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**** CAPITULO 14 *****
Cuando dejamos el cementerio, donde enterramos a mi Patrovich Iván, las nubes cambiaron de plateadas a plomizas, y permanecieron dos horas dejando caer lágrimas sedientas, yo no conocía la costumbre y realidad del lugar, no sabía que debía comprar bebidas alcohólicas, maní tostado y mentas, bagatelas para obsequiar a las visitas que espontáneamente se presentaban a acompañarles, pero era costumbre tocar tamboras, maracas, guiros y timbales pero hacía falta mi autorización.
Pedí a los vecinos que nos liberarán ya que padecíamos el gran dolor causado por la pérdida de nuestro pequeño quien queríamos como si hubiese tenido 46 o simplemente seis días, era nuestro hijo y esa no era nuestra cultura. En el dormitorio ella lloraba en silencio la punta de la espina de la muerte clavada en medio de su alma de madre. Le habían quitado el derecho de verle crecer, era un niño normal. ¿Por qué destruyeron su vida de infante? Todo era perfecto, los ojos marrones como los de su padres. El gorro de cabello negro como los míos, como la noche enlutada. ¡Ay caramba mi pequeño! Yo entré a la habitación y la acaricié en las interioridades, junté mis mejillas a las suyas, la dejé fumando ya sosegada.
Filgia y Toñita y su madre Enemencia servían a los que llegaban maní tostado, jugos de frutas… yo no conocía la costumbre del Baquiní, palabra de origen africano- es el velorio de un niño recién nacido o de pocos meses, “en el que se cantan tonadas de carácter piadoso”,
José Regino tocaba la tambora del conjunto que improvisó algunas canciones para la ocasión.
En el palacio celebraban el triunfo del partido reformista, para el presidente Balaguer esa mole era su madre, lo abrigaba en los álgidos momentos de la paz, y en los cálidos de la guerra. Era una nodriza cuidadosa de las sodómicas acciones, lo endiosa fortaleciendo los deseos caninos vampíricos algunas veces en las luces de los faroles del sol. Doña Emma su hermana, rifaba entre tómbolas de árganas de militares que fueron amigos del tirano. En la Hacienda Nuevos Templarios, en la vega donde explotaran los serones de dinamitas en el bautizo, en las primeras décadas del siglo pasado, en una finca del Higüero… en los entornos de la ciudad de Cotuí, a las 10 de la mañana de un sol muy comprometido, con los esbirros del jefe, en la pantomima colorada. Era pomposa la hora de orgía donde comían hasta desafiar la gula donde un grupo hambreado que deseó saciar en carne de cerdo en longaniza, y en morcilla el anhelo de verse la panza cual paila donde los inquisidores chicharronearon los cuerpos de sus opositores, terminaban en orgías gulas y planes lujuriosos, despilfarros trillonarios urdían la búsqueda de tesoro cual gambusinos para la nueva reelección. Y qué había en esas árganas... qué podía haber… era una verdadera hermana conocedora de las debilidades, y evitaba que el lente del pueblo lo enfocara y lo sellara, con el aliento de su magia socialista, por eso le auxiliaba en las aristas y en los anillos del poder. Los poríferos y corchos, amasaron enormes sumas como los verdaderos dueños de la cruzada del amor. Orden nueva de la civilización del carnaval político balaguerista. Necesitaba el corazón de inocentes para hacerlo vibrar con maraquitas, banderolas coloradas y espejitos, donde los obsequieros, no se atrevían mirar el entorno del vidrio donde descansaba la sangre de Elcira y de Tingó, muerta el 9 de noviembre. No se atrevía a mirarse porque en los bordes estaba la patente de su gemela banda colorada.
El amor crece con las semillas de las huertas, carentes de plagas y contaminantes sociales, las rencillas, el odio, la intriga fermentan el árbol del cariño y les putrefactas, hay que hacer una guerra al odio, y a sus oficiales la envidia y la intriga. Para poder ver crecer los lirios y los geranios de la hermandad como de la virtuosidad pero en verdad la vida de los hijos de los pobres, de los que nacen en los hospitales, o en las clínicas, sería mejor continuar con las comadronas. De esa manera crecen como los tulipanes y las petunias, como las violetas y las begonias, como las hortalizas. Para creer sobre de las rodillas de los caídos con la esperanza del nacimiento del fénix desde la ceniza. ¿Cuál o cuáles cenizas? ¿Las de mata redonda? ¿Las del palacio? ¿Cuál de los palacios? ¡Tú sabes!
