En el comedor de doña Lalo -las tres hijas se sentaron a su lado para preguntarle por el niño del hermano... Y ella informó que podían ir a ver a su sobrinito y que trataran con afecto la cuñada.
Durante todo el discurso de sobre mesa de la señora Eulalia, las lágrimas que humedecieron el mantel era la amnistía que abrían las puertas a su hijo Silvestre, que había regresado del lado de su padre, para construir su propia estancia. Díganle -expresó eufórica la señora, que puede hacer una gran estancia donde lo desee del lado este... que haga el mejor y más fecundo conuco de esa parte de la hacienda de su padre.
En la madrugada cuando el señor Olivo dejó la cama y estuvo calentando en la cocina un poco de café, se sintió perturbado. Prejuzgaba un problema en casa de los mellizos, de su hermana Martina, que vivía en Guayubín. En su familia por todas sus generaciones soñaban, presentían las catástrofes.
Pasó la noche mirando la vieja luna que tenía una boca por cada rayo plateado. Cada boca tenla una escalera de luces, de luces y por la misma subían cuantas cachipollas en el entorno había. Veía las cucarachas, las ratas, los escarabajos, los perezosos, gusanos de tierra, de madera... hormigas bobas, rubia como las barbas del maíz... se iban por la escalera de luz, absorbidas por el poder lunar.
Sin embargo los gallos hacían el primer concierto, cuando hileras de garrapatas y pulgones se mudaban como a un sepelio por la escalera lunar.
Tampoco Sebastián tuvo tranquilidad en la noche anterior... pero en la madrugada fue dueño de un largo y vitalizador sueño que lo preparó para iniciar los primeros proyectos de su agenda.
Estuvo reunido, Sebastián con Justo García. El Lebro celebro por más de una hora y en la mañana del día siguiente, terminaba de techar una pocilga con tres apartes, y como tenía el permiso de su madre, calculaba cuantas tareas de cacao y cuantas de maíz iba a sembrar en el llano del viejo cañafistol, donde haría su casa para ella y para sus hijos-hijas. No podía perder ni el apetito, ni el sueño... Meses más tarde hubo que ampliar la pocilga. Ahora Chang era dueño de docenas de cerditos, habían parido las últimas, traídas la semana pasada... Tenían la cabeza grande, orejas caídas y jeta casi cilíndrica- redonda.
El joven rezador -dijo un día a Lebro... cada vara de cigua prieta que me traiga, se lleva peso y medio, pero cada costanera que halle, se la trae usted y dinero en mano. Comenzaré a construir lo más pronto que pueda. La haré de cuatro dormitorios y cada nacimiento traerá la necesidad de otro cuarto... Mi casa será de más de doce habitaciones... porque el hombre que tendrá mis hijos de una sola mujer soy yo... Seré yo.
En la playa del río, los bañistas, estaban muy contentos, hacía mucho calor. Estaba repleta la poza; las piedras servían de calzada para transitar, pero estaban muy calientes. Sebastián que iba para el río opta por devolverse, entendió que era día de muchas gentes... y eso no era bueno y fue a bañarse a Marto Diego, a Diego Martín... que sus aguas eran frías en verano como invierno.
Las manos del rezador ahora abrían portezuelas de progreso y es dueño de conucos, de lechería, de carnicera... de ventorrillos. Es dueño de la escuela y como es... también rezador, es dueño de la iglesia.
Por qué se burla usted doña Lalo- dijo Alejita Gutiérrez, esposa de Tomás Silverio... No me burlo -dijo la suegra. Es una verdad de Perogrullo. No puedo callar, querían -que lo mandáramos al seminario o para el colegio militar... El tiro se les Salió por la culata, se frotaban las manos, así quedaban las propiedades desamparadas. Te das cuenta que no me burlaba. Ni será cura, ni cabo, ni sacristán, será eso que dije, dueño de haciendas ahora es dueño de ese valioso tesoro. Es dueño de 25 tareas de plátanos, 17 de yuca, 56 tareas de maní’ y yuca intercaladas... Docenas de chivas parideras y de reses... también. Nadie, que no sea Félix Henríquez, tiene en Aromanilandia y en Tatania el ganado caprino que posee mi hijo Sebastián -no es burla hija mía, es una verdad dicen los abogados de Perogrullo.
Juana Francisca, cuando salió del baño, pensó en su madre, deseó que ella la hubiese visto vestida de blanco, con el traje de novia. Había llorado mucho pero el deseo de verla le arrancó algunas lágrimas.
Había aprendido a tragárselas, pero esta vez las dejó para lavar la tristeza. En ese mismo momento llegaba su padre Benito a quien enteró de sus deseos. Informó de los propósitos de Sebastián y que una tarde estará su madre con el propósito de solicitar en matrimonio las manos de ella. Don Benito no dijo nada se quedó mirándola muy complacido, era la ocasión para celebrar tan fausta noticia. Díganle a su novio Juana, que ésta es su casa. Que puede venir, solo o acompañado... porque él reúne las condiciones y elementos que satisfacen a un padre viudo, para hacer feliz a su hija, que era el anhelo de la difunta madre.
Don Benito esa misma tarde salió para Guayubín para la casa de su hermana Martina, Juana al quedarse sola se sentó en el borde de la cama y trajo a su mente el perfil de doña Ramona. La imaginé como líder de una banda musical moviendo las manos aritméticamente y en forma sosegada, ritual y melódica como en las aristas de un cielo azulado, moverse agitando una manta blanca... pero apagándose entre las neblinas de la ficción.
Pero en el encanto de sus sueños escuchó que ella le decía óyeme hija, ven por un momento, ahora te toca entrar por los portales de las tres cortinas: la de hijas e hijos, la cortina de esposa y la cortina hija, de madre... Ninguna de las tres es mayor, ni menor... todas son difíciles, pero cuando usted es responsable las tres son livianas y fáciles de llevar. Los hermanos de ambas familias se sentían complacidos con la noticia del matrimonio.
Cuando Benito regresó de Guayubín, fue sanamente sorprendido al mirar al joven Chang sentado en la vieja raíz de la mata de cañafistol que sirviera como asiento, por largo tiempo, hasta hallar a su amada veneranda.
-Hola Sebastián, lo saludó efusivamente. Estoy bien, respondió, me sorprendo verle sentado en esa vieja raíz, no se cansa, usted? No, por qué me podría cansar, don Benito? Vengo con frecuencia a leer por dos y a veces tres horas...
Sebastián había cambiado la postura de lector y como si estuviera en la oficina, ponía sumo interés a las palabras de su futuro suegro. Perdone usted joven Sebastián, que lo atosigue con mis preguntas, pero ¿de quién es esa casa tan bonita?
Esa será la suya señor Benito.. Porque es la mía, y es para suponer que lo que es al hijo al padre será. Don Benito humedeció los labios y un par de lágrimas tuvo que contener. Reía gozoso. Esa manifestación de grandeza que había, según su parecer lo había dejado desarmado y sin expresión del habla.
Sebastián había ganado un nuevo estadio con sus expresiones tan claras y tan humanas, se movió e invitó a Benito a entrar a la construcción de la casa. Benito elogió las puertas y ventanas, los ventiladores...! Caramba... Caramba! Tiene gusto exquisito usted, iba preguntarle por qué decía la palabra Caramba con tanta emoción, pero se contuvo. Benito se alegraba, pero también se sorprendía de encontrarse en la casa que entendía... seria para su hija Juana Francisca. Pero eso lo decía con la frecuencia múltiple Caramba!
En la casa, después de la ceremonia familiar, y de guardar las apariencias del cansancio del viaje, Benito dejaba expresa una alegría singular para hijos e hijas, en la sala estaban los menores de Lorenza, último encuentro amoroso con el destino del Sr. Benito. La negra Ana y Maricusa oían a Benito. Los muchachos hacían diligencias para el conuco. Juana Fca. Quitó las botas que usaba en los viajes largos. Martina está muy mal (quizás no llegue) al año nuevo, manifestó don Benito, mirándose las botas; dejó bajar su estima al recordarla en cama como una vela de cera de miel de abeja apagándose lenta pero segura. Levanté la cabeza y miré a todos y luego fijó los ojos en la mayor y su cara se iluminó... como cuando veía a la muchacha que un día llamó princesa del río. Su rostro estaba radiante y con él las cosas del salón se limpiaban de sobra... Entonces preguntó no les queda un pedazo de pan para bríndale a un padre que se muere de hambre? No les sobra un brazo para llenar de fe y esperanza a un viejo que se muere de cansancio?
Cómo no, papá, amablemente contestó Juana; la bendición. Abrazó al padre con tanta emoción y apego, que experimentó la mayor emoción espiritual que pudo caber dentro de s’, sin desparramar en los manteles del capricho de llorar por felicidad. Haciendo un diluvio en fuente de dos lágrimas ardientes y pasionarias... experimentando el éxtasis filial en la dermis por el roce de las mejillas del perfume de un recuerdo agradable.
Cuando llegaron los demás hermanos, ya había referido la alta satisfacción recibida al encontrar a Sebastián sentado leyendo en la misma raíz que él empleó en tiempo de sus 26 años esperando por el amor de su Ramona Silverio Cesaire. Pero pudieron oír cuando hablaba de la casa que Chang estaba exhibiendo, como patrimonio suyo, y para su hija Juana Francisca Olivo y que de casada de Silverio. Todos incluso él, rieron por la limpieza de palabras y de corazón con que hacía un padre campesino de poca o limitada formación de academia. El hallarme con el pretendido de mi hija... me hizo tan feliz que amaino la tristeza que traía por la enfermedad de mi hermana Martina.
Juana escuchaba las explicaciones de su padre como si estuviera oyendo la misa del gallo, ni pestañaba, ni su respiración podía oír. Era impresionante como ensamblaban las energías de esa familia. Es una vivienda que se ve, con mayor tranquilidad señal Benito.
De cual vivienda habla usted? dijo Maricusa.
-De la que construyó Sebastián, ¿no la ha visto? Cuando Maricusa iba a contestar, que desde los cumpleaños de Brígida y de Toñita no bajaba al río, hacia presencia Tino, el primo de Juana a quien entregaba una carta de parte de Sebastián.
-Hola Juana, dice la carta, cómo te sientes. Mi madre convenció a mi amado y desorientado padre para no enviarme al seminario y mucho menos al ejército, pero si me hubieran enviado a Roma o a la guerra, de allí hubiese desertado para pedir lo que en pocos días haré, tus manos y corazón en matrimonio, comprende usted lo que le pido? Tú sabes amor mío. Ella sonrió porque cambió para tutearla, lo mucho que te amo lo sabes verdad, porque te llevo dentro de m’, donde quiera que voy, en mis huesos, en mis médulas, en los tuétanos ahí andas tu como una rosa circunvalarte de mi jardín existencial. Eres mi linterna en los caminos de mis atardeceres y soldado de mi intenso amanecer.
