lunes, 17 de mayo de 2010

imagen para el capitulo dos de los Primos


Capitulo dos
Todas las gentes estaba dentro, había más a fuera que en el interior de la iglesia, no existía referencia para relacionar, que no fuera con el entierro de Candito Silverio, el de don Felicito y el de Martina Silverio o el de Evaro y el de doña Higinia, la esposa del señor Felicito Henríquez. La diferencia estaba en los aguaceros caídos anoche, en la crecida de agua limpia del río, y en la llegada de esos 665 extraños que dicen ser sus sobrinos. En la misa dijeron que la difunta Hermes tenía 23 hermanos, 16 eran varones dijeron que el hermanos y hermanas que menos, tenía 21 nietos y al multiplicar 21 por 23 de más está decir que son menos de la cantidad de primos que dicen ser sus sobrinos.
En la casa un grupo preparaba café y jugos para los que no soportaban el aura del fanatismo escozor místico, allí estaban, y para aquellos entregaban un refresco de jugo natural, con pan de maíz comprado en la panadería de Yuyo, hija de Lorenzo Silverio, primo hermano del esposo de Hermes. Muerto, en un accidente de automóvil a la entrada del pueblo.
Había dejado de tronar, el sol salió y el cuerpo de Doña Hermes fue enterrado bajo las lágrimas, de sus hijos de sus vecinos y de los presuntos sobrinos.
Los llamados bocaeros, que son una agrupación de sanguijuelas estaban en cónclave de vampiros, de buitres buscando las carroñas, No son todos claro está. La mayor parte de esa logia propia de finales del pasado siglo xx que desean que la gente del vecindario muriera, que muriera la gente para ir a limpiarse la boca con la propia falda del difunto.
Era domingo 20 de abril, primer día de la ida de Hermes, los primos andaban soñolientos, en la misa estuvieron 665, vestidos de negro y blanco, pero ya para el regreso a la casa, que fuera en vida su modesto palacio; una sola cara, de estos primos, no se le veía, en los aleros de ranchos ni en galerías de enramadas. Vimos a la gente marcharse a su habitad, extrañamos la presencia de las hermanas y de uno o dos hermanos de su madre, que viviendo en el exterior del país por teléfonos se pusieron, una gran mayoría, presentes y extendían… sus condolidas expresiones. Por mi interior llegaron las de Franchesco Torres y las de Josefinia y la de Salomildo Torres. Y de inmediato hice saber a los demás hijos, de nuestra madre Hermes.
No supimos cuándo, se fueron, los sobrinos de la difunta. Tampoco para dónde. Nadie vio los vehículos que en la opinión de todos, los parientes de doña Hermes, eran fantasmas, Ilusiones de humos pardos anaranjados, con maquillajes morados. De los 665 vestidos de negros y blancos que le amaneciera en los bancos de la iglesia de la comunidad sólo 26 eran mujeres, todas doncellas con caras de abuelas. Hacían musarañas de hadas madrinas, con dejos de tener estribos en las escobas, era lo que habían dejado en la percepción de un público arrogante como era el de la feligresía de la Iglesia San Antonio de Bajabonico de las Garzas.
-¿Quienes eran esas mujeres vestidas de Negro con blancos cinturones y de cuellos blancos?
-No supimos- respondió una de las nietas de doña Hermes.
-A nosotros nos parecieron que eran de los familiares de mamá de allá en Jicomé de la esperanza.
-¿Y dónde queda esa región Jasmely?
-Si no estoy perdida está en la zona de Valverde, cerca de Maizal.
-Hubo quien aseguraba que esas mujeres andaban con el grupo que se hizo llamar Los Primos, de las mismas líneas. A pesar que luego se rumoreó que los Primos vinieron hasta del exterior. Y se colaba que nadie lo había llamado, cuentan que un tal Miguelucho, residente en San Francisco de Macorís, fue el que hizo en media hora 716 llamadas convocándoles.
-Yo no creo eso, es una mentira mal elaborada, porque Miguelucho estuvo en línea telefónica conmigo y él no sabía que tía, había fallecido- manifestó Mila Ventura Arias. Mila acostumbraba cambiar los tonos, en la conversación, había momento que jugaba a la ronca piadosa, especialmente si ella creía que sabían que acababa de hablar con alguien desde el exterior. A pesar que estamos en duelo de dos días de haber sepultado a la Matrona, de los Arias en Bajabonico, hubimos de reírnos, cuando, uno de los biznietos de doña Hermes, encontró en una lata de leche nido 26 carnes envueltas en fundas plásticas y al lado cinco botellas de aceite de maní, enterrada tapada con una esterilla vieja. Todo estaba intacto, pareció que a la persona que en estrategia guardó el hurto, se le escaparon las tácticas.
En la casa de Víctor, segundo hijo de los cinco vivientes, se fueron aglomerando parientes de su padre, por líneas de los Silverio, entre ellos estuvieron Benita, Virgilio, Juana y José Ramón de apodo Dingo, y la esposa de este maestro. Ellos hicieron notar que era injusto creer lo que se les atribuía a las mujeres que andaban con los Primos. Mientras tanto hablaban unos, de las grandezas espirituales de don Evaro, esposo de la señora Hermes, otros leían en las primeras páginas del primer capítulo de “La Ventana de los lagartos” que habla de los entornos cañeros y de las aguas, de aquellos tiempos, del río Bajabonico. La gente por donde menos se movía era por donde el autor de la Ventana de los Lagartos, porque lo rechazan unos por no conocerlo y los que conociéndole aprecian al individuo que el no puede encarnar. Arias rechaza a los camaleones y a los tránsfugas, a los hipócritas y a los falsos que levantan pesas de calumnias para sacar ventajas aunque cuando dejen caer las pesas por ellos levantadas corten el pie derecho o el hombro zurdo de sus padres. Por eso a El, lo rechazan y hacen vacías conjeturas, porque como ni bebe tragos, ni masticas tabacos, ni lo fuma ya… sin embargo, a pesar de los murmullos que hacían, de los comentarios de los libros de Arias, llegaban a la casa, el intercambio que sostenía Mila Ventura, en los aleros de la enramada y del tordo de la pérgola, que improvisaron, para pasar el agua en la noche que doña Hermes subiera a la corcova del ganso… en su primer viaje oficial hacia la colina.
En la cocina un grupo de hijas de María, de los años 1956, vestidas de blanco hacían el ave María de Franz Schubert, compuesta aproximadamente en 1825 cuando él tenía veintiocho años.
Por las voces litúrgicas, las lágrimas de tía Liberta, esposa de Tío Julio Medina, cuñado de la difunta Hermes, humedecieron con la solemnidad de la circunstancia, los labios del Cura Esteban Samuel, que rezaba. Quien había recibido de Teresina la autorización de celebrar la misa tradicional con sensaciones africanas, pero ella quería y así se lo había hecho saber a todos sus hermanos, que no quería arrodillados, sino sentados, y en caso de pararse que lo hicieran a los términos de la circunstancias. Había dicho Teresina que podían cantar salves con aires mandingas, guiros y tambores, cuerdas pero podían emplear la flauta y el saxo hecho con bangaña.
Las hijas de María cantaban a “Nocturne No 9 in B Op.32 No 1” una canción de Chopin. En las paredes de las colinas entraban las notas quejumbrosas de voces errantes entre rosales y lirios de lamentos, como ritmos de un piano tartamudo, entre mejillas de una tarde de ciegas miradas, simulando pétalos irreales, entre huellas de un crepuscular verano insulario.
Para el sueño Teresina recibía largas imágenes de uno de los primos fabricante de tormentos y escobones de rencillas que discutía con uno de la vecindad porque inauguraba la fábrica de soñar placeres, esa querella entre el vecino y los Primos a Teresina la sacaba de sus controles. No entendía las razones de las pobres fantasías del vecino, se sentía humillada, abofeteada… despertó sabiendo que sólo era un sueño. No lo manifestó a nadie quiso emprender un viaje en búsquedas de juicios razonables para obtener alguna explicación y los dejó como el que siente vergüenza, como el que cierra un rastrillo en el quinto piso del palacio de belleza.
Rosalgia, se hace dueña de la situación, de los quehaceres familiares, luego de la ida de las hijas de María. Rosalgia se inviste de la responsabilidad, evitando que los Primos, sean humillados entre sí, en medio del cortijo de lo de sus padres. Por lo menos, es eso lo que asimiló las gentes. Rosalgia permanece frente al teatro culinario encontrándose con sentimientos que en muchos días dormían, pero teme que algunos de los primos se apoderaran de las cosas de mayor valor. Fue entonces que Rosalgia buscó refugio en las faldas de los retortijos de los abuelos, tutelando, protegiendo de las sombras de los espíritus del mal y de la sombras.

domingo, 16 de mayo de 2010

Biografia del Prof. Víctor Arias, para Google Wikipedia


Para Wikipedia escribiré los títulos de mis libros. Y para mi Perfil en Facebook.

Profesor VICTOR ARIAS

B I O G R A F I A

Soy menos que provinciano, porque soy comarqueño porque soy parajeño, nacido en las sombras de los mangos y los anones oyendo el canto del barrancoli y viendo el vuelo blanco de las garzas escuchando la ronca expresión onomatopéyica de los cuervos, de los chinchilinis y de los judíos de negras plumas solazándose entre las redes de los altos cocotales.
Hice mis estudios primarios secundarios en la escuela Ravelo y el liceo Enrique Emmanuel Asthon de Imbert, provincia Puerto Plata.
Estudios pedagógicos en La Escuela Teodoro Henequén, Licey Santiago, profesorado en La Universidad Autónoma de Santo Domingo. Realicé docenas de estudios de educación en la Esc. Félix Evaristo Mejia, en la Patria Mella, en el Américo Lugo, en Núñez Molina. Estudio de Psicología de la adolescencia y de la infancia en el Américo Lugo. De población y Familia en el Félix Evaristo Mejia. Y docenas de cursillos impartidos por la secretaria de educación. En diferentes centros escolares de la ciudad de Santo Domingo.
Soy autor de Los Camaleones, novela con intenciones sociales, es un libro de líneas de acciones críticas a favor de los individuos que emplean la política para enriquecerse aunque pierdan todo lo que pudieran haber tenido de bueno.
De los Transfugueros de la tarde, NOVELA que critica a los que saltan, de una agencia política más que Maco Perpen, para como el camaleón hacer creer y llevarse la mejor tajada.
De “Dilema de un Viajero”, en este libro trato de narrar la angustia de un grupo de indocumentados, que dejan su país cruzando las sucias aguas del canal de la mona, donde algunos son empujados, a la boca de la muerte, por los organizadores de esos viajes casi siempre sin regreso en busca de nuevos y mejores horizontes para la familia.
De “Entre las Huellas de un Acordeón” es un trabajo narrativo donde el protagonista se retira de las fiestas a las que regresa, por creer haber perdido el amor De Pura su mujer… emplea los merengues de Tatico Henríquez y de otros músicos folclóricos como un recurso motivador de la gestión social y socializante.
De “La Ventana de los Lagartos” esta obra, en mi opinión es una autobiografía, donde la vida de algunos personajes se entre cruzan con la del autor, pero la idea central, trata de la vida en un internado para maestros de Escuela bajo los primeros años de los doce años del gobierno Balaguerista, una obra de 478 paginas.
De “Una Noria en el Camino” esta obra es como si fuera la continuación de La Ventana de los Lagartos… Los primeros capítulos se desarrolla en la escuela Chamberlain de Altamira, donde el protagonista es nombrado maestro para contrarrestar una huelga, luego el maestro es cancelado, se casa en esa población y es enviado a la Victoria donde es recibido por las autoridades como un intruso. La obra termina con la muerte de Doña Elvira su leal compañera a quien regresa Altamira, donde la entierra.

Labore en la Escuela y Liceo de Altamira en 1969-1971. En la Victoria, en la Padre García y el Liceo Nocturno, en la escuela vespertino de comercio 1971-1986 en el Liceo nocturno de La Estrella, 1976- 1988. Director de Judicial Penitenciaria procuraduría Nacional de la republica 1982 1983. Subdirector de servicios generales del palacio nacional 1983-1986.
Asistente del sindico de Imbert 1998-2000- Vice Sindico 2000-2002

imagen para los Primos novela de Prof. Víctor Arias




Argumento para la novela Los Primos.
Los hechos que narramos en este cuadro son reales, acompañados, claro, de la imaginación popular, donde 665 Primos, que ven en acciones oníricas, la muerte de su tía Hermes Torres Arias y sin ser convocados, despiertan vestidos de Negro y Blanco en la iglesia de las Mercedes, del Municipio Imbert, poblado donde vivía su tía.. Nadie los reconoce como parientes de la difunta y son acusados, por los cinco hijos, de intrusos, impostores, aduladores fantasiosos, alejados de una conciencia real y lógica.


