lunes, 22 de febrero de 2010

paginas de Una Noria en el Camino, Novela del Prof. Víctor Arias




Dos de las Hermanas Mirabal Reyes, asesinadas por el régimen Bárbaro y criminal de Rafael Leonidas Trujillo Molina.


Los días pasaron y las dos familias se buscaron con cariño, y se llevaron como hermano, como padre e hijos.
Al año de impartir clase en el liceo, fui obteniendo nuevas experiencias y adquiriendo nuevas amistades, alumnos de otros centros al enterarse de la adscripción con el liceo de Villa Mella que dirigía Andrés Fortunato Victoriá, vinieron a fortalecer la matrícula y por la atracción que ofrecían figuras como el profesor Jiménez, Prenza y Quiñónez. De la hacienda Estrella, llegaron los hermanos Nancy y Salvador Mejía, Ceferina Rodríguez y Ramón Rodríguez Recio.
Juan Antonio Moreno y Julio Adón laboraban en las escuelas de Batey Reventón y en el Batey Mata Mamón, respectivamente. Ambos estaban en las aulas del Liceo. Entre los alumnos del primer año, que ponían brillo al aula, por su afán de investigación y el anhelo de conocer la verdad científica y filosófica estaban José Miguel de la Rosa, Luis Moreno, el Sastre, Natividad, alía Morena, José Francisco, Daniel, Josefa Mieses, Radames Moreno, Mario Moreno, Joaquín, Mártires, Maritza González, Único Pupito, entre un centenar de brillantes de ambos sexo que recordamos con calor y aprecio. Las hijas de Jiménez eran aplicadas, Mimina impartía como nosotros clase en los cursos de la secundaria. Jiménez estaba en espera de la llegada de su hijo Zeucis que vendría graduado de Teniente de la Aviación de realizar cursos en el Canal de Panamá.
25 de noviembre, la policía de la dictablanda Balaguerista me sacaba del aula del liceo mientras explicaba el valor social y política de las Mártires de ojos de Agua. La noche estaba tan clara como el pensamiento de Minerva, tan transparente como la consciencia de Patria, y la cordura de Teresa. –todos los seres son sabios… decía cuando el Teniente Ureña daba las ordenes de llevarme, de sacarme del aula, los entornos reflejaban soles y estrellas, pero el agente permitió que yo concluyera la expresión filosófica. Los policías observaban el orden que yo mantenía en el aula. Como si hubiesen estados pegados al aula, el aura de un alto poder de espiritualidad que los contagiaba a quedarse escuchándome. La cara de los estudiantes era de confusión, había sido, su altar sagrado, intervenidos por fuerzas policiales, entrar en contradicciones era la lucha de huevo contra la piedra. Se quedaron sin su profesor. El aula adyacente estaba dirigida por Manuel Prenza, y en la otra Ramón Antonio Quiñónez, impartían su clase ordinaria. Ramón Antonio, enterado de lo ocurrido en el aula donde yo impartía mi clase, decidió continuar con el tema que había dejado, sin importarle las consecuencias. Comenzó a desarrollar el tema Represión Policial, conciencia Patriótica de Minerva, vamos a hablar para que nos lleven también, como a Arias y a Prenza. Después de enviar al estudiante Arturo Lantigua a los pasillos para percatarse de los nuevos acontecimientos, y al enterarse que regresarían por él y por Calzado, se marchó acompañado de Francisco de la Cruz, de apodo Frank, estudiante de comunicación social en la Universidad autónoma de Santo Domingo, estuvo observando como otras veces las clases del liceo. Una minoría de estudiante vociferaba en la calle Altagracia el Amen de Mariposas que minutos antes habían grabados. ---“cuando supe que habían caído las tres hermanas/ supe que había muerto la sociedad establecida/ las Mirabal no pueden morir/ hay columnas de mármol que como las mariposas/ y las Mirabal no morirán”…
El grupo de adolescentes llegó jadeando al parque, tuvieron ser invertidos por toros colorados salidos de un corral de piedra llamado Penitenciaría nacional.