En cada letra de esa carta había un misil encaminado a señalar donde esta la pureza de su alma noble y desinteresada, pero que es el blanco de sus proyectos. El pensar de la procreatividad del entorno aromaniel, donde florecen las palabras al umbral de los nardos y jacintos del quejumbroso y arrullador Bajabonico de meandros que son suspiros cuales cuerdas de la idílica lira en el acto de vivir, en plácidas olas navegando, entrando en las blancas arenas del viejo Isabel de Torre, heroico verde guardián de la novia del atlántico.
Juana dio la carta a sus padres y ambos celebraron el muy humano contenido. Don Benito autorizó a su hija a escoger el día para invitar a Chang a cenar en familia con sus tres hermanas y su muy distinguida señora madre, doña Eulalia Trejo.
La República Dominicana no estuvo lejos de ser bombardeada por los aviones del Reich y en especial cuando el presidente Trujillo desafió al (eje) la década del 20 y la del 30 fueron para los países caribeños algo peor que el infierno, los pueblos latinoamericanos padecían el gran síndrome de las invasiones el 28 de julio de 1915 los infantes de marina de los Estados Unidos invaden la república de Haití, quedando bajo el dominio de los estornudos mortales de las cañonerías yanquis.
La tierra de la isla era una gusanera, la hediondez que dejaban los infantes de marina norteamericanos. La hediondez que al pasar las botas infernales del soldado imperialista corrompía el pudor de los dos vientres nacionales. El 15 de mayo de 1916 entraban los marinos de infantería al suelo sagrado de la parte este de la isla. Quisqueya, Cuál era el temor? Por qué a las dos partes, a las dos naciones? Cuál era el interés? Qué deseaban, que supieran los vecinos? Los hechos del 1917. Los acontecimientos después de la insurrección de los obreros en el mes de marzo y la caída del zar. La desocupación militar de las tropas norteamericanas, el 18 de septiembre del año 1924 fue desde el 1905 — 1907 del 1914 — mil novecientos dieciséis, (1916) no fue antes del 1903. ¿Qué...?
Benito, aunque muchos lo ven en el fuego de una centrífuga de un cristalizador de azúcar o en los aleros de una ranchería de Tatania. Pocos saben que él acude al club Amantes de la Patria los 16 de Agosto a escuchar las charlas que anual la institución ofrece a los obreros de los ingenios de la provincia.
Escucho hasta el último de los temas la alegría del futuro matrimonio de su hija lo tuvo apto para asimilar temas como los referentes al desembarco de las tropas de infantería como los ultimátum del gobierno invasor, los EE.AA hacen saber que están muy apenados por los desordenes actuales, lo cual hace a ese gobierno actuar y cumplir con las anunciadas seguridades dadas al mundo y al pueblo dominicano.
Olivo no soportaba eso de ultimátum. No entendió y murió sin entender por qué aquellos jefes que están o puedan estar en los desórdenes, serán hechos responsables.
El inicio de la guerra, los ataques de Peral Harbour, luego en 1941 los hechos del 6 y el 9 de Agosto en Hiroshima y en Nagashaki en 1945. Todos estos acontecimientos favorecen o perjudican al país, influyen en el quehacer nacional y en lo antillano. Pero en el entorno de Bajabonico, en la estancia de Juana Francisca y de Sebastián, la aroma del malestar de una política equivocada, llegaba a todo el litoral del atlántico puertoplateño, la gran crisis del 1929 en el imperio del norte, entra a los hogares más pobres del territorio norteamericano como a los de Tatania en Puerto Plata de la República Dominicana. La quiebra de millares de bancos cerraron sus ventanillas, igual las ruedas de la industria se detiene cerrando los ojos de la producción. Estos acontecimientos del 29 en los Estados Unidos llegaron a influenciar tanto en la economía mundial que a pocos años los pobres de muchas ciudades de Norteamérica tuvieron que hacer fila para recibir una ración de alimentos. Para el 1939 cuando finaliza la segunda guerra mundial, en los Estados Unidos hubo 18 millones de desocupados sin techos, sin comida, sin educación, transporte y sin medicina.
La Casa Blanca lanzó millones de papeles huecos, dinero vacío, carente de unidad orgánica, teniendo que hacer reparto de funditas conteniendo comidas, con el perfil del gran Tío TOM, en todas las oficinas públicas.
La República de Juana Francisca y Sebastián para esos días, de miseria en el pueblo más Vanidoso del mundo, el más consumista, el más arrogante, estaba gobernado por el, quizás penúltimo de los clásicos caudillos dominicanos del siglo veinte. Por Horacio Vásquez, quien se ufanaba de la prosperidad de su gobierno, ocasionada por las crisis económicas europea producto de la guerra irracional. Horacio no sabia que una plaga con pico y espuelas parecida a las aves de rapiña se estaban llevando el manjar... los últimos huevos de la gallina de oro, entre las uñas de la corruptocracia.
La estrella luminosa del gigante caudillo se cae del firmamento y se rompe en millones de esquirlas, hiriendo la esperanza de los nacionales acostumbrados a la danza de las papeletas.
Los Trejo es un conglomerado de rurales, que conservan las costumbres, los usos y las tradiciones de sus antepasados. Mantener la Etnia, era su gran empeño como clan ruralito. Pero no son como desean los pater o los mater family, cuando la flor de la amapola o de café envía su aroma a la campiña, las abejas del entorno acuden a libar los néctares y se fecundizan las colmenas.
De los hijos e hijas de los fundadores de Los Trejo, surgen otras familias aunque fuera del territorio, en el primer tercio del siglo veinte, a principios de la invasión. El señor Tito Bonilla alias (Canuto) casa con Cipriana Trejo, la señora Matilde Trejo, casa con Juan Bonilla. Alias (Juan Santo).
Valeriana Trejo, fundadora de Los Trejo, paraje de la sección Pérez, era madre de Bernardo; Ramón, de Vicente y de Francisco... cuál de los primeros hijos de los fundadores, fue el que rompió las reglas del clan, los hijos de doña Valeriana llevan como patronímico Silverio.
Sin embargo Eulalia es Trejo. Esa familia permitía aunque no el incesto, patrocinaban las uniones entre primos de primera línea, es decir entre primos hermanos. Sin importarles los resultados, como fue el caso de los hijos de dos primos cruzados, es decir hijos parejas de hermanos dobles estuvieron en dos ocasiones partos de niños metamórficos, cuentan que Dolores, mujer de Horacio unidos en matrimonio vieron muy complacidos el nacimiento de una niña a la que bautizaron con el nombre Sacarina todo iba muy bien y nadie notaba anomalía en el cuerpo más por fuera que por dentro. La felicidad era superior entre Dolores y Horacio. Tenía Sacarina, tres años y tres meses y fue atacada por una horrorosa gripe. Permaneció 15 días sufriendo de dolores de cabeza. Fue la enfermera que la atendía quien señal que a Sacarina le habían nacido varias manitas o axones parecidos a las manos de un bebé. La madre al enterarse se desplomó sobre el mosaico sufriendo leves rasguños. Horacio quiso pedir ayuda para tratar el caso pero hasta el Estado le dio la espalda, la niña murió a los seis años, los cabellos cubrían las manitas que no crecieron más que los dedos de una mano normal. La tristeza sustituyó aquella alegría de pobre, el temor fue hermana del desasosiego en la familia de Horacio y Dolores, que fueron aconsejados para evitar engendrar otra criatura que según los videntes esta vez sería peor. Y así sucedió, les nació Adolfito, con los mismos rasgos del parto anterior, la vida reflejo de salud, alumbraba el buen deseo de los padres tener un hijito o hijita para neutralizar los recuerdos de Sacarina.
La casa de Dolores y de Horacio era una clínica, parientes y amigos, entre ellos comadres y compadres, acudían en la mañana todos los días para conocer al niño Adolfito.
Parecía que tuviera todos sus órganos normales, comentaban los visitantes eso se creía, eso habían dicho los médicos y el comportamiento respondía a los estímulos exteriores como un niño de su edad para los estímulos de vida interior había que esperar.
El tiempo convirtió a Adolfito en un fenómeno, le crecía la cabeza de tal forma que su tamaño era 23% de su cuerpito, además le nació cuatro dedos más en cada extremidades uno, pero la uña crecía con la misma rapidez y frecuencia que los cabellos de Sacarina, a los ocho meses Adolfito tuvo toda su dentición y además en cada colmillo le habían nacido una andana, una línea más de dientes encima de los primeros. La carita era de adulto, con labios abiertos.
El niño era un hidrocefálico, murió antes de cumplir los nueve años. Dolores y Horacio vivieron largo tiempo en un asentamiento agrícola en la periferia de la capital de la República, donde adoptaron una niña que luego dio nietos para los dos esposos primos.
No solo en Los Trejo eso ocurría, también la familia Torres en la comunidad de Jicomé, realizaban ese tipo de enlace con primos y parientes. Y los Torres de Jicomé en San José de las Matas.
En cualquiera de la familia del entorno imberteño o Altamirano, la familia era en su mayoría matriarcal, con una gran inestabilidad en los vínculos del matrimonio; el hambre, la pobreza y la educación formal, era marca esencial del extracto. La madre era la jefa de toda acción económica o amorosa; Mamá es la que sabe decían las quinceañeras, es la Matrona, Juana Francisca Olivo tenía aprehensión por lo nato del matriarcado, mas conducía sus actividades con las dos varas. Una de las cosas que más a ella le preocupaba era lo poco que la gente valorizaba el concepto amor. Llegando a preguntarse ¿es amor eso de casarse con primos?, ¿Será amor o simple apego al mantenimiento de la etnia? A ella le dolía que en mucha familia del entorno, ese elemento básico para el crecimiento de la familia, del núcleo de la comunidad humana se estuviera muriendo, o lo estaban fusilando con el apego a fantasías y magias negativas al desarrollo de la esencia de la naturaleza física y sicológica de la raza humana.
Los principales vínculos familiares de la época fueron los de las hijas de su tío Andalio: Crucita. Se casó con el señor Ramón García, de apodo Cuba, Francisquita con el señor Néstor Sandoval y Ernestina con el señor Juan Diloné.
Los hijos de Juan de la Paz Medina, Julio y Evaristo se unieron a las hermanas Daniela y Liberta, oriundas de Jicomé, la mayor de los hijos del señor La Paz, Berta casó con Basilio Silverio hijo de Pepe del Carmen tío del joven Sebastián, que un poco más tarde se casaría con Juana Francisca Olivo, hija de Benito y de Ramona, hija esta última, de Fermín y Cayetana Cesaire.
Antes de los trece meses todos estos matrimonios era familia completa, a cada vivienda había llegado uno o una para quedarse para formar en los sucesivos una familia nueva. A Crucita le llegó una niña a la que bautizaron con el nombre de Petronila, a Francisquita le nació la niña Esperanza. A Ernestina le nació un niño al que dieron por nombre de Justo.