Capitulo primero

Estamos a 19 de abril del año 2010, en Bajabonico de los Guanábanos, muchos comenzaron a llamarle, de Los Félix, o de las Aromas, como quiera que se le llame, aquí nunca el sol ha salido para todos, como señala el refrán. Pienso que eso ocurre en cualquier parte del universo capitalista.
Para los años 1933, la comunidad referida, era rica en cosas, que los que tienen de la cuarta adolescencias, no recuerdan. Muchos de esos octogenarios, ya han montado vuelos hacia las colinas del nunca más. Bajabonico de los Guanábanos era una comunidad rica en café y en cacao. También en viandas conuqueras. La recolección de las frutas, en la yuquera y en el ingenio con los nuevos dueños facilitaba empleos a una juventud que no estuvo entrampada en los barrotes del mal de los vicios de caminos, en los primeros pasos que daba la tiranía.
La señora Hermes Torres Arias, vivía en el cortijo de su marido, el señor Evaro Medina Cruz, quien era a su vez hijo, de Juan de la Paz Silverio Medina. Ella era madre de Teresa, de Bienvenido, Víctor, de Roberto, de Benita y de Rosa. De esos seis hijos, Bienvenido habia muerto, en sus días lactantes. Hermes habia nacido, en Jicomé de La Esperanza, municipio de la Provincia Valverde. Entró a los intereses de los Medina Cruz, en los años 40 cuando contrae casamiento con el señor Evaro.
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Yo quiero que los primos entren por esas puertas que son las de nuestros abuelos y bisabuelos que se sientan sin comas y sin concordancias, que no se preocupen por las comas ni los acentos, tampoco por las mayúsculas o lo que sea, pero tengan alta preocupación, por los signos emocionales y de intolerancias. Por los signos de la ortodoxia familiar de cualquiera de las etnias.
Que si hay comidas en las mesas pueden comer sin arrastrar las sillas ni chapaleos. Pero que recordemos que para poder ser primo primero hubo de ser hijo de algunos de hermanos o algunas hermanas.
La tarde estaba plomiza, las ramas de los limoncillos y de las Guásumas, como las hojas de los higüeros y de la mata “lágrimas de burro”, no se movían. Pero ningún Primo llegaba todavía, Hermes sabía, que en horas comenzaban a caer las goterotas de lluvias y, con ellos llegarían las danzas de las ramas y los vuelos del Ganso llevando saqueras de su energía a las colinas, en la ribera del río.
Las escobas estaban armadas y convocó a continuar barriendo, antes el inicio del primer vuelo rodeado de sabanas de cretonas blancas con arandelas misteriosas como si fumara una boca invisible, hacia la colina, dejando caer señales de humo en pálidas cadenetas. Un vecino de la señora Hermes, le pasó una hoja alargada y se la puso en la boca y por el sabor que sus papilas recibieran se dio cuenta que se trataba de una pluma del viejo ganso que enviaba la segunda señal. Detrás de la pluma caían las hojas de limoncillos y de las otras ramas, comenzaba a llover permaneciendo así, por mucho más de media hora.
Eran las 4:56 minutos se detuvieron las escobas de Hermes, Robertilio entró sin puntos ni comas lo hizo por la ventana de la izquierda, cerca de la cocina. No dijo que el ganso estaba listo para el mandado oficial, se sentó a su lado sin mirar a nadie. Cuando el ganso retornaba de ese oficial viaje entraba la noche con su traje de topacio dejando ciego a los que a ella miraron, entonces sin mandarlo Robertilio, encendió unas lámparas. El pensaba para su adentro, lo hacía olvidando las ortodoxias de las etnias. Comenzó a caer la lluvia que Doña Hermes en cualquier momento de sol durmiente o de luna despierta, esperaba comenzaron los quejidos con llantos, pero sin miradas con pocos movimientos, en la cara, en el rostro seco. Estaban a su lado, los parientes. Pero, uno de los cinco hijos, se había despedido, desde el momento que limpiaron la casa, en operación de aparatares luctuosos. La ignorancia cierra las puertas de los juicios razonables. Era, para él, una actitud descorazonada, en los salones de Guanabanía. En el primer viaje oficial subió a las ancas del gigante ganso blanco, Hermes llevaba en sus manos una lámpara apagada, cayendo como gotas de una cántara horadada, acostada encima de lo que fueran sus dolencias, no era cosa que para uno, de los cinco hijos fuera, del otro jardincito donde las corolas y los pecíolos, se marchitaran después de la media noche.
Ahí la veían sus nietos y los sobrinos, como una gran rama caída, encadenada a una dolorosa condena, rendida ante los gigantes hoyos del camino, no oía los cantos del gallo, donde uno de los cinco hijos, sostenía en silencio su pena, y veía caer como pencas de palmeras, y hojas de naranjos y de jaguas verticales. Se conformaba despejando ruidos de entre los sonidos naturales, el canto de tórtolas y de palomas y el murmullo de la nada, en el silencio sin cantares ni esperanzas.
Quizá para un sobrino llamado Sucreño, sea bella la partida de la tía, pero para Henolio, dolorosa era. Mas uno, de los cinco hijos, con los cerrados ojos la veía viajar con alas de lavazas, sobre las blancuras de las inocentes nubes, dejando caler lágrimas que como el maíz se traducían en matitas espigadas, en los patios de las casas de los parientes más cercanos. En tonadas de encantos dejaban caer también la sinfonía de Rafael Solano, las que “Por Amor” cambiaba sus palabras.
El sepelio continuaba en desfile sin arrogancias vehementes, mas, con sirope de jengibre y de entusiasmo azucarado cruzaba las líneas en vías cruces lapidarias sondeando los verdes senderos de unas campiñas de dolencias y de quejas pesadas por la preñez alejada de apetencias desventuradas. Pero con pocos movimientos en la cara, en el rostro seco parecía cortar una sonrisa alternada, bajo el sol durmiente, bajo la sombra de lunas despiertas con quejidos. Me duele su dolor, la hinchazón de sus piernas y la pesadez de la mirada cansada por los años.
Ahora escucho que el canto del gallo despertó a los parientes más cercanos y agarraron las sogas donde estuvo por largas horas amarrada a las alas de tafetán blanco, sobre las nubes de mostazas. Cubriendo el rostro para sostener la boca de la herida que ha provocado su partida.
Así han ocurrido las cosas, con murmullos y pocas quejas, pero el cántaro de lágrimas se volteó después, en el camino hacia la escalera de las nubes de lavazas. Llegó la noche y abrazó el esqueleto y el cuerpo de doña Hermes. Uno de los cinco hijos siguió organizando su tristeza que emparedaba en un pedazo doble de casabe moscatero. Añejado regurgitando en la esquina de una estación de animosidad pesada cual crucifijo milenario colocando los pedazos de la madrugada, en una lata de barro lechado.
A uno de los Primos le parecían helados ensangrentados y rumió desgranando las imágenes de la tía, conjugándolos en rosarios los recuerdos.
Sucreño estuvo durmiendo la tarde entera, no escuchó la caída de los aguaceros, sin embargo se creyó flotar al lado de las nubes de lavazas, autovía conducente a la séptima montañas. Henolio llevaba los pies salpicados de lágrimas, como arandelas de gotas cristalinas, salidas de unas bolsas gemelas de ópalos de vidrios. Como un adorable adorno de gotas convertidas en perlas caídas de un árbol antes de menstrual. Mientras tanto Magdala a distancia, bebía en unas copas, de dolencias fiscales, su vino de pesadumbres ecuménicas, pero ortodoxas. Su hermano Luichino, cortaba en pequeñeces, como trillas de gramíneas en flores en estivales. Sucreño
Medina, estuvo con la cabeza forrada de hojas de tabacos, refriado, agripado, por la brisa que azotara el ganso cuando hiciera el quinto viaje a las colinas.

jueves, 13 de mayo de 2010

foto del prof. Candelier, quien fuera junto a Amarilis mi maestro hace 40 años








Capitulo 19.

¡Ya vez! ¡Así es! ¡Uquu, no hombre! ¿Quién te dijo cosas como esas?
Donatilio confirmó que ese no es su hijo, comprobó que era todo una urdimbre preparada, para sacarlo de las bondades de sus obras literarias que el público recibía con gran entusiasmo. Pero no vale la pena. El ha vivido despierto a su realidad. Contento con lo que la realidad le ha entregado como cosechero. Marcado para el triunfo.
Si hombre, caramba. Así será, ni más ni menos. Pero por qué no suelta esa rama, se les van a caer los manguitos, están nuevos todavía. Será posible como tú vas a creer cosas como esas. Quien te lo dijo. Ya confirmó que tiene un parecido, pero no es su hijo. A quien él se parece es a Segarra Santos, el que limpiaba los imborrable del puente señaló que es el mismo rostro del doctor Guido Gil. Y que el que sacaron anteayer era el mismo que mostraban hoy a las 8 y 30 minutos los periódicos. Caminemos y entremos al hotelito cobijado de palmas canas, en el patio español hay varias sillas mecedora quizá están desocupadas. No, no entraré, no entraré, estoy sintiendo temor me parece, creo que fue ahí donde murieron los tres jóvenes el mismo días que mataron las hermanas Mirabal Reyes.
Donatilio se molestaba poco, pero había días que lo sacaban de cajetas, entró para escuchar la discusión de los dos compadres, que hablan de asuntos muy molestosos para la salud mental suya.
De qué se trata le preguntó a lo que contestaron: no es nada del otro jardín patrón.
Si que lo es, aseguró el otro. Donatilio lo miró y lo hizo con ojos de piedad. Se rascó el ojo izquierdo y comenzó a escucharlos. ¡Ah bueno! ¿Anja? ¿Cómo? ¿Cómo va ser? ¡Muchacho no digas eso! -¡Anja patrón, es la verdad! Querían que saliera volando como una garza. Pero no pudieron porque no poseen la fuerza moral suya. ¡Ansina es!, dijo el otro satisfecho y seguro. ¡Muy complacido!

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La tristeza en la casa de Donatilio, que habia entrado con los contratos de publicación de cinco de sus novelas inéditas, abrazando su naturaleza y estrangulaba su voluntad. Casilda se hallaba culpable reconocía como si despertara de una larga noche de mucho frío invernal, creyó que la hora había llegado para darle a Donatilio esperanza de vida. Así darle en entrega la verdad de sus nietos. Nadie conocía en la vivienda de Donatilio de la existencia de un cuarto de una sola puerta, y sin ventilación.

Donatilio la bautizó con el nominativo El Defecador, allí invocaba a sus antepasados, los martes y los viernes eran para las nimitas y los cocuyos, los personajes luciérnagas iluminadas. También lo conocía como lámparas. De acuerdo con su estructuración espiritual suya. Santa Teresa de Jesús encabezaba las luciérnagas y Lope de Vega a los cocuyos. En ese rebulujú de elementos había mucho de que hablar, con las luminarias de la antigüedad del siglo de oro español e italiano, donatilio se empañaba en la inclusión a los franceses Chateaubriand, Baudelaire, Y al cubano Alejo Carpentier, a el los unían los espíritus salvajes de luminarias de anteayer lejano y el ayer cercano, recordaba que para entonces, que la autora de la “Morada” decía entre ladridos y alaridos de perro y de gatos… “para hallarse consigo habia que irse al retrete de su vida” en el Defecador el tenía su morada, en su estilo salía limpio de este lugar. Llegó a creer estar en una montaña de purificación, eso como un reposo de pajas electrónicas, como un portal, un cedazo de filtros electrónicos. Del defecador salían mágicas neblinas, y abrían persianas perfumadas con aromas de azucenas y azahares anaranjados, cuando finalizaban las neblinas llegaban cantando las golondrinas de Bécquer, y con los suspiros de Eloisa y Abelardo. Cuando el miércoles llegaba o del sábado el portón del defecador, se convertía en seis pequeñas puertas, y se hemertizaba en otros tres. Y con la energía mental del pensamiento, trayendo la imagen de Román García su padre, y con la presencia de doña Antigua García Disla, su madre, se convertía en dos llavines, con la consecuencia poética de Donatilio éstas se crecían.
En los interiores, la casa, era una masa muda, no se oía nada, tampoco se veía. Casilda descansaba y pensaba que Donatilio estaba en la biblioteca de la casa cural del pueblo. Luego de su llegada salió y en su pensamiento entró donde estaban sus parientes y los consideró tontos anormales fuera de rutas. Los de Julia eran sugeridos y de esa manera saludaban, los de Israel en caso de pedírselos, los de Irene aunque con metrallas o metralletas nunca lo hicieron, reían, reían, y así sus sobrinos consecuencia de un acto racional considerado por ella idiotipo.

Estoy aquí dijo Donatilio, y puso sus tibias manos en los vecindarios del ombligo de Casilda que tembló porque la flor del regocijo embriagó sus sentidos y la colocó a la merced de los brazos y labios de su marido. Que en apariencia tenía muchas ansias de amar.

