuoria, para llevarle a los dolientes las más expresivas condolencias, se ocultó en los predios de la Medio Luna, para informarla del infausto conocimiento, había dejado de existir la madre, la hija, la mujer, la compañera, en fin la hermana, y la sobrina y la vecina. Cándido se manifestó acongojado al ver entrar en el ataúd el cuerpo de una de sus mujeres, porque como a Martina Silverio y a Gloria con la que era casada por las reglas católicas; llegó amar con ternura y arrojo, pero esa sensación se le trocó en soberbia casi animal, cuando le dijeron que en el patio había un desconocido poniendo una mesa de juegos de azar, sin que nadie lo sospechara llegó al lugar donde el extraño individuo movía las fichas llamadas las coloraditas, tenia el machete en bandolera en el hombro derecho, ya en la mesa había recuperado su normal compostura, escuchó que decía- Vamos diga usted, dónde esta la coloradita… Cándido absorbió litro y medio de aire contaminado de humo y de catarro, y con la lentitud de un difunto puso las manos encima de la mesa de juego, sin que el dueño de las fichas se diera cuenta, ya las tenía en el bolsillo derecho, de la camisa de la camisa. Cuando el traficante proxeneta intentó moverse, el señor Silverio soltó un golpe con su machete Collims en el hombro del agresor, y se lo llevaron de su lado. Comenzaron a dar comida como era costumbre en las primeras décadas del siglo xx en nuestro país y zona de indoamérica, servir en la noche los pecados del difunto, de esa manera la gente acudía hasta la hora de llevarlo al camposanto.
Doña Ursula la madre de Patria, recibía el pésame con calor humano, de simpatía y de sinceridad. Doña Martina y las hijas y parientas de ella lloraban en silencio. Fuera se oía que decían:-- ¡Ay, ay, ay, mi hija… mi hermana, mi prima. ¡Ay madrecita mía te fuiste, y ahora a quién le pediré consejos…! Esos pesares y hondos lamentos herían el sentimiento de Eulalio que desde que se llevaron el proxeneta jugador fumaba cigarros, que una vez le regalara la difunta. Esos lamentos laceraban el alma de los hijos e hijas de la extinta madre, la maestra Elsa recitaba en silencio los versos siguientes:- “junto a una cruz al expirar el día/ una mujer buena sus lágrimas vertía/ dolió a mi corazón su amarga pena/ y ante la muerte de la madre ajena/ lloré la muere de la madre mía.” Al terminar se acercó al menor que se llamaba Gaspar y le dijo –ven vamos a ver los rayos de la luna.
En el cementerio estaba Gaspar aún al lado de la Maestra, pero al ver a la señora Feliciana, su abuela, corrió y se le arrojó a sus brazos. Don Higinio la acompañaba, también lo agarró, pero del bracito izquierdo. La señorita Morales estaba libre para iniciar con las palabras para despedir a su amiga Patria, la que fue su confidente…
-cuando miramos un jardín sin importarnos el color y tamaño de las flores, generalmente vemos un jazmín o una rosa, y si es en un potrero ahí vemos una res, o el perfil de una mata que nos da la sombra, o ciertos elementos que nos sirven sino para alimentarnos… si miramos el rostro de una mujer vemos el retrato de la madre, símbolo del sacrificio, del dolor, de la abnegación. No existe una madre que no sufra, esta sociedad ha sido injusta con lo más grande y más nobles de la creación. La madre de esos lirios y de esas rosas que entre su huerto germinaron y crecieron de esta jardinera, los deja entristecidos, solos pero el amor que Patria, aprendió de Ursula, su madre y de la tía Martina, son tijeras que como lámparas disipan las brumas os finalmente manifiesto, se detuvo para secarse el sudor y las energías espirituales del fondo de la paz y de la gloria. Venga deje que la lleve al altar más hermoso de los cielos y pueda descansar en los almohadones de la felicidad de los siglos. Los pañuelos que no habían sido usados salieron de los bolsillos para secar ciertas lágrimas en los rostros de amigos y parientes, Cirilo Clase estaba entre los que se lo dejaron en la boca para no permitir dejar salir la congoja… sintió vergüenza porque el suyo era color púrpura, por eso abandonó el lugar sin que nadie se percatara de tal acción. También las nubes que estuvieron cuando Cándido aperrió al proxeneta jugador, sintieron vergüenza y cambiaron de blancas a plomizas. Cecilio llegó donde estaba Lalo, que estaba enfermo con dolores estomacales. Le preguntó- ¿cómo se halla, papá? ¡La bendición mi viejo! Estoy tumbao como una palma vieja. Se sentó en el borde de la cama. Cuando se entero que era Cecilio su hijo menor, el que le echaba la bendición. ¡La ayuda de dios caerá sobre ti, hijo mío! ¿Para dónde estaba, muchacho, a esta hora? Vengo de enterrar a mi prima Patria papá, mamá quedó con tía Ursula y los hijos de la difunta. La maestra Elsa dijo palabras que extrajeron muchas lágrimas de peñas y pedregones secos por siglos, ¿comprende usted viejo? Claro que comprendo Cirilo… hay personas que no dejan caer, sus lágrimas como viejas rocas del desierto, sin embargo una pequeña lagartija le orina en los párpados un día… je, je, je, se que no es para alegría el momento, pero posiblemente sea llorando que esté como esos. Mi tristeza creció, dijo Cirilo, al mirar a Gaspar pegado de la falda de su abuela Feliciana, la madre de Cándido, y me llené de imágenes y de pensamientos que, como peregrinos entraban por las puertas de mis sienes como espectadores y actores, viendo una tragicomedia. José de apodo Barba, que entraba a la ermita donde se hallaba Lalo conversando con su hijo, cargando en su espalda un racimo de guineo maduro y varias mazorcas de maíz verde todavía en condiciones para comer hervido, expresó: supe que a la niña Edita hubo que desprenderla de la cruz que clavaron sobre el sepulcro de su madre, porque se negaba a marcharse sin ella. Cirilo miró a su papá y afirmó con un movimiento de cuello y la cabeza. La agarraba con tanta fuerza que dos veces la arrancó. Leía 13 de junio de 1958, miraba la foto de su madre como si estuviera abatida.
Esa niña llevaba la flama de las revoluciones su nacimiento coincidió con la caída del gobierno de Jacobo Arbenz, en Guatemala en 1954, le tenía grandes afectos a su tíabuela Martina, cada miembro de la familia Polanco Clase, Clase Polanco, Santos Polanco; Santos Clase, es un arista de arco de poder en los Barrancos en el valle de primer patrimonio acuífero de mundo americano.