Al señor Evaristo le nació una niña a la que llamó Teresa y a su hermano Julio un varón al que llamaron Luis y a Berta y a Basilio les nació también una niña y la bautizaron con el nombre de Zunilda.
Así fueron creciendo estas parejas con los nacimientos de niñas potables sanas y varones ’íntegros, en término orgánico, as’ esos cruces dieron como resultado a inicio del siglo 20 del matrimonio de Pablo Silverio Minaya, Doña Eulalia Trejo y de tal familia naciera Sebastián y ha sido así como fueron Tatania uniéndose a los demás parajes. Tatania con la ribera del arroyo Capitán con la familia Sandoval. Tatania con Rincón, los Bonilla con Diloné y Crucita con Guanabanía.
1930 la brisa de la mañana del 16 de agosto besó con náusea el lienzo tricolor. No por los colores ni por escudo, sino porque se sentía un flujo de intranquilidad... los místicos se lo achacaban a que ese día finiquitaba el periodo presidencial del presidente Vásquez. Los cafetales de Tatania, los cañaverales de Amistad, las haciendas de los Brugal, la licorería, los bueyes del Central Montellano sintieron también que se acercaban tornados y tormentas humanas y naturales. Las esperanzas de los jóvenes que en esos días contrajeron y los que contraerían matrimonio estaban frustradas con el ascenso al poder del presidente Trujillo.
En muchas poblaciones urbanas, suburbana y rurales la iglesia encontró el discurso del general Trujillo como inmoral y pornográfico invitó a los jóvenes en edad de producción a contraer a buscar... mejor dicho a escoger parejas, esta población se está haciendo anciana y hace falta la hermosa sonrisa de la infancia. De la gerontocracia a la infantifilia, de la gerontofobia a la efebofilia.
Los aires en las calles de la ciudad capital, en las ciudades como la de Santiago, traían los infaustos recuerdos de la noche del 23 de febrero de ese mismo año, cuando surgió como un montaje teatral, la llamada revolución de Santiago. Tan falsa, como muchas otras acciones montadas para cazar opositores. Era Benito quien le contaba a sus hijos e hijas antes de irse a la cama.
-Esa revolución de Santiago, fue una falsa, fue un montaje, las armas fueron entregadas por el general Trujillo, por lo menos di— la orden de hacerlo, de un simplón segundo teniente de la guardia nacional llegó a gran General de Brigada. El mismo -continuó Benito, preparó lo que llamaron “Jugada Maestra” y cuando los revolucionarios llegaran a la fortaleza San Luis, los soldados levantaran las armas simulando rendición.
Pero los síquicos de campos como los de Guanabanía y como los de Tatania entendían lo que se avecinaba era una cosa para esconder la cabeza o salir a esconderse a una cueva forrada de acero. Nadie hizo caso a las premoniciones de los clarividentes rurales, y el día 3 de septiembre los brazos como antorchas de fuego ácido entró al territorio dominicano, destruyendo a su paso de gigante, la República lloró a cinco mil muertos, siendo esas las primeras después del ascenso al púlpito del generalísimo Rafael L. Trujillo Molina.
Félix Henríquez llamó a Sebastián y como el Jefe lo instó a casarse, le habló de la casa que había terminado, le preguntó por la novia ¿De dónde es? dijo. Pienso casarme en las próximas semanas. ¿Que desea usted? Es de aquí, nieta del viejo Fermín Silverio y de Doña Cayetana. Se llama Juana, hija de Benito Olivo. Lo conozco, dijo Don Félix.
Lo que deseaba Sebastián, manifestó el señor Henríquez Silverio es para hombre casado. Necesito que al casarte hagas como otra familia, la iglesia. La iglesia y la escuela son cosas muy delicadas y muy complejas.
Cuando Sebastián llega a la casa intercambia impresiones con su madre a quien entera del ofrecimiento que el señor Félix Henríquez hizo y él se entera de la situación de su padre en la comunidad de Guananico, Doña Eulalia como Sebastián ignoran de la muerte en Guayubín de la hermana de Benito.
Eran las nueve de la noche cuando el señor Benito envía a Fello a la casa de doña Lalo para que los entere de la muerte de Martina, su hermana, Buenas noches -dijo el visitante. ¿Cómo esta señora Eulalia? -dijo el visitante.
¿Cómo estás? Siéntate, siéntate en esa silla de guano, dijo de inmediato doña Lalo, sorprendida, Qué sucede que te hallas por aquí’ a estas horas? -sí señora, respondió, mi padre me envía para que les entere de la muerte de una tía, es decir, de Martina su hermana. Sebastián con el permiso de su madre acompañado de su hermano Mariano llegó a casa de su prometida, después de dar sus condolencias y haberse enterado de los rezos de novenario regresó a la residencia Silverio Trejo.
El señor Benito participa de los funerales de su hermana, el cortejo lo dirigía Pedro M» Montesinos que tenia un sombrero Jipijapa, camisa blanca mangas largas, pantalones negros; a su espalda iban Octavino y a la derecha Octaviano, ambos gemelos de la difunta. Iban vestidos de negro.
Le seguía unas decenas de vecinos y familiares. La seca era como siempre en la parte oeste de la isla sin embargo entre la cordillera septentrional se vislumbran nimbos viajeros que acompañan los condolidos al cementerio.
El señor Olivo no comprendía por qué su cuñado Montesinos, no había mandado a buscar a sus dos hijas que vivían una en Esperanza y la otra en Villa Navarrete. Tampoco entendió por qué los gemelos cuando llegaron del cementerio lloraban como cuando se reían por la muerte del presidente Mon Cáceres.
En la tarde del siguiente día de la casa de Ramona en Tatania, fue pequeña para recibir los gestos de manifestación de duelo y de amistad de los parientes de sus hijos e hijas y de los suyos propios. Don Miguel sintió la falta de recursos para facilitar a tan fiel amigo, deseó ir para los últimos rezos. Y después de un rato al mirar el agobio de su amigo fue a la mata de limoncillo y lo invitó a fumar.
Doña Eulalia acude en la noche a la casa de don Benito y comparte con él y los suyos de su aromático café con pan de maíz. Doña Lalo confirma enviar a las muchachas con Sebastián para la misa el domingo próximo a la comunidad de Guayubín.
-Agradezco, dijo Benito a nombre de la parentela de nuestra familia las atenciones que han tenido con nosotros. En esos mismos instantes entraba Juana con una bandeja y un servicio de café humeante , entregándole primero a la señora madre del que seria su esposo, luego a su distinguido padre, no miró para ninguna parte y en segundo terminaba de servir al estilo Tatania.
El señor Benito luego de marcharse los parientes de Sebastián, habla de lo distinguidos que han sido sus vecinos y parientes como amigos del entorno y de los contornos de Tatania, consideró de noble esa actitud y de honorable, pero hizo reír a los muchachos cuando contaba la travesura de los gemelos Octavino y Octaviano.
Era martes 13, día de San Antonio, fiesta en los entornos de Tatania, en los parajes Aromania, Guanabanía, fiesta de cantos, polos y tonadas de hachas. Chuines y rumbas. Corcove de pripri. Tamboras y güiros de calabazas y de bangaños. Tocadas de cohetes con rabizas de cabuyas, corrida de caballos y de burros desnudos de cobijas, sin gurupas. Subidas de palos engrasados. Luego algunos tragos y aullidos de perros hambrientos y rebuznos de asnos y ronquidos de cerdos, bramidos de vacas. San Antonio, baile de enramada, música de viento. Música de trío, típica, pies descalzos cintura sin correa, cáñamos sosteniendo el pantalón de kakis o de fuerte azul o tal vez de yagua mojada en mamey o Marto diego.
El camino real estaba decorado con penca de palma real en arco gótico, arcos góticos hechos con el alma de una tradición. A cada lado del camino había un horcón sostenido por un cáñamo o hilo de cabuya decorado con papeles a colores, los de la Patria toda, dijimos ya en arcos de pencas palmeras y azahares, rosas silvestres y petunia traídas de Las Líneas o de Tamboril.
Un hombre terminaba de pintar la escuela y mujeres por fuera y por dentro de la iglesia, lavaban las paredes. Don Félix caminaba al compás de la música de viento, terminaba su viaje en los anones del río cerca de la vieja gallera.
Al lado de la vivienda de la señora Flora García, madre de Víctor y de Calixto, en el secadero había tres hileras de personas recibiendo platos de arroz blanco y habichuela y carne de res y un pedazo de plátano o de yuca, al término de comer iniciaba la fiesta para baile, los aparatos de vientos encendían los corazones de los concurrentes a seguida de los anfitriones: Doña Higinia y don Félix, bailaba la pareja invitada, ese año de 1938 le correspondió a Juana Francisca y Sebastián, quienes no permanecieron por mayor tiempo por J. F. estar en duelo y se marcharon a Tatania de las manos con sus sentimientos y con la satisfacción de no haber herido a su padre don Benito Olivo.
Para el señor don Félix esos arcos significaban la hermandad de la familia. Juana y Sebastián cuando llegaron a Tatania fueron a sentarse al alero de la casa del abuelo Fermín, donde dormán varones hermanos de ella. Permanecieron unos minutos escuchando la música de la fiesta que habían dejado a su espalda. Comenzaba la música típica, los llantos de un acordeón entraban a los bohíos de los parajes como los de niños pidiendo un vaso de leche. Chang que anudaba los cordones a los zapatos, dijo: Es el señor Celso Moceen, Cruz Moceen. Vive en el paraje, los Guzmán. Esos requiebros rítmicos lo hicieron retrotraer las imágenes de los jugadores de azar, el de domino veía a Lalia con su juego de Bironay y a Guayabón con la lona y la cacona para los juegos de dados. Recordaba el baile de la cinta lo hizo sonreír al compás de don Félix y de Doña Higinia mientras bailaban el merengue San Antonio.
Los músicos típicos se adueñaron del escenario festivo del salón de baile, el señor Moceen, diestro en el manejo de sus dedos juveniles, dejaba atónitos a los espectadores, cuando hacía la ejecución digital del merengue San Francisco. El gran salón almacén estaba lleno de bailarines en parejas que en el calor del gusto y placer musical, intercambiaban a veces premeditado, en algunos lugares y ocasiones este comportamiento provocó trifulcas y hasta muerte.
-¿Para dónde andabas -preguntó— Juana Francisca.
-¿Cómo que para donde andabas, -respondió sorprendido Sebastián. No me he movido de tu lado...
-Es cierto, -dijo ella- con el cuerpo no, pero anduviste aunque fuera un instante fuera de Tatania. El la vio que reía con la suavidad de un capullo de flor de Liz. ¡Bendito sea Benito!, dijo en son de bromas, tienes razón, recordaba los jugadores y los bailadores de cintas. También estuve recordando al cura, cuando levantaba el cáliz, y a la mujer que dejó la huella de sus manos pintadas en el lienzo mantel del altar y la gente creyó que era un milagro.