Para las siete de una mañana lluviosa, Donatilio recibía de manos y labios de Casilda, la información señalando como falsa, la muerte de Rufino, o sea que no había sido en la circunstancia ya descripta. Los ojos de Donatilio, que eran grandes, dejaron su habitad y anduvieron un poco, en los perímetros faciales. Mostrando aspectos angustiantes, de disgusto y de dolor a su semblante, al tiempo que preguntó
– ¿De qué estás hablando Casilda?
– Le estoy hablando, Donatilio, que según estos papeles, es usted abuelo de una docena de hijos: seis son hembras.
– ¿Pero Casilda! dijo entre dientes y se levantó de la silla, dejando que sus ojos volvieran a los predios de los perímetros faciales.
Volvió a la silla y procedió de esta manera:
--Casilda, de ¿dónde obtuviste esos papeles?
Casilda se rascó la cabeza, lo hizo con un solo dedo de la mano derecha, y con la izquierda sostenía el fólder. Ella comenzó a llorar, pero también bostezaba y reía. Daba a conocer, mostraba una personalidad diferente, poca vista, ni en los personajes de su literatura, de sus obras, y recordó a Frank Kaffa, de origen judío y autor de la obra el Proceso.
Donatilio tenia la costumbre de calificar las cosas con los sabores y con los colores. Rozó los labios con los suyos –tengo miedo manifestó con voz de tamarindo. Iba a besar el hombro de Casilda con un beso de limón, pero se detuvo al ver entre los papeles, unas notas, entre las actas de nacimientos y leyó el titular a media voz:
-Nietos y nietas de Donatilio.
Rufino, hijo de Donatilio, adquiere a títulos de compra, a las hijas de oficiales y a otras…Donatilio no comprendió al primer intento y fue al hombro de Casilda, que de repente, con el contenido de la noticia, se había desmayado, puso sus labios de carne y la reanimó terapiándola, la despertó.
Ambos se miraron, sintieron los mismos síntomas de llorar y lloraron, se buscaron al compás de los goterones de lluvias oscilantes, que como una sinfonía percutía, en las hojas del zinc, permanecieron impávidos unos segundos…se abrazaron luego de un sacudión de energía pasional, con la ternura de dos singulares almas, quizá gemelas en algún jardín del pasado. Ambos, con los ojos abiertos, no veían ni los objetos grandes y pintados de la salita de lectura. En cambio con ellos cerrados llenaban de imágenes de recuerdos la salita gráficamente amplificada. La lluvia iba amainando, convirtiéndose en rutina menguaba, pero el calor de ambos cuerpos, surgía como rescoldo para los labios como entes individuales buscarse apagando la luz de ojos con largo besos celestiales. Pasaron dos horas y saliendo de la borrasca del ensueño Donatilio preguntó si conocía los veinte poemas de Neruda. Pero Casilda se sorprendió por fuera y por los otros flancos porque nunca supo que hubiera poema 19… o 5, o 7, comprendió, en segundos, que era un conjunto, que no era simplemente un título. -No sabía que fueran 20 poemas pero creo que lo entiendo Donatilio. Expresó con la dulzura de un botón de rosa roja enamorado. Casilda con su voz de paloma iletrada decía –“me gusta cuando callas porque estás como ausente y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía” volvieron a llorar de sana alegría escucharon el 13 y el 11, después de El escuchar algunos versos que Casilda le leyera que faltaron del Poema 15 dijo
-¿Dime, leíste las tonterías tan graves, que allí pusieron? :- Casilda creía que Donatilio habla de los versos de los Poemas de Neruda. Ah ahora es que entiendo te estás refiriendo al fólder de Rufino. -Sí, pero no les haremos casos, esperemos que traigan una de las criaturas. Entonces… ahí sabremos que hacer. Para eso, dijo Donatilio yo no existe en mí, no hay en mí, ningún tipo de programas.
Casilda leyó en voz tenue también, y, a Donatilio le agradó escucharle.
La de mayor edad, decía en el papel que había enviado Rufino, es hija de la esposa del carcelero, y la de menor, es hija del coronel, ligado a la muerte Pérez Guillén. Siguió Casilda leyendo, lo que decía el documento de marra. - tu nieta, es muy parecida a Mamá, pero la prefería llamar Panchota, como mi madre Nodriza. Es Bonilla Alcalá, hija de la hija, del juez. Donatilio consideró una actitud baja, de alta traición, como una flor corrupta que no podía perfumar sus descendencias. Donatilio cerró los ojos y lo que vio fue a Félix Quicio, que había engrosado demasiado, la barriga ofendía la mirada de la señora Melba García, le colgaba como una corbata de un cuello desobediente. En apariencia había enriquecido porque en la copia que Donatilio hacía, todo era nuevo y reluciente, brillaba, como el oro, las paredes de las habitaciones, era de color dorado. Y en las mejillas de doña Melba, había sosiego y tranquilidad. Pero para Donatilio estaba la marca del beso traicionero del capitalismo.
Lo que no encontraba era relación entre lo leído por Casilda, segundos antes y la situación de prosperidad de sus amigos. La última vez que los recordó, se los veía extraños, raros como si hubiesen pactado con los Ángeles del cielo negro, asustaban, en vez de dar confianza como se los vez ahora, no se aseaban, eso perecían. ¡Claro! era en la imaginación de un hombre, incrédulo. Y para muestra lo dijeron ya, un botón. Melba parece quinceañera y Quicio en la segunda adolescencia. El pelo perdió la palidez de los años viejos. ¿Con quién se estarán viendo? Fíjate, los ojos de pez, que tuvo por muchos años, se han vueltos… ahora son ojos, de santos milagrosos, estaban muy alegres y enamorados. Hasta los pies, tienen otras uñas y un nuevo color. No están nerviosos, ahora eran calculadores, sosegados, cortaban los alambres, donde tenían que cortar. Intentaron vender sus cosechas al mejor comprador, y fue entonces que se le crecieron los dedos meñiques, tanto que eran más gruesos, que los anulares e índices. Míralos son ebanizados, con un pincel de magias celestiales, los zapatos se enorgullecen de recibirlos, en sus santos palacios. Le dan seguridad al caminar.
Cuando Donatilio abrió los ojos, lo que escribió en su libreta de improviso, fue complicado, discordante, hablaba de esta manera:- estamos asustados se ha cometido un gran pero nuevo crimen, contra la naturaleza que está extraña, no se deja embarazar… hay muchas nubes horras, no conseguimos siquiera algunas goteras, que refresquen y den lozanía a los contornos de Villa Evangelista. Se cumplieron esa tarde seis meses esperando la hora, no se conocía lo que le había sucedido al procesador de la lluvia de verano, dijeron los que siempre creen saber de todo, que el dormía sus largas borracheras, luego de las fiestas de San Francisco y de Santa Rosa. Pero el no era hombre de esa calaña, sin embargo al no tener a quien mandar, tampoco a quien ofrecer disculpas, ni cumplimientos, se creyó ser el don, aunque ya no era muy abundante entre los hombres, que se han creídos superiores a otros hombres y hasta les han metido cuco. Juuuh, ellos brincan como cabritos, saltan de allá, para acá, sin acordarse de que, el pueblo lo vigila, como se chequea el nacimiento de los pelos de micos, en los sembrados.
Decir que las nubes estaban embarazadas, era un disparate y un atrevimiento, de parte de los observadores, según el parecer de Casilda, que escuchaba, cuando Donatilio escribía en la libreta para imprevisto, ya que esas siempre anda con deseos de parir, anhela ser encintadas, querían ser dueña… poseer una imaginación pueril. Ellas las, nubes, no se enamoran de nadie, viven enamoradas, y así se manifiestan en la circunstancia que sea. La naturaleza carecía ya, de esa facultad divina de poner sus acciones poderosas, en las curvas de entrada hacia las vísceras de las nubes estelares.
Casilda lo dejó, creyendo que Donatilio, entraba con locura, a la quinta adolescencia, proponiendo escribir un libro sobre las etnias de un personaje socialista, un soldado para la revolución, un soldado para la solución del dolor, de los niños minusvalidos, de los campesinos sin tierra, sin caminos vecinales, sin escuelas, sin hospitales, sin agua potables y sin recreación.
Estaba en la mente de su amigo amante la idea de crear capítulos, dentro de esa novela, donde la mujer capitalista se divorcia del marido capitalista para ir en ayuda de la mujer de barrios y de parajes y de comarcas lejanas o cercanas a los enormes flujos donde el capital calienta el ropero de lujo, donde los hijos del capital ponen sus dedos en las rejas doradas de una cartera o valija repleta de vicios y de apetitos deleitante y corruptor.
Cuando Casilda entró a habitación Donatilio terminaba de grabar el argumento de lo que sería su próximo libro aún no le había encasquillado título, entró las manos por la falda de la camisa de caqui, que a Donatilio, le agradaba exhibir, cuando escribía contra la burguesía imperialista, hizo un túnel de suavidad hedonística, deteniéndose en las esquinas de las palpitaciones delicadas de su entusiasmo sexual, algo bestial esa noche, con el retorno de una lluvia, caída de unas nubes paridas de multiplicidad, como de mellizas y gemelas gotas caídas en paralelo. Sus ganas también eran gemelas o múltiples… dio un ardoroso beso en la nuca de Donatilio, cuando este hablaba de acabar con los gobiernos títeres del vecindario caribeño. Déjalo para mañana- dijo Casilda- ven vamos, te llevaré en anca sube a mi corcova, deja que los hechos se cuidan solos son como los pesos del imperio, los pesos de nosotros son tornillos viejos… Casilda consiguió que Donatilio riera, tenía hora que amaba sin sonreír, y en el idioma de Casilda, eso no era amar. En su diccionario, el amar suyo llevaba risas y lágrimas desprendidas de un lago del mismo corazón en la plenitud del sosiego. Era un zumo vital fortalecedor de energía para amar amando. Donatilio se dejó llevar, ambos entraron a una cama amplia, que ella había arreglado, estaban bajo la casa dentro de la casa, ju, ju, ju. Sólo él la comprendía y no faltaba más. Todavía sus ojos no veían porque los llevaba abiertos. Donatilio veía con ellos cerrados. De esa manera se le drenaba lo negativo y emergía desde sus etnias la pureza el poder virtuoso, el poder para valorar y singularizar lo bueno ungiéndolo a lo útil. Pero a Donatilio en circunstancia con tales se le crecía el tacto y asimilaba por la piel las cosas de su entorno. Asimilaba el roce de las margaritas y de las hortensias, se llenaba de las aromas y perfúmeles de las rosas vírgenes y alicaídas azucenas y briosas camelias. Y entre aromas y goteras de las lluvias gemelas pidió perdón a Casilda para que le hiciera el cuento de Darío que dice: “
“Margarita, está linda la mar, y el viento lleva esencia sutil de azahar; yo siento en el alma una alondra cantar: tu acento. Margarita, te voy a contar un cuento. Éste era un rey que tenía un palacio de diamantes,
una tienda hecha del día y un rebaño de elefantes, un kiosco de Malaquita, un gran manto de tisú, y una gentil princesita, tan bonita, Margarita, tan bonita como tú. Una tarde la princesa vio una estrella aparecer; la princesa era traviesa y la quiso ir a coger. La quería para hacerla decorar un prendedor, con un verso y una perla, y una pluma y una flor. Las princesas primorosas se parecen mucho a ti: cortan lirios, cortan rosas, cortan astros. Son así. Pues se fue la niña bella, bajo el cielo y sobre el mar, a cortar la blanca estrella que la hacía suspirar.” Casilda conocía a Donatilio y sabía que cuantos lo besara de nuevo le pediría algún otro poemas de Fiallo o de Amado Nervo y por eso estaba preparada. Y el le pidió los versos finales del cuento anterior… a continuación pongo unos versos que Casilda olvidó sin apuro dejó de decir:-
Viste el rey ropas brillantes, y luego hace desfilar cuatrocientos elefantes a la orilla de la mar. La princesita está bella, pues ya tiene el prendedor en que lucen, con la estrella, verso, perla, pluma y flor.
Margarita, está linda la mar, y el viento lleva esencia sutil de azahar: tu aliento. Ya que lejos de mí vas a estar, guarda, niña, un gentil pensamiento al que un día te quiso contar un cuento.
Donatilio estaba excitado, tanto que las manos sedosas de su amiga y compañera, de treinta y tres años, le llevaron a la fiesta de Palmar, donde Torán celebraba el bautismo de muñeca, recordó que esa noche contaron los que allí estuvieron, que bajo la lluvia y los relámpago, un hombre amigo de su hijo Rufino, se desaparecía en las narices de los presentes y se metía a las pocilga a tomar como hembra a las saleas y a las marranas y que Rufino lo observó que no era un hombre en la realidad, sino un pedazo de árbol, un tronco, algo así, que con las caricias del animal, tomaba aspecto de charamos, que luego de convertirse en el macho del genero desaparecía con la caída de la erección. La boca de Casilda lo hacía salirse de las desteñidas imágenes, aquellas que nunca aceptó ni como reales y mucho menos buenas, tampoco útiles. Esos recuerdos, le sacaron de la concentración sexual y con la ayuda de Casilda entraron en la casa de Los Quicio y los García, ahora millonarios, dueños de agencia de viajes y de envíos aéreos y marítimos.
Ambos pasaron varias semanas sin dejarse ver de ningún vecino de Villa Evangelista- cuentan, los que por allí estuvieron, que Casilda y Donatilio, salieron de viaje, para Venezuela, o para Cuba, donde recibirían un premio en monedas, que Donatilio obtuviera por la novela, Dilema de un Viajero. De regreso a Villa Evangelista, Casilda entera a Donatilio, que van a tener una niña. Y que su otro hermano era el Profesor Apolinar del Monte y Frías, muerto en un accidente camino a Esperalvillo, junto a la madre de Altagracia quienes eras sus amantes. Donatilio no dijo nada ni por una ni por otra.

Fin de Tragedia en el Palmar.

lunes, 10 de mayo de 2010

imagen de Doña Elvira Peña de Arias, para los Primos trabajos de Victor Arias



LOS PRIMOS
Original de Prof. Víctor Arias.

En cualquier momento de sol durmiente o de luna despierta, sin quejidos y, sin llantos, sin miradas. Con pocos movimientos, en la cara, en el rostro seco. Estaban a su lado, los parientes.
Pero, uno de los cinco hijos, se había despedido, desde el momento que limpiaron la casa, en operación de aparataje luctuoso.
La ignorancia cierra las puertas de los juicios razonables. Era, para esa, una actitud descorazonada, en los salones de Guanabanía. Subió a las ancas del gigante ganso blanco, llevaba en sus manos una lámpara apagándose, cayendo como gotas de una cántara horadada, acostada encima de sus dolencias, no era cosa que para uno, de los cinco hijos fuera, del otro jardincito donde las corolas y los pecíolos, se marchitaran a la media noche.
Ahí la veían sus nietos y los sobrinos, como una gran rama caída, encadenada a una dolorosa condena, rendida ante los gigantes hoyos del camino no oía los cantos del gallo, donde uno de los cinco hijos, sostenía en silencio su pena, y veía caer como pencas de palmeras, y hojas de naranjos y de jaguas verticales. Se conformaba despejando ruidos de entre los sonidos naturales, el canto de tórtolas y de palomas y el murmullo de la nada, en el silencio sin esperanzas.
Quizá para un sobrino llamado Liviano, sea bella la partida, pero para Enoelio, dolorosa sea. Mas uno de los cinco hijos, con los cerrados ojos la veía viajar con alas de lavazas, sobre las blancuras de las inocentes nubes, dejando caler lágrimas que como el maíz se traducían en matitas espigadas, en los patios de las casas de los parientes más cercanos. Que en tonadas de encantos dejaban caer también la sinfonía de Rafael Solano, las que “Por Amor” cambiaba sus palabras. El sepelio continuaba en desfile sin arrogancia vehemente, mas, con sirope de jengibre y de entusiasmo azucarado cruzaba las líneas en vías cruces lapidarias sondeando los verdes senderos de unas campiñas de dolencias y de quejas pesadas por la preñez alejada de apetencias desventuradas. Pero con pocos movimientos en la cara, en el rostro seco parecía cortar una sonrisa alternada, bajo el sol durmiente, bajo la sombra de lunas despiertas sin quejidos. Me duele su dolor, la hinchazón de sus piernas y la pesadez de la mirada cansada por los años.
Ahora escucho que el canto del gallo despertó a los parientes más cercanos y agarraron las sogas donde estuvo por largas horas amarrada a las alas de tafetán blanco, sobre las nubes de mostazas. Cubriendo el rostro para sostener el peso de la herida que ha provocado su partida.
Así han ocurrido las cosas, con murmullos y pocas quejas, pero el canto de lágrima se volteó después, en el camino hacia la escalera de las nubes de lavazas. Llegó la noche y abrazó el esqueleto y el cuerpo de los Primos. Uno de los cinco hijos siguió organizando su tristeza que emparedaba en un pedazo doble de casabe moscatero. Añejado regurgitando en la esquina de una estación de animosidad pesada cual crucifijo milenario colocando los pedazos de la madrugada, en una lata de barro lechado, a uno de los primo le parecían helados ensangrentado y rumió desgranando las imágenes de la tía conjugándolos en rosarios los recuerdos.
Liviano estuvo durmiendo la tarde entera, no escuchó la caída de los aguaceros, sin embargo se creyó flotar al lado de las nubes de lavazas, autovía que conducía a la séptima montañas. Enoelio llevaba los pies salpicados de lágrimas, como arandelas de gotas cristalinas, salidas de unas bolsas gemelas de ópalos de vidrios. Como un adorable adorno de gotas convertidas en perlas caídas de un árbol antes de menstrual. Mientras tanto Magda, bebía en unas copas de dolencias fiscales su vino de pesadumbres ecuménicas pero ortodoxas. Su hermana Luichina cortaba en pequeñeces como trillas de gramíneas en flores en estivales