En la Victoria, en Villa Consuelo, en Villa Mella y en San Luis, como en millares de Parajes, es en horas del almuerzo, cuando escuchamos… ¡Balaguer sin ti, se hunde este país!, y así en cualquier sombra, del universo. Ponle Duvalier sin ti… ¡Somoza sin ti se un hunde Nicaragua! Gritando y gritando van a la fiesta de los nuevos templarios. Mientras Balaguer respire aspirará, había dicho Juan Bosch. En la presidente Cáceres número 50 hogar de la señora Sandoval, recibían a Ada Drullard, y al Tiznao, a Pedro Mendoza, y a otros estudiantes de medicina compañero de Ramón. Ofelia amiga de Freddy hablaba con él de periodismo que era la profesión que el más pequeño de los Sandoval, ejercía.
¿Quién era Lajara Burgos? Preguntó Francia la sobrina de Ofelia. Que estuvo enferma tres días y fuera internada en la clínica, “La Humildad” golpeada por grupos de los incontrolables del Rey. Luis Lajara Burgos es un militar en el campo del retiro. Se devolvió de su hermoso camino recorrido para participar en la pantomima del año 74, el 16 de mayo. Obteniendo la abultada árgana de 175 votos machos y hembras. Por qué no me lo aclara tía Ofelia. Mas claro de ahí no canta una paloma, ya lo que fue, fue. Nadie participó en esas elecciones del pasado mayo, Balaguer consiguió oficializar su candidatura con la del Contraalmirante de Luis Homero. Ofelia estaba cansada y deseaba irse a dormir, había seleccionado a su tía para obtener la respuesta de una de las preguntas más engorrosas que a ningún revolucionario degustaba responder, porque para ello, había que revolver a escarbar entre los huesos de compañeros de faenas por la liberalidad del mundo. Finalmente qué pasó para que al presidente le renunciara el Estado Mayor, la aparente ingenuidad de la niña sorprendió a los tertulianos en la casa de Hilaria Sandoval. Donde celebrábamos el aniversario de la tragedia de Nino Sandoval. Muerto en el club Héctor J. Díaz. Nos referimos a José Rubén Darío Sandoval, sobrino de doña Hilaria.
Los jefes del Estado Mayor renunciaron por estar opuestos al nombramiento de Rafael Nivar Seijas como incumbente de la Policía, la diferencia estaba marcada, desde la muerte de Las Hermanas Mirabal, desde los últimos lustros de la tiranía, ahora del parto sin dolor pero para cazarlos en la Banda Colorada se sienten con mayor acentos las contradicciones que se han profundizados, los que son acérrimos y no se toman un vaso de agua en la misma mesa son Pérez y Pérez. Ah bueno, pienso que acabo de comprender, señaló Francia, dejando ver sus mejillas núbiles cargadas de placer.
Demetrio y Ofelia volvieron a su dormitorio, luego que felicitaron al doctor Ramón Sandoval, hijo de la señora Hilaria, se acababa de graduar de médico, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Al llegar fueron odiosamente sorprendido por una canasta navideña, en junio. Que por vía de don Salomón se la enviaba a Demetrio, el coronel Torres Marrero. Demetrio, no comprendo la buena fe del regalo, le tengo afección a los tuyos, y muy especial a él, sentía que el regalo tenía algo que no aguantaba. Me parece amor, que esto no es un regalo familiar, es un obsequio político. Qué me está explicando linda, yo no puedo comprenderte, cómo es posible que digas que no comprende, te juro que tiene ese envío. Observa Demetrio, pero con cuidado, no estamos en Navidad, de dónde sale ese juguete, pienso que de las entrañas del Opus colorado, del corazón de los nuevos Templarios, que regenta la hermana del señor. En este país, estamos en campaña electoral permanente. Cuántos días tendrá esa canasta en poder de los tíos. Todavía no comprendo Demetrio. Oye Ofelia, los que me golpearon están en el entorno, y en el contorno de todos, especial del colmado de Salomón que ahora los chequean, es probable que se mueva entre el mismo recinto. Entonces que hace mi tío, simplemente enviarme una canasta, con la que no está de acuerdo, al que liberó como muestra de que he cambiado. 2, 3, 4, y cinco veces, quizá lo calculó. Me parece oírlo decir Brincaron la cerca. Están de nuestro lado. ¿Qué te parece? -tengo que reconocer que lo dicho por el profesor Arias es un realidad. Ahora más que nunca, el dice “No hay que caminar tan lejos para el hallazgo de respuestas, las tenemos encima, o muy cerca del entorno” tu lógica Demetrio no le sobra sentido, y como consecuencia sabiduría, a veces te pone resbaladizo. Lo que me observa lo acepto como noble y bueno y muy especial ya que nunca no habló ni por las orillas una sola palabra que ubique sentimientos o colores o gustos. Eso lo enaltece y lo llena de nobleza. Pienso que es un táctico. Pienso, Ofelia, que debiste decir estratega expresé. Me reí, cuando me sacó la lengua tan roja que creí que era la punta de una cinta de carne. Y tan fina que pensé en la punta de un bisturí ensangrentado.
