jueves, 18 de marzo de 2010

páginas de tragedia en el palmar. Novela de Victor Arias




EDIFICIO DE LA FORTALEZA OZAMA. TOMADA POR EL PUEBLO CONSTITUCIONALISTA. COLABORACION DE MARIO CALVO AL BLOG LITERATURA Y POLITICA.



, Capitulo 10
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Estoy en la calle San Lorenzo esquina San Sebastián Marinero, junto a una vieja camioneta, que dejaran abandonada los hermanos Maldonado, luego de perpetuar el robo de los 350 millones de dólares en un banco de ciudad Caballeros. Quicio y yo, de la fiesta de Javier Torán estamos contando cosas que oímos, ocurrieron en las primeras semanas del 19 de junio del año 1946.
Cuentan, que en la casa de los Padres del señor Javier Torán, estuvo con 12 secuaces el general José Arismendi Trujillo, de quien se asegura era cuñado de Torán. Además señalan que fueran socios en negocios de loterías… se dice además que la tierra de los entornos a la hacienda de don Torán, apropiada por el general Petán, era de los Magallanes, de los De la Cruz, Mercedes y de los Manzueta – Brazobán y de los De la Cruz Morillo.
Según mis abuelos maternos, entre los Manzueta y los Adón hubo una hermandad tan diferente a la controversial de Rojas Moreno y Javier Montoya. Pero ahora queremos contar algunas que cosas que nos han ido ocurriendo a nosotros los Bonilla. ¡Pero bueno jijo! De qué es, que me está hablando, pues de nada que lo tenga que llenar de asombro y muchos menos de temor. Pues sí, le decía que comenzó a tronar y como ametralladoras se escuchaban los cielos, parecía que cada estrella era una torre desde donde se lanzaban misiles aire- aire, o aire tierra. Quizá viceversa. ¿Comprende, jijo? Con las luces de los relámpagos pudimos ver que algo extraño andaba en el camino hacia los Medina- Parra y hasta Prude, el cojo de Prudencio Mieses, gritaba porque según sus aprehensiones, dijo el, vio un hombre de madera… que andaba desvestido, los brazos eran charamos. La frente de la cara era un pedazo de tabla de planchar, en la boca no había dientes pero los labios delgados, mostraba la de un anciano de 38 años. La gente no quiso que lo dejaran hablar porque estuvo asustando a las mujeres… y al consultar al señor Daniel Bonilla señaló… ese muchacho está más loco el superhombre de Zarathustra, por que se le oyó decir que venía del entierro de Dios… lo que yo escuché que él dijo fue con cierta conexión Nietzscheista: todos los dioses murieron, entonces andan buscando a los superhombres. También aseguró Prude, que el hombrecharamo, tenia como órgano sexual, un palito parecido al de un balaustre de mecedora, dijo además que cubría las yeguas y las burras y al terminar dejaba una estaca clavada como señal de propiedad. Esos comentarios calentaron a las mujeres solteras de la fiesta, y se burlaban en la cara del hijo de Prudencio, quien sin importarle que los truenos eran interminable salió al patio y fue a buscar un cuchillo mata vaca. Pero a nadie le dijo y regresó con la gran descarga de las nubes. El agua que caía, crecía enriquecía los afluentes de los arroyos y de las cañadas y fueron engrosando a los ríos. Los músicos entraban en calor como esos verracos en los corrales, el saxo y el acordeón comandaban los jaleos, la tambora y el guiro eran esquineros simpares. La gente hallaba extraña que tantas gentes de todos los lugares cercanos estaba allí siendo un bautismo de muñeca. Quién invitó a los Bonilla y a los Parra, enemigos de todos los tiempos. Quién pasó invitación a los Moreno y a los Manzanillo. Nadie los había invitado, sólo las manos y la boca del hombrecharamo, pudo haberlo hecho, para su beneficio.
–Así piensa todo el vecino del portal, de los Torán. Y más allá de Sanguíneo… había gente del río Higüero, y de Esperalvillo andaba la joven Altagracia de los brazos del maestro Polin del Orbe.