domingo, 9 de mayo de 2010

imagen del General Demetrio Rodriguez, para el Transfuguero



--¡Abran que llegó la guardia! El individuo sintiéndose héroe se colocó al frente de los guerrilleros que para él eran soldados del ejército.
Al ver el Guajiro que en vez de la Guardia, eran sus amigos del frente expresó jubiloso —“mátalos, mátalos que me han golpeado”
Cuando Fidelio soltaba las sogas que lo ataba alguien apagó la lámpara de gas, y aprovecharon la oscuridad dándole una puñalada en la barriga a Guajiro que casi lo mata en el acto. Entonces Fidelio disparó hiriendo al dueño de la Bodeguita y que días después de esas heridas muere. Marcelo, Chachanito y Fidelio se llevaron al doctor Bisonó, apodo, que le decían al guerrillero, casi moribundo dejándolo en la cercanía de un arroyo.
No olvide que lo que cuento es una historia ya contada…
Luego aparecen los soldados llenos de odio y de miedo y en medio de esa dicotomía uno de los que llegaron iba a disparar para darle el tiro de gracia.
--¡Dispara…! ¡Dispara! para que te enteres que mataste a un hombre—expresó ya muriéndose. El cuerpo de este héroe desconocido, ignorado por la historia, fue sepultado como lo quiso en el vientre de la cordillera. A partir de su muerte, grupos de fieles y leales, campesinos hacen peñas en la tumba de este recordado… entre las hojas de palmillas y lirios blancos, flores que siempre amó como amó a la tierra, la loma y a las hondonadas de la cordillera central. Desde el 19 de diciembre del 1963 cuidan y siembran flores en la tumba, que protege el recuerdo del amigo hombre y mártir de la montaña.
En la vivienda de Palmaro Ortega López, había una galería con trescientas fotografías entre las que estaban la de Domingo Sánchez (el Guajiro) la de Julio Adolfo Pérez Sánchez, la Julio Ibarra Ríos, la de Félix Jerónimo Escaño, la de Pepe Faxia de Alfonso Marte, la de Polo Rodríguez y la de Roberto Hernández. Esta último cayó abatido en la siembra de las ideas revolucionarias de Minerva y de Manolo, con a penas 19 años de edad.
Julio Adolfo era un individuo de poco problema, era miope y sus amigos le condenaron a que no fuera a la loma porque no veía en la oscuridad. Peor era la deficiencia renal de que estaba padeciendo… pero las ideas románticas del idealista revolucionario lo llevan a ser menos lógico y matemático, y más testaducho, y apasionado. Como dirigente del movimiento 1j4 nadie lo deseaba contrariar en San Francisco de Macorís.
Un día Luís Genao Espaillat, lo llamó y le pidió que abandonara el escenario de combate… porque era un obstáculo, que en vez de favorecer la causa, la entorpecía.
--Si he de marcharme, mejor me doy un tiro—dijo cargado de energía y vigor varonil.
Cacheo en su residencia celebraban el triunfo del Presidente Salvador Jorge Blanco en el 1982. Había oído el discurso del presidente que dirigiera en la asamblea nacional al pueblo dominicano. Esa misma tarde dirigentes políticos en Imbert de los Cañafístoles resaltaban las condiciones humanas de Griselio Ramírez síndico Municipal para el período 82-86 mientras que en el Joseph Bar, decenas de jóvenes entregaban una carta a los regidores como reclamos de sus promesas electorales. Cuestionaban los nombramientos a dirigentes medios individuos vistos como asaltantes, carentes de normas y principios de la ortodoxia partidaria. Asaltantes de bancas propias de fundadores, obtienen cargos solo por mostrar las piernas hasta las rodillas.
--¡No hombre! ¿De qué conciencia habla usted? Los vuelas breñas nunca han tenido conciencia, son vacíos carentes de formas son líquidos toman la estructura donde han sido echado por la fuerza de la circunstancia, creada por ellos mismos muchas veces. ¡Ese es un valor demasiado caro! --¡Señor Cacheo! ¿Cómo llamaría su padre Yucano a esos tipos, que como los bocaeros columbran los pecados del muerto desde las salas del hospital y las lápidas del cementerio? El maestro escuchó y puso atención en lo que le preguntaba el alumno, pero no dejaba de escribir en su libreta, ideas sueltas del pensamiento filosófico y humanístico de Juan Jacobo Rousseaux, quien había nacido en Ginebra en (1712 -1778). Hijo de padres muy humildes, este individuo llevó una vida parecida a la de muchos hijos de bateyes cañeros y cafetaleros. Se estableció en París. Cacheo subrayó y pasó a escribir y poniéndole al pensamiento comillas “proclama la vuelta a la naturaleza”; pensamiento contradictorio a el racionalismo que llegó después a defender, pero al final combate. Para superar los males sociales debemos volver a la naturaleza, del hombre al que cambia dando saltos como transfugueros medievales. Estamos- en silencio –dijo Cacheo en el pensamiento de Rousseaux, defendiendo la naturaleza humana, y los derechos de esta, a favor de la voluntad general y en contra de la particular. Abrazamos el Estado social y democrático… lo que más me interesa manifestó Cacheo, a su alumno es que usted aprecie lo que Rousseaux llamó Estado Democrático de las manos con las libertades y la fraternalidad por el universo.
Como hablaste de Yucano—te informo que papá llamaba a ese tipo de individuo, Estropajo, esponjas y todo lo que le asemejase. Pero el padre mío, que no estuvo en secundaria siquiera… a los cambia chaquetas llamaba, lava sacos mamagallos, Transfugildo, el tuerto,
Déjame decirle unos episodios que contaba él cuando mamá en la cocina preparaba cena de carne de algún buey, que se descachaba en una de las bajadas o subidas del central amistad, en el tiro de la caña. Pues sí, estábamos en espera de la supia, y el aguacero era templado, el quema lengua hervía blu, blu, blu. El papá de uno de esos Transfugildo, transfuguero de media tarde, de medio noche, había enviudado hacía varios años, no comía moro de trigo, ni de harina gorda de maíz y mucho menos en compañía de víscera de animales y ensalada de aguacate. Cuando lo hacía tenía largas excitaciones muy prolongadas que no podía ir al trabajo. Por recomendación de un amigo compró una cachorrita de tres partos de las llamadas Lame bien, la bañaba, la sentaba en la silla del comedor… Dolorosa, que fue el nombre con que el antojo le cogió, aprendió a respetar las órdenes del hijo del Transfuguero…, recibía y daba cariño sin tener que molestar a nadie. Se había acostumbrado a los mandatos del amo… en el mismo comedor experimentaba las mismas excitaciones que cuando tenía la última difunta, mujer suya. El animal, cuando él estaba en el baño, estaba en la mecedora. Donde leían los periódicos y veían los canales que más se reconciliara con su vida y con su carácter. Una noche recordó que Dolorosa expelía un aroma muy singular, que lo asfixiaba… estar cerca de esa era un peligro para la salud, la excitación más que extensa era intensa pero dolorosa, los testículos se cargaban sobre lo acostumbrado y el dolor aumentaba en el conducto urinario que pasaba con la excitación. Dolorosa, por el olor que salía de su piel, de sus hormonas femeninas, era un monstro que atacaba el cuello y se apoderaba de su voluntad, lo iba asfixiando, ahogando e invadiendo por toda la naturaleza. Como era un individuo de fortaleza sana muy viril y de vitalidad en término anatómico se recuperaba con sólo un baño de agua tibia que según sus pareceres se desinfectaba. Los días pasaron y con la suma, los años, como conjugación de engaños y de mentiras y amores insanos fortuitos y ridículos empujando al viudo al sepulcro antes que los corruptos de otros, de cuellos blancos por la aroma de la Dolorosa y por el perfume de los cuartos.
Palomina mostraba a amigos y visitas fotos de Freslinda, de Joaquín y de Segundito aquel día que el poder ejecutivo lo habría indultado por su mejora conductual. Los dos habían cumplido con dos tercios por cientos, de la condena que fueron sancionados. A pesar que ella y Cacheo se habían comprometido servir de padrinos sustentadores, de esa referida libertad, no tenían conocimientos de donde residían. El contacto se había roto.
¿Quién es ese individuo que habla con su marido Palomina?
--Ese es el señor Caobo Calvo Romano, amigo de Palmaro hermano de Cacheo. Es un revolucionario, constitucionalista, excombatiente de la revolución de abril… autor de “Reseña de un constitucionalista”
¿Cómo podría yo conversar con él?
--¡Muy fácil debemos acercarnos a ellos e involucrarnos en los, en sus asuntos. Es así de sencillo! ¡Hablan de los tránsfugas!
--- ¿Qué son tránsfugas, amiga? Muy fácil de comprenderlo el tránsfuga existe desde la familia en cualquier clase social. Son los hombres y mujeres que prenden vuelos, hacen fugas, en otros lugares. Son pájaros que hacen nidos en las ramas donde va haber flores y frutos, son individuos vivos, andan despiertos con los sentidos abiertos porque son trepadores, corchonetines asumen como suyos los bienes sin llamársele ladrones. Es un avión que aterriza en cualquier aeropuerto. Le denominan vividor que se hace dueño de las ramas de los mangos bajitos.
--Ahora comprendo que es un tránsfuga. Aseguro que son residentes en los pequeños partidos que viendo la cercanía de las elecciones como fiestas electorales, acotejan los moños, se afeitan la cara y sonríen a los jefes que creen que van a dirigir la orquesta de la referida fiesta, a la postre es el triunfador de la contienda. ¿Verdad Paloma que mi razonamiento tiene lógica?
--¡Sí, así es…! Paloma sonrió y echó un poco más de cerveza en la jarrota de Bambú para tales fines.
--Donde yo no hallo lógica es en los nombres de tu marido, en los de los hijos y de los hermanos.
--¿Cómo que no? A pesar que muchas cosas nunca o casi nunca se le puede encontrar la lógica con la rapidez de un espejo. Fíjate la lógica el razonamiento, el padre de Cacheo… se llamaba Yucano, el padre de Yucano era Tamarildo Pinto. Palmaro hijo de Yucano… padre de nueve hijos y le voy a sólo a mencionar para si desea escribir, la esposa… Artemisa, y las hijas Girasol, Piñalda. Lo que debe el lector y usted notar que son nombres del entorno pastoril bucólico. En el caso propio, es nombre del mismo elenco… y no nos une todavía más que un trato, no la sangre. En la sala donde Caobo hablaba con Cacheo… había una galería de ex guerrilleros del movimiento 1j4 que dejó muy impresionada a la amiga de Palomita, y mientras oía a los señores hablando del frente “El limón” de las lomas Altamira, copiaba—Domingo Sánchez (el Guajiro) Julio Adolfo Pérez Sánchez, la de Luís Ibarra Ríos… y, de Félix Jerónimo Escaño. Cuando terminó de hablar Calvo Romano copió los nombres de Polo Rodríguez, los de Pepe Faxia, Alfonso Marte, Roberto Henríquez… este joven de 19 años sembró su sangre como una lámpara para iluminar las semillas ideológicas de Minerva y de Manolo.
El salón de espera del laboratorio de Palmaro estaba repleto de clientes esa mañana Caobo que había dejado su clínica lo sorprendió al encontrarlo tan alegre y confiado de que con la asunción del nuevo gobierno… los agiotistas, los usureros, los contrabandistas, y los llamados por su padre Yucano malandrines, tendrían que ajustarse porque si no irían para la penitenciaría.
Así será, mi compadre, dijo Caobo- olvidando saludar de la manera acostumbrada.
--¡Buenos días compadre! Manifestó, tranquilo Palmaro.
--¿Dígame que ha sabido? Porque yo estoy enterado de que en todo el territorio los grupos ambientalistas han cambiado sus tácticas por un tribunal fiscalizador. Las parroquias de líneas liberales ofrecen apoyo a los referidos grupos verdes, convirtiéndose en un brazo acusador a favor de la higiene pública y de la limpieza moral de la sociedad. Para salir de las basuras que ostentan riquezas que no pueden defender ni garantizar, su limpieza y su sanitud. Todos- dijo Caobo- los programas de paneles en la mañana en la televisión como los periódicos hablan de un individuo llamado Tránsfuga Plumón Roja, dicen- cosa increíble- que era un recoge plásticos en las cantinas y en los basureros; recogía hojalatas y pedazos de zinc, entre pulperías y almacenes. Ahora es dueño de tiendas de cosméticos, de mueblería y de varias farmacias en la ciudad de Santo Domingo y algunas de las principales provincia del país. Enumeran además a dos individuos con los mismos rasgos que el Tránsfuga, en los cientos y más municipios y distritos municipales.