En esos mundos de sábilas y de lágrimas de burras, de penca de tuna de España, de lengua de vaca, también se come, se duerme y se piensa se escuchan los cantos angelicales del cielo. También en esos mundos de pasiones y de emociones, entonan serenatas en las ventanas del amor en la sombra de las noches de luna lívida y pálida menos que doliente. En esos rincones se izan las banderas del purgatorio evitando abrir las salas del infiernos donde duermen cocodrilos y camaleones acompañados de cerdos encorbatados y serpies tomando tragos.
Con el crecimiento entendió la naturaleza del arco familiar… Polanco Clase, Clase Polanco. Al año siguiente de la muerte de su madre, los familiares estuvieron en el responsorio de la misa, fueron a la misa de la iglesia San Antonio. Higinio y Eulalio continuaron celebrando el 13 de junio y el 20 de diciembre, la fiesta a sus santos correspondientes. Los negocios del primero se multiplicaban, visitaba a sus amigos, siguió escuchando los cantos del gallo y de las gallinas en los entornos de sus estancias y haciendas. Contrataba nuevos jornaleros, lo registraba en el libro del Santo Patrón, siguió cedaceando la semillas en vasijas invisibles y cocinando entresijos en bacinillas para los perros, cancerberos protectores de los escudos y los candados de los abanicos de cerros, de cerro negro en los Antolino, la Llanada, en café Los Cándido, la visión imperialista del señor Higinio, ponía a pensar de pie a la cabeza. Llegó a creer que los vecinos eran sumisos, su esclavos… pero corrigió ese parecer. Pero podía simplemente ser su aliado…lo que nunca permitió don Higinio, que sus Senescales empujaran en la noche las empalizadas de los entornos y aleros de las fincas suyas. Para agrandar los linderos de sus haciendas. De esa manera inicua, mejor dicho incorrecta, aumentaba sus poderes y sus dominios.
La alegría era reina otra vez, en casa de doña Martina, para el inicio de los alboreados recortaban papeles, papeles rojos, azules y blancos que colocaban desde el portal de entrada pasando por la ermita hasta la enramada donde se bailaba. Lalo tenía parecido con Tutankamn, sus entornos aureados de la familia radiaban parecía un sol verdadero que siempre estaba despierto, que no moriría, a pesar de que era un hombre de raíces y tallos… algún vivo no se atrevió a equivocarse creyendo que era un roble, una mata de Guayacán o de caoba, nadie lo confundió con el maíz o con la caña de azúcar… era un roble, un tronco para la búsqueda de tablas, tenía bastante madera. La mayor alegría suya la generaba la asistencia de los hijos y de los nietos a las festividades. Luego de cenar reconocía a sus nietos los fue llamando uno por otro. -¡Pedro! ¿Tú eres Vargas? Sión abuelo. Dios te bendice por mí. ¡Sergio a ti que te libere del mal! Henry, a ti del miedo, huh, huh, huj. Iván de una mala mujer, Joel de los malos negocios. Fredy de los caminos fangosos, salpicados de mieles amargas. Pero a Gabino que dios lo libre de una larga enfermedad. A ti hijo de tener más, expreso al término de exhalar el humo blanco de su pipa negra. Cirilo se abrazó a su padre delante de sus hijos dándole el ejemplo de amor al progenitor. Sentados en la mesa Emilio y Demetrio lo esperaban iniciaron una partida de dominó. Estos dos hijos fueron tímido con su padre, Adelaida llegó desde Montellano, Ana y Ramona María ayudaban a su Madre en los asuntos domésticos Paula era la única que tenía el apellido de su padre delante de Polanco. Mientras jugaban hablaban hasta de la muerte de Rafael Trujillo, de Patria la hija de Ursula, de la tía Nena y de Juanito, en fin hasta de la que morirían en las próximas décadas, Demetrio agregó- a Juan Ceron, empleado de la finca privada “Los atardeceres” del señor Aristarco Dorrejo, en Angostura de Imbert de Cabía, lo mataron en la cárcel, cuando se fugaba. Estuvo en prisión en la fortaleza de Mao por haber convertido en leños las extremidades después de haber matado el hombre que halló robando un racimo de plátano es la referida finca. La carne Leña, la introdujo en un horno
De carbón que estaba construyendo. Emilio que se negaba a hablar de cosas de horrores, dijo que lo que habían hecho con el hijo de Cacao el hermano de Tomas Nina, es cosa del infierno, pienso papá, que no recibirá perdón ni del pecucio. Eulalio se dobló caja blanca que fue lo que sucedió a esa gente, que no recuerdo. Recuerde papá que, lo mataron a palo porque tumbaba racimitos revejios y naranjita petisecas en la herencia de los Pérez... la mamá se llama… ahora no recuerdo, pobre familia esa, si hombre sí, ya recuerdo a Sebo, sobrino de Flora García. Su nombre es Casiana Pérez. Ese día hijo lloraron hasta los chinchilines y los murciélagos. Las vacas y los cerdos corrían y rumiaban, parecían dolientes de Severo, saltaban en los corrales de los contornos de los Henríquez. Las vacas se negaron a ser ordeñadas, era un solo espanto, daba terror y miedo viendo a los caballos levantar las trancas de los portales y los gallos en la madrugada de es día dejaron de cantar. Contorneando la voz señaló, bueno, bueno -bueno… alargaba las últimas silabas, bueno… si no cambiamos el árbitro esto se jodió, después de la muerte de mi hermana Nena, mataron al señor Nicolaso Cuevas. Los jugadores dejaron de hablar. Cambiaron de tema, luego fueron a comer, Paula tenía rato buscándole para ir al comedor.
En la mansión de los Henríquez, don Higinio mandó a la señora Ángela Silverio a encender velas en las entradas de cada vivienda y de cada portón en los entornos de sus propiedades. Desde la casa donde vivía Emilio de la Rosa, cuando la señora Ángela le preguntó el sentido de las velas respondió –quiero que crean que me he vuelto loco, con esa misma calma llamó a Bumbo y le dijo – quiero que a partir de ahora se encargue usted de los gallos y que Juan Larguito ocupe la carnicería porque José del Niño, Sención sale de vacaciones. Nadie dijo algo y se hizo así. Justiniano Silverio acaba de sentarse en la sombra de la mata de mangos vizcaínos inició el recorte del pelo del jovencito Aquino Emilio, al término pasó para la casa de alto donde don Higinio le esperaba… justificaba sus medios sin herir los elementos constitutivos de la naturaleza, cuidaba la morales, las amistades y las raíces filiares eran sus mejores cartas de usos con las que triunfó. Sabia que Felipe Nan, era también como él Silverio, cuando le convenía le decía primo otras veces sencillamente Felipe. O primo Felipe según la necesidad, y de los intereses, igual con Teo Lango que eran Primos hermanos, también lo trataba por los lentes de los intereses.
