martes, 17 de noviembre de 2009

mas del capitulo 18 de Una Noria en el camino de V. ARIAS

. Pacheco me guiñó ambos ojos, sólo en el me agradaba verlos, para que diera fin a los contenidos alegando cualquier cosa… pero hizo uso de la palabra e invitó a los visitantes para que en quince días hiciéramos otro pasa rato en su vivienda en la calle Duarte en La Victoria. Llegué a la seis y treinta minutos a mi comité de base que funcionaba en la casa del padre de María Belén, pero ese día nos reunimos en la casa del compadre David Ortega, me esperaban Silvio, Selva Y Luis Alcántara que era el padre de estos, de línea Jacobiana, miguel Adón, Negro el Pocero, Manuel Báez, compañero que atendía el acueducto, David, Mario, Doña Hilda, de línea Jorgeblanquista… como eramos nosotros, la mayoría de ese comité pertenecíamos al pensamiento del abogado santiagués. Miguel Coco pertenecía a la programación de Don Antonio Guzmán. Pero a mi me agradaba, me sintonizaba con el pensamiento de Marcio Mejía Ricart, terminé aceptando la coordinación de la tendencia programática y principista como bautizaron a la tendencia salvadorcita. Me uní a los trabajos de Ortega y Calvo. Al finalizar la reunión fuimos a la casa de Cruz y Cruz para invitarlo a participar a los trabajos políticos del comité.
-Cómo está profesor- dijo el señor Cruz al verme en la compañía de sus amigos, calvo y Ortega.
-Hola señor – respondí.
-Pasen para acá casi gritó y señalaba el camino dentro de la casa donde uno de sus tres hijo miraba el Pato Lucas, en el canal del gobierno, en el patio donde llegamos había tres sillas caladas, a la mata de naranja cobijada por enredaderas de bejucos de granadillos, Cruz y Cruz, era un facilitador de sombras. Era de los que se habían quedado viviendo en una esquinita del paraíso la victoria. Oriundo de Río San Juan al este de Puerto Plata. Había sido poliguardia en los últimos años de la tiranía trujillista. Era un talentoso manejador de los elementos del cultivo de las hortalizas. Concuñado de Pedrito Arceno, pero era un sabueso creyente… cuando le conocí fue cuando en la inauguración del Bar Gabino, me dijo – oiga profesor como está usted en eso de la magia, me dijeron que es usted un conocedor de esos laberintos. Le respondí que no sabía de lo que me hablaba. Entonces me miró con los ojos muy abiertos ojos sin pestañas, se quitó un cigarro habanero que casi siempre portaba en su boca desdentada, escupió y sin parpadeos pero con voz casi dulce, es que me interesa conocer el libro de San Ambrosio, que según sus amigos usted lo tiene. No ese no lo tengo señor Cruz y Cruz, el que tengo a usted le perjudica en vez de beneficiarle, pues es un libro mágico creado por los Esfel, hace miles de años, es pura magia negra… ah no me dijo la que me interesa profe, es la blanca para yo sembrar… y fue donde le conocí porque le dije la gran magia la tenía el en sus brazos y en su poder para imaginar. Sin embargo Cruz y Cruz era un individuo de mucha energía espiritual. Tenía la espalda como una puerta, cara fuerte como sus hombros y sus extremidades de manos y pies enormes, alto, fuera de lo normal. Boca débil, de labios negros por el compañero habano quizá, algunos les decían la estatua humana, de hierro o de varillas, pero dentro de ese túnel de organismo había un corazón grande lleno de mieles y sazones de nobleza. Su esposa hermana de la madrastra de Pedrito el Conejo, cuidaban de la familia con esmero, sus hijos y una hija eran amables y serviciales. Volviendo a la visita Cruz y Cruz preguntó ¿a qué le debo esta visita señores? Mario no hizo caso a la pregunta porque atendía una jarra de limonada que le entregaba la señora Girón, adornada de amabilidad. David haciendo uso de esa característica y muy singular forma de ser, manifestó –tese quieto compay que le pasa, déjeme disfrutar de la malteada que su merced me esta fabricando, compay a dios. Qué compadre es este. El señor Cruz y Cruz sonreía dejando salir la puntita de la lengua de fuego que al no hallar obstáculos dentariales se movía como una culebrita picara y maliciosa. Vinimos para que entre el compadre Víctor y usted se ancharan las relaciones, también para anotarlo en el comité de base donde militamos los ex combatientes constitucionalistas. Cuál es ese comité, escupió en la maseta que sostenía una mata de rosa negra, única en la región, es el R- siete, funciona en la casa del viejo Belén. Pero écheme otro poquito de malteada, ¡vea! Quien los manda hacerla tan buena, Ju, Ju, ¡comadre! ¿Dónde aprendió usted, Su Merced, hacer tan suculento manjar?