-Sí, sí, lo había olvidado.
-Sebastián ¿Por qué llama zumbadora a esas canciones de palos?
-La Tumba es el nombre original, llegó a ser el baile nacional, hasta la mitad del siglo XIX, su nombre se ha corrompido, proviene del Bantu, según Ortiz, es una danza muy apreciada durante el siglo XVIII presenta sincretismo y muy interesantes cambios cortesanos. El merengue lo fue arrinconando.
La brisa de la tarde hablada en lengua de sosiego blanco, el cielo era deshumano, tenia un alma cálida y más que de cristal era transparente, de risas argentinas...-¿Cómo esta papa, preguntó Juana Francisco, cómo esta don Ramón, señal Sebastián; quien se quedó parado al lado de la ventana que daba al aposento de la joven Ana Alicia.
-¿Cómo le fue en la fiesta?, dijo apagando el cachimbo, dando unos golpecitos en la palma de la mano zurda.
-Nos fue muy bien -respondieron, enumeraron uno por uno, los hechos tal como acontecieron. Los gallos encargados de armonizar la tarde, habían terminado de cumplir con su encomienda, así se abría el hueco por donde entraría el crepúsculo. El deslizamiento de las garzas blancas y reales era un manto volador sobre las nubes de los sueños del habitante de los parajes del entorno del Bajabonico; se asentaban en las ramas de los gentiles anones como en los hangares de un aeropuerto de gramales verdes. Parecían aviones de combates en los corrales al irse a ensayar a las viejas recuas que desde Los Uveros y de Las Llanadas traían los cafés y el cacao en granos.
Juana, Ramón y Sebastián intercambiaban, de la música, de la invitación que fue objeto para bailar la segunda pieza. Hablaban de un sueño donde dos hermanos se casaban. Tuvieron un varón muy bonito, pero con dos cabecitas una más hermosa y vieja que la otra. La boca joven bostezaba con fiereza.
Juana Francisca sintió moralmente una rotura dentro de sí, náusea que descomponía su estado psíquico, continuó en la sala, nadie reía... del sueño, -murmuró casi en silencio- la cabecita hermosa era dulce y parecía una flor de inocencia, con rasgos infantiles de nobleza, pero la otra actuaba como un reptil. El padre del muchacho bicéfalo era mecánico por la ropa que usaba muy grasosa, luego se robaron el muchachito de las dos cabezas.
La sala terminaba de llenarse, habían llegado los demás, Ana Alicia, Negra y demás varones y hembras ocuparon puestos para continuar escuchando ¿Cómo te fue hermana? dijo Maricusa... Y Fello preguntó a Chang algo que su padre le obligó a retractarse. Sebastián dijo estuvimos en la escuela, en la iglesia, en el secadero, repartían la comida, en el baile, nos tocó la segunda, pero por estar en duelo simplemente fuimos al salón y nos excusamos.
Cuando Sebastián se marchaba a su hogar, don Benito manifestó oiga Sebastián, dígale a su madre que permita a sus hijas y a usted venir mañana a la hora santa que haremos a favor de Martina, los esperamos.
Después de la matanza del 37 los dominicanos honestos no creyeron jamás en los discursos del presidente y mucho menos en sus promesas, doña Eulalia después que su marido la abandonara se sentía paranoica y no confiaba casi en nadie. Mandó a Sebastián a sacar su cédula, la necesitaría en el matrimonio.
El licenciado Stenio Vencet, presidente de Haití’ recibió de Rafael L Trujillo, presidente dominicano, la suma de RD$750,000.00, pagaderos en dos partidas, la primera de RD$250,000.00 dólares, y los restantes en cinco años, pero el astuto mandatario dominicano lo persuadió para que recibiera solo RD$75,000.00 dólares al contados en el año 1938.
Doña Lalo se dirigió en silencio, sin que nadie supiera para dónde se dirigía; llegó a la casa de don Benito, al llegar se encomendó a todos los santos del purgatorio de que don Olivo se hallara en casa.
El señor Olivo estaba debajo de la mata de limoncillo, al ver la silueta de la madre de Sebastián, salió a su encuentro. ¿Cómo esta señora Trejo -dijo de buen agrado venga siéntase por favor!
-Estoy muy bien, señor Benito -muchas gracias! Siempre ha sido muy cortés conmigo y se lo agradezco. Pero como sabe, mi esposo se ha marchado en busca de otros caminos, he venido, para que escojamos el día para el matrimonio de nuestros hijos.
-Reciba usted con mucho agrado el honor que nos hace con su presencia y más aún por el contenido de la señalada visita. Nuestro corazón no tiene más lugar para guardar otro sentir que no sea el de alegría que acaba usted de depararnos.
No hablaron más del asunto y después de saludarse la señora Trejo se fue en silencio muy agradecida y satisfecha de haber realizado lo que su hijo esperaba.
Sin alborotos, aparatajes ni circunloquios baratos doña Lalo y el señor Olivo se reunieron por separados y les informaron a sus hijos e hijas lo del matrimonio de Juana y de Sebastián. En cada hogar la alegría fluía por los ventiladores de la cocina que humeaba con poca discreción y lo develaba la cena de esa noche, que de los dos hogares el olor a fritura inundaba a Tatania en la esquina sur y en la norte.
La señora Trejo había hablado con los hijos e hijas de los propósitos del presidente con los que no tenían esposas y les faltaban las diez tareas cultivadas. A las mujeres la obligaban contraer con cualquier pelagallos que sirviera para cubrir las apariencias.
Ni su difunta madre, ni yo -dijo Benito - desearíamos que hagan lo que no deseen hacer, sin dañar a nadie ni a nada, pero tampoco a usted mismo.
Ni su padre, que esta enfermo, ni yo, queremos que incurran en hacer lo que no deban, ni deseo... decía doña Lalo... parecería que los dos se habrían puestos de acuerdo para decir con tanta precisión lo mismo, los hijos en ambos grupos familiares se estaban preguntando, qué estará por pasar que nos sentencian así, era la primera vez.
Doña Lalo se levantó de la mesa y besó a cada hijo, pero a Sebastián, abrazó como si fueran a bailar un tango o una danza azteca.
El señor Olivo lloró en silencio mientras se bañaba, en la víspera del matrimonio de su hija. Le hubiese gustado compartir con Ramona esa alegría, la de ver a su hija vestida de blanco en el altar de la iglesia de la comunidad donde había crecido, pero la realidad era otra. Ramona estaba, al lado de cada cocorote, de cada cosa, y estaba incluso en su corazón y en el de sus descendientes.
Doña Eulalia también lloró la ausencia de su esposo y esperaba todavía la llegada con sus hijos. Los había mandado a invitar como a cualquier particular. Todos sus hijos eran adultos menos José, Isabel a quien su padre se había llevado hacia paradero, y eso la llenaba de tristeza y de lamentos.
El matrimonio colmado de sencillez tuvo la magia de la alegría y del sosiego que sale de los corazones nobles, como los frutos inocentes de los fértiles surcos de las huertas de Tatania y de Guanabanía. Los regalos más hermosos lo entrego la tarde vestida de un tibio amarillo como los besos de los recién casados, era una tarde perfumada de azahares y de rosales, las pasiones se congelaban con las frescas aguas del arroyo Marto Diego y las jóvenes emociones se purificaban con las brisas invertidas del Mamey y La Quebrada. Los tibios rayos del sol como antorcha olímpica señalaban el camino del nuevo hogar.
El azul del cielo se confundía con los ojos claros de Sebastián, que desprendían luces de gozos al observar los negros cabellos, de su amada en un alto moño primaveral.
Las mariposas rumiaban emulando el blanco argenterino de la novia y dos viejas palomas veteranas de múltiples enlaces nupciales, hacían la marcha matrimonial, al compás de toques de campanas, comparando la vestimenta de Sebastián con el fresco traje de un príncipe de la iglesia, por la limpieza y la pureza.
Las tórtolas llegadas desde la pradera dejaron de comer cardo lechero y fueron al jardín de doña Cayetana a buscar la corona de gardenia y como una llovizna dejaron caer entre los pies de los recién casados.
Sebastián tenia la mano zurda de la señorita Juana Francisca, entre su derecha, era la primera vez y era para recibirla como su esposa, como su compañera, como su complemento...Recibe usted a Juana Francisca Olivo Silverio, como esposa, para amarla, para protegerla y cuidarla dándole cariño, amor y respeto en todas las circunstancias, sean esas agrias o dulces... Recibe usted a Sebastián Silverio Trejo; pueden besarse, dijo el cura y los nuevos esposos tenían clavado en la mitad de cada pecho la espina de la timidez, nunca se besaron con profundidad, por temor a herir ese gran amor que los mantuvo unidos. Temían que al besarse se perdiera el misterio y la magia del respeto, la magia del amor, ahora la sociedad lo autorizaba a amarse con decoro, abnegación, ambos se abrazaron, los parientes y amigos aplaudían y aplaudían en las cuatro mejillas como en paralelas de los ojos de ambos salían dos avenidas de lágrimas.
Después de los abrazos de felicitaciones de cuñadas, de las pasadas de manos de primas y de codeos de primos, después de los saludos recíprocos de los padres de los desposados, apareció como una sombra, aunque agradable, eso parecía, la sombra del señor Pablo. Había llegado a la boda aunque tarde, había llegado y fue recibido por Juana y por su hijo, ya casado, Sebastián. Lo cubrieron de besos y de abrazos, Silvestre que tenla en las manos la ropita de Miguelito se la pasó a su mujer y fue a saludar a su padre que se veía enfermo.
José Isabel, aprovechaba lo que para él era confusión... subió al cañafistol e izó una bandera y prendió fuego a varias patas de gallinas y a unos cuantos montantes que iluminaron el entorno aromanilero, los residentes en la frontera de los municipios Imbert y Altamira se enteraron del matrimonio de los Silverio Olivo.
Don Pablo conversaba muy ameno con el señor Benito de los herederos, doña Eulalia abrazaba a Sebastián y dio a él y a su yerna el último beso de soltería. La cañafístula que recibió a Benito en sus raíces, ahora entregaba a su hija bajo su sombra.
El momento era de armonía y de delicias, de fragua y de esperanzas, de bendiciones, muchachos ayer, hoy padres, mañana abuelos, tíos después. Aprendieron el camino y caminaron, sintieron en sus dedos el dolor de las espinas y en sus ojos el placer de la belleza de la flor.
En la casa de Benito, Maricusa, se auto-evaluaba, entró al dormitorio vio su cuerpo en el espejo, creyó que estaba lista para asumir el mando de la casa, se frotaba las manos con cierto nerviosismo. Esperaba el regreso de su padre, para darle una prueba de que estaba lista.