Enterada de la prisión, por la solidaridad del director de la escuela primaria, y de Guarionex del Orbe, Elvira, se comunica con su prima Filgia Amparo, y llega al cuartel de policía, a llevarme café y cigarrillo que el sargento Gil Rodríguez se opuso a que me lo pasaran. Tres días después cuando entré al aula fui recibido con vivas y aplausos se diría que había resucitado, recordé al poeta Fray Luis de León habiendo regresado de prisión cinco años después al iniciar sus labores de Maestro: dijo “Como decíamos ayer”. Así lo hice yo… algunos estudiantes pensaron que 24 horas en el cuartel me habían vuelto loco. Como decíamos ayer…” las hermanas Mirabal eran tres rosas, salidas de un manantial y como tal refrescaron con su perfume, los entornos y contornos nacionales, salidas de un manantial de flores de aromáticos pétalos, y estambres que rociaron las aristas del perímetro nacional y los contornos extranjeros. Sentí fuerte escalofrío con los aplausos de Juan Antonio Moreno, la tiranía entró a la puerta del infierno, cuando marchitó las cálices y los pólenes de esas, minerva fundó junto a Tavares Justo el movimiento 14 de junio, que denominaron 1j4. Allá en mi casa, estaba Mario Calvo esperándome para ofrecerme la solidaridad, cuando llegué sonriente y regocijado al verle, el leía en la galería. ¿Cómo está señor Calvo? El respondió que estaba bien. Estoy aquí, le manifesté de inmediato, porque me informaron que deseaba conversar conmigo. Dejé los estudiantes deseosos de plásticas. Elvira nos sirvió café, para fumadores. ¿De qué quería hablarme don Mario? Supimos que estuvo detenido en el cuartel de policía, se detuvo para saludar alumnas del liceo, que tenían deseo de ver el rostro de Elvira mi mujer, y dejaban la Duarte, hacían un viaje más largo. … y estoy por enterarme de el trato que les dieron, esas gentes en los recintos son fieras enjauladas, tienen los colmillos afilados y parecen Vampiros.
En término relativo me trataron bien, pero el sargento Gil, que decía ser amigo de las familia de mi Madre, no permitió que Elvira me llevara al niño que deseé ver… tampoco que me pasara los cigarrillos y una taza de café. Con el profesor Manuel Antonio Prenza fue por igual.
¡Así son ellos!
En el cuartel fue relativamente de respeto, pero en el aula fue de bestias eróticas en celos el deseo de saciarse lo manifestaban en los gestos y las maniobras. Hirieron mi santuario, me violaron en la formalidad de la dulce pasta llamada educación. De la solemnidad del sagrado parto de las ideas. A ellos como a tales les agrada lo mostrenco, lo doloroso, lo dañino, el aborto, el sacrilegio… los jefes envían a los peores, a los bizcos, a los tuertos, los mandan con pinzas y tenazas, tendente a cortar de un solo golpe, el ombligo de la mensajería social.
Estoy confundido con la forma de los profesionales de esta, nuestra generación, porque estando detenido Prenza y usted… los otros siguieron impartiendo clases. ¿Qué tipo de manifestación es esa? ¿Qué hay ahí?
-Para eso amigo… se requiere del conocimiento, es cuestión de clase, comprende usted. Es no enredarse en las patas de las ideas como en la de la yegua de la burguesía que algunos montamos. En muchos casos se quedan en el aula para dar a luz a las ideas, y que no nazcan estas en manos de parturientas… Mario me interrumpió y me hizo saber que era eso lo que el creía que ocurría… fingiendo continuar el proceso los involucionaban. Es verdad uno de los fines de la tiranía es tener lámparas apagadas. Muchas veces debemos apagar algunas para que no alumbren monstruos. El maestro tiene oportunidad de abrir nuevas habitaciones así se encienda la antorcha de la toma consciencia que para eso sirvan la humillaciones a que hemos sido sometidos algunas muertes son semillas vitales que logran como un vivero germinar en gametos de libertad. Y mil veces se rompen los huevos y se encienden nuevas lámparas.
No debo marcharme maestro, sin oír la opinión suya sobre el concepto conciencia… ¿dígame es un objeto o es un sujeto?