Compadre Víctor, dijo Mario, tómele los datos que debemos irnos, que mi compadre se enamora muy fácil. ¡Ay sí hay sí yo soy hombre hecho para ser amado! Escribía callado, escuchando las oraciones que el compadre David fabricaba, cargadas de alegría y jovialidad. También la de la señora Girón.
En la noche Cenín y Pacheco compartían tragos en la Barra Nova, en la entrada del pueblo, cuando llegué fui a la mesa a saludarles, volví a donde Aurys y donde Lenny hermana de Cenín de la vellonera emergía como de un lago de voces afro antillana la de Johnny Ventura, el caballo mayor, luego la de los Ángeles Negros y la de Cuco Valois. El salón no era grande pero había cinco mesas ocupadas esa noche. Las otras tres esperaban como burras prostitutas para vender el lomo de madera, Cenín y el señor Pacheco habitaban la de mayor ventilación, en una estaba Manolo Bermúdez, el Sargento Monsanto, a la derecha de esa se hallaban los tres Luis: Luis el gallero, Luis Acosta, y Luis Hermógenes. En la cercana, a las de hermanas de Cenín, se veía que enviaba alegría, el profesor Manuel Prenza mientras conversaba con Zeusis Jiménez, teniente de las fuerzas aéreas de sus planes amorosos, y de sus proyecciones académicas. Ambos veían bailar al Prof. Jiménez y la señora Lidia padres del oficial. Me levanté en dos ocasiones para recordarle a Pacheco, notas que teníamos pendientes de la vida de Bahaúllaáh. Bailé con Aurys me sentía satisfecho, más que cómodo. Opté por perder ese placentero ambiente de comodidad, que aunque en nada era, comparado con la orilla de la laguna Rincón de clara, y mucho menos con la de Manatí, donde muchas veces vuelan asesinos guaraguaos, aquí, en la referida barra, se acercan las sombras de buitres y zaramagullones, y eso incompartía con mis condiciones de educador socialista. Me marché, luego de pagar parte de la cuenta de la mesa de las hermanas de Cenín, donde me esperaban mis criaturas y mi noria que llenaba de transparencia y frescura los huertos fértiles de mi existencia. Por donde podían crecer las raíces hostosianas con la fuerzas del pensamiento de los clásicos liberales liberalizantes. No quería que alumnos de la corriente marxista me vieran sentado en los aleros de agentes de la muerte. Cada traguito me emborrachaba, sentí dos impulsos para ir a romperle la cara al sargento Hermógenes, que reconversaba con el cabo azuano, que parecía al Cid campeador, y ponerle en su rostro la imagen del niño que dejó huérfano de padre. Pacheco le preguntó a Cenín, por qué se habrá ido el maestro… debió sentirse mal, comentó Cenín, por qué. Viejo eso está muy claro… se fue harto de verle las caras a los Luises, y sepa viejo que Luis Hermógenes, se mueve con más libertad que nosotros. Si, así es, el puede entrar a la cárcel y salir cuando se le antoja, por que como paga por haberle arrancado la vida a uno de la… por haber apagado a una de las luminarias, a la inteligencia recibió la visa para ir venir por donde quiera no donde pueda. Ese es un individuo especial, así es la mujer, nuestro amigo examina minuto por minuto, el comportamiento de todo. Luis Hermógenes es un chivo expiatorio, come habas ajenas el eje del mal lo compró, aunque sabe que es una victoria, le huye como a él en estos tiempos en mi país, el Diablo no le huye a la Cruz, nuestro Diablo con ella es que gobierna, está en los tribunales, no es ahí donde condenan, y está en la frente de los oficiales que mandan a desaparecer a Henry Segarra y a Gil Gómez. Un día me dijo- expuso Cenín como si fuera de un difunto que hablara, Bajabonico me parió, y soy su hijo legítimo, Licey me vio crecer, encendió mi entendimiento, pero Altamira y la Victoria, son mis madres a la que estoy muy agradecido. Debemos borrar la idea que los pueblos del mundo tienen que es la penitenciaría. La penitenciaría no tiene victorias y La Victoria tiene Penitenciaría. Ambas tienen su historia. Una tiene sus hijos como el general Evangelista Adón. ¿Sería un proyecto sería un plan? ¿Habrán fallados? Trabajaremos para borrar el criterio equivocado. El Dios de la penitenciaría, no es el mismo del de la Victoria.