--¡Ohalá! Así sea. —Dijo Crucito Cruz, que entraba para medirse una caja dental que Palmaro le entregaba—la justicia se quite las vendas, y comience a ver de qué lado está la verdad.
--Espero- dijo--Palmaro – esperamos eso, porque la justicia ciega siempre ve lo malo hacen los pobres. Mira, deja el peaje pasar y con las llantas el salpique ha ensuciado el inmaculado traje de leal doncella. Palmaro aprovechó y dio pasos a otros de sus clientes, Miró que eran las 10 a.m., recibió la taza de leche con grasa de Maní la puso en la mesita que sostenía los periódicos y revistas donde estaba la foto del presidente de la república Dr. Salvador Jorge Blanco levantando las manos enunciando que las tenía muy limpias.
Caobo continuaba en la señalización de los 19 aniversarios de derrocamiento del prof. Juan Bosch. Y dijo el pueblo dominicano, el pueblo libre de prejuicios y colmado de limpieza espiritual debe conocer a Elías Wessin, Elvis Viñas Román, a Rib Santa María, entre los asesinos militares que mataron la democracia, unidos a los civiles para la ocasión, a Mario Rid Vicini, a Viriato Fiallo y a Juan Isidro Jiménez.
--Ese Plumón- decía Palomina- estuvo en casa de mi padrastro recolectando firmas para el partido del rectángulo verde con la estrella de seis brazos. Había sido Estructurado, Cívico, Socialcristiano y salcochado revolucionario, quiso bañarse con la espuma del agua y lavazas que dejaba el doctor José Francisco Peña Gómez en la batea de su accionar cotidiano a partir de ser el candidato a la presidencia de la república. Hoy es un Magnate, un príncipe, dueño de Villas y de Castillos, en el nuevo orden del partido de la liberación dominicana.
¡No…, no es por nada, no es por nada! Irrumpió con dejo irónico el Profesor Cacheo, pero a ese como a otros debiera el Estado confiscarles los bienes que no pueda demostrar limpios en término económico. Y si no el 85 %; y, el 15%, al término de 6 meses, pasarle una auditoria y si marcha bien todo… entonces se le devuelve ese 15% podría ascender a un 30%.
-- ¡Pero bueno! lo que deseamos es limpiar los caminos de nuestra nación, que no sea el muladar de ambiciones, que parece una fiebre en todas las salas mentales de los jóvenes, que han visto a los Tránsfugas, su prototipo a seguir. No miran los cristales de los espejos limpios les agradas los cristales empañados…! Detrás como una veta de oro negro están los tesoros
En casa de Cacheo y de Palomita celebraban el noveno cabo de año de la difunta Freslinda Palmarito, esposa y madre. En las salas y habitaciones había más gente que el día del sepelio. Un gran apagón mordió el ritmo de la rutina de la ocasión, sin embargo en apariencia todo siguió al compás que fuera programado porque Cacheo tenía en los cuatro vientos de la residencia cuatro focos, linternas que se activaron a la salida del Fua, de Don Julio Sauri, como había sido bautizada la corporación nacional de electricidad dominicana. Hacía bastante calor, el cielo era un viveros de margaritas, y rosas plateadas… el patio estaba como un traje de luto, el ruido de la brisa al dar con lomos de yaguas en las enramadas, estimulaba las hormonas del temor, además el aúllo de perros que parecían temer a los ayees salidos de los sepulcros, encendían los fogones de algún peregrino o animal entre los matorrales atisbando o mugiendo en la cercanía a los aleros de las enredaderas cerca de la casa. Aquellos aullos sombreaban los contornos del vecindario que se tranquilizaba con la entrada del canto hermoso de varios gallos por los ventanales desde la lejanía envuelto en una mantilla de paz y sosiego espiritual en los concurrentes. En la vivienda de Palmaro había un letrero que reza —“No es vergonzoso tener los dientes sucios; lo que vergonzoso es no lavárselos”, Caobo escribió el letrero que estrenaba su compadre en esa tarde, en lo que su comadre Artemisa recibía en alegría y satisfacción los nombramientos de su marido y del señor Rafael Durango, el Palmaro para agricultura y los otros para la procuraduría general de la república. El Caobo sería el nuevo alcaide de la penitenciaría nacional y Rafael Durango encargado de aprovisionamiento Alquileres y desahucios.
Cacheo y Palomina llegaron a la vivienda abrieron, todas las puertas y las persianas salomónicas de maderas, un gato que había en una silla se quedó mirando las manos entrelazadas de los nuevos inquilinos. Lo dejaron porque a Palomina le recordó la mirada de su difunta madre Freslinda. Estando en el lienzo de su soledad se envolvieron en la larga tristeza que por muchos tiempos traían en sus corazones inhibidos… abrieron las alas de este y comenzaron a viajar en un vuelo de suave brisa en los embrujosos besos tibios menos que ardientes con deseos volcánicos…
-¡Ay!, ¡ay!- Dijo ella. ¡Algunas cosas se movieron!
--¿Qué ocurre Paloma? ¡Es simplemente sombra! ¡Son sólo sombras!
--¿Son sólo sombras? Preguntó Ella.
--¡Si,-- ven para acá! dame un beso de tu boca que la quiero besar, no permita que se marche, el dulce calor de tus labios. Está bien, los sentí muy débiles y sin sal porque han perdido el sabor de aquella tarde de rosa y de miel, aquellas mañanas de merengues y ajonjolíes… con caldos de tórtolas y yuca horneada en aromáticas tensiones donde el humo se retuerce al entrar por los túneles de tus oídos de mullición y cánticos de océanos cielo y mar.
Dame de nueva vez…un beso húmedo y fresco sin herir mis heridas otras… y estas que ves sangrar son mis señas como llaves que pueden abrir cualquier válvulas de un adolorido corazón. ¡Tú ves…! ¡Estos están calientes! tienen de tus manos el picor, la sal de tus palabras y las caricias que posees en tus miradas…
las piernas se van en remos como si nadara en una sabana de blancas hierbas como si nadie te estuviera viendo en los rosales de unos pechos sublimes, cargando el perfume de las nuevas flores de nuestro nuevo vergel, en los bolsillos de la misma madrugada pasional cuando nació nuestro primer bebé, hijo natural, de un beso real, hijo de unas caricias fatuas y lejanas, como los versos que Neruda quiso escribir en sus veinte dolores de muelas cuando imaginó que años más tarde 42 mil marines que se creyeron Ángeles mordían el vientre de Santo domingo, la Patria de Tingó y de Minerva.
De vuelta… entrégame los sollozos y guarda sólo tus quejas, te hablé de las llaves que podían abrir cualquiera de tus páginas cardíacas y no era verdad porque esas que son mis besos, como palancas misteriosas perforan, ¿Perforan Qué?
-¡Son Sólo Sombras!
-agujerean las entretelas de tu vidas interiores y hacen huertas azules donde crecen las mieles y los azahares junto a mariposas resucitadas como cisnes del cadáver de los caídos en las portezuelas del 21 de diciembre en el municipio, puerta de héroes como fuera Turquino, años antes. No te detengas continua, andas, que tus besos son semillas de bien y son punzones agujereantes de valladares impostores reglas imperialistas.
---Esos tienen el sabor del bosque, del roble; y el gusto de los naranjos sobre labios primorosos en la montaña babista altamireña, en el Limón, en la berrenda.
Así hablaba Cacheo con Palomina, cuando estuvieron en la terraza de la casa de su hermano Palmaro, en la vista alegre, y dejó deslizar sus lágrimas, entre las nubes de sombras.
Florencio y Manguito acudieron a la casa de sus padres para informarles de la muerte trágica de Joaquín y de Segundo. Lo encontraron en la puerta de las logias que dirigen, acorados como si durmieran una larga borrachera.
--¡Oiga papá estaban con el mosquerío encima!
¡Esta bien, cuéntenme! ¿Qué otras cosas ocurrieron?
--¡Sólo eso! ¡Ah!, también sucedió que el barrio San Evaristo, apoyado por el ensanche Emeregilda, linchó a Lucrecio Lescot por que había violado a la hija de Romerio Silverio y con trece años está encinta.
--¡Nos estamos comiendo los codos, qué está ocurriendo, nos volvemos locos? ¿Hasta dónde nos dirigimos, estamos volando o estamos corriendo, iremos hacia las montañas? Esas olas de aguas sucias que llega hasta los dormitorios, Son zanjones apestosos, fangales, emanaciones desde los espaldares de las camas de los conquistadores, vivimos tentados, en esas tentaciones vamos de caída en caída, librando batallas infernales entre cuellos blancos que caen de un cielo morado ensangrentado. Y somos testigos de las falsas criaturas adoradas de íconos maléficos, y elevamos vicios y enterramos las virtudes, regamos las huertas donde sin esperarlas crecen las matitas de la perversidad flores amargas de corruptos cálices.
--¿Y cómo se dieron cuenta de las presencias de los cadáveres? Preguntó la señora Artemisa que ponía sus manos encima, del pelo de cada hijo presente en su residencia.
--¡Anoche!—dijo Mango, como le gustaba la madre llamar a su hijo-- estuvimos celebrando hasta tarde de la noche el aniversario número 20 de la muerte de Manolo.
--La Burguesía – Manifestó Palmaro, celebra también y lo hace matándole los hijos y los hermanos a la clase baja. Estarían en alguna cosa estos muchachos, esta vez Palmaro preguntó como un bisabuelo sosegado. Manguito se quedó contemplando la cabeza plateada de la madre Artemisa, las trenzas le llegaban a la espalda, se dio cuenta que la madre tenía en su cara una retahíla de marcas que aún eran débiles, eran las huellas del tiempo que ostentaban los martillazos sobre el riel del acero cotidiano. Miró los brazos y sonrió al creer que tenían el brillo de la belleza juvenil.
Florencio hablaba con su padre del secuestro que los dueño de medios hacían a la verdad, ponderaba que había sin embargo aunque pocos, que no vendían ni los hipotecaban. –¡Quedan, no son muchos, pero quedan! Todavía hay en quien confiar. No se ha perdido la esperanza, vuela como una paloma de plumaje verde que anda en las tardes de los bohíos, en los barrios, en los bateyes. Aunque como un canto de gallos en las lejanas campiñas, en oscuras madrugadas de cualquier día, en cualquier mes, de cualquier año, en cualquiera temporada, de cualquier milenio.
Manguito seguía acariciando el pelo cano de su amada madre a la que veía con agrado y simpatía extrema Pero hallaba que se les iba poniendo anciana en los últimos días del año.
Una muchacha llevó a Palmaro y a Florencio una taza de te de hojas de limón con canela, y otras tantas a la señora Artemisa y a Manguito, de allí se trasladaron al cuartitos de los secretos para conseguir consenso a gusto y en sosiego. Artemisa como el padre, estaba satisfecha que sus hijos eran limpios, que se querían entre ellos, que los vientos extranjeros no lo contaminaban en nada, los azotes mundonovitas no quemaban ni excitaban sus pieles. Para Artemia, que era como a ella le agradaba, que Palmaro la llamara, eran criaturas buenas, sin máculas ni prejuicios raciales ni económicos, como su padre eran honrados, ninguno de los 7 varones tenía camisa salpicada como tampoco ropas menores, interiores, sucias de las grasas de la corrupción.
Dejaron las habitaciones para ir al sepelio de Joa, y de Segundo eran como sus primos y sobrinos. Fueron a la clínica de de su compadre Caobo Calvo Romano, pero esta estaba con el candado aún, entonces se marcharon de inmediato.