Oiga doctor Calvo, hay concepto muy complicados como son muchos órganos complejos en el trato… la conciencia entra en cualquier apartado del saber humano… la sicología define la conciencia como la capacidad de valorizar el momento real, quiero decir el presente, de ahí hay que decir que hay una conciencia individual, otra social o colectiva, una temporal, y la conciencia emotiva o empática… que se acerca a la Ética… de manera que lo bueno, lo malo todo esos puntos de vista y categorizaciones son propia de la o de una conciencia. Algunos la tratan como el estar despierto, alerta, el conocer. Me rasqué la cabeza, pero cuidado si lo estoy confundiendo. Quizá no le es comprendido. La consciencia. Se detuvo y puso de norte a sur el índice en la boca como si fuera a pedir silencio. También debo señalar que este es un de los concepto con mayor enemigos, unos gratuitos, que como en los merengues, lo fusilan, ahorcan los merengues de Tatico Henríquez. Mario abrió los ojos fuera de orbitas no esperaba que yo fuera conocedor de los temas folclóricos, si los fusilan. Con el picadillo hacen un locrio con auyama y longanizas, coditos, con cogollitos de yucas y pipian de pichirrí de garzas fingiendo ser de paloma. Pero sin ambages le diré que conciencia es mucho más que conocer y que comprender, que saber y entender, como algunas escuelas han enseñado a emplearlo. Es la aprehensión de valores y de características categorizadas. Individualizan a un objeto físico, moral, o espiritual. Formar juicios de valores humanos dijo un padre a su hijo—cuando tenemos seguridad de ser dueño, o no podemos asegurar que hay, una conciencia, porque dominamos en su esencia, ese objeto. Lo podemos comprender luego de haberlo descompuesto. Ejerciendo un poder sobre los sujetos u objetos sociales morales, ético, religioso y políticos. Es dominar la naturaleza. Conociéndola. Es conciencia del maestro conocer la naturaleza del educando, la esencia y los intereses lúdicos y biológicos. El señor Calvo sonrió y se movió en el espaldar de la silla como cuando se rasca un cerdo en una jabilla. Dejaron la galería huyendo a una ligera llovizna que se desprendía del cortijo la solana, se instalaron en la sala, por unos minutos porque en una “calladita” aprovechó y se marchó para la clínica que funcionaba en la misma calle José Soriano, en una casa que rentaba al señor Daniel Moreno. Luego nos acostamos cuando la llovizna arreció… los goterones me recordaron las viviendas de Bajabonico y de Altamira, y entre regocijo y penas nos dormimos. Pero aunque no era totalmente cierto creíamos estar en el exilio arrojados a un destierro parecido al de Rodrigo Díaz de Vivar, pero sin Babieca. Alejados de nuestras familias de tíos y de hermanos y de abuelas y de padres, de madrinas y de compadres. De los árboles, de las chorreras de los arroyos y de los ríos, de los olores a sudores del cuerpo del abuelo, alejados de los cerros de las cordilleras. Del ladrido del perro, y del canto del gallo y de cascareo de las gallinas que ponía los huevos que acompañaban el pedazo de víveres o el plato de moro. Alejado del pito del ingenio o de la sirena del viejo muelle. Desperté y cerré la persiana que dejaba pasar brisa humedad y llegaba al catrecito de Kleber. Recordé la cara de Mario cuando encendió el cigarrillo al marcharse que el humo dibujaba autopistas y recovecos. Y dijo que la lluvia era una de las maravillas del universo, la consideró como una manifestación útil de maravilla de la naturaleza. Es de las conciencias mas noble que nos desvuelve cada gota viaja con el velo místico cubriendo el rostro del misterio. Los antiguos, me explicaba, la simbolizaron la materializaron en figuras de aves y comportamientos de adolescentes muchachas, la llamaron las Nereidas hijas de Nereo o Nero. Esposo de Doris padres de cincuenta Nereidas. En tiempo de sequía los antiguos creyentes, la convocaban a los ritmos eróticos, de las cinturas de las hijas… iniciaba la sagrada caía de un éxtasis al parecer era su orgasmo. El espectro de su anhelo caía al reverdecer los sembrados y al refrescar las cosechas. Me quedé dormido nueva vez.
**** Capitulo 9.- *****
En la clínica el señor Calvo no podía dormir, eran la 1 de la madrugada… pensaba en el orgasmo de la Nereidas. El aguacero superó a las horas anteriores, pero la brisa era muy fría. En la casa del vecino Teniente Guzmán las luces se encendieron, se apagaban y se encendían. Despertó Elvira y comenzó a darle el biberón a Kleber. Me senté en la mesa del comedor, escuchaba el concierto de la lluvia, besando la lisa piel del techo arrugado, sentí vergüenza al recordar la cena que era de harina de maíz y habichuela verde con ensalada de repollo y aguacate y no pude invitar al paisano que quizá hambre tenía. Leí unas páginas del imperialismo Negro, y como se había dormido Kleber volví acostarme.