Las calles han sido pasillos de cucarachas, de grillos y de vampiros, de conejillos, de marionetas y títeres al servicio de Diablos, de gobernaderos, goberneros tiránicos el anciano Pacheco, sintió el mismo deseo de marcharse que minutos antes yo había experimentado. Pero recordó las amenazas con quitarle la pensión si continuaba a mi lado. –pienso dijo Pacheco a Cenín—que los defectos del profesor Arias a nadie dañan pero sus virtudes ayudan a media o a población entera.
La muerte de Salvador Allende, y la de Florinda Soriano como la de Caamaño y de sus compañeros tienen a muchos jóvenes sin norte, espero que la esperanza no fallezca y el sol de los de abajos se levante a irradiar las semillas de las tumbas, de esos pólenes dispersos. Las navidades pasan con el luto de al caer tantos jóvenes en la huertas nacionales y del jardín de sur general. Recibiendo el hedor a sangre, entraba a las casas con los vientos del norte de cualquiera norte, los cadáveres con hedor a tierra podrida penetraba a los cocinaderos, con el temor envuelto en el aire, que salía de los sepulcros de Elcira y de Florinda. ¿A quién le interesaba además de los norteños y del gobierno la muerte de tantas Gentes? ¿Quiénes movían los lazos a tales marionetas asesinas? ¿Por qué no aceptaste la visa? Porque no quise delatar mis compañeros de aulas… en 1976 como otros en la marea del pasado traía las manos y los pies mutilados, golpeado el corazón y la voluntad encadenada, nubilado los ojos y los intestinos atrofiados. No se, pero en esta fecha de reyes, y de juguetes, de machetes al lado del fogón de piedras, de horneros y de cenizas continuaba en mis cavilaciones, mi niñez desvalida. Calentando un pedazo de yuca trasnochada al lado de la azada y cerca de la barbacoa, escuchando a mama Gelo con su rosario de cuentas de peronilas, conjugando un mantrás a las Mercedes, a las vírgenes Carmelitas y a San Antonio el bondadoso. No estoy seguro si el agua que llega por la cañería a las oficinas y a las viviendas de los barrios, cualquiera otra… son de las cloacas, cargadas de excrementos llegando a las pailas y a los biberones. No estoy seguro si cuando como embutido estoy engullendo de las carnes de los desaparecidos. ¡Qué pena llevo en mi alma acongojada, cuando veo las aceras de las calles ensangrentadas, la espalda adolorida y rotas las alas de la esperanza. Los estudiantes estaban ensimismados, parecía uno tenerse al otro. La puerta de cada consciencia, era una pérgola estimuladora de los axones y dendritas de cada emoción hecha individuo. ¿Desde cuando bebemos jugos de recuerdos amargos y dolorosos, desde cuándo cenamos las morcillas con la sangre de paisano, cuántas veces almorzaste con las vísceras hechas locrio, cuántas veces te embriagaste con el vino con la sangre de compadres, del obrero de POASI, cuántas veces cepillaste los dientes con orines del impostor invasor? Aunque decente no parezca te embriagaste con la sangre de tu hermana y de tu sobrino y de padre: era la sangre de Yolanda y de las hermanas Mirabal Reyes. Entre risotadas vampirizas de las guardias coloradas, en extensión de los Palmeros, aun por nuestros senderos camina entre puertas y ventanas cerradas y abiertas, comiendo el sancocho de viandas pútridas, cosechadas en las huertas disociadas por el invasor imperialista, con los ojos de Segarra, con las sienes de Guido, y los dedos de García Castro.