Como soy una mujer generosa, pienso que debo premiarte, con una noche de placer, en los brazos de una Diosa, en el jardín de los almohadones y colchonetas de mullidas rosas recibiendo los encantos cálidos, de tu adorable compañera, la que envía caricia en emanaciones desde el mismo fondo de su enamorado ser, de mujer seductora y revolucionaria, no hay nada tan parecida a la felicidad como las caricias que las manos de una revolucionaria puedan dar. Volví a reírme, esta vez, por lo presuntuosa y segura, que se manifestaba.
¿Dónde conociste a mi primo Arias?
- Arias vive en La Victoria, pero bueno, ¿por qué te antoja de el ahora? Es que no lo conocía por Víctor Constantino. El es, mi primo hermano, manifesté. Es hijo de tía Daniela y de don Evaristo Cruz, pero para él soy Félix Gregorio, a veces me dicen Félix María. Pero dime ¿lo recuerda? Si claro que lo recuerdo. Vive en la calle José Soriano 55, con su esposa de nombre Elvira y Kleber Wladimir de un año y meses eso creo, y Iván Patrovich, de tres meses gemelo ausente, ya que a su compañerito lo mataron los médicos de la maternidad La Altagracia, lo conocí en la casa del señor Melaneo Pacheco, en la calle Duarte. Al señor Pacheco le prohibió que lo visitara pero el creo que su edad, no le hace caso y lo visita ínter diario… y dice que si le da la gana se irá a morir en la casa del maestro. Ese mismo día conocí al sargento Luis Hermógenes López Acosta. Camina en las calles de la pequeña ciudad, como un buey pastando en su potrero. ¡Qué lástima, qué barbaridad! Que el día que conociste a un hombre para la vida haya conocido también uno para la muerte. Un esbirro de la oscuridad. Es lastimoso. Para mucho es un indicador de equilibrio. Ella manifestó cuando se abren puertas y ventanas por donde la luz entra vemos salir las piltrafas y malesencias, desde los escombros y recodos. Muchas se quedan encriptadas como un lobanillo en lo preciado de nuestro cuerpo. Iremos a la casa de tu primo me dijo, pero esta noche recibirá las caricias de tu amada compañera. Pero Demetrio será que te has vuelto un nagual… leíste mi pensamiento. Deseaba entregarte el cetro de mi pasión para que subiera al caballo del viejo romance y trajera desde la cabecita de la montaña, quejumbrosa, el calmante para este pasional apetito que liberación permaneciendo junto a ti en la esperara hora donde la luz no aparezca, sellándonos el canto del silencio eterno. Fueron al dormitorio al compás de sus corazones donde el aroma de azahares, y de rosedales, era el respiro de una sábana blanca en la pureza y castidad de una inmácula virgen. Reímos, hablamos, cenamos. Dormimos despertamos con claros objetivos. En la tranquilidad de la alcoba recordé a mi abuela, al abrir el precinto sellador de mi corazón le di libertad para llorar, liberé una descarga de energía traducida en lágrimas “cuando un hombre llora se mueve una estrella allá encima de los cielos, y el corazón libera una gelatina y lo convierte en más humano. Mi energía, la de ambos servían, rompían el tedio y creaba camino en la brega cotidiana. Consumíamos no producíamos. El secuestro del coronel nos excluyó, nos chequean las correspondencias, nos las violaban, la deuda telefónica estaba en los perímetros, tuvimos que actuar con rapidez, Ofelia llamó a su padre a los EEAA. La oí que decía – ¡hola papi, la bendición! ¿Cómo estás…? ¡Estoy bien! ¡Qué es eso de cómo te hayas! Muchas veces no se si me lo dices con doble ele, o con YE, gracias al cielo… ¡Dios te ayude! ¿Es cierto que la policía te has golpeado y quitado el motor? ¡No papi, no es cierto! Me encuentro bien, hace tres meses que algunas cosas tuyas no me llegar, ¿por qué? ¿Qué ha sucedido señor? ¡Te cansaste de tu primera y única flor…! Tú sabes que no, búscalo por villa Mella, esta misma tarde. ¿Tendrás algún problema para recibirlo? ¡Ten cuidado que el Diablo no duerme y cuando lo hace… lo hace caminando!