Limpiaba la casa por dentro y por fuera, no dejaba una pulgada del solar sin revolear y en el camino que anduvo hallando unas anotaciones de Juana y leyó...Juana entendió el camino e hizo al andar trillos, en las huellas del camino de sus bisabuelos, con honradez y nobles sentimientos, por su naturaleza de mujer enérgica, sensible pudo emular la energía de Juana de Arco y ser otra Juana de Arco, y ser otra Juana de América, o como su paisana Juana Saltitopa (Juana Trinidad) verdadero nombre de la coronela dominicana, Maricusa se detuvo de leer; recogía unas basuritas que tenla debajo del fregadero y cuando retornó, comenzó de nuevo, Juana trazaba linderos de su radial físico, la amplió, aumentó su poder espiritual, y demostraré, -había dicho Ramona- todos los saben es una mujer sin geografía, los hijos de esa muchacha volarán para bien de todos, pero deseo que todos sepan Maricusa, fue asaltada por el temor que le produjo la presencia de Mauricio, y casi destruye el papel de las anotaciones de Juana Francisca.
Cuando su padre se aproximó a la mesa encontró servida la cena, él sonrió de complacencia ¿Quien sirvió la mesa? preguntó. -Yo papá, contestó Maricusa, que creía que lo había hecho bien.
La hija que estaba recogiendo la loza, recordó al ver a Mauricio, el cuaderno de las anotaciones sobre la hermana y se lo entregó en el momento que se levantaba de la mesa. Mire papá estuve leyendo y me gustó mucho lo que dice ah’, de Juana; as’ es, ese cuaderno es de tu madre, dónde lo encontraste, preguntó entusiasmado, lo hallé debajo del baúl de las correas negras, mientras Maricusa daba riendas sueltas a su poder psíquico, quise decir poder espiritual, empeñada en interpretar a su padre, en mejorar sus conocimientos culinarios, las primas de Sebastián, las hijas de José del Carmen, comentaban lo bueno y lo malo del matrimonio.
Yo no encontré, dijo Ceferina, nada que pudiera catalogarse de malo, pues, seria que no tuviste ese moño, señaló Victoria, que le hicieron a la novia ¡UNP... unhu!, murmuró Tomasina, que desgranaba las habichuelas maduras. Dice a quién dañaba ese moño para nominarlo como malo, es verdad dijo Petronila, a quien le hacía daño la blancura de su hermoso vestido y el reboso que se colocara sobre el velo, yo pienso dijo Tomasina -que somos del campo, para qué la novia tenía que llevar guantes blancos, después no vi. Nada anormal. -Yo sí vi. Algo que me produjo demasiado risas, aclara Juanita- que era la más joven de todas. Cómo va a ser, que no vieron la kotica de Mama Cena burlándose del primo Chang. Qué decía la pájara pinta?
Maricusa haló por la falda a su hermana Alicia en espera de la opinión de su padre, para ella muy importante... los demás habían cenado, faltaba sólo él; vino del aposento, preguntó como se sentían con la falta de Juana Francisca y sólo la pequeña Carmen -dijo que le hacía mucha falta.
Maricusa -hija mía, tienes el sazón en las manos, dijo el señor Olivo -que saboreaba una pechuga de carne de pato guisado... él miraba las facciones del rostro de su hija... la examinaba, buscaba la vanidad en la cara... la hija llena de regocijo y amor filiar lloraba de alegría por haber realizado un acto que complacía a su padre.
Don Benito no tenía prisa, continuó comiendo los molondrones, los aguacates en ensalada... entonces llamaron (cuando Alicia y la Negra salieron) y la sentó a la izquierda suya... Ven siéntate a mi lado. Hazlo aquí’, y con cariño le sirvió la silla a su hija. Oye hija, el camino es muy largo -todos deseamos recorrer. La comida estaba muy bien, era comida para tu padre y tu padre te aceptará siempre y siempre te hablaré lo bueno y la verdad... Cuando hagas algo, hazlo en conocimientos, pensando en las personas a las que beneficiará.. Así te crecerá el entusiasmo y aumentará la pasión, entonces hijas todo... todo te quedarás mejor que bien. Maricusa dejó de lagrimear y dio un cálido beso a su padre.
-¿Pero papá, cómo estuvo la comida?
-Estuvo bien... ¡Estuvo bien!.. Piensas en lo que te dije!
Koticca -decía a sus hermanas -Juana... -decía, te jodite... Jra, jra... te jodiste Koticca lo conoce koticca lo conoce, jra, jra, jra... y después pegó el vuelo para el cogollito del tamarindo. Y parecía que era pagada para que ejecutara lo que parecía una burla a Sebastián. Allí arriba lo dijo muchas veces... en el momento que llegaba tío Pablo.
No tenían (las hijas de Pepe y de Fecunda Ventura) con qué secarse las lágrimas de reírse con las cosas de la cotorra de su abuela María Decena Minaya, madre de su padre y del de Sebastián.
Después de criticar a los protagonistas y actores del matrimonio y de secarse las lágrimas, de... reiniciaron su labor de limpieza, de habas y habichuelas... Cosechadas en las propiedades de su padre.
La década del 30 fue de sangre, de ultraje, de atropellos y de muerte, lo habíamos dicho, de alguna manera, en párrafos anteriores. En 1941, el presidente Trujillo, declaró la guerra al eje, (alianza entre Berlín y Roma) en 1936, luego se le suman Japón, Bulgaria, Rumania y Hungría. Y como si fuera para ser gracioso Trujillo pagó, realizó el pago de la deuda externa... Las ciudades y pueblos celebraron la actitud del presidente, la señalaban como buena, la aplaudían, Los elogios llegaban a Tatania, a los pueblos vecinos del litoral y de otros del mediterráneo.
La señora Juana Olivo de Silverio, se molestaba con las cosas de la gente que aplaudía la acción de presidente Trujillo de haber pagado la deuda... como, una gloria... como un gesto de patriotismo. Sin embargo ella lo vio como un elemento de campaña electorera.
Juana estaba segura que Trujillo, que los alabarderos y secuaces del tirano emplearían los hechos para proclamarlo semi-Dios, todo-poderoso Benefactor de la patria y de los humildes hijos de Quisqueya oriental. Mientras freía sus primeros huevos para su marido... con los ojos casi cerrados para protegerlos del humo pensaba, -Nacerán los muchachos de ahora en adelante con el pan abajo del brazo izquierdo? -se preguntaba Hará el Jefe la democracia económica teniendo secuestrada la democracia política? ¿Habrá pupitres o butacas para cuando los hijos nuestros vayan a la escuela? Haya o no haya camas en los hospitales Juana Francisca conocía el por qué de cualquiera de las circunstancias Hallaran biberones llenos de leches después del pago de la deuda externa?
-¿Cuántos de los hijos, niños y niñas del 40 se quedaron sin alfabetizar... en los predios sureños... en los cafetales de Barahona y de los cañaverales del Este o en los rosales de Jarabacoa y tomates y ajo de Constanza..? ¿Cuántas de nuestras hijas fueron al núcleo de las casas de citas, cuántas niñas ya mujer se ha quedado de proxeneta, en la 30 de marzo o en la Máximo Gómez, en cualquier santuario del placer?
Juana, continuaba conversando con su marido Sebastián... que sacaba punta a un pedazo de corazón de piñón cubano, (como un asador, pero de madera) para sacar víveres de las pailas, tales como: yautía, auyama, –ame... sin acercarse al fuego. Hablaba de cosas variadas.
No hacía tres meses de Juana haberse casado y ya andaba en los conucos ayudando a su buen marido, en tarde de tonapion; uno de los invitados de su esposo le preguntó - Juana, ¿qué sabes tu del guerrero Fermín Silverio?.. Ella respondió lo deseado por el interrogante... y recordó cosas que la hicieron muy triste y otras como es natural la hicieron muy feliz... As’ son las cosas, unas de arenas y otras de fango, se dijo. Recordó que su madre, hija de Fermín, decía que el que deseaba volar volaba y ella podía hacerlo con su poder espiritual imaginó el día de su boda debajo del cañafistol, y pudo verse vestida de blanco, pero como ella ¿cuántas se estarán casando en cualquier parte del universo? En Londres, en los jardines de Albania, en la laguna del norte americano o en la manzana de Cena Paris... ella Juana de Tatania lo hizo a la orilla del río más rápido de la provincia de Puerto Plata, en las arenas del primer río de América. El Bahabonico con su nombre original. Cobijado del encanto de las eneas y los paraguitas, de las higueretas tímidas y mudas, protegido con las raíces de los Anones Cañafístolas y robles -¡ah! me casé una tarde de sol amarillo de brisas enamoradas! Pude hacerlo en Kenia, en Mal’, en Marruecos, en Sinaí, en el Líbano, en Egipto... pero el destino prefirió que no fuera en Martinica, en Cayena sino en... Bajabonico, en la colindancia de Imbert y Altamira mis dos municipios. En las piernas del Isabel de Torres... en los codos del Murazo... en el ombligo del Diego de Ocampo... en las canteras de Demetrio Rodríguez y Desiderio Arias; escuchando la caída de la tarde con el encanto de las cuerdas de violines, y un recitar de poesía en prosa, en lenguaje suelto sin los puentes y alcantarillados de la ortología, perdón... de la ortografía!
Finalmente no fue en África, no fue en Asia, fue en el paraíso restaurado en la República del Indio Enriquillo, y de Anacaona. Fue en territorio de Cipriano Bencosme, de Urbano Gilbert, de Sebastián Lemba y de Juan Vaquero... en días de vuelos de mariposas y de pisadas de tirano.
Esa tarde de tonadas de peones, de vuelos de chinchilines y de cuervos pintos, ella veía a su marido, con otros ojos y comprendió al hombre sembrador... y Juana después cuando sus hijos iban a los centros escolares dedujo, rezó y... lo hizo en español y en latín, cosechó cacao y café, sembró padres-nuestro y cosechó guineos y molió azúcares y maíz. Chang, dijo Juana, sembró en español y cosechó en latín y en inglés. Los dos se han comprendido, la cosecha ha llegado con amor y sabor a miel de abeja, con sabor a tamarindo... a la puerta de la familia, los racimos como racimos de ajonjolí’ y racimos de mostaza; crecieron masticando los recuerdos, rumiando las penas de las contiendas de las décadas de 1930 y de 1945.
Al otro día despertó en los brazos de Sebastián. La satisfacción cosquilla la pasión y el encanto... puso su cabeza de nuevo, encima del vientre de su amado y durmió hasta las raíces del descanso cuando despertó miró las soleras, las tijerillas y puso sus ojos en el caballete como punto y durmió hasta que tocaron en las puertas. Cuando dejó la fresca habitación, eran las 8 de una esplendorosa mañana, de un sol japonés pero con brisa cibaeña... quien tocaba era Fello que traía a la casa un racimo de plátano que su papá le enviaba. -No, me voy, tengo que ir para la loma -dijo. Sebastián, que venia del baño, preguntó -¿Quien era Juana? -Era Fello, vino a traer un racimo de plátano... nos lo envió papá! Sebastián tenía la toalla en el cuello, sonrió y dijo -es un trescientos veinte y lo colocó en el fogón.