-Pero ese hombrecharamo, como le llamó Prude, se refugia n el cuerpo de algún borracho o de los carniceros, casi siempre está en la cercanía los potreros que poseen muchas hierbas y hay plantas aromáticas, para estimular su lujuria y su insaciable apetito. Es un ser, según el único que lo vio, bribón, altanero y orgulloso. No se integra a los trabajos sucios. Dijo Prude que ese animal, o vegetal no poseía sentimientos.
El aguacero continuaba y también los truenos. Cuando llegó don Prudencio Silva, se escuchó el grito de un buey, que a un hombre, en sus quejas parecía, nadie de los asientos se movió. Pero Prude, que creía mirar en la espesura de las brumas, volvió a ver musarañas en los entornos de los corrales. Ya, el señor Silva, estaba sentado en la mesa, que había dejado cuando fue bajo lluvia, a buscar el media cinta amolado. Buscó al hijo y no lo encontraron sus ojos, creyó que los gritos cambiado del becerro, de tonalidad y de potencia era muestra que en los aleros de la campiñas se cuecían habas, era casi segura la presencia de Hombrecharamo.
El agua aminoró pero siguieron los truenos y las luces de los relámpagos cortaban en dos bandas la prima noche en el cortijo de los Mambrú y de los Mercedes, de los gritos de los animales al lujurioso del fantasma cuando cubría a las burras y a las yeguas, de don Danilo Moreno la diferencia era casi nada. Pero la podían distinguir los que poseían energías demoníacas en gran cantidad.
Rufino estaba concentrado en el baile y no le ponía caso a nada de las cosas que allí ocurrían. El merengue que tocaban era el Papujito, bailaba con una mujer que las gentes les llamaba Juanita Moreno. El estaba contento bebía ron de frutas hecho en la casa de su compadre y amigo Baustilio Bonilla, no ponía cara a nada, ni bonita ni fea, a nada ni a nadie. Tampoco miraba lo que no le importaba, no oía conversaciones de boca que no tuviera que ver con sus negocios. Por eso para Rufino Bonilla García, no había cárceles, ni fiscales, ni guardias, ni policías.
Los truenos continuaban afuera y dentro del cuerpo de Leonora Salvador, la mujer con quien baila. En el corazón de ella retronaban hasta las décimo quinta potencia, había un hervidero de pasiones acompañadas, de rencores y de muchos hombrecharamos. Había serones de dolencias y de ascos, acosados por acciones inhibidas; que él, por ser un hombre, quizá de los de Nietzsche, educado por un padre ejemplar, y por una nodriza, que lo alimentó sin amarlo… no se de cuenta, de la estufa que la quema por dentro a Leonora Salvador. Estando en la mesa ella le miraba con la mirada de un crucifijo, pero Rufino no se daba cuenta de nada, ni de los relámpagos que hicieron salir del salón a Prude, el hijo de Prudencio Silva, que finalizaba de hablar con Juanita Moreno.
Javier Torán llamó a sus dos hijos menores aún y a Daría Chalas, su mujer y le dijo: ¿La hora del bautismo terminó qué hacemos? La gente quiere seguir bailando, los músicos no tienen problema la lluvia no le deja ir, me parece que si no se oponen continuaré picando el peso.
-Usted, es él que sabe, manifestó, Daría, y Julio César movió la cabeza, afirmando, mientras Niola, agarraba la falda de la madre. Rufino Bonilla fue donde los músicos luego de ver que eran las 11: 34 minutos en la noche, en su reloj Cartier. Fue hacia el acordeonista de nombre Nazario Cruz a pedirle que le hicieran el merengue la “muerte de Martín” el agua, arremetía ahora, con brisa, y el aire traía de cuando en cuando, residuos de pocilgas y de frutas. La noche era, una viuda sellada de dolor y de miedo, vestía de negro en los caminos, todos temían saludarla, respetaban su negrura que parecía su temor. Sólo Prude, salía en la oscuridad, sin importarle nada ni nadie. Por eso Juanita Moreno, pensaba que el verdadero hombrecharamo era El.

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