Justiniano estaba seguro que lo había llamado por asuntos femeninos, en lo que él era graduado con excelencia, experto en ruedos y cinturas, en cuellos y faldas, especializado en los centros los académicos de la cuenca del Bajabonico, primer santuario acuífero en el continente conquistado en el siglo 15. Oiga primo Justiniano dijo sosegado Don Higinio deseo, se encargue de que me llegue el perfil de la muchacha aquella, de la que hablamos en el entierro del primo de Juan de la Paz, amigo Justiniano te conozco que María Liandro, tu mamá. Me gusta y tu lo sabes, beber en jarra limpia, y si el jarro es nuevo mucho mejor. Justiniano era barbero de niño, de inmediato comprendió las propuestas del patrón Higino, por eso sólo dijo: entiendo y expresó luego que a los muertos les echan las últimas libras de tierra al hoyo y los novenarios finalizan jamás de ellos se habla, fíjese indicaba el conteo de los difuntos en accidente… y cuando decía, el cuarenta y cinco, lo mandó a callar… don Higinio conoció para el barranco donde iba el barbero, y que terminaría diciendo que la muerte de Juan Cerón estaba coneja con los compromisos de los latifundistas y terratenientes de la región. Pero Justiniano conocía de los secretos de Higinio, sabia de los intereses soterrados de este por las comadronas de la comarca donde tenía alcance políticos, pero Justo sabía también conocía de poder de doña Martina para impedir las influencias sino maléficas políticas económicas de patrón de las viudas, de los viudos, de los beatos y beatas. Luego de la muerte de Francisca Muñoz, de apodo Pancha, esposa de su primo Llivo Medina, recurrió a los favores de doña Martina, su única esperanza para parar tantas tragedias. Doña Martina de Santos, aprovechando el día de la fiesta invitó a los ahijados para participar en un junta y en un convidatorio, o tornapeón en jueves santos. Según llegaban los llevaban a la enramada de los aparejos. –soy como mi marido aprovecho que están de vagos y me ayuden a preparar los canteros necesarios para cosechar auyama de la no rastreras, ají, molondrones, repollo y tomates, lechugas y algunas otras hortalizas. Los concurridos contaban a su madrina, los secretos para entrar en la casa de don Higinio a laborar sin sufrir algún percance. Hay que santiguarse diecisiete veces y decir alrevés el padre nuestro, arrodillado en el altar de la iglesia san Antonio, en otra el poder se desintegraba, pero todas esas musarañas ocurrían luego de estampar su firma en un libro rojo, hecho en hojas plátano o de rulo cuatro filos, parecen de sedas aquellas hojas, son impermeables no se le pega la pulilla. Hincarse nueve veces en un círculo triangular. Bueno el que no quiere creerlo que no lo crea. Yo lo vi, cuando mi abuelo Ciro, lo hacía. Yo oí que mi tío viejo Fafa lo contaba en la vela de san Roque, donde Castrina comadrona. Para sellar el compromiso de trabajo había que sembrar nueve matas de plátanos de la llamadas hembras, 300, juraban que los primeros nueve racimos serían para el sancocho de la fiesta de San Antonio el 13 de junio.
Los compadres no estuvieron enviaron a los ahijados, tuvieron intereses de hacer una tumbita en el fundo que había sido del señor Delfín en tiempo de Venancio, de su padre y de Marcelina.
30 de mayo de 1961, día de la libertad 3 años después de la muerte de Patria su sobrina los primeros en ocupar asientos fueron Polito aquel que no le llevó los peces…, José Gil, José Barba, Gustabiño, Cabito Suero Y El “Vale Cao”, los hijos del señor “Come Huevos”, y “los de Comadrita” los de “Matuto”, los de Isabelita Polanco, los de Estebanía, y Enemencio y Despradel acompañados de los suyos correspondientes. Cuando los ahijados se marcharon, Eulalio dejó el santuario y llamó a la esposa para decirle a media voz estoy seguro que hiciste esas juntas con los hijos de tus compadres para sacar la congestión que te atosigas y así romper las tentaciones en que has estado en los últimos años. Primero 1958, muerte de tu sobrina Patricia, 1959, muerte de Faleriano Vásquez y mi encerramiento, la dolorosa pérdida del brazo de Santico Mieses, 1963, la muerte de la democracia, el golpe de Estado al señor Bosch, matanza de la Manacla, y del Limón, muerte de Manolo y de 14 catorce acompañante. Es muy doloroso ver caer al gran árbol familiar, hojas por hojas, pedazo a pedazo, sin poder hacer nada, ahora la muerte de su hermana Ursula, pienso que es buena tu observación pero nuevos árboles crecerán, se profundizan, con la misma fuerza del huracán Zenón, pero Eulalio, nunca es podido ocultar mis emociones mis emociones cuando he tenido que huir he huido y cuando ha sido de reír he reído, a veces he llorado sin conocer la o las causas, no puedo esconder mis lágrimas, me siento mucho mejor, pienso que has sido tú, con el bálsamo de tus energías espirituales y de tu entusiasmo, con la savia dulce de tu alegría, la que me has curado. Sí, aclaró de nuevo y, dejó la cama colonial de caoba, abrió las ventanas, el aire le encintó la cara, se la cubrió de rosada emoción, principio de vida, el aire es un Dios, de los tantos que en la naturaleza abundan para aliviar las penas de los engendros de las energías negativas que como perros lambiones pululan las callejas y triíllos rurales. No estuve en centro escolar, aprendí con Elsa María, la maestra a respetar la naturaleza.
Cinco de mayo de 1964, han ocurridos hechos, que ningunos podemos controlar en cambio nos afectan en las relaciones de cada individualidad, en los linderos extra e intra familiar. Quién te dijo a ti que fuera la maestra Morales, cuando Elsa María llegó a la escuela hacía ya mucho que Delfín y Marcelina te habían educado… eres una buena alumna, aprende con particular seguridad, si no que me digan cuántos médicos de América han intervenido para darle salida al mundo a 2300 vidas o como tú que ha pateado a 3300 parientes, coterráneos, paisanos pobres como nosotros, eh, eh, eh… ya lo hemos repetido sin que ninguno hayan muertos, tampoco a las madres, que lo contradigan los enemigos de las Parterías rurales. El señor Santo dejó el asiento y continuó hablando con expresiones de triunfador. Y como si Martina se lo ordenara con el pensamiento vino con un jarro de café como una cachimba humeando. Le entregó una jarra a ella, y arrastró los dedos entre los de ella dejándola excitada para siempre. Cuidado con los cielos de la boca, je, je, cuidado con los paladares, jo, jo, ju… rió como un dorsukú.