En el cajón de los víveres que hacía de despensa, había yuca y plátanos amarillos, pero hirvió de los de su casa, cocinó bacalao con huevos en rebotillos, y llamó a desayunar a su marido. En la mesa hablan de los nuevos planes; hacer una zanja para librarse de las aguas de Marto Diego... mantener estrechas relaciones con los familiares de las dos células familiares.
Meses después de Fello haber llevado la hembra de regalo - La negra y Ana Alicia llevaron las alhajas que su padre le había dado pero que ella no había decidido llevar a su hogar de mujer casada. Era como un ajuar de gente pobre, de gente honesta, de humildes hijos de la honradez.. Juana estaba organizando los aposentos cuando Maricusa y la Negra llegaron con tres cajas, que les enviaba el señor Benito, su padre.
-¿Cómo estás hermana?, preguntó Maricusa al verla salir al encuentro.
-¿Cómo estás hermana? -dijo Juana de inmediato.
-Papá te envió las cajas, dijo que eran tuyas y ah’ las tienes. Las entraron a la sala y luego se sentaron y miraban para los aposentos, las puertas estaban abiertas.
-Díganme -manifestó- ¿Cómo la han pasado sin m’... cómo esta papá? Negra dijo -lo hemos pasado mal, nos haces falta (pero papá dice) que tenemos que acostumbrarnos como con la ausencia de mamá. Papá ahí, sabes lo distinto y dulce que es, siempre aconsejándonos, está contento con el sazón de Maricusa... papá dice que ella tiene el sazón en las manos... y cocina como tu, lo que no me gustan son los chambres que esa hace..., le echa mucho orégano poleo.
La casa era alta, construida con tablas de palma, las ventanas son de cedro blanco y las puertas de Roble y de Caoba. De tierra muy bien terminado era el piso soleado con ceniza y cal... Parecía de baldosa por el pulido y por el brillo.
En las cajas había lozas de fino y exquisito gusto... copas y vasos para vino y cerveza, sopera y platos para múltiples servicios, tazas, cubiertos y paires y vajillas alemanas, propias de la época. En la segunda caja había útiles para vestir las camas, sábanas blancas, y media de manteles... en la tercera estaban los sombreros. Cuando Juana los vio, dejó salir, dejó correr las lágrimas para que lavaran el recuerdo de su adorada madre.
Fello que llegó último, estaba en el comedor que era un espacio, producto de la separación, de la sala por una veranda en forma de arco en arte gótico, parecía una bóveda renacentista. Fello entregó un papelito a Juana que le enviaba el padre a nombre de todos ¿recíbelas, decía el papelito, como regalo de boda, a nombre de todos y de todas, Juana brindó a sus hermanas jugo de limón y a Fello un trago de jalea de miel de caña añeja, todas se rieron al ver como engurruñaba la cara cuando lo tragaba... Les mostró la casa por dentro y por fuera, quedando asombrados con el tamaño de la cama de ella y Sebastián.
Minutos después, llegaba Sebastián del municipio de San Felipe, Juana le informó de la visita y del ajuar que su familia les había enviado... Minutos más tarde llegaron a la casa los hermanos de Chang... -Juana, dijo Sebastián -atiéndelos que voy a estar en el baño... En la mata de cañafístolas estaba la cotorra de la vieja cena... y decía a todas voces los mismos gritos del día del casamiento.
-¡Mariano, Sabelo! -dijo Juana -enfáticamente al instante de verlos -pasen, pasen qué bueno que han venido... Se acercó a ellos y los saludó de la misma manera que antes de casarse. Ambos estaban solteros aún... -¿Y Sebastián? Preguntó Mariano. -Está en el baño, ella respondió con empeñó. ¿Cómo les ha ido a los dos en los primeros días de luna de azúcar? Dijo riéndose el cuñado Mariano. Pienso que pronto -señal José Isabel -se pondré amarga o por lo menos agria.
¿Por qué se pondrá agria? -preguntó Sebastián, que tapaba con una yagua el cacao, previendo la proximidad de un chubasco... Hola hermano -dijo Mariano -cómo te estás yendo después de todo. -Me ha ido bien -contestó -mientras se sentaba en medio de él y de Mariano... no me has respondido Sabelo... dijo - ¿por qué se habrá de poner agria? –preguntó nueva vez.
-No, Sebastián, fue una simple broma -pero tu sabes, que todo varía y esos asuntos del amor como empresa se necesita de muchos recursos, de mucha imaginación e inteligencia, aunque a ustedes le sobra, las cosas van escaseando... las visitas son mayores, el nacimiento de una o de más criaturas... -Es cierto hermano, el viejo ha dicho que eres muy acoplado en tus planteamientos económicos. Pero las cosas van bien, mi parcela está bien tratada. Y Juana y yo trabajaremos unidos.
-Dinos José, cómo es la mujer que se buscó papá, allá en Guananico... Sabelo no quería hablar de ese asunto... Tomás y tu deben cuidarlo, está muy acabado -dijo Mariano.
Los dos hermanos se marcharon cuando almorzaron y bebieron café humeante, como le agradaba a Sebastián. Juana celebraba que Mariano Silverio se casaría con Justa, la hija de Leocadio Pérez... y que estaba preparándose para fabricar la casa donde vivirían posiblemente en el alto de Marto Diego. Oye Sebastián - manifestó Juana y Justa no es la muchacha que tiene un hijo con un señor de los Ramírez? -Sí, contestó tranquilamente el marido. Pero es una niña llamada Consuelo, el padre se llama Chito Ramírez o Pichardo.
Pasaban los días, llegaron los años y con esos el primer nieto de los Olivo Silverio y del Silverio Trejo... la alegría se mantenía en casa de Juana y Sebastián. Era un aura envolvente proporcionadota de frescura física, en el espacio familiar y en espacio psíquico espiritual, en los días de septiembre a octubre nacería el o la hija de Juana Olivo.
La vivienda de los Silverio Olivo, se había convertido, en una fuente de recursos para los vecinos y transeúntes... era para jóvenes y para adultos dejar las cargas negativas de la faena en los cafetales, en los cañaverales, en la despulpadora, en las recuerdas... Todos acudían para los banquitos, también iban por conocer a la sobrina de Juana o a la hermana o para ir a bañarse en los charcos de la barranca de la vieja Cena Minaya o para ir a bañarse a la quebrada en tiempo de lluvia.
También para ver a los muchachos jugar trompos o verlos zumbar los abejones, hechos con palo de higüero o Carmoní, por-que de ese árbol roncaban más... o para comprar dulce de maní o de ajonjolí.
La brisa soplaba como toda la tarde en la barranca de mamá Decena Minaya, nombre de la abuela de Sebastián, se había convertido en un capricho el visitarla... todo aquel que sentía algún tipo de calor sin averiguar cogía para la barranca y allí sin problema lo encontraba sirviéndose de la agradabilidad que la naturaleza enviaba a sus habitantes que la respetaban.
Los planes de Juana se favorecían como embarcación, con brisa en popa, con la presencia de los amigos y parientes que se iban a divertir en las horas vesperales y los sábados y domingos desde las diez de la mañana. Los días de juegos de pelotas y de corridas de ruedas, doña Juana vendía todas las ventas y si el tiempo le favorecía hacía un extra, como hacen los periódicos de las grandes ciudades. Como hacen los periódicos cuando se produce algún acontecimiento que es noticia.
Don Sebastián, como la gente empezó a llamar joven Chang, tuvo que construir una enramada para el nuevo ventorrillo de su mujer, lo que quería era simplemente un tarantingo, donde poner una mesa con una vitrina con seis apartados... para los seis tipos de golosinas que ella preparaba... una para los dulces de maní’, una para los dulces llamados jalaos y las otras para las arepas y los gofios.
La pérgola que don Sebastián construyó servía además, para él dar las clases a los adultos en el anochecer..., para limpiar o tamizar los frutos oleaginosos y para tener un par de mesas donde jugar el dominó.
La llegada de la primera flor del jardín humano de Juana y de Sebastián ocurrió como ambos los esperaban en el 1942, año que según muchos, fue de felicidad para los constructores de la nueva familia.
Fue como un regalo del cielo, pero para Juana, la niña era la puerta, el camino que conduciría a los nuevos horizontes, de que había hablado doña Cayetana... mis descendientes abrirá la compuerta del progreso y caminarán sobre las huellas de una de mis biznietas... por largos tiempos.
La llegada de su primogénita era una prenda de profundo sazón humano, era en esos días un manojo de garantía. Un manojo de orquídeas antes de salir el sol. Había llegado para perfumar las sienes y activar los corazones, de los recién inaugurados padres.
La bautizaron con el nombre de Socorro por ¿qué si era la puerta? ¡Era una Babista!.. De la doctrina de Alí Mohamed... era la entrada.. él o la Bautista la anunciadora... ¿Estuvo correcto el nombre entonces? Estaba marcada... para trascender?... Bendita sea tu llegada -dijo Sebastián -dando un rosario de suaves besos a la madre que lo miraba con el alma satisfecha.
Mariano era uno de los hermanos de Sebastián, se introdujo en los planes de la siembra, entrando por la puerta que su hermano había abierto. Se inició con el maní’, alcanzando mas de 21 quintales por cada 50 libras sembradas... Sembré viandas para los alimentos de la familia. Construí como se lo había sugerido su amada madre la casa entre el fundo de Basilio el hijo de su tío Pepe, y un pradito de Julio Silverio, en los altos de Marto Diego.
La gente continuaba la rutina de ir de tarde en tarde a la señalada Barranca... una patrulla de soldados de los llamados pataleadas, por tener polainas sobre las botas, arriba esa tarde a la sombra de la cañafístula. El que dirigía era de cinco pies ocho pulgadas, hombre de anchas espaldas y de fuertes hombros, le acompañaban tres guardias del Ejercito Nacional... al no hallar a nadie jugando dados (como se creía que era lo que buscaban) y en el sitio lo que había muchos menores... Se sentaron en los banquitos para ver jugar los trompos que en esos días de cuaresma estaba de moda.
Los adultos estaban desyerbando en la tumba que Mariano hacía para sembrar habichuelas... casi eran las tres de una tarde calurosa... el agua del río bullaza llegaba a la barranca con la franqueza cotidiana... los jornaleros de Mariano eran sólo tres que ni se dieron cuenta de la presencia de los militares y continuaron el rumbo a la casa correspondiente... los soldados los siguieron y como vulgares atracadores delincuentes los despojaron de su triste jornal.
Mariano Informó a su hermano Francisco, que laboraba con un coronel del ejército, lo ocurrido en los predios de Las Aromas y de Guanábanos... pasaron los días y las patrullas que andaban en el lugar, a la primera casa que iban para ponérseles a las órdenes era donde Mariano o donde Sebastián.