Tres meses después del tercer período consecutivo del presidente Balaguer, un grupo de jóvenes del movimiento 12 de enero, secuestró a la consejera de los Estados Unidos de norte América, la señora Bárbara Hutchison, usaron como escudo mortal al cónsul venezolano Gregorio del Corral, los jóvenes obtuvieron como recompensa un salvoconducto para Panamá, el país no salía de la maldita preñez, en noviembre del 1974. la sangre cundió los surcos del campos, inundaba los predios de yucas y de batatas y viandas las calles olían a hemoglobinas y los mercados de productores, hedían y los productos sabían a sangre, en los Guandules de Capotillos, en las Cañitas, en Villa Consuelo, ahora en los campos de Villa Mella, el aire era sangre, en las hojas de los piñones de los potreros, en Santa Cruz, la sangre llegó a los siropes y Guayados de hielo y caña, en los vinagres de piña, naranjos guineos y de limón. La sangre de Florinda Soriano Muñoz, la hija de Santos y Señas, la madre de las cerdas papacotas, de las gallinas prietas y de los gallos quiquiriquíes, de los japoneses… la mató la anarquía de los 12 años, el desorden esclavizó la vida, y favoreció para enriquecerse, y el ansia de sangre no calmó corrió como cañada, y llegó a las verduras y se quedó en muchos bohíos pero el polvo la rechazó. Nacida del vientre de sierra prieta y sierra blanca, de Sierra donde sea, en las proximidades de la Malena, y entornos de Pedregal, y de la Cuaba, el viejo manantial de rencor creció, entre peñas y cadillos, entre arrabal y maíces, entre arroyos y piedras, y entre las sienes de los trabajadores, de las obreras labradoras de hondonadas y covachas, de esas y cualquier otras colinas. Que antes no tuvieron linderos, y nació el odio contra el acero, contra las espinas de acero, las púas matemáticas y geométricas contra las fronteras impetuosas impuestas entre yaguaciles y yautías, ñames debajo de las matas de guáyigas y de las pisadas de Pablo Díaz. El liderazgo de doña Tingó, no se comprendía en Villa Tingó, ni en Villa Florinda, ni en Villa Soriano Muñoz, pero sí en ciudad Pablo Díaz, ella pudo ser luminaria en AYALA, al lado de Zapata, y por eso apagaron el pabilo de su esencia vital, evitando la disipación de brumas en quebradas y ecúmenos rurales, en barrios, y luego en los ensanches de las ciudades grandes, separó neblinas y vio la necesidad de seguir la lucha contra el imperio de la fuerza y el de Pablo Díaz. Para volver en realidad el postulado que “la tierra es del que la trabaja” del que la convierte en madre, disciplinando su fe. En las reuniones enunciaba-“hay que poseer la tierra” su hija Bonifacia, la recuerda con su lenguaje de bejuco de indio decía, cuando el agricultor abre un hoyo en el costado de la huerta, es como cuando un toro encinta al becerra, y el ganado entero…” pero hay que observar la diferencia, el buey desconoce que las cría que nacerán no saben de las consecuencias de la preñez pero el agricultor sabía como Mama que las mazorcas y las vainas, resina, racimos o granos, sostendrán a las familias. De aquel hoyo salía la salvia de la vida. Doña Tingó dijo un vecino hablaba del regocijo que le provocaba el trabajo, pero su meta era el trabajo colectivo, sin establecer quien era, lunes o viernes, no le interesaba el género. Para el trabajo somos cualquier cosa, no soy ni hombre ni mujer, soy trabajadora únicamente eso, lo importante era la producción. Me olvide que era mujer, hembra paridera, no estoy segura si siento como mujer, o si siento como madre, segura, segura no estoy… decía moviendo de izquierda a derecha la cabeza, si soy guandul, o frijol, lechoza o mamón… ¡je geedgee! Yo me río de mi, sino de lo que digo, a veces ni me escucho. Pero de esa manera es que me doy cuenta de los dolores de mi cuerpo. Pero pienso que cuando vuelvo a la casa, que era para mí…, un palacio que me esperaba y me recibía, por las glorias que llevaba del quehacer, de los días o de las horas ausentes. Mis amigos decía Bonifacia se sentaban en círculo para escuchar las historietas, de mi mama, un día refiriéndose a Felipe su segundo marido, señalé cundo mi marido murió fue cuando mayor cariño le puse a la tierra
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