En la procuraduría general Caobo recibía de mano del doctor Antonio Rosario quien era el incumbente, la orden para efectuar el matrimonio de Pérez Sosa y su pareja Mayra. Era la vez primera que se conjugaba en una cárcel del país este tipo de evento, siendo visto por directores de programa como el “Gordo de la semana” como un paso hacia la búsqueda de la luz en medio de la tumultuosa niebla de las cárceles nacionales. Fue al salir de la procuraduría cuando se entera de que interrogaban en la primera planta al señor Transfugo Plumón. Que le habían confiscado 3 VMW con las huellas digitales de los fabricantes, del año 87, y que en la residencia de Plumón en el ensanche Naco, habían decomisado un almacén de semillas de cogombros pútridos, hojas de rosa de Perú, hojas de campanas… en los alrededores de una tercera piscina de agua de lavazas azucaradas.
Palomina despertó y salió al patio, no encontró el banquito de madera que cuando tenía 9 años se subía para recoger el manjar de los panales labiales de Cacheo a escondida por temor a ser alcanzada con la recta mirada de su madre. Continuó la búsqueda por los costados de la residencia de cuatro dormitorios, y de dos baños, y una amplia terraza. Todo fue infructuoso volvió al dormitorio y sin despertar a su marido, continuó leyendo la nueva novela “Las flores del incesto”, escrita por Cacheo Ortega, creía que ese era su marido.
Al llegar cansado del sepelio de los cuerpos de Joaquín y de Segundo, las imágenes pasaban vagabundas, algunas sonámbulas, otras alocadas, ingrávidas pero traviesas se zafan del perímetro del universo ontológico, por los centros nerviosos del maestro, en retahílas de sensaciones a colores como cuentas de collares de limpias y suaves caricias rosadas en los fragantes portales de los celestinos recuerdos voluptuosos en un mapa de humo fatuo.
Entre líneas y párrafos que leía, dormía Cacheo profunda y líricamente, en sus labios dibujados con máximo esplendor estaban los cálices de un cálido momento como los que entre ambos describieron en el pasado en el charco de los anonales. La energía erótica infantiles de Palomina producían aún calores viscerales en la anatomía de Cacheo produciendo intensas excitaciones, motivantes desde las patas de la mesa del comedor hasta los hilos de la fiel hamaca donde como en un hornos de pasiones se cocían los deseos que finalmente servía en los mullidos dibujos de una sábana de encantos satisfactorios. En los sueños que reflejados en sus labios podemos visualizar, Cacheo, recuerda cuando Fresa le dijera—camina para que traiga un poco de café cremoso en lo que servimos la comida, recuerda que fue el tercero de un millón de calientes ósculos que, daría su hija en el cuerpo del maestro y era por eso esa gracia placentera como un portalito de bienvenida en el altar de su cara. Eran días anaranjados y amelocotonados decían ambos y se reían, aquellos previos a la caída de la salud de Fresa; podríase decir que el olor a dulce se metía por los poros de los dos, de los tres…, eran azucarados y festivos de cánticos y sonatinas parecidas a la de Darío. Y como había recordado dentro de los recuerdos de otros a Martí no dejó de balbucear los tres primeros versos de la sonatina y parecía decir--¿”Qué tendrá la princesa? ¡Sus sollozos salieron de su boca de fresa! ¡Que ha perdido su risa que ha perdido el color!
Cuando despertó la vio que dormía con Las flores de incesto entre sus bellos glúteos semi desnudos y de lado con el brazo izquierdo de almohada el derecho en la cara tomando en sus limpios dedos la oreja que mostraban al natural una hojaldre de cartílagos cubiertos de corolas rosadas. Como el calor era tiránico la dejo tal como estaba. Buscó cepillo y toalla luego entró al baño y comenzó un pequeño viaje por los universos de la poesía y la oratoria terminando en las canciones del puertoplatense Don Juan Lockward que labidental silbaba para no despertar a Palomina.—“Fruta del huerto ajeno que yo robe, pulpa jugosa y dulce de mi ansiedad”-… decía la canción, Cambio y “entre canto y canto brotaba una lágrima” … “¡no silbe Lisandro por Dios te lo pido! No ves que al oírte silbando me apenas”…! Dejó de cantar cuando escuchó que el gatito que la había asustado el día que aparecieron Segundo Y Joaquín, muertos en las puertas de las logias de los hijos de Palmaro y de Artemisa, que aullaba enviando un aliento de negatividad demoníaca. Cogió la toalla se secó con la rapidez de una selación. Al no hallar nada se acoró jadeante en la ventana que da a un pequeño fundo de la señora Dorota vieja encorvada por el peso de los años, y además por el bulto de hojas que día por día recoge y nadie sabe para qué las recolecta, no endereza y era la burla de cuantos niños y niñas se atreviesen. La columbró en la mata de higüero vestida de ropas viejas de color oscuro. Cuando iba a retirarse de la persiana se percató que desde lo intimo y profundidad del negro falduco de la vieja salían gatos y gatas de todos tamaños y de todos los colores como ventosidades de un cuerpo constipado o como una vejiga pinchada. Estuvo perplejo como si estuviera observando la película Trhiller, o el Necrocomicon, alborotado cerró para evitar que su mujer pudiera siquiera pensar en el gato que aquella vez le dije “son sólo sombras”… son más que sombras, son como el transfuguero de media tarde y de medio noche.
Cuando despertó Palomina encontró el banquito en la terraza y no comprendió, recordó que un suéter de Cacheo cuando murió Fresa, permaneció 45 días extraviado y el día 46 apareció en la cama encima de la almohada como si unas manos invisibles lo hubiesen colocado, por igual con una camisa que ambos usaban antes de llevarla al baño.
--Mira, dijo a Cacheo, --ahí estaba el banquito, ¿Fuiste tu que lo encontró?
--No, no fui yo. ¿Y para qué lo querías con urgencia preciosa mía?
--¡deseaba verlo, me gusta tener las cosas que quiero si son o fueron de mi utilidad, cerca de mí, -- aclaró algo tierna. Recuerda viejo, dijo ella caminando hacia el espejo donde el maestro se arreglaba la barba que aparentaba a san José,-- que un tiempo sentía miedo de dormir, por las feas pasadillas que sufría, pues ahora es diferente, me agrada quedarme dormida porque sueño preciosas imágenes que me sensibilizan y me hacen más humana.
--Claro en aquellos días había entre tú y tus deseos feos anhelos, que bloqueaban tu libertad e inhibían tu voluntad, digo feos porque eran acciones prohibidas y las cosas son así en esta sociedad de consumo. Lo que está prohibido es malo, y lo permitido, según esa moral, es bueno. Y era prohibido amar, al marido de su progenitora. Por eso eran esos temores, por ese camino se llegaba a la finca de complejos y temores de estropajos y negras pesadillas, como decías en el pasado. Que sin querer o tal vez queriéndolo, ingeniosamente fabricábamos esas bandurrias, quise decir fanfarrias de complicadas atarrayas que sin haber profundas aguas pescábamos corvinos, anguilas, guabinas que enturbiaban tus reales sueños infantiles, los que tuviste en preadolescencia como los de aquellos Santos pecadores… Je, je, je... ¡Santos pecadores! Y transfiguraste ser una santa en las nubes de lavaza benditas convertida en traicionera emuladora de tu madre y te sentiste culpable de la muerte suya… pero en esos días tú cambiaba un poco de placer por un reproche. Que saliera de su boca, y aunque no lo creas la culpaba porque nunca pudo decirte quien era tu padre, verdadero no, porque nunca supiste de alguno… fuera rubio o colorado, real o falso. Una frase desalentándote te excitaba y por eso te nacieron las vellosidades púbicas primero que las axilares. Por eso esas secreciones y sueños incastos, Por esos los cambios en la maneras de pensar pero lo que nunca podré entender la frialdad, es decir, nunca fuiste agresiva.
--¡Cierto, cuando me puse incómoda siendo un niña, en el sentido lato del concepto, sentí grandes dolores en la vejiga mi madre me dijo-- ¿por qué va a sufrir mi niña de los riñones? Mis sobacos sudaban fuera de lo normal y expelían hedor a sábila y algunas veces a ajo. Hoy...Hoy, hoy, ella no pudo continuar porque una tormenta como un ciclón se hizo dueña de los túneles guturales… y no le permitió que hablara y comenzó a llorar como nunca… lloró hasta el amanecer.
Cacheo buscó de todo para conseguir que se callara sin lograrlo hasta que con los versos del cantar de los cantares se quedó plácidamente dormida. — ¡”Que me bese con besos de tu boca! Son mejores que el vino de tus amores, es mejor el olor de tus perfumes. Tu nombre es como un bálsamo fragante de ti se enamoran…” iba a decir doncellas y prefirió decir las violetas. Esa fue una madrugada corta, sin pesadilla, el alba los recibió despojados de la magia intolerantes de las cabalas y de los caprichos. Eran las siete y los dos cuerpos amados y gozosos se acariciaban en la blancura de una nueva etapa sin reproches primitivos, filiares y sociales, sin resquemores, aflicciones ni complejos amargos convertidos ni en puentes ni en valladares oscuros, que pudieran romper o impedir ser el uno para el otro.
El profesor Cacheo, que esperaba que le llegara la pensión, escribía una intensa correspondencia a la Asociación de profesores ADP, de la que se consideraba miembro fundador en los años 69 y 79 cuando fuera nombrado profesor en la escuela Enrique Chamberlain del municipio Altamira, y habiendo sido alumno de la Lic. Prat de Pérez, y de la Lic. Altagracia Surcar de Heredia en la universidad Autónoma de Santo Domingo, de otros no menos notorios en términos pedagógicos, donde reclamaba la interposición de sus buenos oficios para que la asamblea acoja como tema de agenda y someta a la consideración de los delegados, para que a partir de la aprobación todos los profesores que habiendo sido miembros del cuerpo magisterial del Estado, por lo menos 5 años, habiendo mantenido la conducta de un educador con inclinaciones sociales… sean vistos y tratados por las autoridades de la asociación con los derechos para reclamar por su vía los privilegios que la ley tiene o tenga a favor de los maestros. Cacheo aclaraba—que nuestra inquietud sea vista como simple motivación y estimuladora para que sirva para que las autoridades no excluyan a más de 30 mil educadores que se mueren de hambre en los caminos esperando con un borrador bajo el brazo, que se le otorgue la pensión que le toca por haber laborado por más de 20 en el Estado sirviéndole a la patria.
Esa actitud del maestro y escritor Toribio Pinto,--expresó Caobo Calvo Romano, son el resultado de varias charlas que dirigiera en la logia club,”Pedro Canela” –que dirige en la cuenca de Bajabonico el Agron. Florencio Ortega del Prado.
Otros temas desarrollados en el marco de la semana de los 50 aniversarios de la muerte del combatiente y antiimperialista, antitrujillista “Carlixto Ramírez Daniel” de apodo “Pedro Canela”: es entre otros el referente a las áreas protegidas, en las sierras, picos, cuencas y montañas de nuestra flora nacional. Que coinciden con los intereses de los ideales de Jabonildo Ortega del Prado, muerto misteriosamente en loma de Quinigua en los aleros del pico Don Diego de Ocampo, esta y la bahía Luperón en el municipio del mismo nombre, desde la desembocadura, del arroyo “La Poza” en el “Caletón de Nena” un kilómetro hacia el mar. Habló de arroyo Alborada, Algarrada, camino al Escobozo y los Corozos. De la saladilla dijo que estaba en la desembocadura de masacre, y cayos los 7 hermanos al oeste de Montecristi Pero donde hizo mayor hinca pie fue en el salto de la Damajagua empleaba las nomenclaturas propias del tema, dijo que se extendía desde las coordenadas UTM 308 700ME y UTM 2138325MN. Camino el río Obispo hasta la cota topográfica de los 140 metros SNM. En otras coordenadas.