-Ven siéntale a mi lado -dijo ella, tenemos que poner en blanco muchas cosas que desde hace mucho vienen mortificándome, me muerden la paciencia. Y si no la hablo contigo Lalo puede que se me pudran dentro, no quiero ser partera de criaturas irreales, y menos que me encamino para el banco de pensiones…
-Jo, jo, je, je, se rió desde su sillón don Eulalio con ardorosa energía y emoción expresó, tu si es verdad sabe decir las cosas, reía con la garganta y los dientes parecía que las palabras eran granos de maíz molidos, salían ecualizadas al reírse, ji, Ju, ja,jo huuuuh, el humor corría esa tarde por las patas de la cama de caoba colonial. Su rostro se veía iluminado, sabía reír entonces ella se aproximó a donde se hallaba aún sonriendo. Ya en el dormitorio comprobó que en la ventana había olor a cerdo, a pocilga húmeda. Vio que sonsoneaba el trasero, dando perspectivas de un cochino alegre sería que oyó a los esposos reír. De quién será se preguntó, viene de lejos, sonrió al recibir el jarro repleto de café como una humeadora, esta vez. Cuando le contó a Eulalio lo que vio por la ventana cayó en la cama arrodillada, el escalofrío humedeció la sábana de la cama, la habitación se perfumó con un flujo escatológico como salido de los sepulcros de las boñigas infernales. De dónde habrá salido se preguntó, no creo que haya venido del vecindario. Desde la mocheta de la ventana Eulalio dijo son verdad, qué me iba decir vieja, observó. En la oficina de… don Higinio hay un libro rojo donde anotan a los solicitantes de empleos y que al juramentarse como jornaleros suyos el pedacito donde queda estampado el nombre del aspirante… se destiñe, ¿lo sabía Lalo? Haciendo honra a la verdad, nunca había escuchado algo tan fantasioso. Lo que he advertido en verdad es, que desde la inauguración del camposanto, con el entierro de Justo García, han sucedido muchos casos extraños nadie conoce a cierta fe por qué existen tantas coincidencias. La muerte en accidente en los hogares, de la mayoría de los parajes, de los dos municipios donde Higinio tiene intereses, han sido trabajadores de las hacienda de la Compañía doble H, de eso puedo hablar. Hasta la octava generación han sido afectados y yo se lo confirmaría al mismo dios, dijo sereno Eulalio Santos, sin intención que no sea la de eliminar las brumas, y sostener las honras ajenas, mi pensamiento como las manos tuyas, es noble y limpio, Lalo garraspeló, luego tosió movía la cabeza se fijaba que su mujer estrenaba un nuevo perfil con un nuevo peinado, que producía contraste positivos con la blusa blanca que su madre le regalara el día de su boda, la falda verde hacia juego con los zapatos de igual color bajando el tono chocolate de su piel caoba, así le encantaba verla. ¡Qué bueno, qué bueno, que te curaste! Y el tono le pareció a ella en La, a ella le gustaba oírle hablar de los sucesos de los entornos de los Guanábanos, de Trejo de los Vientos, de los Llanos de Pérez, de las Aromas y de los Bonilla. Morones y Silverio. Así mismo de los pueblos rurales, que son las ruedas, las baterías y maquinaria que enrumban el progreso a los dos territorios. Martina se sintió halagada con su actitud, tomándole del brazo y del talle como cuando fueron novios. Su espalda se erizó su corazón se movió mas rápido que de costumbre, envió mayor cantidad de sangre al cerebro, y como mujer se creyó una adolescente, la energía de su Marido la cambia a la juventud, la llena de lozanía, lista para amar y ser amada.
En la estancia de los Henríquez Bonilla, era diferente, la llegada de los hijos de Paria y de Cándido, era como si un caño del Bajabonico hubiera decidido entrar por la mansión para llenar las vasijas dejadas por los que se habian casado o marchado a otros lares como había sido el caso de Chanito, hijo mayor de la señora Gloria y Candido, o de Aquino y Rigoberto que se habían casado en ese año. Higinio dio calor a doña Feliciana, no podía esperar otra cosa de El, ha sido siempre, muy padre hasta con los hijos de otros, pensó pero continuó el rezo, de los salmos 123, 93, y 91 los leía antes de la siesta, entendió que parecería de neófita, si no comprendía que el árbol el poder familiar, las aves eran los huérfanos, los granos los alimentos. Continuó razonando y rezando, ella era así, calculadora y pragmática, también el señor Higinio lo era, así lo entendía, lo era, lo hemos señalado en múltiples ocasiones. Dando muestras de amor por los familiares de su esposa cuando se casaron no tenían compromisos con otras familias ningunos de los dos lo negaban antes aunque en los árboles plantados por Cándido se anidaba la confianza con la flor de la comprensión, la responsabilidad, negar que sombríos nubarrones azotaban los ramajes de algunas de esa siembra sería un conocimiento de las perogrulladas más transparentes que se cocinaba en horno alguno era una muestra fue el descenso del padre sembrador de la señalada familia. El 24 de diciembre, año de compromiso con los hematófagos, que no se sacian de beber en las venas del corazón del pueblo. Cándido bebió de las aguas del santuario acuífero, y la corriente lo asfixió. Higinio se arrodilló en los duros bancos de la iglesia sanantonina, oraba los misterios escondidos, san Bartolo y san Antonio se asuntaron al ver que caían dos granos de lágrimas llenas de brillo quizá fuera por la luz de los ojos redondos del Patrón de los divorciados de los beatos y de los viudos… una voz muy baja dijo, mientras muchos, me consuela saberlo, en la capital de la república, dejaron caer sus sangre, aquí dejamos caer las lágrimas encima de nuestros muertos, en otro tipo de guerra. Los hijos de Patria estaban marcados perdieron la madre y obtuvieron la abuela, la atención de la Paterna, perdió a la materna, la pérdida del padre, quizá para ser protegido por el padrastro y la abuela, perdía al hijastro y ganaba a los nietos de la esposa. En los predios Bellacolitanos la muerte del padre, de los hijos de Patria, estaban atentos, los jugadores de barajas y de gallos, de dominó, y de lotería iban en las mañanas de los domingos, al patio de la carnicería de Gabino Silverio a escuchar la lotería, en el radio de 4 pilas. Otros aficionados a las contadas de cuentos y anécdotas se apiñaban en la enramada, en la sombra gigantesca de la jabilla milenaria, más cerca del río que de la casa del hermano de Higinio Henríquez Silverio, era hora de competencia para ese día narraban pequeñas historias reales, en la correa del estrecho verde valle del Bajabonico. Negro Sosa, invitado para participación estaba ahí con su cachucha limpia color amarilla, era aguilucho.