Aquella primera vez doña Juana, fue víctima del atrevimiento de los soldados, comieron arepas y jugos que no pagaron... pero Juana sin importarle la actitud grosera y criminal los enfrentó sin que nadie se diera cuenta... a pesar de hallarse en riesgos de parto todavía.
La niña Socorro había cumplido 3 años cuando naciera el segundo hijo de los señores Silverio Olivo... La fábrica de dulce de la familia crecía con la llegada de otro heredero. Las ametralladoras en el viejo continente no cesaban de fogonea vomitaban muertos minutos tras minutos, los aviones dejaban caer toneladas de dinamitas haciendo polvo lo que en el entorno de su mortal área apareciera fuera humano, vegetal o animal.
Dicen los que han tenido que ver con realizar partos al natura, que la parturienta escucha 1232 veces más en momentos de dolores, que en tiempos normales.
Juana escuchaba las bombas mortales del 6 de agosto cuando eran lanzadas en Hiroshima y las del 9 en Nagashaki... y si su madre no la hubiese alertado antes de morir, que le dijo -hija cuando vaya a dar a luz, coloca en tus oídos tapones de fino algodón... así te protegerá de lo ruidos que se hacen agudos y concurrentes. Esa tarde de suave brisa en la barranca, ella escuchó el silbido de las bombas y los dolores llegaron y se iban, volvían hasta que el estruendo... la muerte de miles multiplicados por varios.. Pero había llegado tres años antes Socorro, llegaba la vida en la persona de un varón con las gracias de los padres y de los abuelos.
Era 1945..., día escogido para la llegada del segundo genito, del clan Silverio Olivo, lo apodaron Chanito, como el apodo de su padre y lo bautizaron de Antonio el mayor, porque el señor Chang tenía en libro de nacimiento de sus hijos e hijas bautizar dos o más con el nombre de Antonio. Pero Chanito entro al mundo de los vivos cantando la Marsellesa, pero al ritmo de Prudhonme y de José Reyes... autores del Himno de su Patria.
Antonio el mayor creció como todos los muchachos del placer de los cundiamores... recogiendo frutas, recogiendo semillas envueltas en tegumentos de barros y ceniza. Creció recibiendo el frescor del arrullo de los manantiales... en las hojas frías del café y del cereza de siboneyes.. Escuchando el lamento esclavo en la voz del Barítono Eleuterio Eduardo Brito.
Sebastián, como todos los hijos del señor Pablo, sintió en lo más profundo de su ser, la muerte de su padre... trabajaba la tierra pero con ese dolor de saber que el señor Pablo construyó otra familia como si cambia de camisa... pasaba por esa sombra mal encastada y recordó los versos del cantar de los cantares y los repetía (los escogidos) como mantrás o letanía.
Realizaba los actos religiosos con los grupos católicos femeninos y masculinos y todo eso fortalecían su carácter y su voluntad de tal grado, entre los jóvenes casados, era un espejo donde muchos fueron a mirarse como el que a la fuente, por sed tiene que acudir.
No era un artista, pero tenía su Fan, sus admiradores y muchos acudían para su casa a compartir sus sanos consejos y charlas educativas... Tenía más de una mesa de juego de dominó para las tardes desenvolverse esperando la tacita de café, los cuquitos o lotería Cubana, Batistiana, el juego de pelota profesional o la caraquita venezolana, que era otra lotería diaria. Como era el maestro alfabetizador también se quedaban para recibir el abecedario como le decían al método de alfabetización total.
Enumeraré -dijo Tomaíta, vecino de Sebastián que era de los seguidores del club de admiradores de él, los muchachos que se casaron hace tres años y tienen más hijos que mazamorra en los dedos... son Lucas Santos en Los Trejo a Daisy y a Jaime y a Cunin. Néstor Sandoval, en Los Mangos, a Esperanza, y a Alicio. Ramón García en Guanábano... a Petronila y a Fidencio... ahora me voy a parar porque se hará demasiado larga la lista... pero lo he dicho -expresó Tomaíta; individuo de voz estruendosa y de menos de cinco pies de altura, como su padre Doroteo Cruz... entonces, dijo -el gobierno no es el favorecido con todos esos nacimientos.
Es cierto, dijo Luis Silverio, nieto de don Fermín; o sea hijo de Andamio y primo de Juana Olivo... y más ahora que no hay gas en ninguna parte... y se dice que va a escasear la sal... -Eso es imposible, dijo Juan Diloné, que hacía frente con Taquío... primo hermano de Sebastián, soltero todavía, pero con amores. Eso es imposible si aquí la sal esta por montaña... y en la playa del mai. Todos movieron la cabeza como si dijeran que s’... pero tu sabes subieron el arroz, tres, cheles, a la sardina y al arenque le pusieron dos cheles.. Una libra de carne cuesta 24 centavos, de chicharrones 35 centavos, cuesta más que el jornal de un adulto...
Continuaremos comiendo locrio de harina de maíz con arenque -dijo Quintito -hermano menor de Tomaíta, aunque nos lleven preso a la vecindad entera... Por qué dices eso muchacho, preguntó Geno Medina, dándole una curva melódica a la voz como una queja... Adios, pero todos los días matando un policía en cada casa... ya tu sabes... los demás se rieron. Como había gente que no sabía qué significaba, Chang explicó... Pues bien - agregó Sebastián... Mataron un policía fue una frase que se hizo muy popular en los campos... cuando de la cocina de cualquier campesino nuestro, el olor en humo de un arenque, que estaban asando, para preparar la cena... cualquier comida, salía e inundaba el entorno... los sin oficios -dijo Justo Coronel- gritaban Mataron un policía! Era lo que menos valía, como era al policía y al guardia, a quien menos le pagaban. Muchos no conocían ni la A al no saber casi nada le pagaban poco... el arenque era como el policía sin grasa.
En esos días- expresaba Sebastián, que era visto por sus seguidores como un letrado -la fama llegó a los cuarteles militares con la frase con que fuerza se casa un guardia?... eso lo decían porque el sueldo de un soldado raso, no llegaba a 20 pesos al mes, o sea... ganaba menos de sesenta centavos por día. Otra muy socorrida fue también el guardia lee como quiera, quiere decir que con tan solo ser guardia de Trujillo es indicio de sabiduría.
Sebastián conocía miles de anécdotas y se las hacía a los seguidores. Pero cuando llegaba la hora de impartir la clase no había... flor por muy perfumada que fuera capaz de hacerlo mirar por los ojos de su interés, así era él, por eso don Félix esperaba a que se casara para entregarle la iglesia... por eso su firma valía en los entornos y contornos de los dos municipios.
El joven Sebastián sabía la cantidad de tierra que su padre tenla... era considerado después del señor Henríquez, el que más tierra tenla en término individual; los callejones, los malucas, la estancia del cañafístola lo categorizaban como terrateniente... Pero no era as, ya que el señor Pablo era padre de más de una docena de hijos entre varones y hembras.
La familia de Juana y de Chang era una familia unida desde su comienzo, la alegría se reflejaba en los rostros de los que visitaban día a día la residencia en busca de solución para algún problema... acudían a buscar desde un machete o una pala, hasta un día por adelantado -vine para que si está en usted, me adelante el pago de un día, en el desyerbo de la tumbita, allá en los callejones donde va creciendo el maíz.
Doña Eulalia lo había enseñado a comer juntos, a basarse juntos, como a llorar y reír unidos. La familia de su hijo Chang, rezaba y hacía juntos todo... hasta lloraban como lo hicieron sus abuelos... por eso su casa se había convertido en la embajada del lugar... hasta peligroso era la aglomeración de tanta gente todas las tardes, podían confundirlo con un conspirador.
La compra del radio, el crecimiento de su hija Socorro, como una palma africana, erecta, llena de brillo femenino antes de llegar al desarrollo, llamaba a la atención de adultos que la miraban con el entusiasmo del que le agrada lo bueno y lo bello. La casa se había vuelto un Oasis en medio de la sed del camino hacia Tatania.
Los vecinos más cercanos de Chang y Juana eran por la parte norte Liborio y Enemencia. Faustina y Pedro Sosa... en la parte sur Tatania, un poco hacia el este además del río Bajabonico la familia de Pablo Medina y Charajima... un poco al oeste propiedad de Julián Medina y Ritha Medina.
Los señalados limítrofes de la estancia de cañafístola del señor Sebastián Silverio, además fueron buenos y útiles vecinos, participaban de los quehaceres de comunidad como juntas, convites y tona-pieones. Convidados por Juana o por Sebastián... quien a pesar de ser ubicado como simplemente consumidor de oraciones y de alabanzas era hoy por hoy considerado como el más próspero de los jóvenes agricultores del lugar..
Estando en los callejones una de sus propiedades, el señor Chang, realizaba trabajo de limpieza con unos 15 jornaleros. Eran las once, reposaban el desayuno... nadie hablaba... algunos adormilaban... en eso llegó Merejildo con la noticia de que Juana estaba despachada, o sea había dado a luz de otro varón. El descanso termina y Sebastián al recibir la agradable información dijo; vamos a cantar muchachos hay que festejar el nacimiento de un reformador... ha nacido mi cuarto hijo.
Dolores... ombe, no llore ombe dijo Negro Faustina, que era muy amigo de agradar a la gente, con eso de cantar décimas, coplas o plenas, y hasta merengue... miró al patrón y a una picada de ojo reinició el canto que para él no era más que un juego.
Sebastián rebosaba de alegría... su rostro desde la llegada de la noticia, pintaba flor de entusiasmo y sus labios estampaban una sonrisa con un hechizo en la piel de un toro. Esa situación excitaba al joven Negro Faustina, lo energizaba y sin mucho apuro volvió a entonar con ritmos de auto gesto:
¡Dolores! Ombe, no llore ¡ombe!
Que te vua dai ¡ombe! Amoi púa amoi ¡Ombe!
Subí! La loma volví baje Ombe!
Me echan lo perros de Siño Andrés...
Dolore Ombe, No llore (se repite)
(Cambiando de tono), el solista dice-
Yo no quiero que te cante...!
Yo no quiero que te baile...
Con mujeres de la yuca
Que te pué equivocai...
Y te puede dar un susto.
Como era en la loma y no había instrumentos para la rítmica armonización de la plena... Merejildo que era tamborero percutía con una lata o cambumbo... ahora casi hablaba... Negro continuaba!
Como quiera que te pongas
Comoquiera te lo jallo
Aunque te ponga bocarriba
Aunque te ponga bocabajo
No me lo jale, Ombe (coro)
No me lo jale que se tuerce
No me lo jale que se rompe
Que no tengo quien lo compre
Que no tengo quien lo compre.