Palmaro y su compadre y amigo, Caobo Calvo…seguían con la gira de conferencias en la conmemoración de los 18 años de la muerte del Coronel Fernández Domínguez quien muriera en el asalto de palacio nacional en 1965. Estas charlas conferencias las había iniciado a partir de que un tribunal lo autorizó a usar los apelativos Ortega López en vez de Toribio y Pinto.
Por solicitud de unos cuantos miembros del club Coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez Caobo que asistía a su compadre dijo—Hilarión Level era el nombre original y natural de Lilis, no es cierto que es natural de Montecristi…, no, Hilarión nació en, el municipio san Felipe, Puerto plata, el 21 de octubre de 1845. El señor Dassá Heureaux, que era su padre, al reconocerlo como su hijo lo declaró como Ulises Heureaux. Ya a los 18 años era miembros del ejército bajo la sombra o luces de Gregorio Luperón quien lo había reconocido como su ahijado y fue su tutor y maestro al mismo tiempo. Siendo Capitán era asistente del general Luperón.
--Ese individuo-- dijo Caobo-- acompañó a su padrino en combate caliente a sangre y fuego en la toma y asalto de Moca, por su valentía e inteligencia obtuvo el rango de coronel, estuvo junto a Luperón y a José María Cabral en el exilio. Después en el sur fue herido luchando contra Buenaventura Báez, en 1873 aquí obtiene el rango de general de Brigada. Cuando el general Ulises Espaillat es presidente lo nombra en su provincia natal comandante de Armas de plaza, 1876.
Cacheo se había acostado muy temprano ese día tampoco se había percatado que su amada Palomina estaba fuera de la vivienda, pero en un segundo sintió la ausencia de ella, y puso los codos en la mesa de ébano verde donde siempre escribía para esperarla antes de irse a la cama. Inició la escritura acerca de lo que andaban hablando de Méntor y de Falsilio, esposos respectivos de sus sobrinas Anginia y de Piñalda. De Méntor señalaban que era un esbirro compañero de Víctor Alicinio Peña Rivera, dicen que estuvo también en los que fusilaron a Donatico Bencosme el hijo del guerrillero Cipriano Bencosme, muerto a traición en las primeras semanas del juramentado gobierno de Trujillo.
De Falsilio dicen que es un convocado del sepulcro del mal y del infierno, que es un hijo de las mismas entrañas del mal, sobrino del pecucio fue el que detuvo el vehiculo donde iban las Mirabal Reyes y Rufino de la Cruz. Fue Falsilio el que prendió fuego a la vivienda de Jaimito Fernández y el mismo que obtuvo junto a Alicinio propiedades de la desgraciada familia Mirabal.
Palmaro concluía esa tarde con las aventuras de Lilis, desde la vida de soldado y oficial y hasta cuando era hombre que manejaba el poder del Estado como la mayoría de los que en algún momento se creyeron Dioses.
Finalmente, dijo Palmaro-- con aire de emperador bien erecto y garboso caminaba el presidente Lilis pensando en manera que habían matado al bravo general Pablo Mamá, de quien decían que “las balas no le entraban” se dirigía para su despacho a pie con sólo un oficial de repente al pasar debajo de un balcón donde estaban varias señoritas muy hermosas, vio que esas dejaban caer unos baldes de agua enchumbando de pies a cabeza al presidente, este que estaba muy acostumbrado a saber cuando las acciones son para provocar simplemente les dio las gracias y sonrió, al oficial que las iba a reprimir le dijo:-- ¡es día de San Andrés!
En los juicios celebrados en 123 municipios para pasar por el árbol de la moralidad a los transfugueros hubo extrañas cosas que han puestos a los jueces al hilo de las lengüetas del cuestionamiento público, pues los vómitos y los ajitos surgían de los cuestionamientos que fiscales llegaron hacerles hasta a los jueces, como burbujas de lavazas de hojas de salvias y palo amargo. Figúrese que uno de los jueces murió de un infarto. Así como lo oye se cayó muerto cuando comenzaron a conversar del tema del Banintel. Muchos resultados especialmente los de la suprema están tras un cortinaje como un vendaje de blindamiento militar separados de otros cobertizos pesticosos. Fíjese que un juez dijo cuando en broma quizá un reportero de un programa para la televisión nacional le preguntara si la conciencia pública estaría satisfecha con la conciencia de la ley – Oiga jovencito no se cabronee tanto no se retuerce como los merengues, que aquí donde me ve usted… el juez tenía levantada la mano derecha haciendo un ángulo de 180 grados con su índice y su pulgar, donde usted me ve sigo sólo las líneas de la nubes, las de los altos cielos, especialmente las de los coronados de luces amarillas, reflejos o áureos de las marcadas con ampulosas señas. Otros no se atrevieron a mayestear y caían en el filo de las navajas que era como si dijéramos en las muelas de la sociedad burlada que es como si dijéremos una madre adolorida al ver que le secuestran sus criaturas que en parto múltiples acababa de conocer. O como si fuera el dueño de pequeños conucos que aspiraba recoger los frutos de una siembra de auyama y creyendo que la pureza y la calidad serían sus adornos al llevarla al mercado era peptídico el color y el sabor peor que pútrido. La falta de blancura y de dignidad era, fue lo esencial, el elemento clave en ese proceso falso como los transfugueros mismos… porque éramos corrientes de un río turbio, éramos sombras de un árbol oprobioso que por generaciones hemos llevado al hombro que de engendro en engendro como un juego de fichas de dominó hemos ido vaciando en la cuenca del patio floral y fluvial a partir de la liquidación total de nuestra raza aborigen, con el genocidio de nuestros padres aborígenes en los bosques, bateyes.
En algunos parques municipales apareció otro árbol, que el pueblo llamaba de la moralidad,-- escribía Cacheo en su escritorio de ébano verde, mientras esperaba el regreso de Palomina, que tenía la especial virtud de no permitir posarse en su sombra a lacras con acciones delictivas, mucho menos aquellos individuos del sexo que sea, fuera con las manos sucias. En los ocho tribunales de varias provincias de la parte norte del territorio se oían las voces de los concurrentes a los procesos para enjuiciar a los que amanecieron millonarios a partir de las elecciones luego de la revolución de abril. Era el pueblo que gritaba— ¡qué lo lleven al palo de la moralidad! ¡Qué lo pasen por su sombra! ¡Qué lo cuelguen allí mismo porque si es corrupto el árbol dejará caer sus flores y sus hojas se marchitaran! Cuentan que las autoridades consideraron que esa actitud no lo podía asimilar un pueblo del siglo 21 que era civilizado porque eran cábalas de pueblos trogloditas prehistóricos. Je, je, je se rió bastante Cacheo, porque 23 días después Transfuguero Plumón, que para bautizar a una nieta suya viajó a la iglesia San José de Altamira, al término de la acciones religiosa fue a saludar a uno de sus compadres pobres y tan pronto se fue acercando al tronco del árbol de la moralidad las flores que eran blancas como las del azahar caían a su derredor teñida de negro amorronado y la gente del pueblo reía a carcajadas como si le brindara al millonario un vaso de amargo de berro.
Palomina dejó un papelito a Cacheo que andaba ofreciendo las conferencias en las logias que hemos referidos, llevó una caja de fósforos y una botella con agua bendita, para rociar las cruces que era costumbre de su abuela para la semana de los finados. Pero no pudo llegar porque se detuvo mirando a unos individuos que jugando dados terminaron de riñas porque uno se había comido los dados suyos. Palomina se sentó en la piedra más grande del camino y pernotó en ella como si hubiese estado en un sillón del mejor, de los restaurantes de lujos de la costa puertoplateña. Los veía que entraban y sacaban cosas de los bolsillos que según sus caprichos eran semillas de cajuil. Por ese palo pasó la tarde y con la sombra de la noche se marchó. Estaba soñolienta alguna cosa que no supo qué, se posesionó en su corazón. Imaginó una energía sin anatomía, ingrávida, se sacudió la cabeza porque entendió que iba hacia las líneas de los disparates, de toda manera el peso encima suyo continuaba, fue cuando uno de los jugadores de dados, se tragó las piezas de huesos, al escuchar el gemido casi aúllo felino que había dado como represalia para estabilizar las emociones y así soportar la carga de la energía sin anatomía. Palomina llegó a gemiquear, sollozaba en las piedras, contemplaba las cruces, pero era lunes, estaba en los brazos de una cruz ajena, pisó muy fuerte en un sepulcro y le pareció que algunas cosas se movían debajo y el escalofrío llegó con el deseo de orinar y lo hizo sobre unas matas de dieguito, flores muy pequeñas de la familia de la verdolaga. Volvió y jimiqueó encima de un pedazo de madera que se humedecía por la benevolencia de las lágrimas que calidas caían en el suelo provocando resucitación de rosas y lirios calas rojos y mamey encima del viejo sepulcro donde suponía que era donde yacía su madre Freslinda.
Palomina, se había levantado de su cama el día 11 de septiembre y perdió el rumbo llegó al cementerio donde estaba su querida difunta madre sepulta. Cacheo que andaba en sus conferencias regresó el día 16, y advirtiendo la falta de energía de su mujer inició un nuevo capítulo para darle fin a su novena novela.
Hizo unas cuantas estrofas, en versos libres, sobre la vida del bufón de las fiestas el día del matrimonio de las sobrinas Anginia y Piñalda, escribió dos espinelas a pies forzados de la vida del compadre de Fresinia la madre de Palomina, aquel que aseguró ver a Cacheo y a ella llevando sendos niños recién nacidos, en sus brazos, en la costa amarilla de Barahona en Villa Paraíso.
--Yo los vi en los brazos acomodados y gemelos eran—había dicho el pescador de esperabel. ¡ Y como mentira era! Lo empleó como pie forzado. Continuó escribiendo prefería comentar la vida de los pérfidos esposos de sus sobrinas, Méntor y Falsilio, se salía del riel de la concentración por la ausencia de Palomina. Unos minutos después cuando casi oscurecía, sintió el perfume de gardenias y rosas de corolas mustias, entrando por los ventanales, luego las manos de Paloma caían en sus hombros como si fuera el avecilla de plumaje inmáculo llegaba cargada de ramilletes con hojas de sabanas y aroma de montañas. La vio con ternura y fingió no echar de menos su ausencia, mas, ese olor a cuerpo desnudo sensible y limpio y casto y noble y erótico lo sacudió como a un lienzo de papel de estraza, fragante aun pueril. La excitación se convirtió en un icono sagrado y subió al altar de flores carnales de sensuales corolas.
Guardó las flores, guardó las ramas, y guardo el secreto como su madre llegó al escritorio de ébano verde, y comenzó a contar a su amado Cacheo, concluyendo que había sufrido mucho en el camino hacia el cementerio , dijo que lloró como nunca y que con sus lágrimas germinaban de la tierras matitas de juncos rosados. Le contó lo del jugador que se comió los dados. Notó el enojo como la excitación de Cacheo en las cejas y en los pómulos tainos y caribes pasó las manos entre la nuca rozándoles los labios semi abiertos, y entonces ella recibió las energías del banquito de madera y las de la peña de los enamorados en los chacos de los anones.
Las manos acariciaron la espalda se movían haciendo un túnel por debajo de la camisa, sin saltos ni desvíos buscando el placer que llegó, motivando el engarce de un divino y dulce beso. Cacheo escribió en las líneas de sus labios las últimas oraciones de letras en cálices, en líneas y azules palabras en las anchas páginas carnosas de sus labios ya de mujer parturienta. Llenando párrafo por párrafo el dorso de su cuerpo en supino circunvalando las piernas y recovecos anatómicos cayendo las puntuaciones y significados en unas trenzas hedonísticas madre o causa de consuelo como charcos de placeres saciando la sed de amarse en sosiego sin correas de caprichos ni carteras de prejuicios, hasta el enlace que provoca cansancio y sueño.
Luego de un descanso, recordó Cacheo, las palabras del trampa Plumón, cuando recolectando firma lo visitó en hora del almuerzo, --“son para el partido de los excluidos” recordó no le mereció confianza, lo creí un timador un embustero. Tránsfuga Arcoíris plumón, ¡Caramba! Pero, ¡por qué será que casi siempre me doy cuenta de que las cosas no son como son cuando otras, otros ya lo saben! ¡ “Hay cosas que parecen ser y no son y hay que son y no parecen ser” ese es un dicho muy viejo, sólo sirve para abochornarme.—¡No muchacho, no! No piense de esa manera, no se aleje usted tanto del camino, que el es uno aunque tenga apariencia de oveja, lobo es, La huellas están en las narices, ¡“Arcoíris”! multicolores… falta de uniformidad, Trampa como apodo lo significa todo… lo creí un baboso pero para sus fines, no lo era, estuve dormido, si muchacho, estuve dormido, hasta ahora es lo que le digo que me doy cuenta de la realidad cuando otros las han regurgitado.
En verdad Cacheo estuvo agotado en las reflexiones y de repente se durmió, quedando atrapado en los dedos de la tarde calurosa, que lo apretaba y no se pudo dar cuenta cuando llegaron de la iglesia Palomina y Fresa, después despertó diciendo –es cierto para los objetivos de Arcoíris Plumón era su realidad. Los míos y los suyos no andan por las mismas vías. Los caminos suyos no son los míos. Lo que es dulce para Trampa es amargo o insípido para los de mi escuela.
Aunque distantes por el asunto, no comprendí la ida de Freslinda donde el cura aquella tarde de calor, no comprendí de que debía ella arrepentirse. Se creyó culpable, había pecado, al no poder decirle a su hija quien era su padre.
--¡Pero hija de mis entrañas no recuerdo algo, de esa tarde negra, de vientos, truenos y relámpagos tan rojizos como las heridas que llegan a mi mente en los cuerpos mojados que sin convocar los veos bañarse en las aceras de las anchas calles. A veces me llegan reflectores vagos de unas manos fuertes que quitan de mis piernas las medias que llevaba. Todo se vuelve hilachones como telarañas donde veo mis sienes prisioneras y de esas veo volar mariposas entre pajas y desperdicios de virutas en un viejo taller de ebanistería. Salen y se quedan junto a unos pies de barros en portales cerrados marcados con cruces hechas con la sangre de los cuerpos que se bañaban en las aceras de las anchas calles. Pienso que era domingo o quizá sábado por el canto del número de lotería hecho con apuros por los pregoneros. El hecho es, Paloma mía, que meses después dentro de mi, como en una huerta crecía la vida, me duele mucho no poder darte, lo que como criatura debí tenerte: a tu padre, regalo tal vez del cielo… porque a pesar de eso, el desconocido, lo que me dio fue la vida… ¡la vida tuya! No tuve como tú, hermanos, tampoco padre conocí, es una cadena que debemos romper. Luego supe que murió en territorio ajeno persiguiendo a un delincuente de la tiranía. Debemos serruchar y cortar con la fuerza de la fraternidad y del amor, haremos lo nuestro en la nueva sociedad recompuesta, reconquistada. ¡La sociedad de nuestros padres aborígenes!
--Si recordar es eso… eso fue lo que mi madre llena de dolor me contó.
--Oye vida mía, lo que supe. Supe que eres hija de un diplomático gringo, eso nunca me había atrevido a contarte por temor a romper tu tranquilidad porque me parece que nada de esas cosas son positivas tratarlas, si no es para terminar con esas. Otra mentira que dicen es que eres hija de Arcoíris Plumón el hermano Transfuguero, pero todo eso es cuento… porque de eso estamos sobranceros, entonces escribió en las hojas donde había dibujado los labios húmedos de Palomina, estamos cerca de la mentira y tan lejos de Dios, tan lejos del cielo y tan cerca del infierno, eran frases que mi padre Yuca decía. Escribió e hizo saber que no sabía quien era el autor porque su padre nunca lo dijo, “los Mexicanos tan cerca de los Yanquis y tan lejos de Dios”
Mientras Palomina hacia algo para cenar, él leía a Marcel Proust autor de la novela “Por el camino de Swann” en la página 122. Pensaba en su difunta esposa y llegó por sexagésima vez que era una mujer de condiciones en término reales superior al promedio normal del entorno y de los contornos poseía dones de humildad que sólo en las razas primitivas, eran halladas. Guardó el Camino de Swann, lo puso en el escritorio y se dispuso a preparar los seminarios que estudiantes del T V centro de Los Llanos de Pérez les habían solicitado, sin embargo no tenía ni lapiceros ni papel, todo lo había agotado, tampoco le quedaba dinero para comprar ni un lápiz de carbón. La pobreza es una barranca que impide el avance de las piernas honradas, y las suyas eran de esas, a él le sobraban recursos intelectuales suficientes para poner el panel siempre a su favor, y vivir en cualquier sociedad con respeto y con dignidad.
Los odontólogos, los médicos, por poner las manos encima del área que habían visualizado, cobran y los pacientes pagan las consultas, en esta sociedad de consumo, mientras que en esta misma, los maestros de piernas y juicios como la conciencia de Cacheo, el hambre podría estrangularlos, porque si no lo muerde con los caninos e incisos de una realidad capitalista, para los enamorados del saber humanístico: su realidad. La alternativa de Cacheo, luego de unas horas de haber descansado reflexionaba sobre las palabras del Tránsfuga Arcoíris Plumón el día de la recolección de firmas para el partido de los excluidos. Nunca le mereció confianza, lo creyó un timador, embustero, tránsfuga. ¡Caramba! Pero por qué será que lo repito llegó a preguntarse y comprendió que no era malo si se sabía repetir.