Mi historia es algo real- manifestó, Negro Sosa, quien mira a todos los lados y se agarra la cachucha, con el pico hacia atrás—yo venía, esa tarde, del ingenio día de san Pedro, 29 de Junio tenía urgencia por llegar para asistir a la fiesta donde don Benito García, me arremangaba los pantalones en los pasos de Félix Sención y no he dado el primer paso cuando oí los ensordecedores disparos de fusiles Máuser, se escucharon gritos unidos a los disparos que se acercaban opté por sentarme en un tabuquito de ahí lo oía con mayor claridad, me sorprendí viendo al señor Angelito Sención que corría con un grupo de cinco soldados entraron a la propiedad de caña plantilla, del señor Félix Sención Cabrera, corrían detrás de un Barbudo guerrillero, que según los que ocultaban la realidad de los hechos, había matados a tres soldados de la tiranía, al guerrillero se la trancó el arma y se entregó a los persecutores levantaba un pañuelo blanco como prueba de rendición, y no se detuvieron, pude ver que los guardia se quedaron duros como estatuas de piedras, el guerrillero hombre de una fortaleza física lo embrujó. Fue cuando Angelito Sención llegó con el señor Florencio Trejo, para quitar el maleficio que el barbudo había echado a los civiles y tres soldados convertidos en rocas húmedas. Entonces sin muchas preocupaciones, dijo- ahora lo pueden apresar. Luego de acribillarlos como a un guayo, el tal Angelito Pichardo Sención, veterano del ejército de los primeros 20 años de tiranía, le bandeó la barriga al muerto, con una bayoneta de reglamento de uno de los soldados petrificados que aún temblaba y secaba la humedad que tenía en el ruedo de sus pantalones… el soldado violado tenía en sus intestinos varios pedacitos de mangos verdes, un señor muy joven aun le cortó la mandíbula para sacarle un molar de oro y un colmillo de plata muy blanca. Continuaron con las anécdotas y pequeñas narraciones como la muerte de la hija de Miguel Bonilla, sobrina de Feliciana Bonilla, en el central amistad, en esos meses se habían mudado al central amistad buscando nuevos horizontes, el matador, dijo Campeón –era su novio quien dejó el puesto llevado por las energía diabólicas de los celos y con el primer disparo se llevó la puerta de salida de la casa, con el segundo, lo pegó en la puerta de entrada, y un tercero lo colocó en las sienes de la mujer que decía amaba con locura. Parecería, dijo Severino, hijo de doña Dolorita Henríquez, hermana de Higinio, que las alas del mismísimo diablo se movían, de alguna manera los que se mueren en un diámetro de 15 kilómetros cuadrados, están ligados de alguna forma al correo de la comunicación Henríquez Bonilla. O al de Martina o de Eulalio. Escupió rasgó un palito de fósforo permaneció por gran espacio fumando las horas dispusieron de los minutos para los cuentos de sustos y de dolor, para los concurrentes todo era realidad. Que conste—dijo negro-- que había agotado el turno de Guanábano, yo lo vi colgado de una ramita de aguacate, se llamaba Juanito Silverio, primo del marido de Patria la hija de Ursula. Estas cadenas de muertes horrorosas, de escenas dolientes casi interminables corrían encima de las erizadas pieles ríspidas achicharronadas de los cañeros. El miedo rugía como un toro encelado pero hasta el lo sufría por estar ante la puerta del infierno donde los cuerpos accidentados, desde el central Montellano y amistad, en temporada de zafra y de reparación, estableceríamos que las deudas bajo en manto de la usura no le estaban llegando a san Ambrosio. Pero a ellos lo que le interesaba era ver su burra parida de trillizos, no le importaba que muriera a madre. Tampoco le importaba el rabo lo que le interesaba era la gurrupéela. Le entregaban uno al santo de las misas negras. No le importaba la burra coja o Cinquera, para pesarle a los dueños de las cosechas nuevas de pasiones, el porcentaje que por compromiso le pertenecía. Los sanambrosianos conocen el tamaño de su deuda, tienen los originales por eso mueren en la zafra haitanos, soldados en la frontera, dominicanos en las fiestas, en los juegos de azar y en las caravanas es por eso que huelen a sangre las galleras, por eso los galleros son hijos o padres de gemelos, espuelas, guanteras son aliados de don san Ambrioso y de san Liborio.
Los tertulianos volvieron a traer más aguardientes, estaban borrachos- recuerdo- advirtió Wenceslao, quera melindroso, pero miedo también, que llevaban 22 botellas de “Palo viejo”, de rones y ginebras con agua de coco y no finalizaban con los cuentos reales y con los armados con babas de borrachos mentirosos pero celebrados con bastantes entusiasmos y muchas. Emilio Clase estaba en el centro del grupo, abandonó el escenario, para acompañar a su madre al Hervidor para partear a la mujer del maestro Marioldo Hiraldino, regresaron en la madrugada Lugo de un parto feliz de gemelos. Los hilos de la circunstancia manejaron la vida de la madre a su antojo-murmuró Sixtica, la hija de Isabelita Polanco, nadie la igualaba y muchos años necesitara la naturaleza para superarla, Juana Machelina, dijo y salió a escupir… pero regresó de inmediato al ver, según sus caprichos, una sombra que le hablaba con ademanes de zombis, entró a la sala con la lengua en las manos… unos fueron a comprobar lo dicho por Juana Machelina, y lo que hallaron fue al señor Guira sentado encima de una piedra, era su terapia espiritual esperar el sueño fumando en las noches sin luna… pero Evangelina Henríquez, sentada en el centro de la concurrencia, tomó la palabra, pero se la entregó a Juan Ñeñita, en quien confiaba, para que terminara con la lista de los ahorcados. Juan Eñe, manifestó- todas las matas de Cabirma se secaron, explicó que había un puente en ese extraño árbol y los ahorcados, ya van más de 50, (el señor Eñe, se bebió otro trago de ginebra con toronja, limpió su garganta, besó los labios de su boca, con sus besos, encontró la atención de todos) en la misma entrada de la propiedad. Fernando Mora se colgó de la mata de Cabirma, que su hermano Pelelo, tenía para aserrarla y hacer una puerta. Lo peor era que la lengua era tan larga que le pasaba de la correa. Evangelina escupió por la sensación que produjeron las malas imágenes del narrador. Los que estuvieron escuchando la lotería se habían ido, lo que no se quedaron fisgoneando alrededor, y escuchar el juego de pelota y los cuentos.