Ahora,-dijo Sebastián - la alegría mí debe llegar hasta mis amigos, según hablaba se iba hacia el sur, cuando anduvo mas o menos 3 tareas -expresó- cuando lleguemos a donde estoy nos iremos. Los trabajadores gritaron, ¡está bien está bien! Manifestaron alegres.
La situación económica en el país era color de hormiga, de tango o de cucarachas. Los demonios consejeros del tirano ordenaron subir los cobros e impuestos, poniendo recargos hasta las actas de nacimientos con especialidad a la de los varones, a la cédula de identidad, y a todo tipo de documento, que los pobres que por ser más necesitaren. La gula gubernamental irradiaba las persianas del palacio, de todas formas rompía los cristales de algún funcionario honesto. Esta quedaba reservada para los monjes que no creían en el monstro del capital estafador sucio y troglodita. En la vivienda de empleados, funcionarios y amigos del régimen por obligación, adquirir por un período abusador, quitando parte de los recursos de los alimentos de los recién nacidos... don Sebastian, a pesar de ser maestro voluntario, de la brigada de alfabetización, tuvo que pagar 6 pesos con 75 centavos por la efigie del benefactor de la patria y padre de la patria nueva. Cuando Juana Francisca lo vio deseó echarlo al fogón pera al conocer el alcance del monstruo, sabia que podía ser vista o escuchada, por la misma figurilla... tragó saliva amarga... entregó la yuca vacía a los miembros de la familia esa tarde. Quedaba sin un chele, ni para la compra de sal o de gas.
Ya en la estancia del cañafistol había un radio de pilas secas color blanco con listones rojos, con tres botones negros. Marca National, era un lujo en aquellos días de la postrimería de la tirania. Costaba 105 pesos a crédito en las vitrinas del señor Félix Henríquez. Sólo en cinco de las viviendas lo tenían, en los Bajabonicos y de Tatania y Ferminilindia. Pero la incansable glotonería de las huestes palaciegas no pudo entrar al hogar de Juana Francisca y de Sebastian. Sus últimos críos y crías nacieron y la brisa de la avaricia no rompió los valladares desde tiempo de doña Cayetana y de don Fermín quienes fueron amos y caudillos democráticos de Ferminilandia y sus contornos. De esa manera el generoso vampiro del poder político y económico no chupar la inocente sangre, de los párvulos y párvulas Silverio Olivo. El traje de la envidia fue traje de la corona del primer “magistrado de la nación” humillando la virginidad de los hogares ultrajando la dignidad de la familia.
-Por orden del primer magistrado... ¡tráeme la señorita Rosario! Luego... ¡cásala con Despradel Mosquete! Búscate a América que voy a esperarte en la casa de los Mameyes. Después entrégale las llaves al coronel Lizardito, además que busque padrino y se valle de luna de miel para Sosua. Juana presentía que en cualquier momento pedían venir a buscar a las suyas y las de sus socias vecinas comadres y parientas para darle a la conscupicencia la forma de una flor original envuelta en el lienzo de una familia sin nombre pero colmada de honra y Juana no necesitó llorar porque ajusticiaron al generalísimo y benefactor. La hijas y las de los vecinos eran silvestres flores se un lejano vergel. ¿Lejano de quién y de dónde? Muchas veces se preguntó...
Habían ajusticiado al tirano, la empresa de Juana crecía, en tenacidad y perseverancia, en inteligencia y en audacia. Crecía en imaginación ella como la tejedora de sueño y de sentimientos. Sueños reales sueños de carne y huesos de venturas y de esperanzas cosía en el día sin destejer en la noche estuvo cerca de su Ulises armador del arco filiar el arco de la fraternidad. Cosía con hilos de harina sus sueños y los convertía en arepas y en buñuelos en panesicos de a centavos, de a chele o chochuecas de a dos. Eran sueños en guedejas económicas. Haciendo del jardín de dalias y trenzas de verdes tomates y de ajíes, cambiando las gardenias de su madre Ramona, por berenjenas y repollos. La empresa crecía fabricando dulces de la materia prima de sus predios y los vendía a los como turistas visitaban la barranca, en las tardes de los juegos de pelotas y a los que en el juego de dominó apostaban hasta por el vuelo de una garza, de una paloma, o cotorra... a si era blanca o colorada. Los tatanios eran netos, netos y nitos jugadores, se los vendía los jugadores de lotería o de bingo jugaban al pare o none... le llamaban criminduñe o griminduñe al extraño juego. En definitiva, la comida para la familia se conseguía, con la empresa de Juana Francisca. Los gastos de escuela, medicina, diversión y de otras necesidades la desenvolvían con los negocios de Sebastián. Los cerdos y ganados caprinos fueron muy fecundos, en tiempo de las sanciones a la república, hubo casos, que las chivas parían hasta cuatro crías y diez y doce las cerdas. La alimentación para los referidos animales...no era cara, comían de todo y de todos de lo que aparecía en los entornos y contornos. En ningunas de ambas gerencias dejó de florecer la vida; no se ha secado el cuerno de la abundancia. La cornucopia irradiaba como los candiles que los abuelos encendían a sus misterios en moches de truenos y de relámpagos. Crecía con la harina que Juana componía para la fabricación de arepas y buñuelos.
Una tarde mientras Sebastian impartía la clase llegaba el cartero de Altamira, con una comunicación señalando “a partir de la fecha pagaría diez pesos, en vez de dos... por concepto de pago de cédula. Chang que fumaba, un cigarrillo marca Hollywood, del susto lo tiró, cayendo el cabito encima del sobre de la comunicación, provocando de inmediato la reacción del agente de correo, quien quiso sacarle partida económica a la circunstancia producida. Maximino Frías llamó a parte al maestro para chantajearlo, pero por la rápida reacción de doña Juana Francisca, que estuvo atenta en todos los momentos... llevó agua fresca y café humeante en una limpia bandeja, y éste como también era fumador, dijo- présteme uno que todo sigue como antes. Sebastian que deseaba que Maximino se marchara entró las manos en las faldiqueras y halló un clavao que le entregó delante de los alumnos que miraban las acciones del referido agente de correo de la tiranía. No pudo ni abrir la boca y subió como un rayo en su caballo bayo. Los impuestos de la tiranía, no solo marcó a la familia de Chang, sino que afectó a los que tuvieran desde un pequeño pollito hasta el que recibiera alguna entrada de dinero por el concepto que fuera. Al propietario de crianza de potrero, o parcela o crianzas de corral. El pueblo callaba pero encontraba exagerados esos aumentos. Se convertía en una carga demasiado pesada para las familias depauperadas de la zona rural o de barrios marginales. Pero una entra de noche y la otra sale en el día. Aprendieron como Juana a ordeñar tres veces al día las chivas y a otros ganados. Aumentó la producción de hortaliza los hijos mayores ayudaban en la venta. Puso otra fábrica de hojaldres, coquitos, empanadas, casabe, panesico y hasta bombones dulces y amargos. Algunos iban al cañafistol a cenar empanada con aguacate. Doña Juana tuvo oferta de la hacienda Félix Henríquez para la confección de ventas y freidurías entre esos Pudines y Bizcochos. Nunca hizo rones y cervezas a pesar de ser dueña de la formula del guiski don Miguel que a su padre le agradaba un mundo.
El sol salía en la mata de cañafistol con la vistosidad del primer día pero que ahora lo hace un poco más a la izquierda en apariencia es más lento. El árbol estaba lleno de flores moradas que a decir de muchos, era la flor de la honra, de la honestidad, del duelo y de las buenas costumbres. El murmullo del río y de los arroyos llegaba a los banquitos debajo del palo de leche y del palo amargo llenos de las flores del amable Cañafistol que en pocos días se convirtiera en el fruto codiciado por encomenderos buscando el cirope azucarado. Dos son las clases de este árbol, la gruesa encorvada y la delgada menos encorvada muy parecida a una lima rabo de gato. Los españoles y franceses la embarcaban por toneladas colectadas en los ríos Bajabonico, Cabía y unijica. Pero Juana la empleaba haciendo un bebedizo para controlar las lombrices solitarias y gusanos platelmintos: la tenia. Y para fortalecer la matriz y el padrejón. Este árbol corresponde a la familia papilionácea por su apariencia con las mariposas. La usan para endulzar y hacer jalea. Mujeres paridas visitaban a la señora Olivo de Silverio buscado los brebajes de este árbol. Cuando alguien tenía oscuras manchas en el cuello, en las espaldas o en el rostro... con las hojas nuevas del cogollo hacia un unguento que aplicaba en la región o lugar pre señalado. Era un sumo salado con sal y agua de lluvia... no para beber sino para aplicar. En pocos días las manchas desaparecían. Con su fértil imaginación Juana Francisca aligeraba la carga de los impuestos sobre una serie de añafiles y triquiñuelas políticas del partido dominicano de la tirania, haciéndola más llevadera. El desembarco de un avión en Luperón cargado de “pertrechos bélicos” puso al dictador en celo que sólo podía compararse con una pantera. Cualquiera era visto cargado de sospecha y aunque el triunfo fue para el viejo generalísimo de inmediato la población civil comenzó a sentir la consecuencia por la falta de ciertos alimentos y artículos de primera necesidad como el gas y el petróleo. En las noches las viviendas era iluminada con hisopos hechos con maderas resinosas y estopas. Pero en los Silverio Olivo, en la persona de su Matrona, ayudada con la “loca de la casa” como llamaban a la imaginación, se salió con las suyas y Juana estuvo donde su padre donde halló la manera para salir de aquella encrucijada de la geopolítica del primer tercio de siglo 20... Creó una fábrica de aceite-combustibles, que aunque en etiquetas clandestinas, Sebastian de inmediato le dijo- claro hasta en las playas hallamos de esas plantas. Tres días después vendía en el ventorro de su propiedad, en pequeñas botellas a seis centavos. Con los aceites, que era varios, encendían, faroles lámparas humeadoras en los hogares... los resultados primarios no se cuestionaban. Se despejaban las brumas en las noches. La señora J. Olivo de Silverio compraba la libra de semillas de higueretas y de otras oleaginosas a tres centavos o en cambalache. ¡Buenos días doña Juana...! Le traje tres libras. - Y yo seis madrina, pero no queremos dinero mamá dice, que se las cambie por aceite de palma o por manteca puercos. Luego de que una de sus sobrinas puso en el calor de las hornillas un pedacito de coco... y habiendo visto que de ese salía aceite amplió el negocio fabricando manteca de coco, de las semillas de jabilla y de almendro, de girasoles, de anacahuita y de las palmas africanas.
Antonio el menor residía como en una de las habitaciones de un edificio confortable, en el vientre de la señora Juana Francisca, esta criatura se hallaba como el jefe de los inquisidores, llegó como los otros y otras con el sable en bandolera... alerta como un anarquista los bolsillos llenos de dinamita. Al darse cuenta de que la comadrona era una de sus tías abuelas regresó de nuevo a dormir, pero de repente pegó ...
sábado, 9 de enero de 2010
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