La cocina de Palomina no tenía nariz era insípida, la longaniza suya era como el agua, hasta incolora, los arenques también, hasta esa prima noche que llevó la pulsera que había sido de su abuela, porque Cacheo se salio de la camisa de fuerza de su estropeo y dejó el sueño en la cama tendido como un pendejo y fue a la búsqueda de un aguacate que tenía madurando en una caja. El olor era azucarado y mantecoso, la boca de los vecinos se les hizo agua. Hasta el gas de la estufa, reverberaba y merengueaba para cocer mejor el manjar de aquella noche de apertura como la bautizaría en la mesa en algunas horas Cacheo.
Pensaba en la confección de los seminarios de la independencia nacional, y del perfil del Francisco del Rosario Sánchez, padre de la patria burguesa y capitalista o como le llamaba Cacheo seudo democrática. Lo vi sonreír a los estudiantes al requerirle alguna ayuda con temas con dificultad para localización pero de suma importancia para la formación integral del estudiante de secundaria. Cuando el tema no le parecía de utilidad formativo decía — ¡cuántos elementalismos! Casi no se le escuchaban las palabras. ¡Todo eso es basura! Los maestros—pensaba Cacheo-- no explican, sólo mandan a buscar sin saber para donde, lo envían a las batallas sin armamentos sin plan y sin entrenamientos como malos comandantes. Actúan lejos de lo que es la vieja, la actual y didáctica del futuro. Muchos enganchados a ser maestro… copian simplemente copian las cosas malas del que fue su mal entrenador y como cadena se creen súper, se creen gigantes, porque desde su enanismo se erigen con zancos de maderas carcomidas y al chocar con las olas del mar de la realidad cotidiana o mejor la de fin de año escolar caen destruidos y para colmo que algunos ni se dan cuenta que han caído. No se dan cuenta que cuando los vellos del antebrazo del alumno huele a llama y humo el suyo hiede a zumo y a humareda. ¡Je, je a las batallas sin armaraje, sin avitualla ni logística sin planificación son sacados del escenario docente para enviarlo a la muerte. Hablo de los que desconocen que antes de toda investigación hay que seguir un proceso, un camino bien limpio, conocido para evitar los escollos y no caer en los recodos y recovecos que los envía al precipicio. Estudiantes con poca instrucción y formación cósmica, es como el soldado que va a las batallas con poca instrucción y orientación militar.
Cacheo tenía hambre Palomita freía berenjena que rellenaba con virutas de lechugas y palmito con el ajo y la pimienta era insoportable el olor y la boca se le hacía agua como los perros de Ivan Patrovich Pavlov. Las buenas intenciones se convirtieron en realidad había comida en los platos y la mesa del novelista que según los del entorno no prendía vuelo. Había oído en boca de Caobo Calvo “el mal comido no piensa…” Porque el maestro no cobra consultas como el barbero y el odontólogo, como el manicura y como el sacerdote, que por limpiar una uña el primero y bautizar o por celebración obtiene dividendo el segundo; sólo el maestro pasa hambre cuando el Estado no le protege. Todo lo otro es monte y culebra. Pero aunque no sepamos quién alguien nos escogió la profesión. Pero el estaba listo y confesado.-- obligarnos ¡no! Había dicho. Quizá ¡si! Por una fuerza inverosímil con misiles de cabeza inteligente ¿Inteligente?
¿Cuáles son las raíces de la libertad, no, no… de la lealtad y del adulterio? Estará cerca de la mesa del comedor? Pienso que muy cerca y del pupitre escolar. Esta cerquita…
--¿Sabía tu Cacheo, que cuando hay un mal gobierno las matas de frutas paren más que las otras. Que abundan las avispas y las moscas son enormes. Que cuando se acerca una hambruna crecen las epidemias y las alimañas y los piojos? ¿Sabía que si el gobierno no cambia las hortalizas se convierten en insectos, en batracios y en reptiles ofidiosos… la miseria el hambre las enfermedades, convocan para convertirse en puntero por el territorio.
-- Pienso que esa es una atinada observación muy real-- como decía mi padre Yucano -- “la escasez de alimentos es abundancia de moscas, de lagartos, de mosquitos y de saltamontes.
--¡Eso es de ahí! Ni chinchín menos, ni chinchín más.
Palomina vio que por las mejillas de su marido desfilaban dos lágrimas como dos cadetes del parque independencia, como dos de la puerta de Conde… ¡si señor! Ella se desprendió del asiento y con la agilidad de un canino de un felino la libó sin contrapelo y las halló amargas y frías. Al conocer la situación por la que estaba pasando Cacheo, no preguntó por las dolencias, porque las creyó grandes y cuando los ríos están fuera de madre es mejor esperar que… el la miró y se entrelazaron en un equilibrado abrazo mental y moral más que orgánico. Cacheo caminaba sobre arenas calientes pero no se desbordaba luego de desprenderse estampó sobre los dos pequeños carnosos labios un suave e ingenuo beso sensual más que sexual… ¿un beso filial más que qué? Estuvo al tris de repetírselo. Y surgió una retahíla de nubes blancas… de luces tenues que fueron despejando las encrucijadas, y disiparon los entornos familiares. Eran felices y así estaba confeccionado su mundo, su realidad no había para ellos algo que mayor importancia tuviera que amarse y convocaban un escenario de jornadas de trabajos con amor compartido. La comprensión entre ambos eran amarras que empleaban como timoneles de su revolución socialista que comandaban sin enojar a nadie porque el transfuguismo en su universo no cabía. Cabía el respeto que brindaba, el que se cosecha del amor comprendido y compartido entre fidelidad sin temores ni prejuicios. Cabían las fiestas donde se sirven botellas de virtudes y solidaridad usaban la misma llave en la misma cerradura de algunas dudas que en el día ocurrieren que no sosegaren los dolores y que las luces disipasen las negruras de su pobreza.
A pesar de todo tenían haberes limpios y castos en los términos éticos y morales y sociales; obtenidos con trabajo y esfuerzos de los dos. La casa estaba ahí de tres aposentos cerrados, usaban dos, uno para oficina y el otro para dormir, el tercero lo abrían cuando un pariente o cualquiera los convertía en huésped; la habían recibido de los antepasados… una sala comedor -cocina planchaduría y lavandería. Pintada de azul cielo, y los aposentos de azul añilado. El techo de madera y de zinc y de cemento frío, el piso color amarillo oro, los muebles tenían trescientos cincuenta años desde la adolescencia de la tatarabuela de Palomina. Al lado una nevera ejecutiva, paralela a una tinaja tricentenaria, querida porque mantenía el agua en eterna frescura. Cacheo prefería la suya a la del refrigerador.
De la habitación donde escribía, salía la energía de la permanencia en fotografías de grandes genios del hacer humano, especialmente en la literatura y el saber universal. Pero la oblaciones principales iban para Gabriela Mistral, a Juana de Ibarboreaux, a Alfonsina Storni, a Rosa Luxemburgo, a Goethe, a Shakespeare… Cervantes, Gabriel García Márquez, Ernesto Guevara, EL “Che” el Doctor Fidel Castro junto a Lenín y a Marx… y más allá la de Manolo con las de las heroínas de ojo de agua. En un pequeño rincón como si fuera un museo a parte, bajo luz los perfiles, hecho en hilo de cabuya, de Máximo Gómez, de Desiderio Arias, Demetrio Rodríguez, de Cipriano Bencosme, y de Virgilio Martínez Reyna más abajo la de Caamaño Deñó, de Fernández Domínguez, la de Lora Fernández Peña Taveras. Cacheo era dueño de una colección de las fotografías de El doctor Peña Gómez, a todo lo largo y ancho de su vida de aparecido en los patios de Mao… hasta el camino del sepulcro.
--¡Ven! –Dijo- Palomina vamos a cenar.
--¿Qué vamos a cenar? No respondió y con la ternura de los nueve años cuando se quedó en la tumba común en el cementerio... Lo llenó de cariño insobornable e inolvidable echó su brazo zurdo en el cuello deslizándosele, como una suave culebrita sabanera. Estando sentado y al finalizar los seminarios de orientación de la universidad O & M; entendió que debía acudir a los movimientos de su amada y entrar por el portal que ella le estaba abriendo iba a grapar los papeles y dejó caer la grapadora la suavidad de la piel de su amada le quitaba su voluntad, ella había absorbido su poder de mando como otras veces sus labios no se movían sino absorbían la pesadez del trabajo y lo liberaba de la sumernage en que estuvo las 7 horas anteriores, era un beso desnudo, de carne que empleaba las comisuras simplemente como puente para cruzar en esa manifestación de pobreza, ella lo hacía rico enviándole su alma y entraban unidos bajo el embrujo corporal más que eso eran vibraciones de un universo cargado de lirismo, surrealista sin altivez encendía el corazón orondo pasional y emotivo y musical, brotado de un jardín paradisíaco sin prejuicios, sin frustraciones sin aflicciones sin anhelos, ni sueños sin satisfacer.
--¿Qué hay de cena en la mesa?
--Ya estamos en la mesa, ese es tu manjar, no existe mejor banquete que el que se alcanza sin prejuicios ni tapujos, pero colmado de espontáneos deseos de hacer feliz a la pareja.¿ Acaso no ha visto a los lagartos cuando se aman, no los has visto tomarse sin religión? ¡El amor de los potreros el de los corrales el de los mares y de los océanos! El tuyo y el mío es el de los cielos es el muy real pero más que eso, Cacheo, es un amor honesto. La mesa soy yo, soy tu mantel, tu servilleta, y soy tu servicio. Dos lonjillas de cebollas revueltas en virutas de albúminas de huevos, esperaron en medio de dos panes, hasta que volvieron por un pellizco estomacal. —La verdad que el hambre se quita, cuando el espíritu está satisfecho, cuando hacemos algunas cosas bien para todos. Mi conversación es un cruce de ideas en bejucales, en alas de luciernagas, en noches claras.
Durmieron y, a partir de que vendiera la alhaja que tenía guardada, permanecieron comiendo de esos dineros hasta, que los estudiantes universitarios y secundarios acudieron, a llevar algunas cosas de comer como paga por los seminarios que Cacheo le había hecho, ya que no cobraba… los recibió por entender que era una especie de cambalache entre maestro y estudiantes. La despensa se había llenado con honestidad. Iluminados dejaban los paquetes, las fundas, encima del escritorio de ébano verde, llenos de bienes alimenticios, que guardaban de buenas ganas.
En la casa de Palmaro las reuniones continuaban igual que el primer día. La muerte de Jabonildo, la de Joaquín y de Segundo, ni la prisión de Manguito y de Vergelio hicieron cambiar a la familia Ortega del Prado. El vibrar de sus emociones hacía tremolar las zapatas de los perseguidores que no eran otros, que los bisnietos de Balá, y los ahijados de los cocuyos de Constanza.
El agrónomo Florencio fue cancelado y golpeado Almacildo por no aceptar burla de los caprichos de esbirros de los seguidores de los nuevos millonarios, que decían que los nombres de los hijos de Palmaro “eran nombres de burros y loros del bosques…”
--¡Pero bueno! Dijo Campeche, es que nosotros debemos felicitar a nuestro abuelo por que inició dándonos nombres con contenido social, con concepto humano de este mundo real en vivo y en blanco y a todo color no nombres extraídos de almanaques ni comprados en el extranjero sin pizcas de significado… vacío muchas veces carentes de asimilación.
Ya en la tranquilidad del hogar en el borde de la meditación recordó que entre los nombres de los seminarios que no habían retirado estaba el de un estudiante con nombres como los de su familia y dejo la cama para comprobar si era cierto lo que estaba sospechando. Efectivamente el primero de los cinco seminarios se vislumbraba el nombre de Pimientino Ortega Arias estudiante de 4to. Semestre de Pedagogía general de la Universidad Rafael Chaljub Mejía, en la provincia María Trinidad Sánchez, cuando lo vio en su planta le preguntó ¿Cómo se llama su abuelo, joven? La respuesta fue la que esperaba y para su complacencia, era bisnieto de Yucano Toribio, su padre.
--¿Por qué maestro?
-- No es por nada dañino, sino que es usted mi sobrino nieto, soy tío de su padre. Su abuelo es mi hermano.
--Artemisa freía once libras de batata para le cena, Palmaro celebraba el dia de los tubérculos y a lo que les echo manos fue a esas libras de convolvulácea, sabía que era el alimento más completo de la huerta nacional Para los Del Prado era el día de la Batata… la comían con guandules, cocinado con coco y muchas mostazas y muchos berros y bastante cilantro, del llamado culantro. Florencio interrumpió la charla para probar el guiso que su madre le llevara para obtener su aprobación.
--¡Está bien mamá, sabe a encanto! --dijo el hijo mirándola como cuando era un púber—y continuó hablando de los hechos de Palma Sola y de los Mellizos liboristas. Del laborismo dijo—es una religión, es una creencia sureña, en algunos parajes de San Juan de la Maguana. Liborio era un anciano vicioso mujeriego, bebedor. Continuó hablando del progreso. Del físico y del moral del ético y del espiritual. No importa el avance del caballo… hay que establecer la velocidad y duración de sus emociones. También de las habilidades del montador.
--¡No eso no es verdad!—gritaba Palmaro que entraba discutiendo con un cliente suyo que alegaba asunto de historia que empuercaba la imagen histórica del país. ¿De dónde sacó esa barrabasada, quién lo diría?
--De donde no está ahí en las cañadas y en los zanjones de la historia.
--¡No Muchacho…! ¡No es verdad! Ferrand, dispuso el avance de las tropas francesas hacia el territorio nacional hasta Hincha pero fue el 6 de enero, día de los santos Reyes, pero fue en 1805… no el 9 de diciembre del 1804, esa es la verdad,-- dijo y fue cuando acabó de entrar al salón donde aún Florencio saboreaba la batata con guandules…
--¿Qué tal hijo?
--¡Está todo en orden viejo!
--¿Pero no me va a negar que Ferrand ya en el territorio no mataba a los haitianos especialmente a los padres de los niños y jovenzuelos que apresaban para venderlos como esclavos?
--Claro que no te voy a negar si esa actitud enfureció a Dessalines y ordenó ocupar el territorio de la parte este por dos flanco… sin embargo se vio obligado a regresar porque el parque bélico con que contaba era insuficiente para enfrentarse con las tropas napoleónicas. Claro que lo que dice ahora, compay, es un rayo de luz. El cliente satisfecho le pagó la deuda que restaba de la caja dental que Palmaro le estaba entregando para que se la midiera.
--¡Qué bien, que bien le queda!, ahora a usted le luce decir la Historia como le cuadre…, Je, je! Ambos rieron y Palmaro fue al comedor donde la familia lo esperaba para bendecir los alimentos en el día de los tubérculos que en la familia de su esposa había sido una vieja tradición.
Ya en el servicio, en el almuerzo, Florencio le preguntó a su padre por qué no le explicó sobre las columnas de Petión y de Cristobal y los problemas ocurridos en Santiago que resistían el avance por la ciudad. Y Palmaro le dijo que a él, y era cierto que discutía hasta en el templo de Bahaullah para dejar limpio el entorno de la humana verdad, pero lo que buscaba era que el individuo, no le pidiera más rebaja… ja ,ja,ja; ja ja ja, ja¡ rieron hasta que se agotaron, a pesar que Artemia le recordaba la digestión.
Cacheo esa mañana tenía 20 pesos con 34 centavos lo había obtenido por los trabajos de teatro para promover la presentación de tres jornadas del taller literario a favor de la literatura socialista celebrados en la pérgola de su residencia, como asistieron más personas de las previstas los centavos no alcanzaron para la picadera y buena agua fresca.
En una de las mesas Caobo y los hijos de Palmaro presentes en la jornada literaria habla de la vida de los tránsfugas que les sobra de todos mientras que a ellos, les faltaba para comprar siquiera agua y no morirse de sed. --¿Cuándo se curará esta ciudad, señores?
--¿Cómo dice usted?
--Dije que… ¿cuándo se curará este país? Los pilotillos están carcomidos, la materia básica se la han llevado los comejenes para sus almacenes, corrompen con las huellas las piedras y las rocas al pasar. Queman las huertas, derrumban las zapatas de la dominicanidad. Hemos perdido el poder de engendro de hijos sanos y puros, que nos den nietos más sanos aún.
--¡Cortaron el fluido! Ha vuelto la oscuridad. Casualmente cuando los exponentes leían las conclusiones…
--Nosotros decía-- Anonaldo creemos que nuestra empresa debe ampliar sus alas ancharlas hacia otros horizontes y es por eso que consideramos que a partir del próximo año escolar las escuelas nuestras producirán los víveres que estas consumirán producirán los cuadernos y lápices que utilizarían. Los estudiantes serán actores y Protagonistas en cada acto de producción como lo son en el acto de consumo. La sala aplaudió por cinco minutos y los participantes se pararon de los asientos.
Los dineros-- continuaba Anonaldo—los obtendremos con los grupos socialistas de la vecindad regional y de las secretarías de agricultura, de industria y comercio y de Fomento industrial. La secretaría de educación de nuestra organización instalará fábricas regionales de butacas, neveras bebederos de pizarras y talleres… En el centro del territorio nacional habrá fábricas de zapatos escolares que donaremos a los niños pobres hijos de trabajadores.
Lo más interesante es que en todo el territorio nacional haremos como hacían nuestros primitivos. Haremos convites, juntas, tornapeónes, iniciaremos el primero de enero, día de año nuevo, sembraremos tres millones de matas de maíz en terreno del consejo estatal del azúcar. El día de reyes sembraremos diez millones de naranjos de las conocidas en todo el territorio nacional como babor, el día de ceniza sembraremos seiscientas mil matitas de auyama no rastrera. Los aplausos eran constantes… y se prolongaron más cuando Cacheo anunciaba que su esposa Palomina iba a ser madre de un par de gemelos o sea cuatrillizos como los racimos de los 10 millones de cepas que sembrarían en toda la propiedades de CEA. De los centrales Montellano y Amistad.



¡FIN!