La luna había salido, era una ponchera llena de aguacates, a su lado luces menudas, se esparcían en los valles, del sideral túnel. Los hoyos de las palmeras, se veía a distancia, no había sombras. Las viviendas alejadas una de la otra, era una serpiente fantasmal. Era en la madrugada, los gallos entonaban el viejo concierto al compás de las brisas estivaleras. A esa hora gritaban los cerdos en las pocilgas, en los corrales las vacas daban largos bramidos, a esa hora llegaron Emilio y doña Martina, mientras Lalo colaba el café, en la cocina usado la jícaras del coco como combustible, la leña se había mojado. –Parece un día de lluvia-enmendaba Eulalio cuando pasaba el café a los recién llegados, toma Emilio tómatelo en la botella así aprenderás a masticarlo, también tú Martita, es un ponche lo hice sin molinillo en cambio le agregué amor pienso que el sabor se esfumó. Las nubes fueron empequeñendose se ocultaban en los matorrales del cielo para formar una cortina negra, para llegar al baile de Nereo, no les importaba llegar tarde, era territorio de latinos la puntualidad era escasa. Don Eulalio lo invitó a que durmieran dos horas siquiera, mientras el fuera al conuco, para cortar las yaguas, para tapar goteras en la cocina y la enramada donde guardaba la leña. Bellaco era una larga correa verde en el estrecho pantalón del valle del Bajabonico, con grandes ojales en la camisa de verdes esperanzas, llevando cuellos sin máculas en las celosas manos de sus primeros habitantes. Las hondonadas, cosquillas de sus lomas, empadronaban en sus senos al heroico guerrillero, que vio bajar en parihuela de los Pomos y de los Montes de la Descubierta, el agua de los manantiales y de sus norias levantaron la sangre de sus hijos valientes, antes de entrar al curso de viejo río, centurión, estandarte sagrado, del descubrimiento del imperio español. 32, Quizá más, eran las viviendas en el camino acuífero, los pies descoloridos, las manos callosas, los ojos endurecidos, al divino” tesoro” que los ancestros habían legado. En Chile los mineros, aquí los en Bellaco, los cafeteros, los cañeros y maniceros… hijos del matorral, en cualquier momento hay un día para descansar, en Bajabonico hay varios días para amar, sembrando bajo de los bejucos, cocinando anhelos, amasando sueños, se ama ayudando a dar a luz, a parir a la cerda o cercando las flores, a la madre que acababa de parir. ¡Caramba! Expresó Eulalio cuando procedente del conuco llegaba a la casa, de la mente no borraba las gratas imágenes de su hijo y de su mujer. Se detuvo en el umbral de la cocina donde ella le estaba esperando. Hay que comprar azúcar refinada.
- Yo traje, está en el macuto, sácala se quedó mirándola, concluyó que aún estaba joven. Somos millonarios, dijo alegremente, pero no lo entendieron, a el no le importaba, cuántos partos hiciste Martita, dicen que lleva 3511, póngalo a diez pesos, hechos a domicilio son 35,110 y quién va a los Uveros a las 10 de la noche y retorna a las 5 de la mañana por nada, como tú, ni la comadre Gelo, tampoco la Nóbel de María Teresa de Calcuta… si la comadre Gelo lo hace como tú por nada. Ella, la única, Martina Clase, la mujer de Lalo Santos, el que se queda solo, con la espalda fría, desnuda, esperando, su regreso, sin poner ni hacer cara de musarañas ni disgustos, cogiendo frío en vez de molestia y mortificaciones, en vez de piques, con eso canto y grito que somos y si no, pues, debimos ser millonarios. Por eso Higinio quiso tener…a todas las comadronas de su lado como empleada. Se detuvo en sus reflexiones, sintió los energéticos movimientos del marido, qué te atormenta muchacho, le preguntó, nada respondió de inmediato. Ese don Higinio era un genio, en la correa verde del Bajabonico, ya ni doña Feliciana lo paraba, los hombres inteligentes tienen generalmente una mujer superior, fíjense muchas veces, que no es común aunque hoy seamos más pobres que cuando nos conocimos. Es ahora que te comprendo, por qué decías que éramos millonarios y es cuando me doy cuenta por lo que te llamaban Lalo el loco, lo sabía, sabía que ninguna razón tenían, ni para herirte ni para ofenderte. No podían poseer ápices de juicios razonables, la locura es una fuente de energía que brota de otra carente de energía racional, sin contenidos valorativos, ni religioso si quiera. Eso hace ser diferente, a los que reúnen esa condición de clase, muy humana como humanizante, humanizadora. Lalo escuchaba a Martina, con precisión pero pensaba en los vuelos de garzas y de blancas palomas para ir a sus pasos a encontrar la paz que le intentaron quitar, y manifestó cuando la última paloma se asentó en el cogollito de la verde palmera, los que nos llaman así son intolerantes, prejuiciosos, incapaces de echar al exterior esas fuerzas que poseen los individuos como tú Matina, y yo. Había subido el tono- cuántos tienen una mujer que en la noche, tarde o, en la madrugadas de fríos y de lluvia abandonan su espalda para ir a servirle al prójimo, yo la tengo, y se esperar… no se moleste, porque lo repita… eso no me hace ser loco, o es ser hombre, responda usted por mi. Eso es ser humano, venir con las manos vacías, y el corazón lleno de bostezos es ser loco, muchos no lo comprenderán nunca. Los bostezos no faltaran, el corazón estará repleto de gladiolos y mirtos aromas espirituales, los que tienen esa energía aunque duerman en los gallineros, en las escatológicas rosas del padrote, convertirán los huevos en petróleo, en perlas o en trozos de verdes esmeraldas fortalecedoras de voluntades energizantes.