Al cambiar de Materia se cambiaba de maestro, me esperaban en el cuarto teórico, desde la segunda jornada que me llevaron a prisión no había vuelto a ese curso. Vino el fusilamiento del líder de abril, mi energía no cruzaba los linderos, del aula de los alumnos de término. Hoy hablaremos de José Martí este era el tema del día que irrumpieron los caballos de Atila. El fusilamiento de la leyenda del siglo, fui al pizarrón y escribí “Ya sabrá el mundo lo que tu eras pues la justicia de Dios, es infinita… y da a cada cual su legítima gloria,” repitió a solicitud de Mario Moreno González quiero que sepan que eso dijo Darío a Martí, muchos irradiamos luz clarificadoras dicen que fue Martí el maestro del modernismo, Darío lo llamó maestro, y Martí le llamó hijo. El Ismaelillo emerge en 1882, como un despertar. Valorar a Martí no debe ser confundir los roles de esas dos lámparas en término poético. Continué hablando con los alumnos del valor literario del poema y copiamos versos como estos:- pienso cuando me alegro/ como un escolar sencillo/ en el canario amarillo/ Que tiene el ojo tan negro./Cultivo una rosa blanca/En junio como en enero/Para el amigo sincero/Que me da su mano franca./Y para el cruel que me arranca/El corazón con que vivo/Cardos ni ortigas cultivo,/Cultivo una rosa blanca…
¡Traidor! ¿Con qué arma de oro /Me has cautivado?/Pues yo tengo coraza/ De hierro áspero./Hiela el dolor: el pecho/Trueca en peñasco. / Y así como la nieve, /Del sol al blando/Rayo, suelta el magnífico/Manto plateado,/Y salta en hilo alegre /Al valle pálido, /Y las rosillas nuevas riega magnánimo. Entendí útil para mantener el grado de cultura universal de los estudiantes de último grado estos versos orientan a una poesía de combate como lo fue su autor también por las características singularizadotas de los versos del poema y de los poemas dentro del poema. Mencionamos poetas como a José Asunción Silva que asimilaron de inmediato por su valor modernista y libre este agregué dijo que Martí era una nueva orientación lo escuchaba como un nuevo timbre, el propio Martí dijo ningunos vuelan, no se parecen a los demás perdieron lo original lo íntimo y lo singular. José Miguel de la rosa, hermano de Cenín, dijo profesor permítame- leer estos versos de Martí. Claro le respondí – “que a mí las ondas mansas,/ que a mi las nubes,/ joyas interesantes,/ sobre las piel curtida/ del humano aire/, mariposas inquietas sus alas baten/ quemando me despertaba/ con un gran beso puesto a hojarasca/sobre mi pecho, bridas forjadas con mis cabellos/, ebrio él de gozo / de gozo yo ebrio”… al terminar de copiarlos terminaba también el tiempo…

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