Permanecí creo que hasta las tres despierto, recordando lo que me habían dicho que en la casa del profesor Del Orbe, un contingente de maestros colorados, miembros del movimiento escolar duartiano, de nombre MED, fracción del partido reformista, se había marchado de la casa del referido maestro, por la fuerte oposición que había tenido a que continuaran humillando y vejando a sus compañeros de aula. –no acepto, no acepto, ni atropello, tampoco ultraje, contra los profesores de la escuela o del Liceo. Y si continúa, vayan consiguiéndome el traslado de inmediato. Entre los que estuvieron escuchando las energías endiabladas se hallaban Elías José del Rosal, Prudencio Chinito Martínez, Odalis, estudiante de primer teórico, pero con inquietudes periodísticas, manifestaba en la glorieta del parque:-“pienso que es encomiable la actitud del profesor del Orbe cuando solicita su renuncia del MED. O el traslado si continúan maltratando a su compañeros como fue la prisión de Arias y de Prenza.” El parecer mío señaló Estragildo González, va dirigido a la capacidad de simulación que muchas personas tienen, como pose pantallezca, emplean la máscara de doña María Ramos. Ese es mi parecer. Dijo Raúl González, estudiante universitario. De quién están hablando preguntó Carlixto Almánzar. Tú sabes de quién estamos hablando. No te gaste tanto, no te gaste tanto. Bombardeó Ramón Rojas. ¿Cuál es el nombre del profesor nuevo? Se llama Víctor Arias, respondió Johnny Calzado Sugilio. ¿Cómo es el? Qué te pareció la actitud cuando de regreso al aula dijo “Como decíamos ayer” preguntó Natividad-La Morena- y siguió hablando de las hermanas Mirabal… sin importarle el precio que tuvo que pagar. Es un individuo honesto con muchas disciplinas- aclaró Danilo Moreno. Estudiante universitario. Fíjate que toda frase ajena la entre comilla. Mientras Danilo hablaba Toñita la hija de Otilio, pasaba cerca de la glorieta del parque, se interrumpió para preguntarle, oye Toñita, para dónde iba el profesor Arias. Iba para la María Montés, para el velatorio de un primo suyo, que mató siendo policía, la policía.
¡Cómo! ¡Cómo!.
Así como suena. Dijo la prepúbera.
En la casa 194 de la María Montés, la señora Buenaventura Torres, recibía mis palabras y mi sentir de sobrino adolorido. Yo sufría en mi carne los lamentos de mi tía, quién una vez me albergó como a uno de sus hijos, con el apoyo del mayor a quien velamos en medio de llanto y dolor. Ay hijo mío, ay mi hijo, pedacito de mis entrañas. Por qué me lo mataron, si a nadie le hacía daño. Ay mi alma, mi cielo… y ahora, ay sobrino, se dirigía a mí, y a Martín, hijo de Francisco su hermano. Mataron a Juanito. ¿Dónde está Salomón? ¿Y Papo? Su otro hijo… decía tía Buenaventura entre llantos y queja. ¡Qué dolor! Quitarle la vida a Juanito. ¿Por qué? ¿Por qué dios santo! Miraba a una imagen del corazón de Jesús, ¡dímelo tú Dios! O es que tampoco lo sabes… ¡ya veo… ya entiendo, que ni tú lo sabes! La palabra de mi tía herían mi esencia humana, y la acompañé en los sollozos. Lloré con mi tía la ida de Juanito. Lo mató la democracia de la burguesía, porque no quiso cooperar… en qué no quiso, no permitió qué, el cruce de qué. El olor de rosas y a nardos putrefactos, me hizo retirar del altar. Y fui a parar a la calle Ernesto Gómez y regresé para volver al hogar de la José Soriano de la Victoria. Llegué cargado de energías endemoniadas en mi pecho, como salidas de un pozo de vinagre sudor y sal. Estuve la tarde entera muy excitado. Y fue el doctor Calvo quien me asistió dándome un calmante contra el dolor de cabeza que me dominaba. Esa misma tarde me entero que sería padre de gemelo. La noticia borró los nubarrones que traía del sepelio de la María Montés. Disipó la bruma que me había impregnado el asesinato del primo Juanito.
La información del embarazo aminoró el peso brutal de la arrancada de la familia de Juan Bautista Baúl Torres. Elvira tenía 17 años y yo 24, su dorada piel, como las hojas secas de las margaritas, de cabellos tan negros como noche sin luna, largo como las colas de Nereidas, ojos azabachitos protegidos por copiosas pestañas, los dedos de las manos y de los pies eran gruesos y cortos.

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