En términos contables no somos pero en morales nos sobran, pudimos serlo y ni ella ni nosotros lo lamentamos, construimos nuestras vías, de nuestro camino, hicimos el puente que quisimos cruzar. Vimos los vuelos que deseamos ver, desde los aleros de las viviendas de la realidad que fabricamos. Muchas veces Martina y nosotros soñamos volar sobre las mierdas de los que no abochornaban llamándonos desquiciados sólo por haber dejado de cortar caña en el cañaverar. En mis últimos 30 años de producción donde laboré, había más hormigas y alacranes que en Santiago gentes, ella agotó el espacio de espera, con su espalda esperando la mía, para que le diera los de comprar los azúcares y las sales, permanecí 28 años pidiendo el centavo que algunos no querían, que dejaban en el mostrador, no extorsioné, no amigo. Diga la diferencia si las hay, entre el que pide y el que solicita grandes préstamos en un banco de Estado, o al santo Ambrosio, Ah que las diferencias son varias y altas. Tú ves… te lo dijes, es mejor que ir al banco. Tengo esa misma cantidad de tiempo llevo celebrando la fiesta del patrón de los incrédulos, Santo Tomás, recibiendo halagos y alegría, empujones y pellizcos… recibiendo disparos, pedruscos y hasta zapatos viejos en la cara y la espalda. Algunos partieron mi cabeza, mis hijos e hijas no se enteraron para evitarle la vergüenza, no quise que interfirieran aun de ser padre y madres. Los manjares del cielo se engullen con las manos, eran para mi los hijos e hijas, manjar celestiales, se saborean aunque piquen o amarguen, y ni primos ni padrinos y mucho menos vecinos deben de saberlos. Nunca quisieron verme en el cañaveral de la mendiguez s uno o una me saludaba en el camino con dolor de mi esencia le decía quién es usted, no le conozco, no lo he visto nunca ellos eran manjar de los cielos, vivían y compartieron con los que decían que Eulalio estaba loco, pero nunca me molesté, siempre estuve triste, son actitudes diferentes. Demetrio fue el primero en darse cuenta de que eran un trabajo, encarnaba un personaje donde se me prohibía actuar alejado del guión, luego todo se marchó por las ruedas. Las muchachas me querían y así lo daban a conocer, para soportar que llamaran loco a su padre, eso me hacía egoísta, me llenaba de energía triste, peleaban en la escuela, en los caminos, en los lavaderos, en la iglesia… dejaron de ir a esos lugares para no pelearse con parientes y amigos y amigas aprendieron menos que los otros. Los profesores hablaban a favor, pero cuando el pueblo se convierte en masa, no comprende más que lo propuesto, no hay quien pueda variarlo. El tiempo pudo, se curó la locura… o nunca estuvo loco. Hice 28 velaciones todas con muchas comidas, en cada corrida gastamos Martina y yo 3230 pesos, si lo multiplicamos por las 28 ocasiones el arrojo está claro…será igual a las reglas aritméticas, dinero de los del 1942 hasta el 1976, los azares de las circunstancias, abrieron los portales de los jardines misteriosos de la vida de la familia Santos Clase, y de los hermanos de sendas familias. La sombra de los trágicos, mordió las piernas de la sombra de Nena, hermana del señor Lalo si destruir las bisagras de los mencionados patrones, o portales, pasos de esa misma sombra confabulada con los meandros del santuario acuífero de la región ahogó al padre de las 24 criaturas, 6 de esas eran sobrinas políticas del sirviente de Santo Tomás don Eulalio Santos, Lalo.

Los dolientes aullos de la sirena de central amistad eran la señal de la entrada al tiempo muerto, con el cambio de estación, de invierno a primavera, tres meses de espera, para los residentes en la larga correa verde del Bajabonico, que manos caritativas trajeran del largo pantalón pasándola por los ojalillos hasta la vuelta de la molienda. Don Higinio era dueño de mas tierra que todas la del central amistad, la estancia San Antonio, con alrededor de 600 tareas, estaba sembrada de caña de la variedad llamada “Fajarda” con enorme garantía en su duración de retoño y en bonanza en el pesaje de la tonelada. A los cortadores le gustaba cortar la caña de la finca del patrón de los beatos y beatas…, ni hormiga ni yerba que molestara a los picadores de la gramínea, era un jardín, si le parece cierto ponga la flor que pueda su poder imaginar, era un vergel de hermosas piezas azucaradas. Esa era la gran fuente de empleo que la tiranía tenia para la parte oeste de la provincia. La parte sur del municipio Imbert, ponía el 45 % de los trabajadores y el resto la zona urbana y un 3 los “Senciones” lugar de las hermosas Damajagua, lugar hoy para veraneo de nativos y extranjeros viajantes, otros tanto ofrece Bajabonico arriba del municipio Altamira… lo demás manos esporádicas, de la parte norsureste de Cabirma y Cabía, en el corte y tiro de la caña de azúcar.





El sector urbano del municipio Imbert copaba los puestos de oficina. Los imbertolitanos se creyeron los dueños del ingenio amistad. De los ahijados de Martina, había cortadores en su mayoría, Maximino Rosario, Guira, el que dormía horas enteras encima de la piedra del camino, y su hijo Putin era cuartero y entre los carreteros estaban el señor Cabo Suero, Capao, aquel que huyó del difunto Faleriano Vásquez; Hipólito Crisóstomo, el que debió entregar de la pesca a doña Martina. Había un tronquero senescal, eso mismo ocurría en Los Guanábanos. El de la parte del municipio Altamira situado en el Pozo Prieto era el señor Pelao Henríquez, y Evaristo Cruz, en los Guanábanos. Lo temido de la sirena del ingenio, inyectaba en el sentimiento de los habitantes de la familia y de los trabajadores energía de culpabilidad, y de deudas… las hormonas del mundo laboral emitían mayor sustancia de sumisión como si tuvieran que arrodillarse ante el Dios de hierro de humo y de acero: el Central azucarero, que le daba de comer y de beber, le daba trabajo la gente había aprendido a querer bajo el peso sádico de los implacables ojos de ese tirano. Los cortadores de caña, repartían la cojera, brincando por las calzadas de piedras evitando meterse a las aguas del príncipe fluvial, muchos iban descalzos, otros tenían zapatos de gomas, soletas con tirantes de sogas, o de cuero de pieles de res o de cabras o de caballos… caminaban con suma rapidez, llevando los fumadores, en las manos tizones de leña encendida para fumar caminando. Tenían que llegar a la parcela antes que la claridad del alba, que los rayos del sol. Esa era su filosofía. En el frescor de la madrugada, la sirena dio las tres, el señor capataz, lo saludó mostrándoles simpatía espontánea y con entusiasmo les dijo: vamos, vamos, nos agarrará la mañana, lo decía con voz gargantada, los que les querían de verdad, levantaban el sombrero o las cachuchas, otros subían las manos.
Don Eulalio dejó la cortada de caña, le huía a las plagas animales y a las vegetales como el gratey y la gibijoa, como la piel se le erizaba optó por otra manera de buscar dinero, de ganarse la vida de su familia. Estaba en la mesa, de tanto calcular se quedó dormido, soñó peinando la barba a Onofrio el patrón de los locos, pero las manos del patrón de los prestamistas le quitaba la peineta. La lucha que se produjo entre los dos milagreros obligó la presencia de santo Tomás quien recuperó el peine y se puso a limpiar los cabellos de todos, san Onofrio pagó dos monedas, pero san Ambrosio se negó a pagar, cuando Lalo despertó miró su piel suave y lozana. Y fue a partir de la fecha que inició la promesa de no cortarse el pelo por 12 años, y llevar el retrato del perfil de santo Tomás para al final de cada año, hacer una gran fiesta a su nombre los 20 de diciembre, llevaba a su enramada a los mejores músicos típicos de la región, permaneciendo alrededor de 26 años, poniendo a gozar a los adultos y jóvenes para escapar de los ajetreos de los balbojos de caña, de las picaduras de cacatas, así mismo de las pringamozas y del gratey también de los acosos de los ambrosianos usureros y explotadores.
Martina Clase hija de Delfín Polanco, y de Marcelina Clase tenia manos privilegiadas, y su corazón era un cántaro donde crecía, la magnanimidad y el amor por la humanidad era la salvadora de mas de 3500, vidas y a su lado tenia una familia compuesta por ella y Eulalio Santos, forrada de comprensión, llena del decoro que urgía para valorizar las acciones de cada miembro de la hermosa familia, de las demás familias del universo, del valle del Bajabonico donde, desde el 1905, cuando tropas imperialistas ultrajaban las peñas Quisqueyanas la madre de Martina y de Ursula de Juan y de Lorenzo, se abrazaban junto a Delfín esposo de Marcelina, los guayabales, los anonades, como los robledales de la angostina ribera del Bajabonico. Teresa y Andrés hicieron lo que pudieron para que sus sobrinos no emigraran a la provincia de la Isabel de Torres, o Novia del Atlántico, ahí están teniendo de vecino a Higinio Henríquez latifundista, ganadero, empresario agrícola… dueño de factoría de la región. Recolector al por mayor de las frutas, saboreando los guandules con yuca y batatas mirando el crecimiento de los hijos de los bueyes para el arado, o para la carreta, de los ahijados, de los compadres y comadres de la Madre Martina, quien era amiga de las demás comadrona… comadre de doña Gelo, de felo, de Florita y de la ya difunta Castrina Polanco y de Pancha Llivo. Demetrio y Emilio jugaban pelota en el play de don Higinio, al compás de los vuelos de garzas, mientras las recuas bajaban desde la Llanada o de Café Cándido en Pozo Prieto cargado de yuca y de café también de cacao a los secaderos y almacenes de la H/B, Eulalio creía en santo Tomás pero no era milagrero, agradecía la devolución de la fuerza de esperar… como los señores César en Santa Rosa, y Juan Santo, en San Francisco, lo mismo que en San Antonio, Don Higinio. Sin ser patrón de las parturientas, en las fincas del señor Higinio parían hasta de trillizos, las bestias criaban los críos de otras madres, que Higinio adquiría, en los negocios, como pagas de juegos, y actos de compras en las barrigas de la madre encinta. Martina subió los peñones del Saltadero y luego del Brinco para dar con la casa de su comadre. Se sentó en el banquito de palma, bebió agua del Saltadero, y restableció sus energías perdidas. Pidió como recompensa les llenaran dos calabacillas de bangañas para llevarle agua a su marido, que estaba enfermo en esos días. La hija de Prebispá nacería, lo miró, comprobó la alegría en los ojos líquidos, transparentes como las aguas del manantial. Cuando Martina y el acompañante se marchaban, Prebispá de los Santos dijo: esos seis huevos de guinea, son para usted. Gracias cuñado, dijo ella. Era muy joven en aquellos días, hacia sus primeros partos…

Las espaldas de las recogedoras de café se llenaban de hormigas y de tangos, depositaban las salivas invisibles, que ardían con el simple contacto con la piel; se las pasaban rascando más que cogiendo las frutas jugosas de las matas. Los hombres en el llamado tiempo muerto, acudían a las fincas para ganarse algunos pesos que consumían en loterías y en otros vicios la mayoría. Pero la mayor parte de los compadres y ahijados de doñas Martina, laboraban en la doble H, firmaban el libro de los compromisos, esa obligación a muchos los asustaba. Los hijos de don Ciro Álvarez, y de Isabélica Polanco levantaron sus años en los potreros, con los cerdos, en los ordeñaderos y en las recuas, en las boyadas. Permanecían en las horas de reposo en los tachos en las enramadas donde comían. Ahí se reunían los recueros, el pocilguero le decían piarero, la señora Feliciana inhabilitó la campana que anunciaba las horas del desayuno y de la comida del medio día, la cocina de doña Feliciana olía, diseminaba el perfume culinario hasta en los contornos de sus linderos, y perímetros territoriales, llegaba al rincón más lejano de la propiedad, más lejana. El olor a queso frito era inconfundible al de arenque o al de huevos o a los chicharrones doraditos que freía Esteban Vásquez. Besaban los matojos y las breñas, comunicándose como un lavado de cerebro como puente, que invitaba a querer ser miembro de la familia de la doble H.
Los paseos a caballos del señor Higinio, de tarde en tarde, a la vivienda donde el señor Pío Santos, era un pasa tiempo que los complementaba con los momentos de esparcimiento en la garita de juegos, en la segunda planta, allí bebía el café de la tarde y comía las frutas junto a su mujer Feliciana, viendo el vuelo de las garzas blancas. Repasaba los planes y proyectos mientras los trabajadores estampaban los novillos.
Escuchaba el responsorio de la misa, en la iglesia San Antonio, de la abuela de los hijos Patria y de Cándido Silverio. Don Higinio y el señor Eulalio, siguieron con las fiestas de su correspondiente manifestación mística, el 13 de junio y el 20 de diciembre don Higinio continuó, multiplicando sus negocios escuchando cantar gallos, escuchando los enredos de sus amigos y de los vecinos, contrataba a nuevos jornaleros, que se inscribían en el libro rojo de la compañía doble H. dicen que don Higinio penetraba a la iglesia a buscar a san Antonio para que le adjuntos cedacearan las semillas que sembrarían las próxima cosecha, también que lo llegaron ver cocinando entresijos en bacinillas para los cancerberos custodias, protectores de cerraduras , candados y los escudos de los abanicos de becerros negros en los Antolinos en la Llanada, en Café Los Cándido. Esa visión imperialista, latinfundera de Higinio, lo ponía a pensar con los ojos, más que con el cerebro. Llegó a pensar que los vecinos, eran sumisos o podían ser, sus esclavos o ser simplemente sus aliados lo que no hizo en noche de luna fue… mover las empalizadas, cosas muy común entre algunos terrateniente. Los imperialistas de la tierra, los latifundistas del medio, de esa manera no deseaba extender su poder porque el amaba su comarca y con esa a la gente.
En la casa de doña Martina se preparaban para la fiesta de Santo Tomás, el incrédulo, los papeles de la patria se mecían al compás de salves y cantos en las vísperas iban desde el camino real pasando por la ermita hasta la enramada donde bailaban. El alborozo crecía con el andar de los minutos de un día muy claro y sin indicio de posible caída de algún aguacero. Empero las aguas del Bajabonico estuvieron convulsionadas… plomizos movimientos… vigilaban las partes suroeste de los Antolinos, los vagos cuervos hacían la canción a Nereo, desde las verdes pencas de los cocoteros y de los palmares. Algunas garzas blancas bañaban el plumaje confrontando la envidia de los gansos su favorito pasatiempo. En las pocilgas los cerdos con los hocicos morcillozos cubierto de fango hacían el amor, con el murmullo del silencio, se escuchaba las plácidas excreciones de la hembra en éxtasis.

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